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02: Un extraño encuentro

22 de junio

Yuri se encontraba disfrutando de uno de los pocos momentos de paz que tenía: un apacible sueño, cuando algo llegó y lo sacó de los brazos de Morfeo:

—¡Buenos días Yuri! —exclamó Socorro entrando de golpe a la habitación, provocando que el muchacho casi saltara de la cama del susto.

—¡Toca antes de entrar! —gritó Yuri con los pelos de la nuca erizados por el susto.

En respuesta, Socorro rio y dijo con la mano al pecho.

—No puedo evitarlo. ¡Hoy es un gran día y estoy emocionado!

Yuri suspiró, pues ya sabía a qué se refería su papá. Ese día era su ceremonia de graduación de la secundaria. Tendría que ir al centro de la ciudad a una misa y luego a una ceremonia donde entregarían sus papeles.

—Pues que te diviertas —dijo Yuri volviéndose a acostar y enterrándose bajo sus cobijas.

Socorro meneó la cabeza y de un tirón le arrancó las cobijas a Yuri.

—De eso nada —dijo el hombre—, hoy es un gran día y vas a disfrutarlo.

Yuri gruñó, miró a su padre y replicó:

—¿Si te acuerdas que odio a mis compañeros, verdad?

Sin darle mayor importancia, Socorro salió del cuarto mientras decía.

—Mayor razón para ir: para decirles que nunca más volverás a verlos. Ahora arriba, báñate y cámbiate que se nos hace tarde.

Yuri se tumbó boca arriba en su cama y gruñó.

Era verdad, ese día por fin se graduaría de la secundaria y por lo tanto ya no tendría que ver a esa bola de idiotas que le habían hecho la vida miserable por los últimos años por culpa de su aspecto.

Una etapa terminaba y comenzaba otra, aunque su futuro no era del todo claro. Ahora que había terminado la secundaria, lo que seguía era la preparatoria… pero Yuri no sabía si iba a ir a una. No porque no le interesara el tema, sino porque…

—Tú no te preocupes por eso, ya todo está arreglado —dijo su padre un día cuando le cuestionó sobre el asunto—, lo que va a pasar puedes verlo como tu regalo de cumpleaños.

Por suerte su quinceavo cumpleaños sería al día siguiente, pero aún así no podía evitar preguntarse por qué tanto misterio sobre cómo continuaría con sus estudios.

Concluyó que no sacaría respuestas tirado en su cama y que dado que ya solo tenía que esperar otras veinticuatro horas para saber lo que pasaría, lo mejor era hacer que el día pasara rápido, así que fue a bañarse y al regresar a su habitación encontró sobre la cama su uniforme ya planchado: un pantalón negro, una camisa blanca y un suéter negro con un escudo en el que se leía E.S.T. 21.

Se vistió, se peinó el cabello lo más que pudo y salió de su habitación, encontrando sobre la mesa el desayuno listo. Comenzó a desayunar mientras que de su propia habitación salió su padre con un viejo saco de color pardo y se le unió al desayuno. Tras terminar, padre e hijo bajaron al estacionamiento donde Socorro abrió las puertas del viejo cutlass para que ambos subieran, encendió el vehículo y partieron en silencio al centro.

Luego de buscar donde estacionarse, Socorro y Yuri caminaron hasta llegar a la plaza principal de la ciudad la cual era pequeña pero con varias jardineras de grandes y frondosos árboles que le daba al lugar un aspecto de pequeño bosque en medio de la ciudad.

Yuri iba caminando con la cabeza gacha, sin ningún interés en lo que ocurría a su alrededor… excepto por ese manchón blanco que vio pasar a su izquierda por el rabillo del ojo.

Yuri por lo general no se hubiera interesado en eso, pero algo había en ese manchón blanco que lo hizo detenerse y girarse para ver qué era. Frente a él vio de espaldas a una persona envuelta en una capa con capucha puesta sobre la cabeza, con varios símbolos extraños de color azul dibujados en esta.

Como si pudiera sentir la mirada de Yuri, la persona de la capa se detuvo y se dio media vuelta. Aunque la capucha solo dejaba ver sus labios, el joven sabía que esa persona le estaba mirando con el mismo interés con el qué él le miraba. En eso, la expresión de sorpresa que dibujaban los labios de aquella persona cambiaron a una pequeña sonrisa y entonces…

—¡Yuri! —le llamó alguien tras él. Yuri se giró y vio tras de sí a su padre que ya había avanzado unos metros— ¿Pasa algo?

Yuri se giró de prisa hacia la persona de la capucha, pero para su sorpresa esta había desaparecido. Miró en todas direcciones, pero no había rastro de esa aparición.

—Na-nada —respondió Yuri retomando la marcha y decidiendo no darle más importancia a ese extraño encuentro.

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