Oliver acerco su auto a la entrada principal del hotel al igual que muchas otras ocasiones él tenía un asunto de suma importancia que atender en este edificio, se podría decir que después de tanto tiempo está ya era su rutina.
Y al igual de todas las veces anteriores en las que iba a este hotel, tenía sentimientos encontrados. A Oliver no le entusiasmaba tener que venir tan seguido, ya que esto siempre le hacía sentir una extraña sensación de vacío, que se mezclaba a su vez con un sentimiento de nostalgia. Pero por el otro lado, cuándo él dejaba pasar, aunque fuera, simplemente una sola semana sin venir, era algo innegable que terminaría sintiéndose mucho peor de lo que se sentiría al venir a este lugar.
Una de las pocas cosas que le hacían más digerible el tener que visitar el hotel, era que cada vez que llegaba terminaba encontrándose con Sam, esa bajita mujer de cabello rubio, ojos marrones, la cual siempre parecía estar animada, y con la que él disfrutaba intercambiar, aunque fuera un simple saludo. Pues ya eso, era algo que lo ayudaba un poco con su humor.
Pero encontraste a lo acostumbrado, esta vez la presencia de Sam era inexistente.
Ahora mismo él se hallaba de pie con las llaves de su amigo en mano, teniendo frente a él a otra persona, que notoriamente no era aquella chica que en su momento trato de agredirlo con gas pimienta hace un poco más de un año atrás. El valet parking que estaba frente a él lo miraba confundido extendiendo más cerca su mano abierta hacia Oliver, ya que este aún no le estragaba las llaves del vehículo para que él pudiera hacer su trabajo.
—Señor, disculpe. Pero necesito que me entregué sus llaves— musito con cuidado el valet tratando de llamar su atención, puesto que Oliver se había quedado plantado de pie a un lado de su auto, mirando a todas partes a su alrededor, buscando con la mirada la distintiva cabellera dorada recogida en una coleta floja, el cual era el peinado en el que Sam solía llevar su cabello.
«Ahora que lo pienso, nunca la he visto con el cabello suelto», medito Oliver, quien ignoraba que al igual como había echo Martin la vez anterior, ahora él era quien está obstaculizando el trabajo del valet parking del hotel.
—¿Señor? — el pobre valet ya no sabía que hacer para captar su atención, y tampoco quería alzar mas la voz para no meterse en problemas, especialmente con este hombre el cual parecía ser alguien muy importante. Era algo evidente, con solo ver la costosa vestimenta que usaba, que frente a él estaba alguien que no vivían en el mismo mundo que él.
—Oye. Tu ¿cuánto tiempo más planeas hacer esperar al chico? — Pregunto Kevin quien acaba de llegar, hablándole sin ningún cuidado a Oliver, siendo el quién logro sacar a este mismo de sus pensamientos.
—¿Eh? — Oliver miro al chico castaño, notando que este lo veía con molestia— es verdad ¿Qué estoy haciendo? — finalmente le entregó las llaves de su auto al chico que parecía ser bastante joven.
—Lamento llegar tarde Thomas. Ya vendré a ayudarte, solo espera a que me cambié de ropa y estaré aquí contigo pronto— le dijo Kevin a Thomas, el joven valet parking que hasta este momento había estado trabajando ese día solo.
Thomas asintió aliviado de ya no tener que estar solo, para luego retirarse con el auto de Oliver.
Mientras tanto, Oliver observaba en silencio a Kevin, quien no estaba solo, pues había llegado en compañía de una mujer, la cual, para la decepción de Oliver, no se trataba de Sam.
Los dos empleados del hotel ingresaron a este, sin darse cuenta que Oliver los seguía, hasta que este se les adelanto y se puso de pie delante de ambos.
—Se que quizás no me conocen, pero.
—Si te conocemos.
—Eres Oliver. Oliver Leroux— agrego Andrea, sorprendiendo al nombrado— ¿En que te podemos ayudar?
—Solo quería saber si saben en donde está Sam ¿Por qué no está trabajando hoy? ¿Está enferma?
Que Sam no estuviera era algo insólito para Oliver. En el poco tiempo que tenía de conocerla, él se había dado cuenta de que la rubia era una persona muy diligente y responsable, por lo que, hasta al día de hoy, nunca la había visto ausentarse al trabajo.
Kevin y Andrea se miraron entre si, dudosos de que hacer, indecisos, pues no sabían si estaría bien hablarle a Oliver de la vida privada de su amiga. Sabían que él no era del todo un extraño, pues lo había visto conversar en algunas ocasiones con Sam, pero desconocían que tan cercanos eran.
A Oliver le inquieto el intercambio de miradas de la pareja.
—Ella. Bueno. Lo que pasó fue que…
—No se siente bien— intervino Kevin no dejando que Andrea le explicará a Oliver la ausencia se Samantha. Según el punto de vista del castaño, ese niño rico no necesitaba conocer los detalles de la vida de Sam— Por eso faltó hoy al trabajar. Está enferma en casa. Desde hace días a tenido mucha migraña— eso no era del todo falso— y por fin pudimos convencerla de que se tomará el día para descansar y recuperarse.
Kevin apenas terminó de hablar retomo el paso, y se alejo de Oliver. Andrea se despidió de Oliver, excusando que debía ir a su puesto de trabajo, para luego apresurarse y alcanzar a Kevin que ya se había logrado alejar un poco.
—¿Qué estás haciendo? — pregunto la chica de cabello corto apenas alcanzó al varón.
—¿A qué te refieres? Es obvio que voy de camino a mi casillero en el cuarto de empleados por mi uniforme para cambiarme de ropa. Ya quiero quitarme este traje tan deprimente— expreso Kevin aflojando aún más su corbata, la cual, de por si, ya estaba floja.
—Sabes que no te estoy pregunto por eso, quiero saber ¿Por qué le mentiste a ese hombre? — Andrea desvío unos segundos su atención de Kevin, para ver el lugar en dónde había dejado a Oliver de pie, notando que este ahora se giraba y los veía. Andrea regreso a ver a su amigo con reproche.
—No le mentí, Sam no se siente bien. Solo no le di todos los detalles. Y tampoco es como si él tuviera que conocerlos. Ese hombre, solo por saludar a Sam en algunas ocasiones, no quiere decir que sea su amigo. Es más cercano a un extraño en realidad, y por eso mismo no veo porque debo de…
—Con que no fueron sinceros— exclamó Oliver metiéndose en la conversación, he interrumpiendo a Kevin.
Los dos empleados del hotel dieron un salto del susto al oír la voz de pelinegro justo detrás de ambos. Resulta que Oliver en unos pocos segundos los había alcanzado y había estado caminando unos centímetros detrás de ellos, logrado escuchar todo lo que Kevin estaba diciendo.
—¿Qué les parece si lo intentamos una vez más?
Oliver camino hasta posicionarse frente a Kevin y Andrea, quienes lucían inquietos, ante la mirada penetrante del azabache.
Andrea era quien se veía más nerviosa, mientras que, por el contrario, Kevin se notaba, más que nada molesto de que su mentira hubiera sido descubierta.
—Díganme. Está vez, la verdad ¿En dónde está Sam?
Según lo que le habían dicho los empleados del hotel, o mejor dicho la empleada, ya que el chico que trabajaba como valet parking mantuvo su postura de no querer seguir hablado con él y se fue dejándolo solo con Andrea, la mujer que trabajaba como recepcionista en el edificio, el motivo por el que había faltado Sam aquel día se debía a la muy reciente perdida de su esposo.Luego de saber aquello, Oliver no se quiso quedar ahí por mucho más tiempo, así que se apresuró a salir en busca de su auto.—Ella ya no debe estar en la funeraria. Nos dijo que quería estar sola, por lo que ya debería de estar en su casa— informo Andrea al ver al pelinegro avanzar con apuro a la salida, adivinando exitosamente hacia donde se dirigían las acciones de él.Oliver se detuvo. Si eso era lo que Sam quería, entonces debía respetar su deseo. Aunque había una pequeña parte de su mente que le decía que ignorara aquello y que de todas formas fuera a ver a la rubia.Pero el problema ahora, era que él no sabía e
Todo estaba en completa oscuridad, era igual que estar en un abismo apartada de todos.Fue solo cuando Sam comenzó a distinguir un sonido a lo lejos que ella pudo distinguir con el de una máquina, este sonaba similar a un pitido agudo he intermitente, el cual poco a poco se escuchaba con más nitidez, a la vez que la oscuridad se hacía cada vez menos densa.Otros sonidos iniciaron a hacerse presente, ayudando a Sam a darse cuenta de que no estaba sola.En esos momentos fue que ella cayó en cuenta que tenía los ojos cerrados, por lo que con pesadez empezó a abrirlos, sintió en sus ojos marrones la molesta luz del techo.Tuvo que pestañas un par de veces para acostumbrarse a la luz, y poder deshacerse de la vista nublosa.—¿En dónde estoy? — pregunto Samantha para si misma al no reconocer el techo, ni la cama en dónde se hallaba.Al girar la cabeza se encontró con que su cama estaba rodeaba de varias cortinas de color azul pálido, pero lo que más le llamo la atención fue notado que en su
Samantha había caído desplomada frente a Oliver apenas se encontraron, y gracias a la rápida reacción de parte él, ella no había terminado en el suelo.La sostuvo con fuerza y con la mayor delicadeza que se le fue posible la metió en el asiento trasero de su auto, dejándola recostada ahí.Saco su teléfono celular dispuesto a llamar por ayuda, pero termino tirando su teléfono al asiento del copiloto. Sería mucho más rápido si él la llevaba en su auto a un hospital cercano.Condujo con prisa, mientras a su vez veía de reojo a la pasajera rubia que se hallaba inconsciente detrás de él. Por lo menos le consolaba ver que el pecho de Sam subía y bajaba con lentitud, es decir, estaba respirando, pero que estuviera desmayada no era algo para estar tranquilo de todas formas.Llego a la sala de emergencias del hospital, cuando con su auto el vigilante de la entrada le había dicho que esperara a que le buscarán una camilla, pero él no se sintió con la suficiente paciencia para hacer eso, por lo q
—Entiendo. Aunque fuera algo loca la manera que lograste quedarte aquí conmigo. Te lo agradezco Oliie, fue muy lindo de tu parte que te quedaras ver que estuviera bien — Agradeció Sam después de que Oliver terminara de relatarle bajo qué circunstancias tuvo que terminar mintiendo acerca de ser su prometido — pero bastante innecesario.—¿Como que innecesario?—Pudiste solo dejarme en el hospital he irte, no hacia falta que te quedaras todo este tiempo ¿cuánto fue? ¿dos, tres horas? — la chica busco un reloj con la mirada, lo cierto es que no tenia aun un concepto exacto de cuánto tiempo había perdido el conocimiento.—¿Por qué dices eso? ¿te parece bien que deje, así como si nada después de que te desvaneciste frente a mí? — al azabache no le gusto que ella planteara esa como una buena opción para su propia persona.—Fue solo un desmayo, y tu mismo sabes que fue simplemente por mi propia culpa al no estar pendiente de mis comidas, ya aprendí la lección, por cierto, pero no era nada grav
La enfermera no era ninguna novata en su profesión, los muchos años de experiencias ya habían pasado sobre ella, dotándola del conocimiento que en ocasiones los internos del hospital envidiaban. Por esa misma razón no tenia casi ninguna duda de saber que ocasionaba los diversos malestares de la joven rubia que día de estaba bajo su cuidado. Sus ojos nunca le fallaban, y mucho menos su intuición, por algo había sido escogida como jefa de enfermería a sus presuntamente corto treinta y nueve años de edad.—Disculpe… ¿Qué opina usted? ¿Debería de preocuparme por mis síntomas? — Sam no mentiría al decir que no le preocupaba, aunque fuera un poco la migraña, y los otros malestares que habían perturbado el ultimo mes de su vida. Pero tampoco veía que fuera ayudar de algo darles demasiada importancia, tenia otras cosas mas relevantes en su vida en lo que pensar y concentrar su atención. Solo que no ayudo mucho ver como la enfermera se callaba y parecía muy concentrada en el posible causante d
Entre las miradas indiscretas, y los sin esfuerzos intentos de hablar susurrando de los demás pasajeros que obviamente se les hacia mas interesante señalar su muy desaliñado estilo de vestir, bata de hospital y ropa semi formal de funeral, el viaje en autobús había sido justamente lo que esperaba que seria. Ya podía sentirse de nuevo agotada, las horas de sueño que había obtenido en la noche que paso en el hospital parecía que no habían sido suficiente para el momento que se bajó del transporte público, y, aun así, aun debía ir por al menos veinte minutos a pie para llegar a su edificio.Por lo menos no está lloviendo, pensó ella en uno de sus recurrentes intentos de ver el vaso medio lleno y no medio vacío. Pero no era tan fácil pensar cuando el calor del sol abrasador en el cielo despejado solo le recordaba lo incomoda que se sentía al tener más de un día sin tomar una ducha, y lo mucho que anhelaba llegar a su hogar y meterse en la regadera, «¿No se suponía que estábamos en primave
Jess era una mujer centrada, ya estaba cruzando la mediana edad, y tras muchas vueltas en la vida, aprendió que lo mejor que se podía hacer para poder sobrellevar los sucesos que acontezcan, era saber respetar los tiempos. Cuando estuvo en la escuela apunto de repetir el ano y no graduarse, supo que era tiempo de estudiar, cuando se estero que iba ser madre, supo que era tiempo de trabajar, y cuando su esposo se fue y termino sola con dos hijos pequeños, supo que no debía lamentarse, era momento de centrarse mas que nada en sus hijos.Cuando ella conoció Sam puedo saber con solo echarle un vistazo, que la joven iba a toda velocidad, solo era una muchacha de diecinueve años y ya estaba casada, ni ella ni su esposo parecían estar del todo preparados para la vida en matrimonio, hasta donde ella sabia la joven pareja se había casado después de un corto noviazgo y no tenían ahorros. Y en todos esos años que llevaba conociendo a la rubia, esta parecía que nunca se tomaba un respiro.Le sabi
Dentro de un baño para mujeres de un conocido y prestigioso hotel, una muy joven mujer se hallaba inclinada contra la puerta de unos de los cubículos de aquel baño, escuchado el muy distinguible sonido de una nariz tapada por la mucosidad, misma nariz que le pertenecía a la otra mujer que estaba al otro lado de la puerta cerrada entre ambas. —Señorita ¿está todo bien?— pregunto una de las meseras que habían sido contratadas para esa noche, a la vez que daba un par de golpes suaves a la puerta. —Si, todo está bien. Mejor no podría estar. Ya eso sería algo imposible ¿no lo crees? Así que no entiendo para que lo preguntas— respondió la Sam Smith. La mujer que estos momentos se encontraba encerrada en uno de los cubículos dentro del baño de mujeres del lugar. —Es cierto. Puede que mi pregunta suene un poco fuera de lugar, tomando en cuenta que hoy es el día de su boda. El día más feliz en la vida de toda mujer, o al menos eso me han comentado. Yo no sabría decir si eso es verdad, tan s