Me alegré tanto cuando el auto encendió que estaba hasta cantando contento y Julie se reía divertida de mi entusiasmo. Ahora, unos minutos más tarde, parece ser que mi alegría se ha ido al garete. —¡No puede ser en serio!—exclama Julie cuando llegamos a lo que parece ser una tranca en plena autopista. Los autos en lugar de ir y venir, huyendo de la tormenta, están totalmente estancados y haciendo un gran bullicio con las cornetas. —No se ve qué es lo que está interrumpiendo el paso…—susurro, moviéndome en distintos ángulos para obtener un mejor vistazo de los autos que están más lejos. Julie suelta una sarta de groserías y yo la ignoro, bajándome del auto. Camino un par de metros, entre los autos, y me doy cuenta del grandísimo problema que nos aqueja. ¡Es un j0dido árbol lo que nos tiene aquí! Un árbol que se cayó por un rayo. Regreso al auto indignado. — ¿Hay forma de regresar? Sé que suena súper loco, pero me parece la única opción porque se cayó un árbol y no hay forma de
—¡¿Hermanito?! —repite Derek indignado. Las aletas de su nariz se expanden y se encogen, demostrando que esto parece todo menos algo gracioso para él.—¡Te podemos explicar todo lo que pasó!—comienza a decir Julie levantando las manos en señal de stop.Derex suelta una carcajada sarcástica.—¿Podrías comenzar explicándome POR QUÉ DEMONIOS EL AUTO EXPLOTÓ NADA MÁS LLEGÓ A LA CASA? —pregunta enfatizando cada palabra.—¡No te imaginas lo que nos pasó, Derek! —digo, intentando ayudar a Julie y no dejarla sola con la responsabilidad.Derek posa su mirada llena de ira sobre mí y me arrepiento totalmente de haber abierto la boca.Julie se aclara la garganta.—Todo fue idea mía, Derek. No mires así a Luke, que él no tiene la culpa de nada. —le dice acercándose a su hermano y pasando su mano por el brazo de él, tranquilizándolo con su toque.—Estaba aterrado de que algo te sucediera. —le responde Derek. Sabes que me preocupo, Alhelí y tú son mi responsabilidad y jamás voy a querer que les pase
—Doctor Robles… —digo rápidamente, sin creerme mi suerte de que en tantas ciudades del mundo, vine a encontrarme en Nueva York al que fue mi psicólogo en mi país.—¿Cómo estás, Dina? —me saluda cortésmente y lo veo darle una mirada rápida y nerviosa a la entrada de la tienda de vestidos de novia.—¿Trabajas aquí?—pregunta de pronto.Woah, ¿Qué le pasa?—No pienso mentirle, doctor… La verdad que sí trabajo aquí y me parece muy extraño que justamente me lo encuentre acá.—bromeo. —Jamás he sido una mujer muy creída de sí misma, pero estoy comenzando a pensar que usted estaba siguiéndome desde mi nación hasta acá. —le digo en forma de broma y él se ríe a carcajadas.—Si hay algo en lo que no te equivocas es que viene desde Venezuela hasta acá en busca de alguien. —responde con un brillo esperanzado en los ojos. —Pero lamentablemente no esperaba encontrarte aquí… Así que no vine por ti. —dice con sinceridad y yo río.—Lo sé, doctor. Jamás lo creería de verdad. Estaba solo bromeando. —le di
DINASonrío ante mi plato de almuerzo, pensando en lo hambrienta que estaba antes de que nos trajeran la comida.Jonás desdobla su servilleta con una elegancia que me hace sentir muy ignorante.Me aclaro la garganta, dejando de lado mis pensamientos estúpidos.—Entonces, cuéntame ¿Cuál es la razón por la que te encuentras aquí? —le pregunto con curiosidad a Jonás.Él me da una mirada graciosa al tiempo que comienza a enrollar su carbonara con el tenedor.—Es una historia bastante larga que contar… Pero lo único que te puedo decir es que llega un momento en el que te das cuenta de que alejarte no es la mejor opción; porque si al principio lo hacías para que una persona estuviera feliz, pero resulta que los dos son desdichados con esa decisión, entonces simplemente no sirvió de nada alejarse. —explica y se mete el tenedor a la boca.—Entiendo, ¿pero por qué tuviste que alejarte en primer lugar?—pregunto y tomo un bocado de mi propio plato.Por un momento olvido lo gigantesco que es Joná
Miro a mi alrededor, admirando como siempre la alucinante decoración de la Cafetería. Flo’s Coffe es una cafetería bastante colorida, con una rebosante temática de los 90’s que te hace desear venir a solamente tomar unas maravillosas fotografías. Pero en mi opinión, y por maravillosas que sean las fotografías tomadas acá por los clientes, lo mejor de aquí es la comida. Hablo de que comenzar el día aquí es simplemente lo mejor. Donas, waffles, milkshakes, café (lo que sea que desees, aquí lo consigues) y la mejor atención. —Debido a la ubicación a gran altura de a ciudad de Caracas, Distrito Capital de Venezuela, el clima es tropical de altitud, lo que nos asegura temperaturas suaves y estables en todas las estaciones del año. Posee dos estaciones claramente diferenciadas en tenor de las precipitaciones. Lo que nos deja con un clima suave y templado, una temperatura promedio, de 21.1°C.—la voz de la reportera se pasea en mi mente como una mel
Luego de las presentaciones básicas (y de conocer que “María” es el nombre de la prometida de Daniel) nos encontramos buscando el vestido de los sueños de María. La mirada de Daniel no me deja en paz, la siento sobre mí tan pesada como un camión de concreto. Trabajo en ignorarla mientras hago alguna que otra pregunta a la novia. Generalmente, tengo una check-list que adoro repasar con mis clientes. En primer lugar, la novia debe definir el estilo de su boda, en segundo lugar fijar el presupuesto para el vestido, en tercer lugar buscar el momento perfecto para escoger el vestido (ni muy cerca de la fecha de la boda, ni muy lejos). En cuarto lugar debe escoger cuidadosamente quién la acompañará a probarse los modelos y ya ni pensemos en las demás partes de la lista. Nótese el orden que generalmente tienen las cosas, ésta pobre novia vino acompañada de Daniel, sin amigos ni familiares que le den el visto bueno a los vestidos que insistió en probarse hoy
Dos semanas después, en medio de una mañana repleta de trabajo, me doy cuenta de que me siento verdaderamente sola. He hecho tantas cosas en mi área laboral, me hice un nombre desde cero. Y sigo haciéndolo porque amo lo que hago. Pero la verdad es que fuera de mi pequeña familia y Sonia, el único amigo que tengo es Pablo. Extraño a Pablo. Él ha sido un gran apoyo para mí, el mejor hermano que pudiera soñar aun cuando no compartimos progenitores. Y encima Sonia (mi única trabajadora en la tienda, además de mí) está de reposo porque sufrió una caída terrible. No dejo de pensar, aun a pesar de todo el trabajo, en que Pablo no ha vuelto desde lo sucedido con Daniel. Mi mente repasa una y otra vez lo ocurrido como si fuera una película. Intento quitarla de la cartelera de estrenos pero el bendito cine de mi mente es bastante terco. Tengo muchísimas ganas de ver a Pablo, no sólo para que me ayude con Daniela (que por cierto se le da más de b
Respiro profundamente su olor a bebé y pienso en que no importa qué, Daniela vale cualquier sacrificio. Lo único que importa es su bienestar, así tenga que luchar contra viento y marea. — ¿Cómo te fue en clases?—pregunto parpadeando para alejar las lágrimas que quieren asomar. Sigo cargándola en brazos y dándole cariñitos, disfrutando su cercanía en éstos tiempos tan inciertos para mi. —Bien. — responde con su pulgar derecho en la boca. Respiro profundo, mirándola con desaprobación. —Dedito afuera, Dani. — digo con paciencia. —No, dedito rico. — susurra sonriente y yo le hago cosquillas. Daniela no es una niña de muchas palabras. De hecho sólo dice ocho: Abu, Mamá, Tío, Si, No, Dedito, Rico y Bien. Su psicóloga dice que es algo en lo que influyó sólo tenernos a mamá y a mí. — ¿Te gustaría comerte un heladito de Flo’s Coffe?— pregunto a mi nena con ternura. Daniela para de reír y me mira con los ojitos rebosantes