La observó desde las sombras, cubierto por la oscuridad y el silencio. La ciudad entera dormía bajo el más profundo y pesado sueño y él respiró profundo el aire fresco que le llenó los pulmones.
No quería hacerlo, de verdad que no quería, su manada nunca se había metido en esos tipos de problemas, pero los tiempos habían cambiado.
Será solo una mujer, a ver si eres capaz de hacer algo bien.
Por órdenes del alfa, tuvo que seguir a una mujer indefensa que bajaba las cosas de su auto lista para entrar a su casa, Kerr la observó de lejos metido entre la oscuridad del bosque que rodeaba la ciudad.
El viento cambió, y el aroma de la muchacha le llegó, era una mezcla extraña que Kerr no logró identificar de inmediato, como algo detrás del sudor, fresco y por alguna razón sintió remordimiento.
Sacó la fotografía que su Alpha, Víctor, le había dado y comprobó entre las sombras si era la misma.
Efectivamente era ella, con la piel pálida y la mandíbula definida, el cuerpo escultural y firme y la cabellera negra y frondosa que se extendía libre hasta su cintura.
No pudo evitar pensar que era hermosa, una escultura hecha a mano por un apasionado artista y no pudo contener el aluvión de pensamientos que se amontonaron en su cabeza, su creatividad le mostró imágenes de sus manos sobre el cuerpo esbelto de ella.
Sacudió la cabeza, tenía que concentrarse en la misión.
Dio un paso el frente, y luego otro y otro hasta que la luz de la luna y las farolas que iluminan la calle rebotaron sobre su cuerpo entero, y cuando ella reparó en él dio un brinco.
—¿Qué quieres? —le preguntó y Kerr tragó saliva, se vio asustada y sorprendida y mucho más hermosa de cerca.
— ¿Vanya Quiroz? —preguntó, pero no era necesario, claro que era ella. Los ojos verdes de la mujer se posaron en él y lo observó de los pies a la cabeza.
—Lo siento, no tengo tiempo ahora —le dijo ella, cerró de golpe la puerta de su auto y cargó con las bolsas que había bajado.
Kerr avanzó hacia ella, la tomó de la muñeca haciendo que las bolsas se le cayeran al suelo y un par de naranjas rodaron por la calle abajo.
Comenzó a llevársela arrastrada y aunque ella se resistió no pudo hacer nada con la sobrehumana fuerza de Kerr
—¿Qué eres? ¿Eres un vampiro? —le preguntó ella conmocionada al notar su fuerza — No tienes los ojos rojos —le dijo después comenzando a entrar en pánico.
Algo que le ponía a Kerr los pelos de punta fue la fascinación con la que la mayoría de los humanos había comenzado a adorar a los vampiros, el cine los tenía trastornados y él odió que admiraran más a un grupo de chupasangres fríos y esclavistas que a hombres que se podían transformar, literalmente, en lobos gigantes.
Se volvió hacia Vanya y la miró a los ojos.
—No todos los vampiros tienen los ojos rojos —le dijo con rabia, cómo los odiaba.
La muchacha tenía los ojos abiertos del miedo y por más que luchó no pudo librarse del agarre del hombre que la seguía arrastrando hacia el bosque que bordeaba la ciudad.
—¡Ayuda! —gritó ella, pero eran las dos de la mañana, cuando alguien bajara en su ayuda ellos ya estarían muy lejos.
—No te haré daño, será mejor si no te resistes —le dijo él cuando atravesaron los primero árboles del bosque —mejor compórtate porque Víctor te sacará los ojos si…—un muy fuerte dolor tras su cuello lo hizo soltar la mano de la muchacha y el sonido eléctrico tras su oreja lo aturdió por un momento y cayó de rodillas al suelo.
Vanya lo pateó en el estómago y corrió por el bosque con todas las fuerzas que le fueron posibles.
Kerr se preguntó qué clase de persona huía de una criatura del submundo entrando más en el bosque en vez de salir de él.
Se enderezó y acarició la parte del cuello donde la muchacha lo había electrocutado. Era una chica inteligente, Kerr escuchó que estudiaba para ser policía.
Se quitó la chaqueta negra de cuero y la colgó en una rama, era su favorita y no quería arruinarla, luego los pantalones, no quería llegar desnudo a casa.
Miró el punto fijo por el que ella había desaparecido y aspiró profundo, dejó que la fuerza de su lobo interno le llenara el cuerpo como una corriente eléctrica placentera y saltó hacia el frente.
Cuando cayó al suelo completamente transformado corrió siguiendo el rastro de la mujer, ese olor fresco que no lograba reconocer.
Sus sentidos maximizados al máximo le permitieron percibir también otro olor, sin duda de otro lobo y no lo reconoció, así que aceleró el paso y en menos de un minuto alcanzó a la mujer que en cuanto lo vio gritó de terror.
Kerr no pudo juzgarla, se topaba con un lobo negro de unos dos metros de altura que la miraba fijamente.
Él saltó sobre ella y la lanzó al suelo de una suave manotada, luego le apoyó la mano en el pecho para mantenerla quieta, era tan grande que le cubría casi todo el torso a la muchacha, ella gritaba, gemía y trataba de hacerle daño con el aparato eléctrico sobre el grueso pelaje, pero Kerr no sentía más que un pequeño cosquilleo.
Miró alrededor, no estaban tan lejos de la ciudad así que alguien podía venir si la escuchaba gritar, así que extendió la conciencia hacia ella.
—¿Me entiendes? — Le preguntó él por su mente. La chica no pareció entender sus palabras, pero dejó de gritar. Así que le quitó la mano del pecho, y solo un segundo después se puso de pie y salió corriendo hacia el bosque gritando de nuevo.
De un salto Kerr la alcanzó y de una manotada la lanzó hacia un árbol, pero no controló su fuerza y la muchacha cayó inconsciente al suelo.
Revisó sus signos vitales, los latidos de su corazón sonaron bien, así que la montó sobre su lomo y corrió por el bosque, tomó la chaqueta y el pantalón que había dejado en la rama y antes de irse percibió de nuevo el olor de otro lobo que merodeaba, así que se alejó a toda velocidad del lugar.
Esperó que de verdad Víctor apreciara que sí había logrado cumplir la misión, su manada era lo único que tenía en la vida y no quería ser el marginado que nunca había hecho nada por ella, pero ya no más, llevaba a la hija de su mayor enemigo como rehén y se sintió enérgico y optimista.
Kerr iba descalzo, cubierto únicamente por el pantalón, llevaba la chaqueta de cuero en la mano y sobre el hombro el cuerpo inconsciente de Vanya. El cabello negro le entorpeció la visión cuando empujó la puerta de la fábrica abandonada donde Víctor los obligó a esconderse. Kerr tenía una vida relativamente normal, pero cuando miembros comenzaron a desaparecer y el mundo se enteró de su existencia, le fue imposible ignorar el llamado de su Alpha y ahora sus días estaban entre tratar de sobrevivir a la manada mientras encontraba su lugar en ella.El lugar estaba vacío, la mayoría debería estar durmiendo a esas horas de la noche y los vigilantes de turno llegaron corriendo a él.—No puedo creer —le dijo uno, era muy alto y delgado y su lobo era igual de flacucho, pero era un genio para las computadoras, eso ya lo ponía por encima de él que solo le aportaba a la manada su cara bonita.—¿Pensabas que no sería capaz? —le preguntó Kerr y dejó a la muchacha sobre una mesa metálica y amplía
Vanya levantó el mentón, el hombre frente a ella la miró fijamente, como si quisiera arrancar de su rostro los pensamientos, tenía unos ojos azules que le sorprendieron de momento y se vio obligada a apartarle la mirada.—¿Esto es por mi padre? —se atrevió a preguntar y el hombre respiró profundo —pues no sé nada de él, ya le dije todo a la policía cuando los laboratorios donde él trabajaba se desmantelaron por hacer experimentos con humanos y personas de tu especie.El hombre chasqueó la lengua, se puso de pie y caminó por la habitación, traía una chaqueta de cuero ajustada que dejaba ver su ancha espalda y cuando llegó a la pequeña ventana se quedó mirando hacia afuera, hacia el cielo, luego volteó a mirar a Vanya que lo observaba detenidamente.—A tu cuenta de ahorros llegan constantemente pagos misteriosos provenientes de diferentes lugares de la ciudad —le dijo él —es nuestra investigación hemos descubierto que no haces ningún otro tipo de trabajo aparte de la cantina en donde si
Kerr apretó los puños, el lobo seguía corriendo hacia él y no tuvo tiempo para pedir ayuda, así que se deshizo de la chaqueta de cuero y saltó hacia el frente. El cuerpo creció, los huesos se alargaron y su lobo, negro como las alas de un cuervo, cayó hundiendo la tierra bajo sus patas.Trató de hablarle de nuevo a Stiven, pero, no encontró ninguna conciencia a la cual aferrarse, era como si el lobo no tuviera el don, peor aún, era como si no hubiera nadie. Era un mero cascarón vació y eso asustó a Kerr.Cuando el lobo llegó hasta él trató de morderle el cuello, pero Kerr agachó la cabeza y aprovechando la velocidad con la que el otro venía metió la cabeza bajo su estómago y de un levantamiento fuerte lo lanzó hacia la columna que él había golpeado hacía unos minutos y Stiven lanzó un chillido. Cuando cayó se lanzó sobre Kerr con fuerza, como si el dolor en el cuerpo no lo hubiera enceguecido ni por un momento.Kerr se preparó para el golpe, el lobo pardo lo envistió como un toro s
Kerr recuperó la estabilidad apenas un segundo después, se puso de pie como un relámpago y miró a la muchacha que estaba observándolo desde la esquina, había arrancado la pata de la cama y lo golpeó con ella.—Necesitarás más que eso para huir de mí —le dijo y un segundo después sintió como un hilo de cálida sangre se deslizaba por su frente. Con la yema de los dedos la tanteó y luego los miró, ¿cómo era posible que hubiera logrado herirlo? Volteó a mirarla, la pata de la cama tenía un clavo salido y él le apuntó con el dedo —tuviste que golpearme con mucha fuerza para que eso entrara en mi piel —le dijo — si hubiera sido un humano el que hubiera entrado lo hubieras matado —Vanya miró la punta del clavo ensangrentada y la dejó caer.—Yo no sabía que aquí había humanos —dijo como única excusa —además, ustedes me tienen secuestrada, ¿Qué quieres? ¿Qué les de la vivienda cada vez que entran? —Kerr avanzó hacia ella, la tomó por la muñeca y la lanzó con fuerza sobre la cama.—Vas a deci
Kerr dio un salto tremendo desde el segundo piso y creyó hacer un agujero en el suelo al caer, pero no se detuvo a observar, corrió por los pasillos y cuando abrió la puerta de la celda de Vanya de una patada comprobó que no había nadie dentro. Las varillas metálicas de la ventana estaban dobladas y el agujero lo suficientemente amplio como para que la muchacha cupiera por él.Sebastián se asomó por sobre el hombro de Kerr y lanzó un silbido.—Víctor te va a matar —Kerr lo empujó para que lo dejara salir, se quitó la chaqueta de cuero y se la lanzó al hombre para que la cuidara.—No si la atrapo primero —se lanzó hacia el frente. El aire se hizo más espeso cuando el cuerpo se agrandó y los huesos se alargaron. Cayó completamente transformado y observó solo por un segundo su ropa rasgada en el suelo antes de correr por los pasillos y salir al exterior.Mientras corría, elevó la mirada al cielo y olfateó, cientos de olores le llenaron la nariz alargada, olía a más miembros de la manad
Kerr sintió como se le hacía un tremendo vació en el pecho mientras caía, Vanya gritó y se aferró al cuerpo del lobo con tanta fuerza que él pensó que lo rompería.Los demás miembros de la manada del bosque no se atrevieron a seguirlos, así que Kerr aprovechó. De un movimiento agarró la ropa de Vanya y la quitó de encima de su lomo para protegerla del golpe, poniéndola sobre su estómago y volteandose para recibir todo el impacto. La sintió gritar, y quiso extender la conciencia hacia ella para calmarla, pero en medio de la caída no fue capaz de encontrar la concentración para hacerlo, y cuando su cuerpo chocó con el agua fría el impacto lo llevó a la oscuridad.Tuvo un sueño extraño donde se sintió arrastrado por el agua, donde la oscuridad se hacía espesa como petróleo y no era capaz de pensar con claridad. Unas manos lo arrastraron, lo sintió, el frio lo invadió, y cuando abrió los ojos vio entre la bruma borrosa el cabello negro de Vanya y los ojos verdes que lo miraban desde arrib
Cuando Kerr despertó, lo primero que sintió fue la cálida presencia de Vanya a su lado, no había perdido la forma de lobo durante la noche y la muchacha estaba acurrucada, con la cara metida entre el suave y oscuro pelaje de él. Cuando se puso de pie, la cabeza de ella cayó al césped rebotando y abrió los ojos verdes asustada, por un segundo pareció nerviosa y no reconoció el lugar, pero en cuanto vio a Kerr pareció más tranquila. La madrugada dejaba de lado la oscuridad y la luz del sol despuntaba por sobre las copas de los árboles. —¿Ya es hora de irnos? —preguntó ella y Kerr asintió con la cabeza. No le apetecía volverse humano, estaba cálido con el pelaje y no tenía ropa para cubrirse así que se agachó para que Vanya subiera sobre su lomo y la muchacha se lo quedó mirando —¿volveré a la celda fea llena de cucarachas? —preguntó y él ladeó la cabeza, no podía prometerle unas mejores condiciones, Víctor debería estar furioso con ella por escapar y con Kerr por dejarla escapar, así q
Kerr bajó de la terraza con pasos suaves, la verdad no tenía ganas de ver a Víctor, mucho menos después del tremendo conflicto que habían tenido. Hubiera preferido contarle a Sebastián y que él le contara al Alpha, pero era mejor si lo hacía él mismo, así que bajó las escaleras metálicas mohosas y oxidadas y cuando llegó a la sala principal el almuerzo estaba terminando, la gran mayoría de los miembros estaban ahí, aunque la verdad no eran muchos, y cuando vieron a Kerr guardaron silencio, más de lo normal, de seguro ya se habían enterado de la pelea que había tenido con Víctor.Kerr quiso salir corriendo del lugar, pero cuando vio a Lina, la esposa de Víctor, la idea le llenó la cabeza, así que caminó hacia ella y se sentó a su lado en la banca larga. Ben, su hijo, se emocionó al ver a Kerr y el hombre le acarició el cabello.—¿Cómo estás? —le preguntó la mujer y Kerr se encogió de hombros.—No lo sé, si soy honesto —respondió y luego se dirigió al niño —Ben, recuerda que tu papá dij