El funeral fue pequeño, solo asistieron los compañeros bomberos de Jake, y algunas personas del trabajo de Sam.
Todos se acercaron a ella y el dieron sus condolencias en este triste día.—Yo no tuve la oportunidad de conocer muy bien a Jake. Pero sus últimas acciones fueron me demostraron que era un gran sujeto— le dijo un hombre en traje a Samantha, el cual era uno de los bomberos de la unidad de su esposo.—Todos extrañaremos a Jake.—Mis condolencias. Su esposo fue todo un héroe. Debe de estar orgullosa de él.Fueron algunas de las muchas palabras que le dedicaron a la rubia conforme iban llegando las personas al funeral.Junto a Sam estaban sentados Kevin, Jessie, Andrea, y Antonio. Habían unos que otros compañeros del hotel y la cafetería, quienes intentaban animarla con palabras de apoyo, pero ella solo les respondía asintiendo la cabeza para darles a entender que ella los estaba escuchando.Fue muy extraño ver cómo el ataúd bajaba lentamente dentro del foso en el suelo, especialmente sabiendo que dentro de este no había nada, pues según le habían explicado a Sam, el fuego había consumido los restos de Jake, no dejando nada de su persona. Por lo que no había nada que enterrar.La única razón por la que enterraban un ataúd vacío, era más que nada por la insistencia de la unidad en dónde Jake trabajo, quienes asistieron en ayudarla en pagar todo el funeral, pues a ellos les pareció importante despedir a uno de los suyo como se debía, y esto Samantha se los agradeció.La mayoría de los que asistieron al funeral ya se habían marchado, solo quedaban ella, y sus amigos más cercanos. El señor Antonio se retirado, quedando solo Jessie, Kevin y Andrea.—Tu dinos cuándo te sientas lista para irte. Nosotros nos quedaremos aquí contigo todo el tiempo que sea necesario— le dijo Jessie, la cual estaba sentada junto a ella dentro de la funeraria.—Okey— Sam expreso sin mirarla.—Toma, me imaginé que querrías algo de tomar— comento Kevin llegando con un vaso de agua, y tomando asiento en el otro asiento que estaba junto a la rubia.—Gracias— dijo ella antes de beber un poco de agua.—Me gustaría poder quedarme por más tiempo. Pero me tengo que ir.—Andrea ¿Cómo te vas a ir ahora?— Kevin la miro indignado.—Lo siento, pero debo estar en el hotel en menos de media hora— Andrea, quien había estado sentada en las sillas que estaban al otro lado del pasillo se puso de pie.—Pero.—Esta bien Kevin, deja que Andrea se vaya— interrumpió Sam al varón— Andrea, te agradezco por venir hoy. Y Kevin, deberías irte también. Deberías aprovechar he irte con Andrea.Kevin no estaba convencido en marcharse. Para él era más importante en estar con su amiga en estos momentos difíciles, en lugar de pensar en irse a trabajar.—Por favor. Me sentiría peor si faltas al trabajo por mi— agrego Sam.—De acuerdo. Pero te estaré llamado— exclamó Kevin antes de levantarse de su asiento he irse junto a Andrea.Después de que se fueron Sam quedó sola con Jessie, la cual noto veía disimuladamente cada par de minutos el reloj que estaba colgado en la pared. No era difícil concluir que la mujer de mediana edad, a pesar de querer hacerle compañía, está estaba ansiosa por la hora. Jessie era madre soltera, por lo que, de seguro el motivo de su inquietud se debía a sus hijos, los cuales debió de dejar al cuidado de alguien más mientras venía al funeral.—Tu también debería de irte ya— Sam tomo la mano de Jessie para captar su atención.—¿Cómo podría hacer eso? No. Yo me quedaré aquí el tiempo que se necesario— hablo con firmeza la morena, pese a que sus ojos inconscientemente volvieron a ver la hora del reloj, demostrando que no está del todo tranquila de quedarse ahí.—Lose. Y eso te lo agradezco inmensamente. Pero por eso te lo digo que te vayas. Ya creo que estoy lista para irme. Así que, deberías adelantarte, yo iré al baño y luego me iré también. Me gustaría ir a casa, y estar un rato sola— comento Sam dedicándole un ligera sonrisa, la cual contrastaba a su mirada apagada.Jessie vio el rostro de su amiga, y luego una vez más vio la hora. Y pese a no sentirse del todo segura en dejar a Sam, ella al final termino cediendo.—Esta bien. Pero por favor, prométeme que me llamaras. No importa si no te parece que sea algo importante, igual llámame.—Si. Te lo prometo.Sam observó cómo Jessie se iba, antes de también ponerse de pie he ir en dirección al baño. Realmente no sentía la necesidad de ir, pero fue lo único que se le ocurrió decirle a la morena para que no notara que ella aún no tenía ninguna intención de irse.Y es que a Sam le constaba mucho si quiera pensar en la idea de regresar a su departamento, sabiendo que a partir de ahora solo estaría ella viviendo ahí.Pensar en el hecho de que ahora esta sola le daban ganas de vomitar por alguna razón.Se sentó de uno en las sillas que estaban dentro de la funeraria, y se quedó ahí un largo tiempo. Originalmente quiso quedarse ahí hasta poder tener el valor necesario para salir he ir a su departamento, pero termino quedándose más de lo que planeaba, pues sentía muchas náuseas, y presentía que si se levantaba definitivamente regresaría lo que tenía en el estómago, lo cual era únicamente un vaso de agua y la mitad de una dona, ese día casi no había comido nada.Después de casi tres horas, Sam logro ponerse en pie, las náuseas casi habían desaparecido. Salió de la funeraria y comenzó a caminar sin mirar hacía adelante, por alguna razón sus zapatos parecían ser algo más interesante de observar mientras caminaba.Estaba tan distraída de su alrededor que no se dio cuenta del auto que paso cerca suyo, ni que este se estacionó unos metros más adelante, ni mucho menos de la persona que bajo del ese vehículo.Solo cuando chocó contra el pecho de aquí hombre, fue que Sam se dio cuenta de su presencia. Por lo que ella levanto la mirada con la intención de pedirle disculpa al desconocido, dándose cuenta de que este en realidad no era ningún desconocido.—Oliver.Oliver acerco su auto a la entrada principal del hotel al igual que muchas otras ocasiones él tenía un asunto de suma importancia que atender en este edificio, se podría decir que después de tanto tiempo está ya era su rutina.Y al igual de todas las veces anteriores en las que iba a este hotel, tenía sentimientos encontrados. A Oliver no le entusiasmaba tener que venir tan seguido, ya que esto siempre le hacía sentir una extraña sensación de vacío, que se mezclaba a su vez con un sentimiento de nostalgia. Pero por el otro lado, cuándo el dejaba pasar aunque fuera, simplemente una semana sin venir, era algo innegable que terminaría sintiéndose mucho peor de lo que se sentiría sí al venir a este lugar.Una de las pocas cosas que le hacían más digerible el tener que visitar el hotel, era que cada vez que llegaba terminaba encontrándose con Sam, esa bajita mujer de cabello rubio, ojos marrones, y la cual siempre parecía estar animada, con la que él disfrutaba intercambiar aunque fuer
Según lo que le habían dicho los empleados del hotel, o mejor dicho la empleada, ya que el chico que trabajaba como valet parking mantuvo su postura de no querer seguir hablado con él y se fue dejándolo con Andrea, la mujer que trabajaba como recepcionista en el edificio, el motivo por el que había faltado Sam aquel día se debía a la muy reciente perdida de su esposo.Luego de saber aquello, Oliver no se quiso quedar ahí por mucho más tiempo, así que se apresuró a salir en busca de su auto.—Ella ya no debe estar en la funeraria. Nos dijo que quería estar sola, por lo que ya debería de estar en su casa— informo Andrea al ver al pelinegro avanzar con apuro a la salida, adivinando exitosamente que era lo que quería él.Oliver se detuvo. Si eso era lo que Sam quería, entonces debía respetar su deseo. Aunque había una pequeña parte de su mente que le decía que ignorara aquello y que de todas formas fuera a ver a la rubia. Pero el problema ahora, era que él no sabía en dónde vivía Sam
Todo estaba en completa oscuridad, era igual que estar en un abismo apartada de todos. Fue solo cuando Sam comenzó a distinguir un sonido a lo lejos que ella pudo distinguir con el de una máquina, este sonaba similar a un pitido agudo he intermitente, el cual poco a poco se escuchaba con más nitidez, a la vez que la oscuridad se hacía cada vez menos densa.Otros sonido iniciaron a hacerse presente, ayudando a Sam a darse cuenta de que no estaba sola. En esos momentos fue que ella cayó en cuenta que tenía los ojos cerrados, por lo que con pesadez empezó a abrirlos, sintió en sus ojos marrones la molesta luz del techo. Tuvo que pestañas un par de veces para acostumbrarse a la luz, y poder deshacerse de la vista nublosa. —¿En dónde estoy?— pregunto Samantha para si misma al no reconocer el techo, ni la cama en dónde se hallaba.Al girar la cabeza se encontró con que su cama estaba rodeaba de varias cortinas de color azul pálido, pero lo que más le llamo la atención fue notado q
Samantha había caído desplomada frente a Oliver apenas se encontraron, y gracias a la rápida reacción de parte él, ella no había terminado en el suelo.La sostuvo con fuerza y con la mayor delicadeza que se le fue posible la metió en el asiento trasero de su auto, dejándola recostada ahí. Saco su teléfono celular dispuesto a llamar por ayuda, pero termino tirando su teléfono al asiento del copiloto. Sería mucho más rápido si él la llevaba en su auto a un hospital cercano. Condujo con prisa, mientras a su vez veía de reojo a la pasajera rubia que se hallaba inconsciente detrás de él. Por lo menos le consolaba ver que el pecho de Sam subía y bajaba con lentitud, es decir, estaba respirando, pero que estuviera desmayara no era algo para estar tranquilo de todas formas.Llego a la sala de emergencias del hospital, cuando con su auto el vigilante de la entrada le había dicho que esperara a que le buscarán una camilla, pero el no se sintió con la suficiente paciencia para hacer eso, p
Dentro de un baño para mujeres de un conocido y prestigioso hotel, una muy joven mujer se hallaba inclinada contra la puerta de unos de los cubículos de aquel baño, escuchado el muy distinguible sonido de una nariz tapada por la mucosidad, misma nariz que le pertenecía a la otra mujer que estaba al otro lado de la puerta cerrada entre ambas.—Señorita ¿está todo bien?— pregunto una de las meseras que habían sido contratadas para esa noche, a la vez que daba un par de golpes suaves a la puerta. —Si, todo está bien. Mejor no podría estar. Ya eso sería algo imposible ¿no lo crees? Así que no entiendo para que lo preguntas— respondió la Sam Smith. La mujer que estos momentos se encontraba encerrada en uno de los cubículos dentro del baño de mujeres del lugar.—Es cierto. Puede que mi pregunta suene un poco fuera de lugar, tomando en cuenta que hoy es el día de su boda. El día más feliz en la vida de toda mujer, o al menos eso me han comentado. Yo no sabría decir si eso es verdad, tan sol
Tan solo un mes atrás…La primavera recién había comenzado, todo empezaba a florecer. El clima era fresco y despejado, perfecto para salir y hacer un picnic en le parque.—Como quisiera poder tomarme el día— se quejo la mujer de cabellos rubios marcando su entrada al trabajo esa mañana en el pequeño café con vista directa al parque. —Ni que lo digas Sam. Después de dejar los niños en la escuela, lo primero que cruzo por mi mente era tomar el autobús de regreso a casa y volver a mi amada cama. Pero luego recordé que si no trabajo, no me pagan, y si no me pagan, no tendré dinero para comprar algunas cositas importantes, cómo comida— comento Jessica, la mujer de mediana edad que trabajaba detrás de la caja registradora, a la vez que ubicaba en su puesto de trabajo. —Lo sé. Lo sé. No solo son las cosas básicas. Por mi parte ya voy retrasada dos meses con mi renta. Ahora mismo no puedo darme el lujo de tomarme un día libre. —¿Quería aún sigues con eso? ¿Acaso con los trabajos que t
—No te vez muy bien hoy ¿te sientes mal? — le había preguntado Kevin, el chico de su misma edad con el que en ocasión Sam tenía la oportunidad de trabajar.—Solo es un pequeño dolor de cabeza. No es nada de que preocuparse— ella contesto de pie junto a él.Ese día estaban trabajando aparcando lo autos de las personas que venían al hotel. Dentro de uno de unos de los lujosos salones de ese edificio se estaba llevando acabo un evento, una fiestas de muchas que se solían hacer los fines de semana como este. Por lo tanto la carga de trabajo era mayor, no solo para el personal que trabaja dentro del hotel, sino que de igual manera los valet parking estaban mucho más ocupados de lo habitual.A quienes pensarían que aquel empleo que consistía en conducir un auto ajeno y ubicarlo con cuidado entre los demás del estacionamiento no era nada complicado. Pero lo cierto es que al igual que cualquier otro empleo, este también tiene sus problemáticas.Después de un poco más de dos años trabajan
Oliver, un hombre que estaba apenas entrado a sus treinta años de edad, de cabello color azabache y ojos azules. Era alguien con quién Sam nunca se había esperado hacer amistad. Se habían conocido hace un poco más de un año, por alguna razón el frecuentaba el hotel en donde Sam trabaja, por lo menos unas dos, o hasta tres veces por semana. Aunque los momentos en dónde ambos coincidían eran fugases, esto no evito que de alguna manera ambos terminaran intercambiando algunos saludos. Hasta un día en el que se vieron por primera vez fuera de las horas de horas laborales de la mujer. Aquella mañana el esposo de Sam había salido temprano y se había llevado el auto que los dos compartían, por lo que Sam tuvo que tomar el autobús, pero lamentablemente ese mismo el viaje en el transporte público se vio afectado cuando una de las ruedas del vehículo estalló. Todos los pasajeros se vieron forzados a bajar del autobús en busca de algún otro transporte, con la excepción de quienes prefiri