Oliver, un hombre que estaba apenas entrado a sus treinta años de edad, de cabello color azabache y ojos azules. Era alguien con quién Sam nunca se había esperado hacer amistad.
Se habían conocido hace un poco más de un año, por alguna razón el frecuentaba el hotel en donde Sam trabaja, por lo menos unas dos, o hasta tres veces por semana. Aunque los momentos en dónde ambos coincidían eran fugases, esto no evito que de alguna manera ambos terminaran intercambiando algunos saludos.Hasta un día en el que se vieron por primera vez fuera de las horas de horas laborales de la mujer.Aquella mañana el esposo de Sam había salido temprano y se había llevado el auto que los dos compartían, por lo que Sam tuvo que tomar el autobús, pero lamentablemente ese mismo el viaje en el transporte público se vio afectado cuando una de las ruedas del vehículo estalló.Todos los pasajeros se vieron forzados a bajar del autobús en busca de algún otro transporte, con la excepción de quienes prefirieron quedarse en el interior a esperar a que la llanta fuera remplazada. Solo quienes no tenia prisa tenían esa opción, se podían quedar en sus asientos, resguardados de la fuerte lluvia que estaba cayendo en esos momentos. Los que no podían esperar dentro del vehículo no tardaron en salir corriendo en busca de otro transporte, fuera un taxi, o algún amigo al cual pudieran llamar para que los fuera a buscar.—Disculpe ¿Me podría regalar una llamada? Quisiera contactar a mi esposo para que venga por mi— le pregunto Samantha a una señora que estaba sentada junto a ella en el autobús.La mujer de mayor edad la vio de reojo, mientras meditaba en qué hacer ante el pedido de la joven.—Me encantaría ayudarte, pero o siento. Mi celular se quedó sin batería.—Entiendo. Gracias de todas formas— Sam miro la hora en su reloj de muñeca, el mismo reloj rosa de princesas que había tenido desde los doce años, y que pese a ya ser ahora una mujer adulta de veintitrés años, este seguía siendo su favorito.Ya era tarde. Si no encontraba algún transporte pronto, lo más seguro es que estaría llegando al café justo cuando la hora del desayuno estuviera por concluir.«Las propias del desayuno son las mejores», pensó Sam, ya haciéndose a la idea de que esa semana tendría que buscará la manera de estirar las comida hasta su próximo día de pago.La señora que estaba junto a ella se levantó de su asiento, un taxi se había detenido adelante del autobús. Debía de ser el mismo que la mujer había pedido antes de que su celular muriera.«Tal le podría preguntar a donde se dirige. Si pasa cerca del café podría pregúntale si no le molestaría compartir el taxi», con rapidez la joven rubia se levantó de su asiento y siguió a la mujer que en esos instantes estaba ingresado al taxi.Justo cundo Sam ya se encontraba fuera del autobús, presenció cómo el teléfono de aquella mujer, que se suponía ya no tenía batería, sonó.—Hola. Si. Hubo un problema con el autobús, pero ya estoy subiendo a un taxi. Nos vemos allá— la señora le hablar al celular a las vez terminaba de entrar al interior de taxi, y este arrancaba.—Debí imaginarlo— hablo Sam sin importarle que estaba siendo empapada con la lluvia.Ella sabía bien que no debía de sorprenderse. En sus años de vida, que aunque no era muchos, si había sido los suficientes para que ella aprendiera que no todas las personas son amables con los demás, mucho menos con los extraños.Ya no veía que valiera la pena regresar al interior del autobús. Por como las cosas se veían, la llanta tomaría minino una hora en ser cambiada, y ella ya no podía estar más tiempo esperando.Así que, con la esperanza de dar con otro autobús, Sam comenzó a caminar por la acera bajo la lluvia. De todas formas el café en donde ella trabaja no estaba muy lejos, solo debía de caminar por una cinco cuadras más, sino hubiera estado lloviendo ella ya habría desde mucho antes emprendido el camino hasta allá. Pero de todas formas ya se había mojado, así que, no veía que le impedía caminar bajo la lluvia.De repente, algo extraño paso. Las gotas de lluvia ya no caían sobre ella, pero no era por qué el cielo se hubiera despejado, más bien, fue porque sobre ella ahora había una sombrilla.—¿Qué estás haciendo? ¿Acaso te quieres enfermar?— la voz grabe que le acaba de hacer esas preguntas le pertenecía al hombre que sostenía la sombrilla.Ella levanto la vista, reconociéndolo cómo el hombre que solía visitar sin falta el hotel en el que ella trabaja. Aunque sin haberlo visto había logrado identificarlo con su voz, ya que él solía saludarla siempre con gentileza cada vez que le entregaba su auto para que ella lo aparcara.—Solo estoy de camino a mi trabajo— fue lo primero que ella atino a decir antes de sentir como el hombre de cabellos azabaches le tomaba de la muñeca y la llevaba con él hasta el automóvil que hasta ese instante ella no había notado que estaba estacionado a unos pasos de donde estaba.En menos de unos segundo ella se encontraba sentada dentro de aquel auto, justo en el asiento del copiloto.La pueta del conductor se cerró de golpe luego de que el hombre ingresará también al vehículo.—¿Qué está haciendo? — Samantha estaba confundida, había sido arrastrada al auto de un hombre que no conocía bien, sin saber el porque.Por precaución, y con la mayor discreción posible, Sam busco en su bolso el frasco de gas pimienta que siempre llevaba consigo. De verdad esperaba que no fuera necesario utilízalo contra aquel hombre.Pero cuando él se inclino hacia donde ella estaba, Sam no dudo en sacar de su bolso el frasco de gas, siendo detenida por él al sostener su mano he impidiéndole ella utilizar lo único que traía consigo para defenderse.—Antes de que intentes usar eso conmigo— él se inclino un poco más, pasando el brazo que tenía libre justo por detrás de Sam— te recomiendo que uses esto— él tiro sobre su rostro una toalla, que resultaba estar guardada en el compartimiento trasero del asiento de la Sam.Samantha sintió el rostro arder de la vergüenza, ella llegó a pensar que él quería sobrepasarse con ella, o algo parecido, cuando la realidad era todo lo contrario.—Es una toalla que suelo llevar conmigo al gimnasio. No he podido ir esta semana, así que está limpia, por lo que puedes utilizarla en mi lugar para secarte un poco.—Gracias.—Oliver.—Gracias Oliver— el no dejo de mirarla, asiendo la sentir un poco nerviosa, hasta que ella captó que era lo que él estaba esperando— mi nombre es Samantha. Pero casi todos me dicen Sam— con eso el dejo de mirarla para concentrase en concentrase el auto.—En ese caso me puede llamar Ollie— sugirió él— dijiste que ibas en camino a l trabajo. Pero sin mi memoria no me falla, el hotel está en dirección contraria de hacia dónde caminabas.—Si, tienes razón. No estaba yendo al hotel, sino, hacia mi otro lugar de trabajo. Soy mesera en un pequeño café que está a unas pocas cuadras de aquí.—¿Dos trabajos? Eres una mujer más ocupada de lo que imagine. De acuerdo, yo te llevaré hasta allá. Solo dime hacia donde debo ir— con el motor encendido, Oliver puso en marcha su auto.—No tienes que molestarte. Yo puedo llegar sola, es bastante cerca.—Si es tan cerca como dices, entonces no será ninguna molestia.Ante la insistencia de Oliver en llevarla, Sam de dejo llevar por él. Ella casi no hablo en el camino, pero eso no significaba que el trayecto fue incómodo y silencioso. Por el contrario, ella se había visto muy entretenida observado al azabache mientras conducía, el cual había tenido las cornetas a un gran volumen mientras se reproducían un par de canciones discos.Oliver no parecía el tipo de hombre que disfrutaría escuchar ese estilo de música, pero así era. No solo conducía, a la vez estaba cantando las letras de las canciones con alegría, moviendo al cabeza al ritmo de la música.Sam estaba más que fascinada al verlo, además que como algo extra, ella era una gran fanática de esas mismas canciones. Por eso mismo, casi se sintió mal al ver que su viaje había concluido.—Espera. Aún no bajes todavía— le pido Oliver al notar que ella estuvo por abrir la puerta para salir del auto.—¿Por qué?—Solo espera ahí, ¿Si? No puedo dejar que salgas así— él salió con la sombrilla en la mano para evitar mojarse con la lluvia que no parecía querer detenerse, y camino hasta la maleta del automóvil.Sam lo veía por el reflejo del retrovisor, pero no lograba ver que era lo que él estaba haciendo. Luego él cerro de nuevo la maleta, y se acercó a la puerta junto a ella, cubriéndola con la sombrilla y entramándole una bolsa.—¿Qué es esto?—Es algo para que te cambies. Si te quedas con esa ropa mojada, es cien por ciento seguro de que te enfermeras.Ella trato de regresarle la bolsa un par de veces, pero el no le aceptó de vuelta. Por lo que ella termino aceptando el gesto del hombre, usando ese día la ropa deportiva masculina que obviamente le quedaba gigantesca.Fue a partir de ese día que Sam y Oliver iniciaron su amistad.A diferencias de otras ocasiones en las que Oliver se quedaba un par de minutos en saludar a Sam, en esta oportunidad el hombre de cabellos azabache parecía tener prisa, pues después de que Martin, el molesto cliente que Oliver le había ayudado a tranquilar, se había marchado, no pasó casi nada antes de que el pelinegro también se fuera para ingresar al edificio.Sam se encargo personalmente de estacionar el lujoso automóvil del pelirrojo, ya que no estaba segura de poder confiarle esa tarea a Kevin, su impulsivo y temperamental compañero de trabajo. Tendría que ser muy ingenua si dejaba que el castaño se hiciera cargo del vehículo del hombre que hasta hace no más de unos pocos minutos atrás estuvo a punto de confrontar de manera imprudente. Mientras que este mismo se encargó de aparcar el auto que le pertenecía a Oliver.Por alguna razón esa noche el flujo de trabajo fue más exigente que otras noches, por lo que tanto ella, cómo Kevin, apenas si pudieron tener tiempo de respirar. F
Sam entro corriendo al hotel, seguida de cerca por Kevin detrás de ella. —¿Qué están haciendo aquí adentro? — les pregunto a los dos la recepcionista del hotel, parándose en medio del camino de ambos— saben que no pueden dejar su puesto los dos ¿Qué pasaría si un auto llega? ¿o si alguien necesita salir? ¿Quién buscará su auto si los dos valet parking del hotel están aquí, en lugar de estar enfrente? Los esfuerzos de la recepcionista por impedir que Sam y Kevin siguieran avanzando se vieron en vano cuando la rubia la pasa de largo, enfadando obviamente a la mujer, por lo que no queriendo pasar por lo mismo dos veces seguidas, esta alcanzó a sostener al varón por el cuello de su camino, deteniéndolo de manera efectiva al casi ahorcarlo.—Muy Kevin, en lugar de dejarme aquí de pie hablándole a la nada, te exijo que me expliques que está sucediendo.El castaño se sobaba el cuello lastimado, con la vista enfocada hacia el camino que Samantha había tomado, antes de voltear a ver a An
La pantalla se llenó de humo, y se podían escuchar los gritos de las personas, el pánico de los presentes era palpable. No se podía identificar ninguna figura en el televisor, y lo siguiente que paso fue que la toma fue cortada, regresando a los presentadores del noticiero que estaban muy lejos de lo sucedido, dentro de la seguridad del edificio del canal de televisión.—Tal párese la caída del edificio ocasiono que la transmisión se cortara— hablo la mujer sentada en la pantalla de televisión, para luego sostener el aparato que estaba colocado en su oído, y escuchar con atención lo que le decían por este— ahora mismo me informan que nuestra reportera y el camarógrafo que está con ella están bien.—Después de una breve pausa intentaremos volver a la escena, y les daremos con mayor detalle que a sucedido— agrego el otro reportero sentado en el estudio de noticias, el cual también había estado escuchando que le decía algo por el aparato de su oído.Y después de decir aquello iniciaro
El funeral fue pequeño, solo asistieron los compañeros bomberos de Jake, y algunas personas del trabajo de Sam. Todos se acercaron a ella y el dieron sus condolencias en este triste día. —Yo no tuve la oportunidad de conocer muy bien a Jake. Pero sus últimas acciones fueron me demostraron que era un gran sujeto— le dijo un hombre en traje a Samantha, el cual era uno de los bomberos de la unidad de su esposo.—Todos extrañaremos a Jake.—Mis condolencias. Su esposo fue todo un héroe. Debe de estar orgullosa de él.Fueron algunas de las muchas palabras que le dedicaron a la rubia conforme iban llegando las personas al funeral.Junto a Sam estaban sentados Kevin, Jessie, Andrea, y Antonio. Habían unos que otros compañeros del hotel y la cafetería, quienes intentaban animarla con palabras de apoyo, pero ella solo les respondía asintiendo la cabeza para darles a entender que ella los estaba escuchando. Fue muy extraño ver cómo el ataúd bajaba lentamente dentro del foso en el suel
Oliver acerco su auto a la entrada principal del hotel al igual que muchas otras ocasiones él tenía un asunto de suma importancia que atender en este edificio, se podría decir que después de tanto tiempo está ya era su rutina.Y al igual de todas las veces anteriores en las que iba a este hotel, tenía sentimientos encontrados. A Oliver no le entusiasmaba tener que venir tan seguido, ya que esto siempre le hacía sentir una extraña sensación de vacío, que se mezclaba a su vez con un sentimiento de nostalgia. Pero por el otro lado, cuándo el dejaba pasar aunque fuera, simplemente una semana sin venir, era algo innegable que terminaría sintiéndose mucho peor de lo que se sentiría sí al venir a este lugar.Una de las pocas cosas que le hacían más digerible el tener que visitar el hotel, era que cada vez que llegaba terminaba encontrándose con Sam, esa bajita mujer de cabello rubio, ojos marrones, y la cual siempre parecía estar animada, con la que él disfrutaba intercambiar aunque fuer
Según lo que le habían dicho los empleados del hotel, o mejor dicho la empleada, ya que el chico que trabajaba como valet parking mantuvo su postura de no querer seguir hablado con él y se fue dejándolo con Andrea, la mujer que trabajaba como recepcionista en el edificio, el motivo por el que había faltado Sam aquel día se debía a la muy reciente perdida de su esposo.Luego de saber aquello, Oliver no se quiso quedar ahí por mucho más tiempo, así que se apresuró a salir en busca de su auto.—Ella ya no debe estar en la funeraria. Nos dijo que quería estar sola, por lo que ya debería de estar en su casa— informo Andrea al ver al pelinegro avanzar con apuro a la salida, adivinando exitosamente que era lo que quería él.Oliver se detuvo. Si eso era lo que Sam quería, entonces debía respetar su deseo. Aunque había una pequeña parte de su mente que le decía que ignorara aquello y que de todas formas fuera a ver a la rubia. Pero el problema ahora, era que él no sabía en dónde vivía Sam
Todo estaba en completa oscuridad, era igual que estar en un abismo apartada de todos. Fue solo cuando Sam comenzó a distinguir un sonido a lo lejos que ella pudo distinguir con el de una máquina, este sonaba similar a un pitido agudo he intermitente, el cual poco a poco se escuchaba con más nitidez, a la vez que la oscuridad se hacía cada vez menos densa.Otros sonido iniciaron a hacerse presente, ayudando a Sam a darse cuenta de que no estaba sola. En esos momentos fue que ella cayó en cuenta que tenía los ojos cerrados, por lo que con pesadez empezó a abrirlos, sintió en sus ojos marrones la molesta luz del techo. Tuvo que pestañas un par de veces para acostumbrarse a la luz, y poder deshacerse de la vista nublosa. —¿En dónde estoy?— pregunto Samantha para si misma al no reconocer el techo, ni la cama en dónde se hallaba.Al girar la cabeza se encontró con que su cama estaba rodeaba de varias cortinas de color azul pálido, pero lo que más le llamo la atención fue notado q
Samantha había caído desplomada frente a Oliver apenas se encontraron, y gracias a la rápida reacción de parte él, ella no había terminado en el suelo.La sostuvo con fuerza y con la mayor delicadeza que se le fue posible la metió en el asiento trasero de su auto, dejándola recostada ahí. Saco su teléfono celular dispuesto a llamar por ayuda, pero termino tirando su teléfono al asiento del copiloto. Sería mucho más rápido si él la llevaba en su auto a un hospital cercano. Condujo con prisa, mientras a su vez veía de reojo a la pasajera rubia que se hallaba inconsciente detrás de él. Por lo menos le consolaba ver que el pecho de Sam subía y bajaba con lentitud, es decir, estaba respirando, pero que estuviera desmayara no era algo para estar tranquilo de todas formas.Llego a la sala de emergencias del hospital, cuando con su auto el vigilante de la entrada le había dicho que esperara a que le buscarán una camilla, pero el no se sintió con la suficiente paciencia para hacer eso, p