Ya había pasado todo un día desde la transformación de Yuri y el muchacho todavía no salía de su habitación. Socorro no intentó siquiera convencerlo de salir a comer algo, pues estaba consciente de que su hijo tenía mucho en qué pensar.
Socorro se encontraba en la cocina preparándose un desayuno. Justo acababa de colocar los huevos con tocino en un plato cuando escuchó que la puerta de al lado se abría y de ella emergía Yuri, todavía convertido en chica.
—Buenos días —dijo el hombre con una gran sonrisa—. ¿Ya listo para enfrentar al mundo?
Yuri gruñó mientras se sentaba en la mesa.
—Salí porque apenas me di cuenta de que no he comido nada desde antier.
Socorro rio, le pasó el plato ya servido, fue a prepararse más huevo y cuando volvió Yuri ya casi había limpiado su plato. El hombre sonrió, sabía que tal vez no sería fácil, pero tenían que lidiar con todo eso lo más pronto posible.
—Entonces Yuri… ¿Qué pensaste de todo esto? —preguntó el hombre mirando a su hijo.
Yuri, quien en ese momento se llevaba un vaso con jugo de naranja a la boca, se detuvo en el acto, dejó el vaso en la mesa, enderezó la espalda y dijo sin dejar de mirar el vaso.
—¿Qué más hay qué decir? No hay nada que pueda hacer para revertir esto excepto seguir el plan. Tendré que aguantarme.
Aunque se veía molesto, Socorro no pudo evitar sonreír por la resolución de su hijo. Miró a Yuri y no pudiendo evitar poner un tono burlón dijo:
—Ya con eso resuelto, hay que pasar a lo que sigue: Prepararte para que pases por una verdadera señorita, no puedes ir por ahí actuando como un chico, tendrás que hacer la ilusión de que siempre has sido niña.
Yuri levantó las cejas en sorpresa. No le gustaba como se oía eso.
—¡De eso nada! —exclamó el joven molesto— ¡Ya es bastante malo ser una chica! ¡No quiero actuar como una!
Socorro solo rio ante la reacción de su hijo y respondió:
—Tendrás que, porque para empezar hay que comprarte ropa nueva.
—¡¿Qué?! ¡¿Qué tiene de malo mi ropa actual?! —replicó Yuri levantándose de la silla.
Pero su respuesta quedó contestada cuando Yuri notó que la antes ajustada camisa del pijama ahora le quedaba como camisón. En este asalto tenía que aceptar que su papá tenía razón.
***
Aceptando su derrota en ese tema, Yuri entró a su habitación y empezó a vestirse, confirmando que en efecto necesitaba ropa nueva: su ropa de hombre le quedaba muy holgada, las playeras y camisas podía usarlas de camisón mientras que sus pantalones no solo se le caían pese a que los había ajustado hasta el último agujero del cinturón, sino que además se le hacían algo pesados.
Para ocultar el cambio de su cuerpo Yuri se volvió a poner la sudadera azul pese al calor que hacía y una gorra para ocultar sus rasgos faciales que se habían vuelto, si era posible, más femeninos.
—Es una suerte que varios de los vecinos ya se hayan ido de vacaciones —dijo Socorro entre abriendo la puerta—, habrá menos chance de que te vean con tu “nuevo look”.
Una vez que comprobaron que no había moros en la costa, Socorro y Yuri salieron del departamento hasta el estacionamiento en donde abordaron el viejo Cutlass. Mientras viajaban, Socorro le explicó a Yuri que no irían a comprar la ropa a algún lado dentro de Xomalitlán, pues alguien podría verlo, por lo que irían a un centro comercial en las afueras de la ciudad vecina de Ocotlán, al cual llegaron luego tras una media hora de viaje en carretera.
Socorro giró a su izquierda y se introdujo en el estacionamiento del centro comercial. Yuri bajó del auto y miró el lugar, no era nada del otro mundo, solo una enorme caja de color verde con el logo de la empresa en la fachada. Padre e hijo se introdujeron y dentro, Yuri pudo ver para su alegría que había poca gente en el lugar, lo que significaría que las posibilidades de que alguien conocido le viera bajaban todavía más.
Siguió a su padre hasta el área de ropa femenina. Mientras iban hacia allá, le preocupó que si alguien no pensaría raro de que un hombre como Socorro, acompañado de una jovencita, estuvieran comprando ropa femenina, pero al llegar al área y ver el precio de la ropa, una preocupación más urgente llegó a la cabeza de Yuri.
—Oye papá, ¿de verdad vas a poder comprarme ropa sin problemas? No se ve nada barata.
Socorro estaba ocupado viendo algunas marcas y tallas de ropa, por lo que contestó sin mirar a su hijo.
—Tú no te preocupes, tenía una cuenta de ahorros especial para este día.
Yuri suspiró. De verdad todo esto tenía tiempo de ser planeado.
Durante la siguiente hora, fue Socorro quien se dedicó a escoger la ropa para Yuri mientras el muchacho se limitaba a ver cómo su papá iba por ahí y por allá escogiendo blusas, pantalones y faldas. Socorro juntó una gran variedad de ropa para chica y ahora solo quedaba…
—Ay no… —dijo Yuri con los brazos caídos frente al vestidor.
—Ay sí —respondió Socorro—. Tienes que probarte la ropa para ver que te quede, porque no quiero hacer devoluciones.
Yuri suspiró hastiado. Tomó algo de ropa y se metió al vestidor en donde acomodó las prendas en el gancho que estaba en una de las paredes y comenzó a desvestirse para probarse la selección de su padre.
Como todavía no le habían comprado sostenes, se quedó con el torso desnudo y ahí, tan cerca del espejo, se dio cuenta de algo que no había notado por estar concentrado con su problema.
Miró su reflejo con atención: su cabello lacio, sus ojos azules, su piel blanca, su complexión delgada, sus senos firmes que cabían en sus manos… Yuri conocía a la persona que le miraba desde el espejo.
Era algo que él ya sabía cuando era un hombre, pero ahora que era mujer era mucho más evidente: era el vivo reflejo de su madre.
Furioso, Yuri apretó los dientes, levantó su puño y estuvo a nada de estrellarlo contra el espejo, pero se contuvo. Se relajó lo más que pudo y después de limpiarse algunas lágrimas que querían escapar de sus ojos, comenzó a probarse la ropa que su papá había elegido.
***
Luego de una larga mañana donde estuvieron comprando toda clase de ropa, incluida interior y zapatos, padre e hijo al fin regresaron a su pequeño departamento en Xomalitlán.
—Mete tu ropa interior a lavar —le dijo Socorro mientras dejaba las llaves sobre el refrigerador—, no sabemos si algún pervertido la tocó y mejor estar prevenidos, mientras yo hago de comer. ¿Quieres algo en especial?
—Lo que sea está bien —dijo Yuri tomando la bolsa donde estaba su nueva ropa interior y yendo al pequeño patiecito del departamento, pero antes de abrir la puerta, se detuvo y preguntó—. ¿Puedo preguntarte algo?
—Claro —respondió Socorro un poco extrañado.
—Mamá… —comenzó Yuri— ¿Ella sabía de esto?
Socorro bajó la cabeza, una sonrisa amarga se dibujó en su rostro y respondió:
—Sí.
Yuri suspiró, temiendo hacer una pregunta que a fin de cuentas hizo:
—¿Saber esto fue lo que la hizo dejarnos?
Socorro se tomó su tiempo para contestar, pero al final dijo:
—Sí…
Yuri tensó los labios.
—Ya veo —fue lo único que dijo antes de entrar al cuarto de lavado y cerrar la puerta tras de sí.
Socorro mientras tanto bajó la cabeza y torció la boca con tristeza.
«Fue una de las razones… pero no la principal —pensó con dolor—, todavía no puedo decírtelo todo Yuri, pero cuando el momento llegue… espero que sepas perdonarme»
Los siguientes días pasaron sin novedades para Yuri hasta que a finales de julio apareció un paquete en su puerta. En este además de venir un conjunto de uniformes escolares femeninos, venía también una carta pidiéndole a Yuri que se reportara el día veintiséis de agosto en el jardín de Netzahualcóyotl para su asignación de dormitorio y comenzar con una semana de inducción a la que sería su casa por el siguiente año.26 de agostoEl tiempo pasó y al fin había llegado el momento de que Yuri partiera a su escuela, así que esa mañana desde temprano padre e hijo echaron todas las cosas del joven en el Cutlass y se pusieron en marcha.El jardín de Netzahualcóyotl se encontraba ubicado algo cerca de la ciudad de México, lo bastante cerca para quedar a un viaje de autobús, pero lo
Yuri continuó avanzando por el estacionamiento hasta que llegó al gran edificio amarillo. La reja en el arco estaba cerrada, pero justo cuando se comenzaba a preguntar cómo haría para entrar, casi como salido de la nada un corpulento guardia se acercó a él.—¿Qué se le ofrece? —dijo el guardia con una voz que denotaba que era un hombre de malas pulgas. Pasando un poco de saliva, Yuri contestó:—Mi nombre es Yuri Flanagan, voy a estudiar aquí, sé que debería haber llegado más temprano, pero mi papá se perdió en el camino y…—¿Trae su carta? —preguntó el guardia interrumpiendo a Yuri.Yuri asintió y sacó de su bolsillo la carta que había llegado junto a sus uniformes. El guardia la leyó, se la regresó y abrió la puerta.—Espere en esa banca, llamar&e
Yuri se encontraba sentado en una de las camas de la habitación, con su maleta al lado y sus codos sobre sus rodillas, mirando a las dos chicas frente a él.«Maldita sea», pensó Yuri hastiado. No solo había que soportar un año siendo una mujer, también tendría que soportar vivir con dos chicas.Mientras tanto, las dos chicas conversaban. La pelirroja sacaba de la bolsa que traía unos panes y se los daba a la castaña.—¿Por qué comen? —preguntó Yuri un poco ceñudo— La cena va a ser servida en un rato.La pelirroja miró a Yuri mientras que la castaña empezaba a comerse su pan y dijo:—Dalia no quiere bajar a cenar con las demás alumnas, como no quise dejarla sola fui por algo de cenar para nosotras, ¿quieres uno? Traje bastantes— y le ofreció un pan.La pelirroja tenía un
Pese a ya haberse despertado, Yuri mantuvo los ojos cerrados pues se sentía muy a gusto y quería mantener la sensación lo más que pudiera. El colchón de su cama era bastante suave y cómodo, nada que ver con la piedra que tenía por colchón en casa. Ya tenía una idea de qué sería lo primero que extrañaría cuando regresara a su vida normal.Se giró y abrazó una de sus almohadas. Se sentía bastante suavecita, cálida y su cabello olía bien… ¡¿Cabello?!Abrió los ojos de golpe y frente a él encontró una mata de alborotado cabello rojizo, se separó un poco más y vio a Rosa durmiendo junto a él. En ese momento solo pudo hacer algo: gritó y se arrojó fuera de la cama.El escándalo que hizo fue lo bastante grande como para despertar a sus compañeras de habitac
Unos minutos después llegó Valery y todas las chicas comenzaron a reunirse en torno a ella. Valery inició presentándose de nuevo y luego explicó que ese día lo pasarían conociendo las instalaciones y el resto de la semana asistirían a cursos en su salón de clases para conocer cómo era la rutina en los días de clase y ya el siguiente lunes, comenzarían las clases formalmente.Tras hacer una pequeña dinámica para conocerse mejor, donde Yuri supo que el nombre de la rubia era Catalina González (aunque informó que prefería que le dijeran Kate) y que sus perritas falderas eran Anna y Hannah Servitje, todo el grupo de chicas regresó al sector administrativo, donde se encontraron con el grupo de los chicos de nuevo ingreso, el cual era liderado por un tipo que más que intendente, parecía militar: alto, musculoso, de cabello corto y bien peinado
Los días que siguieron después de ese primer lunes fueron básicamente ir a la escuela. Aunque le tocó en el mismo grupo que a Dalia y a Rosa, la buena noticia era que a Tony le había tocado en otro grupo, así que no había que soportarlo. La mala noticia, Kate y sus segundonas también eran sus compañeras de clase y la rubia no había perdido tiempo en tratar de hacer la vida de Yuri miserable. Por suerte, el muchacho estaba demasiado ocupado en otro asunto como para siquiera poner atención en los intentos de su nueva enemiga por molestarle.Y luego de esa primera semana, había llegado el sábado y con él, el momento de enfrentarse a ese otro asunto.Yuri se encontraba esa mañana sentado en una banca bajo un enorme árbol que con su sombra ayudaba a mitigar el calor veraniego, pensando en todo lo que había ocurrido.—¿Cómo llegu&e
Aunque el volante que Rosa había elegido no le convencía en lo más mínimo, Yuri terminó aceptando ir a ese lugar. Caminaron por el sector comercial siguiendo las instrucciones del papel y se detuvieron frente a una casa curiosa, era bastante grande, pero circular, rodeada por un jardín muy bien cuidado y a su vez rodeado por una reja en la que se podían leer las palabras…—Sweet Valerian… —leyó Yuri en voz alta.—He oído sobre este lugar —dijo Rosa—, dicen que es una cafetería bastante buena y que sus postres son deliciosos.Yuri miró a Rosa de forma perspicaz.—Supongo que quieres trabajar aquí a ver si consigues pastel gratis.Rosa rio sin intentar ocultar sus oscuras intenciones.Yuri y sus compañeras entraron a la propiedad, pasaron por el jardín y llegaron hasta la puerta principal.
El domingo, Yuri y sus compañeras de habitación se levantaron nada más comenzar a entrar la luz del sol por la ventana de su cuarto. Sabiendo el duro día que tenían por delante, se apuraron a prepararse y desayunar para después partir a Sweet Valerian.Al llegar al local, vieron a Daniel quien ya estaba sacando y acomodando mesas y sillas en el jardín. En cuanto les vio, sonrió y saludó con la mano.—¡Chicas! Buenos días, llegaron temprano.—Buenos días —saludó Rosa llena de energía.—Queríamos empezar lo más pronto posible con esto —dijo Yuri sin darle más importancia.Daniel por su parte sonrió y dijo:—Gracias, vamos a comenzar.Las siguientes horas se les fueron en acomodar las mesas y las sillas, preparar algunos postres para los clientes y hacer limpieza en general, todo