Miro a mi alrededor, admirando como siempre la alucinante decoración de la Cafetería. Flo’s Coffe es una cafetería bastante colorida, con una rebosante temática de los 90’s que te hace desear venir a solamente tomar unas maravillosas fotografías. Pero en mi opinión, y por maravillosas que sean las fotografías tomadas acá por los clientes, lo mejor de aquí es la comida. Hablo de que comenzar el día aquí es simplemente lo mejor. Donas, waffles, milkshakes, café (lo que sea que desees, aquí lo consigues) y la mejor atención. —Debido a la ubicación a gran altura de a ciudad de Caracas, Distrito Capital de Venezuela, el clima es tropical de altitud, lo que nos asegura temperaturas suaves y estables en todas las estaciones del año. Posee dos estaciones claramente diferenciadas en tenor de las precipitaciones. Lo que nos deja con un clima suave y templado, una temperatura promedio, de 21.1°C.—la voz de la reportera se pasea en mi mente como una mel
Luego de las presentaciones básicas (y de conocer que “María” es el nombre de la prometida de Daniel) nos encontramos buscando el vestido de los sueños de María. La mirada de Daniel no me deja en paz, la siento sobre mí tan pesada como un camión de concreto. Trabajo en ignorarla mientras hago alguna que otra pregunta a la novia. Generalmente, tengo una check-list que adoro repasar con mis clientes. En primer lugar, la novia debe definir el estilo de su boda, en segundo lugar fijar el presupuesto para el vestido, en tercer lugar buscar el momento perfecto para escoger el vestido (ni muy cerca de la fecha de la boda, ni muy lejos). En cuarto lugar debe escoger cuidadosamente quién la acompañará a probarse los modelos y ya ni pensemos en las demás partes de la lista. Nótese el orden que generalmente tienen las cosas, ésta pobre novia vino acompañada de Daniel, sin amigos ni familiares que le den el visto bueno a los vestidos que insistió en probarse hoy
Dos semanas después, en medio de una mañana repleta de trabajo, me doy cuenta de que me siento verdaderamente sola. He hecho tantas cosas en mi área laboral, me hice un nombre desde cero. Y sigo haciéndolo porque amo lo que hago. Pero la verdad es que fuera de mi pequeña familia y Sonia, el único amigo que tengo es Pablo. Extraño a Pablo. Él ha sido un gran apoyo para mí, el mejor hermano que pudiera soñar aun cuando no compartimos progenitores. Y encima Sonia (mi única trabajadora en la tienda, además de mí) está de reposo porque sufrió una caída terrible. No dejo de pensar, aun a pesar de todo el trabajo, en que Pablo no ha vuelto desde lo sucedido con Daniel. Mi mente repasa una y otra vez lo ocurrido como si fuera una película. Intento quitarla de la cartelera de estrenos pero el bendito cine de mi mente es bastante terco. Tengo muchísimas ganas de ver a Pablo, no sólo para que me ayude con Daniela (que por cierto se le da más de b
Respiro profundamente su olor a bebé y pienso en que no importa qué, Daniela vale cualquier sacrificio. Lo único que importa es su bienestar, así tenga que luchar contra viento y marea. — ¿Cómo te fue en clases?—pregunto parpadeando para alejar las lágrimas que quieren asomar. Sigo cargándola en brazos y dándole cariñitos, disfrutando su cercanía en éstos tiempos tan inciertos para mi. —Bien. — responde con su pulgar derecho en la boca. Respiro profundo, mirándola con desaprobación. —Dedito afuera, Dani. — digo con paciencia. —No, dedito rico. — susurra sonriente y yo le hago cosquillas. Daniela no es una niña de muchas palabras. De hecho sólo dice ocho: Abu, Mamá, Tío, Si, No, Dedito, Rico y Bien. Su psicóloga dice que es algo en lo que influyó sólo tenernos a mamá y a mí. — ¿Te gustaría comerte un heladito de Flo’s Coffe?— pregunto a mi nena con ternura. Daniela para de reír y me mira con los ojitos rebosantes
Tres años atrás, Caracas, Venezuela. — ¿Cuánto tardarás en desaparecer?— pregunta el Sr. Carnelutti desde su trono, en medio de su oficina. Ni siquiera sé cómo reaccionar ante sus palabras. Es el padre de Daniel, no hay lugar para dudas con sus ojos y complexión, sin embargo ésta cara que me está mostrando jamás la conocí y siento que puede terminar siendo todo lo contrario a una broma de mal gusto. Muy mal gusto. — ¡¿De verdad cree que voy a dejarlo?! ¡Usted no puede hacerme esto!— exclamo encolerizada. Mi mano viaja instintivamente a mi vientre. No, no puedo alejarme de Daniel… Él tiene que saber, no importa si por su bienestar deba dejarlo luego. Pero debe saber… —Daniel está creciendo cómo Arquitecto, no puedes cortarle las alas. Déjalo. No lo mereces. — dice con malicia brillando en sus ojos. —Usted no sabe…— comienzo a decir. Mis manos tiemblan de ira y no las puedo controlar. —
Pablo Carnelutti (Plaza la Concordia) Salgo de mi oficina en la vicepresidencia de la empresa. Había olvidado que Dina no puede buscar a Daniela hoy. Me despido de mi secretaria y tomo una manzana de la cesta de su escritorio al tiempo en que ella pone los ojos en blanco. Oculto una sonrisa dándole un gran mordisco a la fruta, al tiempo que esquivo un lápiz que se dirige a mi cabeza. El lápiz choca con la pared a mi lado y cae al suelo, oigo a Jaspe gruñir y suelto una carcajada. Molestarla es tan fácil… Cualquiera pensaría que debo botarla por su mal comportamiento; pero pienso que nadie más va a soportar mis manías. Sin notarlo, ya estoy saliendo del ascensor en planta baja. El personal me saluda en el camino y pienso en el tiempo que llevamos trabajando todos aquí. Disfruto de la estabilidad, no importa en qué sea. Soy una persona que a simple vista demuestr
David Carnelutti. Italia tiene tantas cosas reconocidas a nivel mundial, desde la educación, la música, el arte y la gastronomía, hasta nuestra famosa costumbre de unión familiar. Mi país de origen tiene tantas cosas valiosas para imitar, nací, crecí, emigré; pero siempre mantuve mis raíces en mi mente y corazón. Mi familia fue numerosa y muy unida, aún después de tener cada uno nuestra propia familia, mi padre y madre nos esperaban para cenar todas las noches. Los viernes acostumbrábamos a reunirnos en el almuerzo, cuando los nonos aún estaban vivos. Pienso en mis hijos y en lo mal que he hecho todo. Pablo parece llevar una vida tan relajada que no me quiero imagina cuánto dinero ha despilfarrado por su mente jocosa e irracional y Daniel… Daniel ni siquiera sabe lo que es disfrutar de una comida completa conmigo. La última vez que me visitó fue hace como cuatro meses, se la pasa metido en su oficina y cuando no, está refundido en su
Victoria Torralba — ¡Abu!— llama Daniela desde su habitación y yo saco mi cabeza de debajo del lavamanos. — ¡Voy tesoro mío!— exclamo y corro escaleras arriba. La pequeña está extendida entre un desastre de cojines de Minnie Mouse y sábanas de princesas. — ¿Quieres tus galletitas de merienda, mi amor?— pregunto al tiempo en que se abraza a mi cuello como lapa. —Sí, Abu. — dice suavecito. Dios nos bendiga con muchas galletas de chispas de chocolate para el futuro. —Bueno, te las daré, pero tienes que aprenderte algo, Daniela. — digo y se me hace un nudo en la garganta de imaginar la furia de Dina cuando se entere. Todo sea por el bienestar de mi nieta. -------- Llevo toda la tarde en esto y no puedo dejar de pensar en lo imbécil que es David Carnelutti. Mira que perderse el crecimiento de Daniela por idiota, sólo le pasa a Él. Daniela es inteligente, y me lo ha