Yuri caminaba con la cabeza gacha, mientras varias lágrimas rodaban por sus mejillas. Se sentía miserable, el peor ser humano del planeta, ¿cómo había podido hacerle eso a alguien que le quería? ¿A alguien que él quería? Sabía que lo había hecho por una buena razón, ahorrarle a Dalia sentir la desaparición de la persona que él era ahora, pero aún así…
En ese momento algo ocurrió que sacó a Yuri de sus cavilaciones: se escuchó un grito, un grito cuyo timbre de voz era el de…
—¡Dalia! —gritó con el corazón latiéndole a mil por hora.
Sin perder un segundo dio media vuelta sobre sus pasos y comenzó a correr en dirección a dónde había dejado a Dalia. Con el corazón en un puño, no dejaba de preguntarse qué le habría podido pasar p
En cuanto abrió los ojos, Yuri se reincorporó, pero de inmediato lo lamentó, pues su abdomen le dolió horrores. Abrió los ojos y se encontró con el torso desnudo, solo con su bra y el abdomen envuelto en vendas. Miró en dónde se encontraba: una habitación de madera pulida con muebles muy finos como la cama en la que estaba. No necesitaba ver los cuadros en la pared con fotos del dueño para saber en dónde estaba, pues ya había estado ahí cuando se cambió para su cita con Dalia. Era la habitación de Daniel en Sweet Valerian.—Con cuidado —dijo alguien a su lado—, te golpearon muy duro. Por suerte el café de Daniel estaba cerca, hubiera sido muy problemático llevarte a la clínica o mínimo a tu dormitorio.Yuri giró la cabeza y a su lado se encontró con su padre. En ese momento por su cabeza pasaron las palabra
Dalia comenzó a recuperar la consciencia. Le dolía el cuerpo y conforme fue siendo más consciente de su alrededor se dio cuenta de la razón del dolor: estaba acostada en un duro suelo de piedra. De inmediato abrió los ojos y se reincorporó, mirando hacia todos lados para ver en donde se encontraba.Aunque ya era de día y por lo tanto podía ver a la perfección, le costó reconocer el lugar en el que estaba, no porque el lugar fueran ruinas que daban la impresión de estar así desde hacía años, sino porque el lugar no se parecía en nada a algo que hubiera visto alguna vez en su vida, lo más con lo que podía relacionarlo, era como una versión miniatura de la catedral de San Patricio en la ciudad de Nueva York a la que había ido alguna vez en compañía de sus padres… pero a diferencia de esa catedral que estaba ricamente adornada c
—Patrick y yo hicimos buena amistad rápidamente y comencé a ayudarle con sus investigaciones con este lugar, pero yo triunfé donde él falló. Tal vez a razón de que yo estaba rodeado por magia dada mi maldición, pude acceder a algunos secretos de este lugar que rebosa de magia y aprender… algunos trucos, como el que me ha permitido que tú y yo ahora estemos hablando.Dalia se sorprendió por esas palabras.—¿Eres inmortal? —preguntó. José María rio con burla y dijo:—Yo no diría eso. Digamos que encontré una forma de… alentar mi tiempo. Por tal razón aunque han pasado cien años, apenas me veo como si estuviera en mis veintes. Pero para lograr este milagro, tuve que hacer varios preparativos, comenzando porque acepté casarme con Patrick… y tener su descendencia.José María rio
Justo en ese momento, Daniel había terminado de contar una historia que sí bien algo diferente en su narración, contenía la misma información que José María le estaba dando a Dalia.Yuri reflexionó todo lo que había dicho el chef, apretó los puños sobre las cobijas y mirando furioso a su padre dijo:—No puedo creer que te hayas prestado para este juego enfermo. No sólo le diste cuerda a las maquinaciones de ese loco, ¡también pusiste en riesgo una vida inocente!Socorro torció la boca y miró para otro lado. Luego dijo:—Si bien sabía lo que podía pasar, al final del día deseaba tener hijos al lado de la mujer que amaba. Tenía la esperanza de que mi descendencia fuera una niña… pero te imaginarás mi terror cuando vi que eras un niño. Aún así, te amé como no ti
Hacía un rato que Yuri había dejado la casa de Daniel. Todavía le dolía el torso y caminar por el accidentado terreno del bosque de las ilusiones no hacía que la experiencia fuera mejor, pero eso no le importaba pues sabía que tiempo no era precisamente lo que le sobraba a Dalia.El deseo que le había pedido a Rosa había sido uno muy simple: ser inmune a la magia de José María y Rosa así lo había hecho, pero dado que Yuri se encontraba muy débil y que la magia de José María se había vuelto muy fuerte, dependería de su voluntad que el hechizo que le había dado Rosa funcionara… y parecía que no lo estaba haciendo.Llevaba un buen rato caminando por el bosque, el color naranjoso del cielo se lo probaba, pero no había podido avanzar mucho. Claramente había podido llegar más lejos de lo que lo había hecho cua
En las ruinas en medio de la isla. Dalia y José María miraban expectantes por la ventana vigilando el color del cielo que ya casi estaba negro. La oscuridad se hacía presente y José María había hecho aparecer un par de esferas de luz alrededor de la sala para mejorar la iluminación.Dalia ya estaba comenzando a morderse las uñas por la desesperación. Si de verdad Yuri y Rosa iban a hacer algo para salvarla, ¡¿por qué se tardaban tanto?!De repente la cara expectante de José María cambió a una de alivio y después a una sonrisa burlona.—Bien, ya oscureció —declaró José María mientras se ponía de pie, se sacudía el polvo del vestido y la sangre de Dalia se congelaba—. Eso significa que esa amiga tuya no vendrá a salvarte.Aterrada, Dalia intentó arrastrarse lejos de Jos&eacut
Bajo la luz de la mañana el lago en medio del bosque de las ilusiones con su isla en el centro, se veía más amigable para los visitantes pese a que aún había que sortear el laberinto de árboles y el agua seguía hirviendo cuando se le acercaban, pero eso no era algo que detuviera a alguien como Rosa.La bruja pelirroja salió del bosque, se acercó a la orilla del lago e ignorando que el agua había comenzado a arrojar vapor caliente nada más acercarse, centró toda su atención en las ruinas que yacían en la pequeña isla al centro del lago, testamento de un tiempo que ya había quedado muy atrás.Rosa suspiró, cerró los ojos y antes de darse media vuelta dijo:—Es algo…***La luz de la mañana comenzó a calarle en los ojos, por lo que Dalia despertó. Se sinti&oac
23 de junioPese a lo que su aspecto pudiera indicar a primera vista, al ser un hombre alto y corpulento con el rostro moreno oculto tras una frondosa barba negra, la verdad era que con toda seguridad no encontrarías a nadie más amable y alegre como Socorro Flanagan, sin embargo, esa mañana no daba esa impresión.Socorro no se encontraba dando saltitos alegre preparándose para una nueva jornada laboral como enfermero en el hospital general de la ciudad, si no que estaba sentado en un sillón de la sala de su pequeño departamento, con una expresión de tristeza en el rostro y un vaso con tequila en la mano.Le dio un trago a su bebida y dijo.—Debí haberle dicho…En ese momento escuchó un grito de terror viniendo de una de las dos habitaciones del pequeño departamento. Socorro suspiró, se puso de pie y caminó hacia la habitaci