— Sí..., me gusta mucho el aroma del café — aceptó, su voz demasiado baja, pero no lo suficiente como para pasar a ser inaudible. Percibía el rebote incesante de su órgano interno, y se preguntó por un segundo, si su corazón realmente sería capaz de saltar fuera de su cuerpo; porque de así hacerlo, procuraría calmarse un poco. Tampoco era como si él pudiese controlar sus propias emociones en aquel momento.
¡Y es que no lo podía creer! Cuando siguió al cuerpo más alto y éste le permitió la entrada al local, Ryle mordió el interior de su mejilla. Sabía que aquel lugar no era por completo de su agrado, pero el estar con el Alfa le hacía sentirse seguro. De igual manera, él supo que quizá, tan sólo estaba exagerando, y la verdad nadie lo vigilaba. Realmente esperaba que así fuese. Dentro de la cafetería, Jacob echó un vistazo a su amigo en la entrada, caminando junto al omega hacia su mesa común, y abriendo sus ojos con extrema sorpresa, pudo sentirse incomparablemente orgulloso de su mejor amigo. Sabía lo mucho que Leonidas habría estado esperando un momento como aquel, y cuando se permitió observar la extrema felicidad que irradiaba el rostro del Alfa, lo confirmó. No quedando demasiado atrás las mejillas rojas del niño, y su peculiar ternura siendo caracterizada por la delicada corona de flores. En su lugar, cuando Leonidas arrimó la silla del omega y tomó asiento a su frente, repitió en su cabeza que no podría pasar el día entero tan sólo mirándolo, aunque aquello no fuese en absoluto una mala idea. Debería aprovechar el tiempo al máximo, y definitivamente lo haría; aunque estuviese tan nervioso como una novia antes de su boda. Y definitivamente, aquella comparación lo hizo reír, aligerando su pronta tensión y admirando como el omega reía bajo, intentando imitar su carcajada y sintiéndose confundido; aunque de una manera perfectamente aceptable. — ¿De qué te ríes? — Preguntó, divertido. Y cuando Leonidas lo observó avergonzado, fue su momento de soltar una adorable carcajada— . Me gusta reír. — Sí..., a mí también me gusta hacerlo — soltó, mordiendo su labio cuando sintió el calor abrasar su pecho. La pregunta que se había hecho hacía unos días, fue respondida en aquel momento. Por supuesto, él sí pudo hacerlo reír, también— . ¿Cómo te llamas, eh? Supongo que tu nombre debe ser igual de lindo que tú. Sin darse cuenta de las deliberadas palabras que salieron de su boca, admiró como el omega detuvo su carcajada, sonriendo tímidamente y comenzando a jugar con sus propias manos. Cuando Leonidas reparó en lo que realmente había dicho, abrió su boca para decir algo al respecto, pero nada salió, y Ryle tampoco lo dejó organizarse. — Mi nombre es Ryle ... ¿Y tú cómo te llamas? — Preguntó, llevando el dedo gordo a su boca y mordisqueando la uña nerviosamente. Leonidas sonrió enternecido, y exhalando el aire retenido hacía unos contados segundos, él sintió sus mejillas adormecidas al no poder dejar de estirarlas desde minutos atrás— . Y— yo supongo que..., tu nombre debe ser..., Dios. — No, no debes decir nada — aclaró de inmediato, sintiendo el furioso y pronto latido que arremetió contra su pecho; riendo suevamente, volvió a notar el nuevo sonrojo que se apoderó del omega, y notando perfectamente su precioso rostro aniñado, negó con adoración— . Me llamo Leonidas , y es un placer conocerte, Ryle . Después de tanto tiempo... — Ha sido bastante tiempo, la verdad — soltó de inmediato, un suspiro afligido abandonando su labios— . Creí que no volvería a verte, pero aún mantenía mis esperanzas. Con aquella confesión, Leonidas se miró abriendo los ojos con sorpresa. ¿Aquello qué quería decir, exactamente? ¿Qué Ryle esperaba verlo de igual manera, como él mismo esperaba hablarle? Sin podérselo creer, Leonidas alzó la mano y llamó a uno de sus empleados, el cual pronto los estuvo atendiendo y llevando sus órdenes. Durante unos minutos, ambas miradas perdidas en la contraria, y el omega desviando la suya por escasos segundos, al verse irremediablemente nervioso de sostenerle la mirada a Leonidas demasiado tiempo. Y es que no podía evitar pensar en lo fantásticamente hermoso que era. — Bien y... ¿qué haces, Ryle ? ¿Estudias? — Interrogó, rompiendo el pronto y no incómodo silencio que se había formado tras la marcha del empleado. El omega doblando y desdoblando una servilleta, y sus pestañas rizando cada vez que se movían en dirección a Leonidas , quien parecía estar perdiendo la noción del tiempo. — Sí — afirmó, asintiendo a su vez con la cabeza— . Recién comencé mi primer año en la universidad..., estudio psicología y la verdad me gusta mucho, se me hace interesante — soltó, sintiéndose extrañamente feliz cuando admiró al Alfa completamente atento a sus palabras— . Tengo dos amigos, ellos son muy lindos conmigo y me cuidan desde que entré allí; son agradables. Deberías conocerlos. — Me encantaría — dijo, completamente encantado ante la espontaneidad del chico. Éste sonrió, acomodando la corona de flores sobre su cabello y mordiendo su labio de manera cómica. Cuando los pedidos estuvieron a su frente, Leonidas dio una palmada amigable a su empleado— . Gracias, Mark. — Muchas gracias, señor — soltó Ryle , cogiendo de inmediato el café helado y dándole un sorbo a la pajilla. Leonidas mirándolo sin poder evitarlo, y es que no se creía el que, realmente y después de dos largos y arduos meses intentando lo que parecía imposible, él tenía al niño justo a su frente— . Oh, esto está delicioso, Leonidas . Gracias. — No es nada, pequeño. Siempre trato que mi café sea el mejor — alardeó en broma, riendo antes de darle un trago a su propio vaso, pero cuando las grandes perlas color miel se posaron sobre él, se vio obligado a reposar el objeto sobre la mesa. — ¿Oh..., este es tu café? Es decir... ¿todo este es tu café? ¡Siento mucho tomarlo, no sabía! — Dijo avergonzado, dejando su vaso en la mesa y arrimándolo hacia Leonidas , quien no evitó reír enternecido, y demasiado sorprendido de que la inocencia del joven fuese más allá de lo que realmente, él imaginó. — No, no — negó, devolviendo el envase frente al omega— . No quise decir eso, me refería a que ésta es mi cafetería, Ryle . Ese café es tuyo, así que no sientas tomártelo. Te lo estoy invitando. — ¿Es tuya esta cafetería? ¡Oh, Dios, que fantástico! — Exclamó, dejando notar su pronta emoción, como si lo de hacía segundos no fuese ocurrido jamás. De inmediato, Leonidas se vio increíblemente atraído hacia aquel chico, y es que era lo que siempre buscó— . Quisiera tener algo..., me gustaría ser dueño de mi propia tienda de coronas. ¡Coronitas de flores! — ¿Te gustan mucho las flores, eh? — Cuestionó, sonriendo abiertamente ante la mueca fascinada que adornaba la cara de Ryle , haciéndolo lucir completamente radiante. — ¡Las adoro! ¡Son preciosas! Mi mami tiene un jardín muy grande y hermoso, pero nunca me deja coger sus flores — murmuró, haciendo un pequeño puchero que Leonidas no pudo pasar desapercibido. De inmediato relamió sus labios, cogiendo el vaso y dándole un nuevo sorbo a su café, intentando drenar por completo sus sentimientos hacia el precioso niño. Pero desde luego, él no podía— . Yo igual las tomo, no puedo resistirme. — Oye, que malo eres — bromeó, sacándole una pronta risa al omega, quien encogiéndose de hombros, bebió de su delicioso café. Su mirada conectada con la contraria, y los labios de Leonidas curvados en una sonrisa jocosa— . ¿Cuántos años tienes, Ryle?— Cumplí dieciocho — admitió, emocionado— . Soy grande, pero a veces pienso como un niño y..., Dios, eso me hace creer que soy muy tonto.— No, por supuesto que no eres tonto — dejó saber el Alfa de inmediato, cogiendo la mano del omega en un arrebato de valentía, y admirando las mejillas completamente rojas de éste— . Yo tengo veintiocho y a veces actúo como un niño, eso no me hace uno, ¿o sí?— No lo creo — se rio Ryle , encogiendo sus hombros y mirando hacia otro lado. En la caja, admiró como un chico los veía con atención, y sonriéndole deliberadamente, alzó su mano y lo saludó— . Él nos está observando, ¿querrá venir y sentarse con nosotros?Leonidas de inmediato volteó hacia donde el omega observaba, y cuando admiró la enorme sonrisa de su mejor amigo, negó con la cabeza antes de reír suavemente y llamar la atención del omega— . Él quisiera venir, pero no lo hará. Tampoco es muy divertido, no te dejes llevar por sus ojos de gatito — murmuró, como si se tratase de un secreto, y R
Tocando la piel llameante que habían rozado los labios del omega, Leonidas sonrió estúpidamente, y admirando como su madre lo adentraba a su casa antes de echarle un vistazo dudoso a él, se sintió por completo realizado. Después de todo, había logrado hablar con Ryle , y aunque fue por pura coincidencia, agradecía al mundo haber estado a su favor por primera vez en su vida.Por su parte, y cuando entró en la casa, Ryle soltó una encantadora risa, recostándose de la pared y cerrando los ojos cuando logró tropezarse con sus propios pies. Angela mirándolo con una ceja alzada, y su padre en el salón, perdiendo la atención en el programa que miraba en la televisión. Los dos mayores no pasaron desapercibido el suspiro enamorado que surgió de los labios del omega, ni tampoco, las poderosas y sonrojadas mejillas que éste poseía, y aclarando su garganta, la omega decidió que era hora de hablar.— ¿En dónde estabas, Ryle? — Cuestionó, intentando sonar dura, pero realmente no podía lograrlo. Cua
Perdiendo su mirada en cualquier parte del salón, Leonidas volvió a suspirar. Una nueva blanca y enamoradiza sonrisa haciéndole extender las mejillas, y es que su corazón no dejaba de saltar patéticamente feliz en su interior. Sabía que, definitivamente, aquel día estaba en la lista de los mejores..., posiblemente, ocupando el puesto número uno.Decidiendo que debería ir a preparar su cena para luego irse a dormir, pensó lo que pasaría de ahora en adelante. Ahora él y Ryle se conocían más que de un simple vistazo, y ahora, ellos podrían estar imposiblemente cerca. ¿Qué sucedería al día siguiente con ellos? ¿El omega entraría en la cafetería para saludar a Leonidas ?Nuevas preguntas comenzaron a formularse en la cabeza del Alfa, y supo de inmediato que aunque hubiera colgado la llamada de Jacob, debería volver a contactar con él; de otra manera, Leonidas no podría establecer un buen plan para ejecutarlo en unas cuantas horas.Y es que movería cielo y tierra para ganarse el completo am
Al momento en que varias risas, acompañadas de jadeos sorprendidos se escucharon, Ryle se permitió sonrojarse fugazmente, alzándose en su altura y acomodando el adorno de flores sobre su rubia cabellera; por completo avergonzado.— ¿A dónde ibas tan apurado, florecitas? — Cuestionó un curioso Darrel, segundos después de ver como el omega se recomponía de lo que, posiblemente, iba a ser un doloroso impacto contra el piso.— Deberías tener más cuidado, Ryleie. Podrías haberte partido los dientes — y con aquel comentario gracioso, Joel se permitió reírse, al igual que el resto de personas que los rodeaban. A diferencia de ellos, el omega reía sin ningún rastro de maldad— . No serías igual de lindo sin ellos.— Lo siento — se disculpó el omega, mordiendo su labio y jugando con el dobladillo de la camisa. Desde luego, le gustaba que las personas lo notasen, pero prefería no ser el centro de atención por aquellas cuestiones— . Yo..., yo debo irme.— ¿Tienes algo qué hacer? — Volvió a interr
Comenzando una lenta caminata entre la cafetería, Jacob hinchaba el pecho de emoción. Por supuesto, él esperaba ver la reacción de su mejor amigo cuando su precioso amor estuviera pisando su oficina; tan bonito como aquel día iba. Por otra parte, el omega tomaba inspiraciones profundas, intentando calmar el acelerado latido de su corazón, como también, el tembleque que recorría por toda su anatomía.Se sentía ridículo, pero de igual manera, no podía evitar estar tan nervioso como, posiblemente, lo estuvo el día anterior cuando su mirada se cruzó con aquella tan preciosa, por segunda vez.Cuando ambos estuvieron frente a la puerta que adentraba a la oficina de Leonidas, el omega mordió su labio. Sus manos frías y rígidas, y su rostro caliente y rojo. Una combinación que rápidamente causó un terrible escalofrío a lo largo de su columna, y por supuesto, sacó una risa del ojiavellana cuando posó sus orbes en el más bajo.»— Tranquilo — animó el mayor, un suave toque al hombro del omega qu
La emoción convulsa recorría completamente el cuerpo del menor, haciéndole sentirse más nervioso de lo que antes se encontraba, cuando caminaba junto a Jacob directo al despacho de Leonidas . Y lo cierto es que Ryle nunca pensó que aquel nerviosismo pudiera ser superado.Cuando el Alfa lo guio fuera de la oficina y llevó donde el anterior Enigma se encontraba, las mejillas no variaron de su color carmín, y olfateando las bonitas margaritas que aún reposaban en sus manos, exhaló fuertemente. En aquel justo momento podía sentirse ridiculizado de mil maneras posibles, pero realmente no le importaba mucho aquel hecho.El que Leonidas lo observase de esa manera tan preciosa, lo hacía revolotear como millones de pajarillos felices.— Jacob, necesito que cuides la cafetería por mí — suplicó el Alfa, una sonrisa bobalicona en su rostro cuando el omega le regaló una mirada teñida de sorpresa— . Prometo que te compensaré esto.— Deberás comenzar a rebajar mi cuenta acá — bromeó el más alto, luc
El Alfa guardó las manos dentro de sus bolsillos, una sonrisa tímida en sus labios cuando la mirada marrón de Angela lo miró con fijeza, haciéndole sentir que estaba entrando en terreno peligroso. Muy, pero muy incómodo.Cuando aclaró su garganta y decidió desviar su mirada de la otra, creyó que con aquello podría cesar, pero sabía que no sería tan sencillo. Al momento en que Ryle volvió a su lado, él respiró tranquilo, y sintiendo como la mano del menor lo apretaba confortantemente, se permitió volver a sonreír.— ¿Y a dónde irán? — Interrogó la omega, pareciendo más interesada, y sin variar su mirada del rostro de Leonidas, sigilosa— . Espero que no sea un lugar desconocido, ni muy lejos. Mañana tienes que estudiar, Ryle.— Lo sé, mami, ya no soy un niño — susurró el omega, sintiéndose avergonzado por las cosas que decía su madre— . Y no sé a dónde iremos. Es como una sorpresa, Leonidas y yo tendremos una cita.— ¿C— cita? — De inmediato, sus ojos se abrieron desmesuradamente. Leoni
Tras aquella confesión, Ryle sintió sus mejillas querer explotar. Cosquillas inevitables viajando por todo su cuerpo, y escalofríos soportables haciendo mella en él. El tacto de Leonidas junto al suyo era, posiblemente, la mejor sensación que su cuerpo pudo haber percibido en todos sus años de vida, y sin poder contener sus palabras apresuradas, él revoloteó sus pestañas.— ¿Yo te gusto? — Preguntó, cubriendo su boca con su mano disponible segundos después, cuando notó lo que de ésta había salido. La sonrisa del mayor ensanchándose y sus emociones afirmando lo irremediablemente tierno que era el chico a su lado— . Y- yo n-no...—— Después de mirarte en Texas , deseé poder encontrarte — murmuró, su mirada clavada en la contraria, y las emociones aumentando su valentía. Cuando su mano cogió con más fuerza la del omega, juró poder sentir el pulso de éste, y riendo silenciosamente, relamió sus labios— . Y cuando lo hice, me sentí muy feliz..., aunque no tanto como ayer, cuando por fin pud