40: Se cierra el telón

Yuri caminaba con la cabeza gacha, mientras varias lágrimas rodaban por sus mejillas. Se sentía miserable, el peor ser humano del planeta, ¿cómo había podido hacerle eso a alguien que le quería? ¿A alguien que él quería? Sabía que lo había hecho por una buena razón, ahorrarle a Dalia sentir la desaparición de la persona que él era ahora, pero aún así…

En ese momento algo ocurrió que sacó a Yuri de sus cavilaciones: se escuchó un grito, un grito cuyo timbre de voz era el de…

—¡Dalia! —gritó con el corazón latiéndole a mil por hora.

Sin perder un segundo dio media vuelta sobre sus pasos y comenzó a correr en dirección a dónde había dejado a Dalia. Con el corazón en un puño, no dejaba de preguntarse qué le habría podido pasar p

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