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Capítulo 2: Mio de mi sangre

—Ohhh es usted... Señorita... — dice él mirándome con sorpresa. Francamente, tiene que ser el peor día de mi vida. Yo respondo intentando dejar de llorar, pero no puedo. Estoy tan desesperada, y ahora para remate tengo enfrente a la persona que menos me tiene que ver así. 

—¿Está bien? ¿Está cerca de casa?— me pregunta y yo niego con la cabeza. Ya no sé ni dónde es mi casa — ¿La llevo alguna parte?— dice serio, aun tratándome con frialdad. Pero lamentablemente me doy cuenta de que es mi mejor opción, salir de aquí, así que cómo puedo le indico la dirección de casa de mi amiga Mara. 

No subimos en su gran camioneta y puedo ver que es muy lujosa, él parece un rey detrás del volante, firme y elegante. Me ve de reojo y estamos en silencio en el auto, me acerco un pañuelo amablemente el cual yo tomo y aprieto entre mis manos. 

Con todo y mi situación no puedo dejar de pensar que estoy creando una muy mala impresión con él. Cuando me tranquilizo empiezo a hablar.

— Doctor Wagner... Lamento que me haya encontrado así. Pero permítame contarle un poco de mi posición en el hospital y de mis planes... — 

—Señorita… creo que no es necesario. Es evidente que usted está pasando una mala situación y realmente no me concierne pero...— dice con su voz fría y de cuándo en cuándo me observa. Esos ojos azules se ven brillantes, incluso con lo poco que puede dejar ver la noche. 

—Si... tengo un problema personal, pero nada que interfieren mis labores con el hospital. Sé que yo no soy lo que usted esperaba, pero solo quiero decirle que, realmente deseo que usted esté conforme en el Hospital. También sé de sus intenciones con el Instituto de Investigación Pascal. Estoy segura de que podemos ayudarlo para que obtenga todo lo que desee— digo de forma atropellada, y luego respiro para tranquilizarme. Estoy muy nerviosa, cansada y casi tiemblo. Él me mira algo sorprendido.

—El Doctor Hernández me había comentado de su jubilación y yo lo olvidé. También él tuvo palabras de reconocimiento hacia usted. Mencionó que era la mejor para el trabajo y que podía apoyarme en lo que necesitara— dice él. Su expresión sigue siendo seria, pero sus palabras me han reconfortado, como un chocolate caliente en una noche fría. 

—Le agradezco mucho señor... tenemos varios planes y estaría muy contenta de escuchar todo lo que usted quiere proponer y… — le sugiero, pero me interrumpe. Él no parece nada receptivo.

— Señorita… yo soy un hombre muy frontal y directo. Y debo ser honesto con usted, yo creo mucho en los méritos, es parte de mi profesión. Creo que el cargo de gerente debería ser de un doctor o doctora, con además mucha experiencia en el mundo de la medicina. Además… yo vine a este lugar porque se me prometió que íbamos a hacer grandes cosas. Soy un médico de renombre, no quiero ver mi carrera perdida, tal como dijo, tengo muchos proyectos que dependen de mi buena imagen… no sé si usted pueda realmente hacer algo que me beneficie— dice de forma tajante 

Y vaya que si es directo, me deja prácticamente congelada. Pero algo dentro de mí resurge, llámenlo valentía o quizás… cansancio de que me pisoteen tanto en menos de veinte y cuatro horas. 

— Doctor… yo seré joven, pero tengo años trabajando en el Hospital… lo conozco como si fuera la palma de mi mano, así como también sus fallas y fortalezas. Yo estoy convencida de que con usted aquí, podremos superar nuestras metas y ayudarlo en su carrera y en lo que necesite— le digo firme. 

Él me mira tan fijamente qué no sé qué hacer, pasa de forma distraída uno de sus dedos por sus labios, de forma tan tentadora... no sé qué puede estar pasando por su cabeza, pero me ve con curiosidad. 

—Digamos que le daré una oportunidad— dice y cuando nos detenemos veo que estoy en la puerta de la casa de mi amiga. 

—Gracias, es lo único que pido— Le digo titubeando. 

Cuando voy a salir la puerta se tranca y él sin pensarlo se inclina desde su asiento para abrirme, literalmente pasando todo su cuerpo casi sobre el mío, siento como roza su cabello con mi piel, y su rostro está tan cerca del mío que puedo verlo claramente. En ese pequeño movimiento él me ve con detalle, y la mirada que me da hace que me recorra un escalofrío. 

No se ve como un hombre muy expresivo, es de ese tipo de personas que no puedes ni adivinar qué es lo que va a decir. Su mirada es intensa y no sé qué quiere de mí. Me siento bajo un escrutinio, cómo si me estuviera analizando, como si yo fuera una sospechosa, solo con la forma en que me mira. 

— ¿Supongo que nos va a acompañar en la próxima reunión con el Instituto de Investigación? — me dice mirándome fijamente y yo me enfoco en sus labios y en sus ojos azules. 

Por un segundo tengo que llamarme yo misma la atención. Entre tantas cosas lo había olvidado, tengo tantas cosas que resolver... y ahora me toca ir a este evento nada más y nada menos con el Doctor Wagner. ¡Qué suerte la mía!

— Así es…buenas noches— le digo, él hace un gesto con la cabeza, yo me despido y salgo lo más rápido que puedo de su auto y subo al departamento de mi amiga.

— Yo... Yo simplemente no puedo creerlo. Es decir, James nunca me cayó del todo bien, pero jamás lo creí capaz de esto...— dice Mara, caminando en un lado para otro de su departamento. 

— ¿Y con Perla? ¡Es solo una chica! ¿Ella justo no te preguntaba por él y por tu matrimonio?— pregunta alzando los brazos. 

—Si... siento que ya no sé nada Mara— respondo. 

Estaba ahora tirada en el sofá de la sala de su gran departamento, sintiéndome como si estuviera en el limbo, desbastada, es poco, con los ojos y la cara hinchada. Al menos ya había dejado de llorar. 

Ninguna mujer se levanta un día por la mañana pensando que esa tarde se va a enterar de que su prometido, con el cual se va a casar en muy pocos días, no solamente le engaña, sino que deja embarazada a otra. A otra... porque tú no puedes darle un hijo. Esto parece una película de terror, una muy mala y de muy bajo presupuesto. 

—¡Esa mosca muerta! — dice Mara y de repente ella recibe una llamada. Tengo una mala sensación cuando veo su expresión de horror. 

—Es James... dice que está preocupado por ti y no atiendes tu celular— dice ella con evidente odio. Yo le hago señas para que me lo pase, no quiero hablar con él, pero también necesito saberlo en dónde estoy parada. 

— Habla James... —  le digo atendiendo el teléfono. 

— Lisa...  necesitaba saber qué estás bien—

—Ahh ¿ahora te interesa mi bienestar?— le contesto.

—No seas así Lisa… hemos estado pasando momentos duros y... yo he sentido que hace falta algo...—  dice él. 

De repente ya no solo estoy molesta, sino que la realidad me cae de golpe. Esto es malo, muy malo… es un cambio al que quizás no estoy preparada… y tengo miedo, temor de todo lo que esto significa y siento que mis manos tiemblan. 

Tengo pequeñas lágrimas intentando salir de mis ojos ¿Qué sucederá con la boda? ¿Qué pasará con el proceso de adopción? ¿Qué pasará con mi deseo de tener un hijo, con mi única opción de ser madre?

— ¿A qué te refieres con eso?—  sentía mis labios temblando como si una parte de mí supiera que es lo que venía a continuación. 

— Tú no puedes darme un hijo Lisa... no puedes darme lo que yo necesito—  dice muy firme. 

Sus palabras son como cuchillo directamente a mi corazón, mejor dicho todo mi cuerpo. Es como si fueras invencible, podrías soportar cualquier cosa, enfermedades, tristezas y decepciones; pero hay solo una cosa, una pequeña, como si fuera una minúscula bala, qué es capaz de romperte en pedazos. 

La mía era esa, él lo sabía, y no le importaba usarla. Casi podía pensar que la tenía guardada, atento para aprovecharla en el momento indicado. Este era el momento, buscaba destrozarme, y salirse con la suya. 

— Así qué estás con ella, ¿solo por eso? ¿Me vas a decir que buscaste a otra mujer simplemente para que te dé un hijo? Y bueno, para eso te acostaste con ella —  le pregunto, pero es evidentemente que hay algo más ahí. 

— Yo quiero un hijo Lisa... sé que tú puedes entenderlo, más que nadie— otra bala más. 

— ¡Esas no son excusas James! Estamos haciendo los trámites para la adopción...  y...— 

— Un proceso que tarda años... y que no es seguro qué es exitoso. Nos lo dijeron ya mil veces— me interrumpe él, como si yo fuera la culpable. 

— Es cierto, pero... eso no quiere decir…¡Tú me dijiste que estabas de acuerdo y…!— 

 — ¡Pero no es cierto! ¡No sé si quiero un hijo de otra persona, de otro hombre! ¡Quiero un hijo mio! Mio de mi sangre, que se parezca a mí, verlo nacer. Algo real y creo que tengo el derecho de tener lo que yo quiero—  dice como si nada. Yo siento que el corazón se me detiene, por un segundo, con una mezcla de susto, terror y angustia. 

— ¿Y por eso justificas haberte ido con otra mujer? Perla está embarazada de ti... mientras yo soy tu prometida—  le digo asombrada ¿Es que acaso para él nada de esto importa? 

— Sí, ella está embarazada de mí. No lo planificamos… pero sucedió— dice él ahora molesto. 

— ¡A ti solo te importan tus deseos y lo que tú quieres! ¡Todo es alrededor de tus necesidades! ¿Qué hay de mí?—  le digo ahora enojada. Ni por un segundo él parece sentir algo de arrepentimiento, en lo absoluto. 

— Cálmate Lisa...—  dice él de forma amenazadora. 

— Te acostaste con ella y ahora la traes a ella a nuestra casa... ¡A mi casa! ¿Te revolcaste en mi cama? ¿Qué mujer se embaraza de un hombre casado? ¡Ella sabía que tú eras mi novio!—  le pregunto y él se molesta, evidentemente, cómo si hablar mal de ella fuera algo terrible. 

— Deja a Perla fuera de esto— me espeta.

—  Claro, tenías que defenderla — 

— Ella es la madre de mi futuro hijo y merece respeto— dice el muy descarado. 

— ¿Faltarle el respeto? ¿Y el respeto hacia mí? ¿Qué sucede con nuestro compromiso? ¡Íbamos a casarnos James!—  le gritó y ya las lágrimas se me salen, él ahora se aleja. 

— ¡Por favor Lisa! No te debo nada… decidimos casarnos por lo de la adopción, yo no quería y lo sabes. Además…estuve contigo en tus peores momentos... ¿Crees que cualquier hombre se hubiese quedado con una mujer enferma? ¡Eras un despojo de mujer!—  dice casi con desdén.

 Eso me duele como todo lo demás que ha dicho, pareciera que de repente… está soltando todo lo que tenía por dentro. Lo habíamos hablado muchas veces, pero se ve que nunca fue sincero conmigo. 

Él estuvo conmigo claro y me ayudó, pero no fue el único. Mara y mis amigas realmente estuvieron mucho más atentas, cuidándome. 

La gente en el hospital me devolvieron la vida, me internaron para dedicarse completamente a mí, me querían y fueron los más felices cuando me mejoré. Se los debo realmente a todos ellos… no a él. Pero James siempre se ha creído muy importante. 

— ¿Cómo puedes decir algo así? ¡Eres mi novio de hace años James! ¡Y te acabo de encontrar con una chica en mi casa y está embarazada de ti! Pero resulta que yo soy la culpable de todo, ¿No es cierto?—  digo desesperada. 

— Lisa... estás muy alterada, ¿ok? Hablemos otro día... — 

— ¿Crees que todo esto no es para alterarse? —  le digo gritando en el teléfono. 

— Vamos cálmate Lisa, estás histérica, contrólate. Cuando estés más tranquila hablemos de qué haremos con la boda—  dice y luego suspira, me habla más bajo. 

—¿Qué quieres decir?— pregunto.

—Pues que ahora cambia todo el panorama… yo no sabía si continuar con la boda, pero ahora que ya sabes todo…pues, tengo que cuidar de Perla— yo me quedo anonadada. Mis sueños, mis planes… todos a la basura.

—¿Sabes qué James? ¡Mejor así! ¡Tú con tu vida y yo con la mía!—

— ¡Espera Lisa! Yo no quiero que terminemos así, y tampoco quiero hacerte daño…—  dice. 

— Es muy tarde James...—  digo y tranco el teléfono. 

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