Escuchar que Débora consideraba ya al rancho como su casa fue un enorme alivio para Daniel, lo que hizo que se reafirmara más si cabe en el acierto de la decisión que había tomado y en las intenciones que tenía con la muchacha y que no eran precisamente pasar por ahí, se lo dijo sin ningún tapujo…-Mi único deseo para las próximas veinticuatro horas es amarte hasta que sacie la sed que tengo de ti – insinuó mientras abría la puerta de la habitación del hotel.-Daniel, ni yo mismo puedo soportar mi propio olor.-Está bien, dejaré que te limpies primero. Ahí tienes el baño – señaló – Buff, tienes razón, esta blusa apesta – afirmó mientras le ayudaba a desvestirse. – Bueno no pasa nada – prosiguió – puedes ponerte una de mis camisas, me encanta que las uses, o, mejor dicho, te mantendré desnuda hasta que quede saciado de tu cuerpo….Mintió, no dejó que se bañara, bueno al menos no sola, apenas escuchó abrirse el grifo del baño entró en él. Se desvistió contemplando el cuerpo de su esposa
Regresaron al rancho de madrugada, no habían avisado a nadie así que se dirigieron a la habitación de Daniel para dormir las pocas horas que quedaban antes del amanecer. Débora no estaba muy segura de la conveniencia de quedarse toda la noche allí y prefería regresar a su cuarto, Daniel no se lo permitió, no pensaba plegarse nunca más a los caprichos de Rebeca, y mucho menos después de haber propiciado su detención. Por mucho que intentara complacerla, su maldad no tenía fin, así que mejor enfrentarla directamente y poner las cosas en su punto.Estaba hasta el gorro de comedias y medias tintas. Iba a acostarse con “su esposa” Débora todas las veces que le diera la gana, estuvieran o no casados, y no pensaba apartarse de su lado ni una noche más. Ahora que había descubierto la felicidad de despertar abrazado a su pequeña, odiaba dormir solo en su inmensa cama. Padecía de insomnio si no podía oler el perfume de su cabello, ni tironear cariñosamente de sus preciosos rizos para desperta
A Mike las cosas le iban bien, sus hijos y su esposa estaban de maravilla. Le recordó que tenía en su casa, escondido al pony encargado para el cumpleaños de David. También aprovechó para alabar el trabajo de Débora esos tres meses, la describió como una muchacha muy lista y resolutiva, que lo dejó bien sorprendido, me gustó tenerla al lado, y ella también demostró estar muy a gusto.-Si alguna vez deseas retirarte, puedes dejar todo en sus manos, creo que no te defraudará...-Mira, pues es bueno de saberlo, quizá decida tomarme un año sabático – respondió siguiendo la guasa de su empleado.Bromas aparte Daniel agradeció tener al fin una buena noticia, por supuesto que iba a alentar a Débora para que siguiera aprendiendo, era lo que él siempre había deseado en su compañera. Una mujer con la que compartir amor, familia y trabajo. Ahora que comenzaba a vislumbrar el final del túnel la iba a apoyar en todo, tanto si quería seguir estudiando como si era su deseo quedarse una temporada
El tiempo transcurría de forma bien distinta para los habitantes del Rancho Doble D. Para Débora y Daniel muy lentamente, aunque en el fondo de su alma no les importaba demasiado pues vivían en una especie de luna de miel. Cuando estaban juntos intentaban abstraerse de todo lo que les rodeaba y se concentraban en mimarse uno al otro, sin importarles las miradas de odio de las que eran objeto y algún que otro comentario de lo más hiriente.Daniel se sentía como un niño con zapatos nuevos, ansiaba llegar a casa y acariciar la tripita donde creían sus hijos. Lo primero que hizo cuando regresó fue concertar una cita con el ginecólogo, a pesar de que Débora estaba al día con sus revisiones.-Quiero ver a mis bebés, y quiero saber que son.-¿Estás seguro Daniel? ¿No prefieres que sea una sorpresa? – Sonrió Débora, pues a ella también la movía la curiosidad...-Ya he tenido suficientes sorpresas desagradables para una buena temporada, así que no hay discusión…Descubrieron que esperaban u
-¿Marihuana? – exclamó sorprendido atrayendo las curiosas miradas del resto de personas que esperaban en la sala. Estos enseguida empezaron a sisear entre ellos…-¡Imposible…! Débora no fuma y además está embarazada, no es tan estúpida…-Pero hambre si debe tener, no ha sido por inhalación, sino por ingesta, creo que a través de un pastel por los restos encontrados en su estómago…-Aclaró el joven médico…-No comprendo… no puedo entender – repetía un atorado Daniel que ni siquiera atinó a preguntar por su estado… cosa que si hizo Mike.El doctor les explicó, intentando obviar detalles demasiado técnicos que le habían suministrado una solución de carbón activo y unos sedantes para contrarrestar los efectos de la ansiedad y los problemas respiratorios… De momento la paciente estaba dormida en una habitación individual,…-¿Y los bebés? – Acertó finalmente a preguntar…El médico movió negativamente la cabeza asustando aún más a los dos ansiosos hombres que esperaban.-¡Hable de una maldita
Daniel suspiró cerrando los ojos mientras depositaba un suave beso en la frente de Débora. Todo estaba ya demasiado claro. Unas lágrimas de culpabilidad rodaron por la mejilla de la muchacha, nunca dejaría de ser tan cándida… las secó con sus labios.- No pasa nada chiquita, todo ha pasado al fin… duerme – Rogó en un susurro… No serviría de nada enfadarse con Débora ni regañarla por ser tan incauta, era ella sola contra tres harpías experimentadas, demasiada maldad para el corazón tan noble de su niña Debbie, a él le tocaría intervenir nuevamente y librarse de una vez por todas de esas tres víboras antes de que fuera demasiado tarde.A primera hora de la mañana siguiente entró una enfermera en la habitación para llevarla a dar el pecho a los bebés que seguían en la incubadora. Débora intentó negarse.-¡No, no quiero, no quiero hacerles más daño! ¡Daniel por favor, que no me lleven! - No podía sacarse de la cabeza que era culpa suya y no dejaba de llorar. Se dejó engañar como una bob
Las tres mujeres llegaron juntas, riendo y hablando entre ellas como si nunca hubieran roto un plato. Sin decir nada se sentaron en los butacones que había enfrente de la chimenea.-¿Te vas a ofender si nos servimos una copa? – preguntó irónicamente Lisbeth – Creo que ya es pasado el mediodía ¿Verdad hermanito gruñón? – insinuó recordando que su hermano, durante la primera entrevista que tuvieron le había negado una copa alegando que era demasiado pronto. Y sin esperar respuesta se dirigió al mueble bar y sirvió tres copas.Daniel no respondió, que acabaran con las existencias de whisky del rancho era el menor de sus pecados. Esperó a que todas tuvieran su copa en la mano y se levantó despacito. Llegó a su lado y se quedó de pie, apoyado en la repisa de la chimenea, observándolas. ¿Cómo podía haber tanto veneno y tanta maldad en tan pocos metros cuadrados? Imaginó que las tres abrían la boca y lo alcanzaban rodeando su cuerpo con una larga lengua viperina. Movió la cabeza, lo último
No todos recibieron con el mismo agrado la noticia de que Débora y los niños ya no estaban. Lisbeth, Margaret y Rebeca estaban contentísimas. La primera sólo por fastidiar, la segunda porque no perdía las esperanzas de conquistar a su vecino, y la tercera porque odiaba a esa mosquita muerta que le había quitado la posibilidad de volver a estar con su marido y le deseaba lo peor, tanto a ella como a Daniel, no entraba en sus planes ver que se la pasaban felices y contentos. Si ella no gozaba a Daniel, Débora tampoco.Jorge se enfadó mucho, pregunto a todos por el paradero de la mujer, nadie lo sabía y si lo sabían se lo decían. A las mujeres ni les importaba y celebraron la noticia, su hermano por supuesto no le dijo nada, discutieron fuertemente como siempre últimamente...pero Daniel logró su propósito de ocultar el paradero de Débora y eso era suficiente de momento para respirar un poco más tranquilo.-¿Y a ti que tanto te importa dónde está mi mujer? – le preguntó fastidiado-Tu