Tan solo un mes atrás…
La primavera recién había comenzado, todo empezaba a florecer. El clima era fresco y despejado, perfecto para salir y hacer un picnic en le parque.—Como quisiera poder tomarme el día— se quejo la mujer de cabellos rubios marcando su entrada al trabajo esa mañana en el pequeño café con vista directa al parque.—Ni que lo digas Sam. Después de dejar los niños en la escuela, lo primero que cruzo por mi mente era tomar el autobús de regreso a casa y volver a mi amada cama. Pero luego recordé que si no trabajo, no me pagan, y si no me pagan, no tendré dinero para comprar algunas cositas importantes, cómo comida— comento Jessica, la mujer de mediana edad que trabajaba detrás de la caja registradora, a la vez que ubicaba en su puesto de trabajo.—Lo sé. Lo sé. No solo son las cosas básicas. Por mi parte ya voy retrasada dos meses con mi renta. Ahora mismo no puedo darme el lujo de tomarme un día libre.—¿Quería aún sigues con eso? ¿Acaso con los trabajos que tienes, más el de Jake no deberían tener suficientes ingresos para pagar la renta de su departamento? ¿Qué pasó? Aún recuerdo que la semana pasada tu misma me dijiste que al fin había logrado ahorrar lo que debías de renta.«Eso es lo a mí también me gustaría saber», pensó Sam amarrado el nudo de su delantal, antes de sonreír de manera apenada al contestar la pregunta de la mujer.—Tal parece ni Jake, ni yo somos muy buenos en administrar el dinero. Sin darnos cuenta terminamos gastamos más de lo que debíamos en este último mes. Nuestro refrigerador se averió y tuvimos que contratar a alguien para que lo reparara. Además de que nuestro auto no quiso volver a encender, dejándonos sin más obvio que llevarlo con un mecánico. Pensándolo un poco, era inevitable que nos quedaremos cortos a mitad de mes— Sam suspiro con cansancio.—Chica, si que tienes muy mala suerte. Siempre que hablo contigo tienes algo que contar, y no precisamente algo bueno que contar.—Si. Pero el lado positivo es que por el hecho de que siempre me pase algo mi vida no llega a tornarse aburrida— bromeó la rubia girando el cartel de la puerta, que antes decía cerrado para los transeúntes, y ahora mostraba la palabra abierto, abriendo sus puestas par los clientes hambrientos, o sin energías, de esa mañana.—Me sorprende como logras darle la vuelta a todo para ver el lado bueno de las cosas.—Es lo único que puedo hacer para no enloquecer— rio Sam.—Si tu lo dices, lo debería de intentar. Te lo digo, cuando uno es madre hay días que es inevitable dentro que uno está al borde de la locura. Amo a mis niños, pero la maternidad es un trabajo muy exigente que nunca termina— Jessica al terminar de hablar abrió los ojos demás al darse cuenta de lo que dijo, más aún, al contemplar el semblante apagado de su joven amiga frente a ella— Sam, perdón. No fue mi intención decir eso. No quise.La cámara de la puerta sonó. Los primeros clientes acababan de entrar al café.—Debo ir a atenderlo— Sam anuncio cortado de golpe la conversación entre ella y Jessica Johnson.La morena no pudo evitar sentir un nudo en el estomago. Sabía que ese tema era muy delicado para Sam, y aún así ella hablo de ello.—Jessie — la mujer veinteañera la llamo por el apodo con el que solía llamarla casi siempre— no lo piense demasiado. Estoy bien— le dedicó una sonrisa, tomo los menús de la mesa y se fue en dirección a la mesa en dónde los clientes se hacían sentado.Eso fue más que suficiente para que Jessica se relajara de nuevo, al menos le aliviaba ver qué Sam no parecía querer dejar que sus sentimientos la aplastara.Y es que para la joven rubia, el tema de la maternidad siempre la ponía muy sensible. La señora Johnson aún podía recordar a la chica que estaba en medio de su trabajo cómo mesera, hace unos años atrás, llorando abrazada a ella con fuerzas al saber que convertirse en madre era algo seria imposible para ella.Desde ese día Sam se había dedicado aún más en sus múltiples trabajos, al mismo tiempo que hacía su mejor esfuerzo en ser una esposa ejemplar.Así es, con tan solo unos veinticuatro años de edad, Samanta Smith ya era una mujer casada. Habían ya pasado unos cuantos años desde que ella había contraído matrimonio aún una temprana edad con su novio de la adolescencia, Jake.Mucho le habían aconsejado no apresurar las cosas. Le dijeron que esperara un par de años mas antes de tomar una decisión tan importante como lo era atar su vida a la de alguien más.«Debí haber hecho caso a lo que me dijeron», pendo Sam mientras tomaba los pedidos de los clientes y se los entregaba al encargado de la cocina.Recientemente ese era un pensamiento que rondaba bastantes seguido por su mente.«Tal vez mi vida sería mucho más sencilla si me hubiera detenido a pensar con la mente en lugar del corazón»Porque si el corazón era traicionero, cuánto más lo es el corazón de una adolescente de diecinueve años. La cual por hacerle caso a su corazón y a nadie más, había se había casado, y luego de varios años, ahora vivía en un pequeño departamento, con un renta imposible de pagar, y muchas otras deudas que saldar. Por lo que ella no tenía más opción que tener mas de un trabajo.Mientras que su esposo Jake, había logrado cumplir su sueño de convertirse en bombero, ella debía trabajar en la mañanas en un café, y por las noches trabaje hasta la madrugada estacionado autos.El único momento que Sam tenía libre en todo el día, si es que se le podía decir tiempo libre, era unas pocas horas entre las cuatro de la tarde y las ocho de la noche, es decir, cuando salía de su trabajo cómo mesera, antes de tener que ir a su trabajo como valet parking.Y en lugar de descansar, ella debía de atender a su marido.—Llegaste tarde — fueron las primeras palabras en salir de la boca de Jake, al momento en el que Sam paso por la puerta principal de su departamento.—Si, lo lamento. No logré tomar el autobús de siempre, a si que tuve que esperar a qué pasara otro. Hubiera sido bueno tener el auto el día de hoy ¿No te ha dicho nada el mecánico aún?— Sam se quitó la bufanda y se fue directamente a la cocina para hacerle algo de comer a su esposo.—¿Que insinúas? ¿Estás queriendo decir que es mi culpa que llegarás tarde hoy? Se que yo fui el último en usar el auto, pero eso yo no lo averíe— Jake se levantó de su asiento en uno de las sillas de las pequeña sala del departamento.El hombre se vía claramente irritado, y ofendido.—No. Por supuesto que no. Solo decía que hubiera sido bueno que— Sam dejo de hablar cuando vio que su esposo abrió la puerta principal por la cual ella acababa de ingresar— ¿Vas a salir?—No quiero seguir escuchado como intentas arreglar lo que dijiste, cundo es muy obvio que si estás resentida por lo del auto— su tono de voz era tajante.—Pero no fue mi intención que te sintieras mal. Por lo menos come algo. No quisiera que te fueras al trabajo sin nada en el estómago.—Ya no tengo hambre, se me fue el apetito— él la vio una vez más, ahora indiferencia, para luego salir del departamento, prácticamente azotando la puesta detrás de él.Sam apagó el fuego de la cocina, y tomo asiento en una de las sillas más cernada a ella. Ahora estaba con la cara entre sus manos, sostenido el peso de su propia cabeza.Estaba cansada, cansada de seguir la mía rutina. Cansada de tener que soportar el cada vez más frágil temperamento de su esposo. Muchos en su lugar ya hubieran tirado la toalla, y buscado darle fin a la relación. Pero ella no era así.Samantha ante todo, era una persona optimista. Estaba segura de que las cosas mejorarían pronto, no solo su situación económica, sino su matrimonio. Estaba convencida de que con el pasar del tiempo ella y Jake podrían regresar a lo que eran antes.Aprovechó el no tener que preparar el almuerzo de su marido, para poder en su lugar descansar un poquito poco más antes de volver a salir a trabajar en unas pocas horas. Y realmente, aunque solo pudo tomar una corta sienta, está fue efectiva para que Sam se sintiera lo suficientemente revitalizada para ir a trabajar.Salió de su departamento, pensado que ese día sería como los demás. Pero, lo cierto, es que esa misma noche ella recibiría una noticia devastadora…—No te vez muy bien hoy ¿te sientes mal? — le había preguntado Kevin, el chico de su misma edad con el que en ocasión Sam tenía la oportunidad de trabajar.—Solo es un pequeño dolor de cabeza. No es nada de que preocuparse— ella contesto de pie junto a él.Ese día estaban trabajando aparcando lo autos de las personas que venían al hotel. Dentro de uno de unos de los lujosos salones de ese edificio se estaba llevando acabo un evento, una fiestas de muchas que se solían hacer los fines de semana como este. Por lo tanto la carga de trabajo era mayor, no solo para el personal que trabaja dentro del hotel, sino que de igual manera los valet parking estaban mucho más ocupados de lo habitual.A quienes pensarían que aquel empleo que consistía en conducir un auto ajeno y ubicarlo con cuidado entre los demás del estacionamiento no era nada complicado. Pero lo cierto es que al igual que cualquier otro empleo, este también tiene sus problemáticas.Después de un poco más de dos años trabajan
Oliver, un hombre que estaba apenas entrado a sus treinta años de edad, de cabello color azabache y ojos azules. Era alguien con quién Sam nunca se había esperado hacer amistad. Se habían conocido hace un poco más de un año, por alguna razón el frecuentaba el hotel en donde Sam trabaja, por lo menos unas dos, o hasta tres veces por semana. Aunque los momentos en dónde ambos coincidían eran fugases, esto no evito que de alguna manera ambos terminaran intercambiando algunos saludos. Hasta un día en el que se vieron por primera vez fuera de las horas de horas laborales de la mujer. Aquella mañana el esposo de Sam había salido temprano y se había llevado el auto que los dos compartían, por lo que Sam tuvo que tomar el autobús, pero lamentablemente ese mismo el viaje en el transporte público se vio afectado cuando una de las ruedas del vehículo estalló. Todos los pasajeros se vieron forzados a bajar del autobús en busca de algún otro transporte, con la excepción de quienes prefiri
A diferencias de otras ocasiones en las que Oliver se quedaba un par de minutos en saludar a Sam, en esta oportunidad el hombre de cabellos azabache parecía tener prisa, pues después de que Martin, el molesto cliente que Oliver le había ayudado a tranquilar, se había marchado, no pasó casi nada antes de que el pelinegro también se fuera para ingresar al edificio.Sam se encargo personalmente de estacionar el lujoso automóvil del pelirrojo, ya que no estaba segura de poder confiarle esa tarea a Kevin, su impulsivo y temperamental compañero de trabajo. Tendría que ser muy ingenua si dejaba que el castaño se hiciera cargo del vehículo del hombre que hasta hace no más de unos pocos minutos atrás estuvo a punto de confrontar de manera imprudente. Mientras que este mismo se encargó de aparcar el auto que le pertenecía a Oliver.Por alguna razón esa noche el flujo de trabajo fue más exigente que otras noches, por lo que tanto ella, cómo Kevin, apenas si pudieron tener tiempo de respirar. F
Sam entro corriendo al hotel, seguida de cerca por Kevin detrás de ella. —¿Qué están haciendo aquí adentro? — les pregunto a los dos la recepcionista del hotel, parándose en medio del camino de ambos— saben que no pueden dejar su puesto los dos ¿Qué pasaría si un auto llega? ¿o si alguien necesita salir? ¿Quién buscará su auto si los dos valet parking del hotel están aquí, en lugar de estar enfrente? Los esfuerzos de la recepcionista por impedir que Sam y Kevin siguieran avanzando se vieron en vano cuando la rubia la pasa de largo, enfadando obviamente a la mujer, por lo que no queriendo pasar por lo mismo dos veces seguidas, esta alcanzó a sostener al varón por el cuello de su camino, deteniéndolo de manera efectiva al casi ahorcarlo.—Muy Kevin, en lugar de dejarme aquí de pie hablándole a la nada, te exijo que me expliques que está sucediendo.El castaño se sobaba el cuello lastimado, con la vista enfocada hacia el camino que Samantha había tomado, antes de voltear a ver a An
La pantalla se llenó de humo, y se podían escuchar los gritos de las personas, el pánico de los presentes era palpable. No se podía identificar ninguna figura en el televisor, y lo siguiente que paso fue que la toma fue cortada, regresando a los presentadores del noticiero que estaban muy lejos de lo sucedido, dentro de la seguridad del edificio del canal de televisión.—Tal párese la caída del edificio ocasiono que la transmisión se cortara— hablo la mujer sentada en la pantalla de televisión, para luego sostener el aparato que estaba colocado en su oído, y escuchar con atención lo que le decían por este— ahora mismo me informan que nuestra reportera y el camarógrafo que está con ella están bien.—Después de una breve pausa intentaremos volver a la escena, y les daremos con mayor detalle que a sucedido— agrego el otro reportero sentado en el estudio de noticias, el cual también había estado escuchando que le decía algo por el aparato de su oído.Y después de decir aquello iniciaro
El funeral fue pequeño, solo asistieron los compañeros bomberos de Jake, y algunas personas del trabajo de Sam. Todos se acercaron a ella y el dieron sus condolencias en este triste día. —Yo no tuve la oportunidad de conocer muy bien a Jake. Pero sus últimas acciones fueron me demostraron que era un gran sujeto— le dijo un hombre en traje a Samantha, el cual era uno de los bomberos de la unidad de su esposo.—Todos extrañaremos a Jake.—Mis condolencias. Su esposo fue todo un héroe. Debe de estar orgullosa de él.Fueron algunas de las muchas palabras que le dedicaron a la rubia conforme iban llegando las personas al funeral.Junto a Sam estaban sentados Kevin, Jessie, Andrea, y Antonio. Habían unos que otros compañeros del hotel y la cafetería, quienes intentaban animarla con palabras de apoyo, pero ella solo les respondía asintiendo la cabeza para darles a entender que ella los estaba escuchando. Fue muy extraño ver cómo el ataúd bajaba lentamente dentro del foso en el suel
Oliver acerco su auto a la entrada principal del hotel al igual que muchas otras ocasiones él tenía un asunto de suma importancia que atender en este edificio, se podría decir que después de tanto tiempo está ya era su rutina.Y al igual de todas las veces anteriores en las que iba a este hotel, tenía sentimientos encontrados. A Oliver no le entusiasmaba tener que venir tan seguido, ya que esto siempre le hacía sentir una extraña sensación de vacío, que se mezclaba a su vez con un sentimiento de nostalgia. Pero por el otro lado, cuándo el dejaba pasar aunque fuera, simplemente una semana sin venir, era algo innegable que terminaría sintiéndose mucho peor de lo que se sentiría sí al venir a este lugar.Una de las pocas cosas que le hacían más digerible el tener que visitar el hotel, era que cada vez que llegaba terminaba encontrándose con Sam, esa bajita mujer de cabello rubio, ojos marrones, y la cual siempre parecía estar animada, con la que él disfrutaba intercambiar aunque fuer
Según lo que le habían dicho los empleados del hotel, o mejor dicho la empleada, ya que el chico que trabajaba como valet parking mantuvo su postura de no querer seguir hablado con él y se fue dejándolo con Andrea, la mujer que trabajaba como recepcionista en el edificio, el motivo por el que había faltado Sam aquel día se debía a la muy reciente perdida de su esposo.Luego de saber aquello, Oliver no se quiso quedar ahí por mucho más tiempo, así que se apresuró a salir en busca de su auto.—Ella ya no debe estar en la funeraria. Nos dijo que quería estar sola, por lo que ya debería de estar en su casa— informo Andrea al ver al pelinegro avanzar con apuro a la salida, adivinando exitosamente que era lo que quería él.Oliver se detuvo. Si eso era lo que Sam quería, entonces debía respetar su deseo. Aunque había una pequeña parte de su mente que le decía que ignorara aquello y que de todas formas fuera a ver a la rubia. Pero el problema ahora, era que él no sabía en dónde vivía Sam