Samantha había caído desplomada frente a Oliver apenas se encontraron, y gracias a la rápida reacción de parte él, ella no había terminado en el suelo.La sostuvo con fuerza y con la mayor delicadeza que se le fue posible la metió en el asiento trasero de su auto, dejándola recostada ahí.Saco su teléfono celular dispuesto a llamar por ayuda, pero termino tirando su teléfono al asiento del copiloto. Sería mucho más rápido si él la llevaba en su auto a un hospital cercano.Condujo con prisa, mientras a su vez veía de reojo a la pasajera rubia que se hallaba inconsciente detrás de él. Por lo menos le consolaba ver que el pecho de Sam subía y bajaba con lentitud, es decir, estaba respirando, pero que estuviera desmayada no era algo para estar tranquilo de todas formas.Llego a la sala de emergencias del hospital, cuando con su auto el vigilante de la entrada le había dicho que esperara a que le buscarán una camilla, pero él no se sintió con la suficiente paciencia para hacer eso, por lo q
—Entiendo. Aunque fuera algo loca la manera que lograste quedarte aquí conmigo. Te lo agradezco Oliie, fue muy lindo de tu parte que te quedaras ver que estuviera bien — Agradeció Sam después de que Oliver terminara de relatarle bajo qué circunstancias tuvo que terminar mintiendo acerca de ser su prometido — pero bastante innecesario.—¿Como que innecesario?—Pudiste solo dejarme en el hospital he irte, no hacia falta que te quedaras todo este tiempo ¿cuánto fue? ¿dos, tres horas? — la chica busco un reloj con la mirada, lo cierto es que no tenia aun un concepto exacto de cuánto tiempo había perdido el conocimiento.—¿Por qué dices eso? ¿te parece bien que deje, así como si nada después de que te desvaneciste frente a mí? — al azabache no le gusto que ella planteara esa como una buena opción para su propia persona.—Fue solo un desmayo, y tu mismo sabes que fue simplemente por mi propia culpa al no estar pendiente de mis comidas, ya aprendí la lección, por cierto, pero no era nada grav
La enfermera no era ninguna novata en su profesión, los muchos años de experiencias ya habían pasado sobre ella, dotándola del conocimiento que en ocasiones los internos del hospital envidiaban. Por esa misma razón no tenia casi ninguna duda de saber que ocasionaba los diversos malestares de la joven rubia que día de estaba bajo su cuidado. Sus ojos nunca le fallaban, y mucho menos su intuición, por algo había sido escogida como jefa de enfermería a sus presuntamente corto treinta y nueve años de edad.—Disculpe… ¿Qué opina usted? ¿Debería de preocuparme por mis síntomas? — Sam no mentiría al decir que no le preocupaba, aunque fuera un poco la migraña, y los otros malestares que habían perturbado el ultimo mes de su vida. Pero tampoco veía que fuera ayudar de algo darles demasiada importancia, tenia otras cosas mas relevantes en su vida en lo que pensar y concentrar su atención. Solo que no ayudo mucho ver como la enfermera se callaba y parecía muy concentrada en el posible causante d
Entre las miradas indiscretas, y los sin esfuerzos intentos de hablar susurrando de los demás pasajeros que obviamente se les hacia mas interesante señalar su muy desaliñado estilo de vestir, bata de hospital y ropa semi formal de funeral, el viaje en autobús había sido justamente lo que esperaba que seria. Ya podía sentirse de nuevo agotada, las horas de sueño que había obtenido en la noche que paso en el hospital parecía que no habían sido suficiente para el momento que se bajó del transporte público, y, aun así, aun debía ir por al menos veinte minutos a pie para llegar a su edificio.Por lo menos no está lloviendo, pensó ella en uno de sus recurrentes intentos de ver el vaso medio lleno y no medio vacío. Pero no era tan fácil pensar cuando el calor del sol abrasador en el cielo despejado solo le recordaba lo incomoda que se sentía al tener más de un día sin tomar una ducha, y lo mucho que anhelaba llegar a su hogar y meterse en la regadera, «¿No se suponía que estábamos en primave
Dentro de un baño para mujeres de un conocido y prestigioso hotel, una muy joven mujer se hallaba inclinada contra la puerta de unos de los cubículos de aquel baño, escuchado el muy distinguible sonido de una nariz tapada por la mucosidad, misma nariz que le pertenecía a la otra mujer que estaba al otro lado de la puerta cerrada entre ambas. —Señorita ¿está todo bien?— pregunto una de las meseras que habían sido contratadas para esa noche, a la vez que daba un par de golpes suaves a la puerta. —Si, todo está bien. Mejor no podría estar. Ya eso sería algo imposible ¿no lo crees? Así que no entiendo para que lo preguntas— respondió la Sam Smith. La mujer que estos momentos se encontraba encerrada en uno de los cubículos dentro del baño de mujeres del lugar. —Es cierto. Puede que mi pregunta suene un poco fuera de lugar, tomando en cuenta que hoy es el día de su boda. El día más feliz en la vida de toda mujer, o al menos eso me han comentado. Yo no sabría decir si eso es verdad, tan s
Tan solo un mes atrás…La primavera recién había comenzado, todo empezaba a florecer. El clima era fresco y despejado, perfecto para salir y hacer un picnic en el parque.—Como quisiera poder tomarme el día— se quejo la mujer de cabellos rubios marcando su entrada al trabajo esa mañana en el pequeño café con vista directa al parque.—Ni que lo digas Sam. Después de dejar a los niños en la escuela, lo primero que cruzo por mi mente era tomar el autobús de regreso a casa y volver a mi amada cama. Pero luego recordé que, si no trabajo, no me pagan, y si no me pagan, no tendré dinero para comprar algunas cositas importantes, cómo… no se… comida. — comento Jessica, la mujer de mediana edad que trabajaba detrás de la caja registradora, a la vez que se ubicaba en su puesto de trabajo.—Lo sé. Lo sé. Y no solo son las cosas básicas. Por mi parte ya voy retrasada dos meses con mi renta. Ahora mismo no puedo darme el lujo de tomarme un día libre.—¿Quería aún sigues con eso? ¿Acaso con los traba
—No te vez muy bien hoy ¿te sientes mal? — le había preguntado Kevin esa noche, el chico de su misma edad con el que en ocasiones Sam tenía la oportunidad de trabajar.—Solo es un pequeño dolor de cabeza. No es nada de qué preocuparse— ella contesto de pie junto a él.Ese día estaban trabajando aparcando los autos de las personas que venían al hotel. Dentro de uno de los lujosos salones de ese edificio se estaba llevando acabo un evento, una fiesta, de muchas otras que se solían hacer los fines de semana como este. Por lo tanto, la carga de trabajo era mayor, no solo para el personal que trabaja dentro del hotel, sino que de igual manera los valet parking estaban mucho más ocupados de lo habitual.Hay quienes pensarían que aquel empleo que consistía en conducir un auto ajeno y ubicarlo con cuidado entre los demás del estacionamiento no era nada complicado. Pero lo cierto es que al igual que cualquier otro empleo, este también tiene sus problemáticas.Después de un poco más de dos años
Oliver, un hombre que estaba apenas entrado a sus treinta años de edad, de cabello color azabache y ojos azules. Era alguien con quién Sam nunca se había esperado hacer una amistad.Se habían conocido hace un poco más de un año, por alguna razón el frecuentaba el hotel en donde Sam trabaja, por lo menos unas dos, o hasta tres veces por semana. Aunque los momentos en dónde ambos coincidían eran fugases, esto no evito que de alguna manera ambos terminaran intercambiando algunos saludos.Hasta un día en el que se vieron por primera vez fuera de las horas de horas laborales de la mujer.Aquella mañana el esposo de Sam había salido temprano y se había llevado el auto que los dos compartían, por lo que Sam tuvo que tomar el autobús, pero lamentablemente el viaje en el transporte público se vio afectado cuando una de las ruedas del vehículo estalló.Todos los pasajeros se vieron forzados a bajar del autobús en busca de algún otro transporte, con la excepción de quienes prefirieron quedarse e