— ¡Hey! ¡Ryle! — Bramó Joel, agitando su mano por la altura y dándole una seña a Darrel para que fueran en busca de su floreado amigo. El omega de inmediato se emocionó, corriendo hacia su encuentro como si se tratase de un pequeño niño, y cuando estuvo con ellos no dudó saludarlos a ambos con un amigable abrazo— . ¿Cómo te va, amigo?
— Muy bien — respondió encantador y cogiendo las correas de su mochila, sonriendo enormemente. Darrel le devolvió el gesto, por completo enternecido— . ¿Y ustedes? Quise hablarles el fin de semana, pero tenía mucha tarea. — Oh, no te preocupes, — dejó saber el Beta, moviendo su mano con despreocupación y pasando su brazo por sobre los hombros del omega, para pronto comenzar a caminar detrás de los pasos del otro adelantado— . Nosotros estuvimos bien. — Eso me alegra mucho, Darrel — dijo, sonriente y mordiendo el interior de su mejilla. El ojiavellana le echó un vistazo por encima de su hombro y le sonrió, esperándolo hasta que se pusiese a su lado. — ¿Irás hoy con nosotros, cariño? — Cuestionó éste, mirando con gesto interrogativo al omega. El aludido lo observó con confusión, frunciendo el ceño de manera cómica para los dos espectadores— . Es el cumpleaños de Toby y sí, sabemos que apenas es lunes pero, ¿quién nos impide celebrarlo en grande? — Oh, Toby — murmuró Ryle , sonriendo de nueva cuenta y encogiéndose de hombros cuando se aproximaron a un muro, donde los tres se sentaron a la par— . No lo sé..., saben que no me gustan mucho ese tipo de lugares. Fiestas alocadas y..., en realidad jamás he asistido a una. No me gustaría lucir por completo desubicado. — Estarás con nosotros, florecitas — lo empujó Darrel, una voz graciosa y haciendo reír al omega. Ryle lo pensó, mordiendo su labio con nerviosismo. Toby era amigo de los chicos, y era por completo agradable. Desde luego, Ryle no pasaba mucho tiempo con él, pero sabía que era un buen chico; de igual manera, no estaba completamente seguro de pertenecer a su completo grupo de amigos, ya que algunos de éstos eran por completo burlones y en algunas ocasiones, se habían reído de las personas en su cara. Ryle no quería que eso le ocurriese a él, y prefería evitar aquel tipo de cuestiones. Igualmente, él sabía que aquella banda de chicos era por completo arriesgada y libertina, al igual que Joel y Darrel lo eran, pero de una manera más profesional. Él no estaba acostumbrado a aquel tipo de personas, y tampoco sabría cómo actuar para encajar en un grupo de ellos. — No creo que sea buena idea, chicos — dejó salir, juntando sus manos y mirando hacia ellas, evitando sentirse realmente tonto. De alguna manera, él agradecía el que sus amigos fuesen comprensivos, pero sabía que aquella vez no los convencería tan fácilmente. De modo que decidió alargar su argumento— . No me siento cómodo con los amigos de Toby, y prefiero mantenerme aislado de ellos, pero si quieren, y si Toby no tiene nada que hacer..., podría invitarle un helado cuando salgamos de clase. Traje un poco de dinero, creo que puedo hacerle un regalo. Definitivamente, ni Darrel ni Joel podían negarse ante tal magnitud de ternura. Porque desde que conocieron a Ryle , se les había hecho prácticamente imposible. En menos de veinte segundos, ambos chicos mayores estuvieron asintiendo ante la propuesta del menor, y regalándoles sonrisas enternecidas, se dispusieron a enviarle un texto a Toby, pidiéndole que llegara pronto a ése lugar para que así, el omega pudiera felicitarlo e invitarle un helado para cuando salieran en la tarde. Y cuando Ryle pudo tener a Toby envuelto en un abrazo de feliz cumpleaños, se sintió increíblemente mejor. Leonidas pasó la mañana entera caminando en círculos, poco dispuesto a atender aquel día a sus clientes y sentado en una mesa, ingeniándose un buen plan para hablar con el omega cuando fuese la hora indicada. Las ansias comenzaban a carcomerlo, y se sentía patéticamente emocionado por el hecho. Por fin, y después de dos meses, él se atrevería a postrarse en su frente. Esperaba que aquello saliera bien. Cuando Jacob arribó en la cafetería, Leonidas no dudó en correr hacia él y jalarlo a su lado, invadiéndolo con prontas palabras llenas de alegría que hicieron reír al Enigma. Definitivamente, aquello era lo que faltaba en la vida del Alfa, y Jacob estaba completamente seguro de ello; de modo que apoyaría a su mejor amigo en todas las cuestiones que le fueran necesarias. Leonidas solía ser torpe cuando estaba nervioso, y esperaba realmente que no lo fuera demasiado con aquel chiquillo.Cuando se fue acercando la hora pico, Leonidas comenzó a percibir corrientes eléctricas jugando por todo su cuerpo; correteando y haciéndole cosquillas. Sentado en una silla de la barra junto a su Enigma amigo, distraído en un infantil juego de su teléfono, Leonidas observaba del gran reloj al vitral, y viceversa. Esperando no perderse de la caminata que acompañaba al omega diariamente, ni tampoco, de la hora que era en ese preciso momento.El sonido del teléfono de Leonidas lo distrajo de su osadía, y admirando el nombre del contacto en la pantalla alumbrada, él miró rápidamente a Jacob antes de llevarse el móvil al oído. Realmente esperaba que no ocurriera nada inoportuno, pero en ocasiones, él no solía tener tanta suerte.— ¿Lisa? — Intentó sonar calmado, y golpeando la pierna de Jacob, éste hizo una mueca sorprendido— . ¡Que dicha recibir tu llamada! ¿Cómo has estado?— Muy bien, Leonidas . Gracias — respondió, encantadora— . Me preguntaba si este día podríamos vernos. Me gustaría
El Alfa achicó los ojos en una mueca disgustada; por supuesto que no deseaba perder la oportunidad de hablar con Lisa, pero tampoco quería perderla con el niño de las flores en el cabello. De igual manera, él tuvo que tomar una rápida decisión, y caminando desganado hacia la puerta de la cafetería, le echó un último vistazo agradecido a su amigo.— Quiero que me llames si llegas a saber algo, por favor — pidió, prensando sus labios para luchar contra la presión en su pecho. Prontamente sintiéndolo dolorido y falto de aire. Tras ver al Enigma asentir, él salió de la tienda.Los rayos de luz cálida que aún bañaban la ciudad entera, lo recibieron con gozo cuando al aire chocó contra su rostro. Amaba el clima de Carolina del Norte , y por supuesto, aquel aroma playero que invadía por completo a la ciudad. Pero sin duda alguna, más amaría poder hablar con el rubiecito.Le resultaba incomprensible toda aquella situación, haciéndole doler la cabeza y tragar el nudo que se había instalado cr
— Sí..., me gusta mucho el aroma del café — aceptó, su voz demasiado baja, pero no lo suficiente como para pasar a ser inaudible. Percibía el rebote incesante de su órgano interno, y se preguntó por un segundo, si su corazón realmente sería capaz de saltar fuera de su cuerpo; porque de así hacerlo, procuraría calmarse un poco. Tampoco era como si él pudiese controlar sus propias emociones en aquel momento.¡Y es que no lo podía creer!Cuando siguió al cuerpo más alto y éste le permitió la entrada al local, Ryle mordió el interior de su mejilla. Sabía que aquel lugar no era por completo de su agrado, pero el estar con el Alfa le hacía sentirse seguro. De igual manera, él supo que quizá, tan sólo estaba exagerando, y la verdad nadie lo vigilaba. Realmente esperaba que así fuese.Dentro de la cafetería, Jacob echó un vistazo a su amigo en la entrada, caminando junto al omega hacia su mesa común, y abriendo sus ojos con extrema sorpresa, pudo sentirse incomparablemente orgulloso de su mej
— Cumplí dieciocho — admitió, emocionado— . Soy grande, pero a veces pienso como un niño y..., Dios, eso me hace creer que soy muy tonto.— No, por supuesto que no eres tonto — dejó saber el Alfa de inmediato, cogiendo la mano del omega en un arrebato de valentía, y admirando las mejillas completamente rojas de éste— . Yo tengo veintiocho y a veces actúo como un niño, eso no me hace uno, ¿o sí?— No lo creo — se rio Ryle , encogiendo sus hombros y mirando hacia otro lado. En la caja, admiró como un chico los veía con atención, y sonriéndole deliberadamente, alzó su mano y lo saludó— . Él nos está observando, ¿querrá venir y sentarse con nosotros?Leonidas de inmediato volteó hacia donde el omega observaba, y cuando admiró la enorme sonrisa de su mejor amigo, negó con la cabeza antes de reír suavemente y llamar la atención del omega— . Él quisiera venir, pero no lo hará. Tampoco es muy divertido, no te dejes llevar por sus ojos de gatito — murmuró, como si se tratase de un secreto, y R
Tocando la piel llameante que habían rozado los labios del omega, Leonidas sonrió estúpidamente, y admirando como su madre lo adentraba a su casa antes de echarle un vistazo dudoso a él, se sintió por completo realizado. Después de todo, había logrado hablar con Ryle , y aunque fue por pura coincidencia, agradecía al mundo haber estado a su favor por primera vez en su vida.Por su parte, y cuando entró en la casa, Ryle soltó una encantadora risa, recostándose de la pared y cerrando los ojos cuando logró tropezarse con sus propios pies. Angela mirándolo con una ceja alzada, y su padre en el salón, perdiendo la atención en el programa que miraba en la televisión. Los dos mayores no pasaron desapercibido el suspiro enamorado que surgió de los labios del omega, ni tampoco, las poderosas y sonrojadas mejillas que éste poseía, y aclarando su garganta, la omega decidió que era hora de hablar.— ¿En dónde estabas, Ryle? — Cuestionó, intentando sonar dura, pero realmente no podía lograrlo. Cua
Perdiendo su mirada en cualquier parte del salón, Leonidas volvió a suspirar. Una nueva blanca y enamoradiza sonrisa haciéndole extender las mejillas, y es que su corazón no dejaba de saltar patéticamente feliz en su interior. Sabía que, definitivamente, aquel día estaba en la lista de los mejores..., posiblemente, ocupando el puesto número uno.Decidiendo que debería ir a preparar su cena para luego irse a dormir, pensó lo que pasaría de ahora en adelante. Ahora él y Ryle se conocían más que de un simple vistazo, y ahora, ellos podrían estar imposiblemente cerca. ¿Qué sucedería al día siguiente con ellos? ¿El omega entraría en la cafetería para saludar a Leonidas ?Nuevas preguntas comenzaron a formularse en la cabeza del Alfa, y supo de inmediato que aunque hubiera colgado la llamada de Jacob, debería volver a contactar con él; de otra manera, Leonidas no podría establecer un buen plan para ejecutarlo en unas cuantas horas.Y es que movería cielo y tierra para ganarse el completo am
Al momento en que varias risas, acompañadas de jadeos sorprendidos se escucharon, Ryle se permitió sonrojarse fugazmente, alzándose en su altura y acomodando el adorno de flores sobre su rubia cabellera; por completo avergonzado.— ¿A dónde ibas tan apurado, florecitas? — Cuestionó un curioso Darrel, segundos después de ver como el omega se recomponía de lo que, posiblemente, iba a ser un doloroso impacto contra el piso.— Deberías tener más cuidado, Ryleie. Podrías haberte partido los dientes — y con aquel comentario gracioso, Joel se permitió reírse, al igual que el resto de personas que los rodeaban. A diferencia de ellos, el omega reía sin ningún rastro de maldad— . No serías igual de lindo sin ellos.— Lo siento — se disculpó el omega, mordiendo su labio y jugando con el dobladillo de la camisa. Desde luego, le gustaba que las personas lo notasen, pero prefería no ser el centro de atención por aquellas cuestiones— . Yo..., yo debo irme.— ¿Tienes algo qué hacer? — Volvió a interr
Comenzando una lenta caminata entre la cafetería, Jacob hinchaba el pecho de emoción. Por supuesto, él esperaba ver la reacción de su mejor amigo cuando su precioso amor estuviera pisando su oficina; tan bonito como aquel día iba. Por otra parte, el omega tomaba inspiraciones profundas, intentando calmar el acelerado latido de su corazón, como también, el tembleque que recorría por toda su anatomía.Se sentía ridículo, pero de igual manera, no podía evitar estar tan nervioso como, posiblemente, lo estuvo el día anterior cuando su mirada se cruzó con aquella tan preciosa, por segunda vez.Cuando ambos estuvieron frente a la puerta que adentraba a la oficina de Leonidas, el omega mordió su labio. Sus manos frías y rígidas, y su rostro caliente y rojo. Una combinación que rápidamente causó un terrible escalofrío a lo largo de su columna, y por supuesto, sacó una risa del ojiavellana cuando posó sus orbes en el más bajo.»— Tranquilo — animó el mayor, un suave toque al hombro del omega qu