23 de junio
Pese a lo que su aspecto pudiera indicar a primera vista, al ser un hombre alto y corpulento con el rostro moreno oculto tras una frondosa barba negra, la verdad era que con toda seguridad no encontrarías a nadie más amable y alegre como Socorro Flanagan, sin embargo, esa mañana no daba esa impresión.
Socorro no se encontraba dando saltitos alegre preparándose para una nueva jornada laboral como enfermero en el hospital general de la ciudad, si no que estaba sentado en un sillón de la sala de su pequeño departamento, con una expresión de tristeza en el rostro y un vaso con tequila en la mano.
Le dio un trago a su bebida y dijo.
—Debí haberle dicho…
En ese momento escuchó un grito de terror viniendo de una de las dos habitaciones del pequeño departamento. Socorro suspiró, se puso de pie y caminó hacia la habitación de donde había salido el grito, mientras en el camino dejaba su bebida en la mesa de la sala comedor, al lado de un pastel que con merengue tenía escrito en su superficie la frase ¡Feliz cumpleaños!
Socorro abrió la puerta de la habitación y se encontró con una jovencita de quince años, de brilloso cabello negro hasta los hombros, unos preciosos ojos azules, una piel blanca y una complexión delgada.
La chica solo llevaba sobre ella la camisa del pijama, el cual le quedaba muy grande y le cubría hasta los muslos, pero que dejaba ver sin problemas sus largas y delgadas piernas.
—¿Yuri? —le llamó Socorro.
Al notar a su padre en la habitación, la muchacha lo miró con terror en su rostro y con una fina voz preguntó.
—¿Qué… qué pasó…?
Para después desmayarse.
***
11 de mayo
Como toda ciudad pequeña, Xomalitlán en el estado de Jalisco era bastante religiosa y por lo general tenía a lo largo del año varias fiestas en honor a algún santo patrono de una de sus tantas parroquias y ese día le había tocado a San Beda, por lo que el sacerdote a cargo de su parroquia tiró la casa por la ventana en pos de organizarle una fiesta como Dios manda.
Por las calles aledañas a la parroquia se podían ver toda clase de puestos, desde de comida hasta de juegos, pasando por atracciones mecánicas para divertir a la familia e incluso había algunos conjuntos musicales tocando varias canciones que invitaban a los transeúntes a acercarse con sus parejas a bailar.
Y cerca de uno de estos conjuntos se encontraba Yuri, quien ese día iba con una sudadera azul marino y unos jeans paseando a solas por la calle. No solo el ir en solitario se veía raro en esa fiesta, sino que además iba con una cara que gritaba “¡¿Qué rayos estoy haciendo aquí?!”.
De repente algo llamó su atención: al lado del conjunto musical, estaba un puesto donde había varios libros siendo exhibidos.
No tenía muchos amigos… por no decir que ninguno, así que había crecido refugiándose en los libros, por desgracia su familia no era muy pudiente y tenía que conseguirlos en barata o de segunda mano, por lo que en ese mercadillo esperaba que pudiera encontrar alguna oferta.
Se acercó y comenzó a ver los títulos: Harry Potter, Canción de hielo y fuego, Pompós, El corazón del pecado, Crepúsculo… tenían los obligatorios y que ya había leído, pero continuó buscando alguna novedad.
En ese momento, algo llegó a su nariz un fuerte olor a alcohol y por el rabillo del ojo pudo ver como alguien se le acercaba y se plantaba a su lado.
—Hola guapa —le saludaron.
Yuri se giró y vio que tenía enfrente a un tipo alto y delgado, de pelo corto castaño y de ojos de color verde, todo un bombón para estándares femeninos.
El tipo puso su mejor sonrisa y mirando a Yuri dijo:
—¿Bailamos?
Pero lo que pasó después no se lo esperaba nadie: Yuri frunció el ceño, apretó los dientes y empujó al tipo con tal fuerza, que lo tiró de espaldas al suelo.
La música se detuvo de golpe, los bailantes dejaron de bailar, las personas que caminaban se detuvieron y las que conversaban se callaron y como si fuera una coreografía bien planeada, todos miraron al mismo tiempo hacia donde estaban Yuri y el tipo confundido en el suelo.
Yuri apretó los puños, como si estuviera preparándose para dejarse caer a golpes sobre el galán y gritó con rabia:
—¡Soy hombre, estúpido!
Una declaración un tanto difícil de creer, pues sus rasgos femeninos, su figura delgada y su voz un tanto suave indicaban a todas luces que ese chico era una chica.
Si Yuri iba a golpear al tipo por esa pequeña confusión, ya no se supo, porque nada más decir esa frase sintió una pesada mano caer sobre su hombro. Giró la cabeza y sus ánimos se calmaron cuando vio tras él a su corpulento padre, Socorro.
—Ya vámonos —dijo Socorro esbozando una pequeña sonrisa.
Yuri pasó saliva, bajó sus puños, relajó sus hombros y comenzó a seguir a su padre fuera de ahí mientras la gente se abría para dejarles pasar y los amigos del galán llegaban para ayudarle a ponerse de pie no sin darle al pobre tipo sus respectivas burlas por quererse ligar a un chico.
Padre e hijo caminaron en silencio, alejándose del barullo de la fiesta de San Beda hasta que llegaron a una calle donde les esperaba aparcado un viejo cutlass color vino. Socorro abrió su puerta, se metió al vehículo y desde adentro le quitó el seguro a la puerta del copiloto, la cual Yuri abrió y se metió. Socorro encendió el vehículo y se fueron de ahí.
El viaje por las calles de Xomalitlán fue silencioso hasta que a lo lejos Yuri vio un conocido edificio de departamentos. Socorro introdujo el auto en el estacionamiento del edificio y aparcó el cutlass al lado de un tsuru color blanco. Salieron del auto y comenzaron a subir las escalinatas hasta llegar al último piso del edificio. Se giraron a la puerta a su derecha frente a la cual Socorro sacó un manojo de llaves de su bolsillo y empezó a quitar los seguros de la puerta para luego abrirla.
Yuri entró y vio la que había sido su casa por todos sus catorce años de vida. Una pequeña sala de tres muebles muy pequeños, seguido por una mesa de madera con tres sillas a su alrededor y un refrigerador al lado, al fondo una cocina con puerta a un pequeño patio para lavar la ropa y en la pared de la derecha, dos puertas que llevaban a los dos dormitorios del departamento.
—De haber sabido que ibas a empezar tu propia fiesta, te hubiera metido conmigo a misa —exclamó Socorro mientras dejaba su manojo de llaves sobre el refrigerador.
Yuri se cruzó de brazos, miró a una esquina de la casa y replicó:
—Me confundió con una mujer, ¿qué querías que hiciera?
Socorro sabía que debía estar molesto, pero no pudo evitar reír en burla.
—A estas alturas de la vida pensé que ya estarías acostumbrado.
Ante el comentario Yuri gruñó. Socorro comprendió que había puesto el dedo en la llaga y dijo:
—Vámonos a dormir.
Yuri solo asintió y pasó de lado a su papá para ir a la primera puerta a la derecha, pero nada más tocarla, Socorro le llamó:
—Eh… Yuri…
Yuri se giró y miró a su papá.
—¿Qué pasa? —preguntó.
Socorro estaba serio, se podía ver en sus ojos oscuros bajo sus espesas cejas, el hombre se relamió los labios, pasó saliva y respondió:
—Yo… no, no es nada. Que descanses.
Yuri no quiso darle más importancia, se conformaba con haberse librado de esa sin castigo, por lo que solo asintió y se metió a su habitación, dejando a Socorro a solas en el pequeño comedor y mientras él también se metía a su recámara, se dijo en voz baja:
—Se me acaba el tiempo. Tengo que decirle…
Mientras tanto en su pieza, Yuri encendió la luz, se quitó la sudadera y la playera y se acercó al espejo que estaba sobre una vieja cómoda.
Viéndose con el torso desnudo no pudo evitar torcer la boca con molestia: sin contar el hecho de que no tenía senos, la verdad es que sí parecía una mujer. Sus rasgos faciales, su cuerpo delgado, su piel blanca, su nulo vello corporal…
Ese siempre había sido su problema, desde que podía recordar él siempre había parecido una niña y el problema se agravó cuando llegó a la pubertad y esta más bien pareció incrementar sus rasgos femeninos.
Sin embargo, lo que más le molestaba no eran las burlas de los otros chicos (las cuales había acallado a golpes y alejándose de todos los demás chicos), lo que más le molestaba es que parecía lo que más odiaba en la vida: un ser sucio y asqueroso que no era digno de confianza. Una mujer.
Yuri gruñó con enfado, apagó la luz y se metió a la cama.
22 de junioYuri se encontraba disfrutando de uno de los pocos momentos de paz que tenía: un apacible sueño, cuando algo llegó y lo sacó de los brazos de Morfeo:—¡Buenos días Yuri! —exclamó Socorro entrando de golpe a la habitación, provocando que el muchacho casi saltara de la cama del susto.—¡Toca antes de entrar! —gritó Yuri con los pelos de la nuca erizados por el susto.En respuesta, Socorro rio y dijo con la mano al pecho.—No puedo evitarlo. ¡Hoy es un gran día y estoy emocionado!Yuri suspiró, pues ya sabía a qué se refería su papá. Ese día era su ceremonia de graduación de la secundaria. Tendría que ir al centro de la ciudad a una misa y luego a una ceremonia donde entregarían sus papeles.—Pues que te diviertas —dijo
Yuri y Socorro caminaron por la plaza hasta que llegaron al centro de esta, en donde se alzaba una enorme parroquia de fachada color café, columnas precediendo la enorme entrada y unas largas torres adornadas con campanas de cobre oscuro en lo alto.Frente a la parroquia había unas escalinatas, en las cuales los compañeros de Yuri estaban ya reunidos. Yuri tomó su lugar entre ellos sin hablar a nadie mientras que Socorro entraba a la iglesia para tomar un buen lugar y al cabo de unos minutos, un hombre moreno de pelo canoso, el prefecto de la secundaria, les llamó:—¡A ver chavos! ¡Ya casi es hora de la misa! Acomódense para entrar.Yuri tomó su lugar en la fila y a los pocos minutos los graduados fueron entrando también a la iglesia tomando sus respectivos lugares y así, la misa dio inicio, con el sacerdote pidiendo sus oraciones por esos recién egresados y dándole co
Yuri abrió los ojos. Estaba acostado en su cama.—¿Un sueño…? —se preguntó.—Me temo que no —respondió su padre a su lado.Yuri primero vio a su padre y lo vio tranquilo, para después llevarse las manos al pecho y sentir un par de senos, apretó sus piernas y como ya lo había constatado momentos antes, no había nada entre ellas.Ya habiendo superado el shock inicial y viendo lo tranquilo que estaba su papá ante la situación, Yuri se pudo tomar las cosas con “calma”.—Tú sabes qué es esto, ¿verdad? —preguntó bastante molesto.Socorro sonrió con culpa y eso le bastó a Yuri para confirmar sus sospechas.—Lo primero que debo hacer, es disculparme contigo —dijo Socorro sin animarse a mirar a Yuri—, por no habértelo dicho antes.—&ie
Ya había pasado todo un día desde la transformación de Yuri y el muchacho todavía no salía de su habitación. Socorro no intentó siquiera convencerlo de salir a comer algo, pues estaba consciente de que su hijo tenía mucho en qué pensar.Socorro se encontraba en la cocina preparándose un desayuno. Justo acababa de colocar los huevos con tocino en un plato cuando escuchó que la puerta de al lado se abría y de ella emergía Yuri, todavía convertido en chica.—Buenos días —dijo el hombre con una gran sonrisa—. ¿Ya listo para enfrentar al mundo?Yuri gruñó mientras se sentaba en la mesa.—Salí porque apenas me di cuenta de que no he comido nada desde antier.Socorro rio, le pasó el plato ya servido, fue a prepararse más huevo y cuando volvió Yuri ya casi había limpiado su
Los siguientes días pasaron sin novedades para Yuri hasta que a finales de julio apareció un paquete en su puerta. En este además de venir un conjunto de uniformes escolares femeninos, venía también una carta pidiéndole a Yuri que se reportara el día veintiséis de agosto en el jardín de Netzahualcóyotl para su asignación de dormitorio y comenzar con una semana de inducción a la que sería su casa por el siguiente año.26 de agostoEl tiempo pasó y al fin había llegado el momento de que Yuri partiera a su escuela, así que esa mañana desde temprano padre e hijo echaron todas las cosas del joven en el Cutlass y se pusieron en marcha.El jardín de Netzahualcóyotl se encontraba ubicado algo cerca de la ciudad de México, lo bastante cerca para quedar a un viaje de autobús, pero lo
Yuri continuó avanzando por el estacionamiento hasta que llegó al gran edificio amarillo. La reja en el arco estaba cerrada, pero justo cuando se comenzaba a preguntar cómo haría para entrar, casi como salido de la nada un corpulento guardia se acercó a él.—¿Qué se le ofrece? —dijo el guardia con una voz que denotaba que era un hombre de malas pulgas. Pasando un poco de saliva, Yuri contestó:—Mi nombre es Yuri Flanagan, voy a estudiar aquí, sé que debería haber llegado más temprano, pero mi papá se perdió en el camino y…—¿Trae su carta? —preguntó el guardia interrumpiendo a Yuri.Yuri asintió y sacó de su bolsillo la carta que había llegado junto a sus uniformes. El guardia la leyó, se la regresó y abrió la puerta.—Espere en esa banca, llamar&e
Yuri se encontraba sentado en una de las camas de la habitación, con su maleta al lado y sus codos sobre sus rodillas, mirando a las dos chicas frente a él.«Maldita sea», pensó Yuri hastiado. No solo había que soportar un año siendo una mujer, también tendría que soportar vivir con dos chicas.Mientras tanto, las dos chicas conversaban. La pelirroja sacaba de la bolsa que traía unos panes y se los daba a la castaña.—¿Por qué comen? —preguntó Yuri un poco ceñudo— La cena va a ser servida en un rato.La pelirroja miró a Yuri mientras que la castaña empezaba a comerse su pan y dijo:—Dalia no quiere bajar a cenar con las demás alumnas, como no quise dejarla sola fui por algo de cenar para nosotras, ¿quieres uno? Traje bastantes— y le ofreció un pan.La pelirroja tenía un
Pese a ya haberse despertado, Yuri mantuvo los ojos cerrados pues se sentía muy a gusto y quería mantener la sensación lo más que pudiera. El colchón de su cama era bastante suave y cómodo, nada que ver con la piedra que tenía por colchón en casa. Ya tenía una idea de qué sería lo primero que extrañaría cuando regresara a su vida normal.Se giró y abrazó una de sus almohadas. Se sentía bastante suavecita, cálida y su cabello olía bien… ¡¿Cabello?!Abrió los ojos de golpe y frente a él encontró una mata de alborotado cabello rojizo, se separó un poco más y vio a Rosa durmiendo junto a él. En ese momento solo pudo hacer algo: gritó y se arrojó fuera de la cama.El escándalo que hizo fue lo bastante grande como para despertar a sus compañeras de habitac