2. Todo es una laguna.

P.O.V. ANNIE BECKER

Mi mente es un completo caos. Un laberinto de pensamientos confusos donde sobresale una imagen: la sonrisa serena y la mirada profunda de unos ojos azules que me atraviesan el alma.

Sé que estuve casada… lo sé porque en mi dedo aún llevo una argolla de matrimonio. Con el nombre de Jarek Ferguson. Y si eso no bastara, el registro civil lo confirma…

Además, como si la vida no se cansara de recordármelo, la maldita de mi exsuegra y su hermana siguen siendo un grano en el trasero.

Pero no tengo recuerdos claros. Solo momentos fugaces. No sé si fuimos felices, si nos amamos, si alguna vez me sentí segura entre sus brazos.

Solo me llegan destellos: él jugando con mis amados perros, acariciándolos con ternura, hablándoles como si fueran parte de su alma.

Yo, observándolo desde la distancia, sintiendo que quizá… solo quizá, alguien como él no podría hacerme daño.

En mi mente está la imagen de esa maldita mujer, ella es una bruja completa, golpeando sin piedad a mis cachorros si no se movían al ritmo que ella deseaba.

Él los acariciaba como si entendiera su alma; ella los trataba como si fueran animales salvajes a los que quería domar y mostrar quién mandaba.

Aun después de siete años, esas malditas mujeres siguen atormentándome. Culpándome por la tragedia en la que murieron Jarek y mis padres…

Sé, por mis amigos del alma, que fue un fatídico accidente de tránsito, donde la furia de la naturaleza también tuvo que ver, pero no recuerdo absolutamente nada.

¿Cómo sobreviví?

No tengo idea.

Mi mente es un malditø punto en blanco.

Solo aparecí en la puerta del apartamento de mis amigos, empapada, con la ropa hecha jirones, temblando bajo la lluvia.

No sé cuánto caminé… ni si alguien me llevó. Todo es una laguna.

Los psiquiatras dicen que mi mente bloqueó esos recuerdos dolorosos, que tal vez algún día regresen a mí.

Raiza quiso culparme, pero no había pruebas.

Ni siquiera sus cuerpos, ya que fueron arrastrados por la corriente del río y hasta el día de hoy no se han encontrado.

Pero ellas, desde entonces, han dedicado su vida a joderme y acorralándome.

No sé la razón por la que no soporto la cercanía de ningún hombre… salvo la de Salvador, mi amigo del alma desde la infancia.

Otro gran misterio en mi vida: no sé cómo estuve casada y no tuve relaciones.

Son tantas las preguntas en mi mente…

¿POR QUÉ NO SOPORTO EL ROCE DE UNAS MANOS DEL SEXØ OPUESTO? ¿POR QUÉ MI CUERPO TIEMBLA ANTE LA MÁS MÍNIMA CERCANÍA…?

Quiero ser madre, mi reloj biológico está corriendo. Así que tomé la decisión de realizarme una inseminación.

Voy rumbo a la clínica; escogí la mejor y más discreta. Además, me garantizaron que el esperma cumple con los requisitos que solicité.

—Aquí, Tierra llamando a Saturno… Ann, despierta, llegamos —la voz de Salvador me arranca de mis pensamientos.

Pego un pequeño brinco saliendo de mi mundo mental.

—¡Ay, madre mía! Qué susto me has dado —digo, tomando mi pecho.

Él baja la mirada, sintiéndose culpable por mi sobresalto.

—Disculpa, no fue mi intención asustarte.

Sonrío, porque Salvador siempre se culpa de todo, como si mi vida fuera su responsabilidad.

—Deja de culparte, el problema es mío. La que venía distraída soy yo.

—No sé para qué gastas tu saliva si él siempre es igual de zonzo —dice Júpiter, haciendo un gesto con los labios.

—¿Por qué siempre tienes que ser tan entrometida? —le recrimina Salvador, lanzándole una mala mirada.

Niego con la cabeza. Estos dos parecen niños pequeños, siempre discutiendo.

—Ustedes dos, deténganse y dejen la peleadera… par de bebés.

Se miran, lanzándose miradas de odio fingido mientras se cruzan de brazos.

—Voy a ir a realizarme los exámenes. Mientras tanto, ayúdame —dirijo mi mirada a mi amigo— a averiguar todo lo respecto al trabajo que me ofreció Arón Woolf, el dueño de los viñedos.

Él asiente.

—¿Quieres que te acompañe? —pregunta Júpiter, mostrando una sonrisa tierna.

Ella es ruda con todos… menos conmigo. Por el contrario, conmigo es demasiado protectora.

No está de acuerdo con mi decisión, pero la respeta. Y eso se lo agradezco.

—No, esto es algo que quiero hacer sola. Además, hoy solo serán unos cuantos pinchazos —respondo, haciendo gestos de horror de solo pensar en las agujas.

—Por eso debo acompañarte. Con el terror que le tienes a las agujas, hasta te desmayas.

—No, esto es algo que quiero hacer sola —replico y bajo casi corriendo del automóvil, antes de que encuentre alguna otra excusa para acompañarme.

Aceptar la oferta de trabajo en ese lugar me ayudará a desaparecer del radar de Raiza y tener a mi hijo en paz.

Busqué información sobre el lugar: todas las reseñas son excelentes.

La mayoría de las tierras son de Arón Woolf y, según aparece, es un hombre correcto, comprometido con sus empleados.

No hay fotos de él por ningún lado.

Voy sumida en mis pensamientos cuando choco contra lo que parece un muro de acero.

Caigo sobre mi trasero y, al alzar la vista, me quedo sin aliento: es el hombre más hermoso que he visto en mi vida.

Sus ojos azules son hipnóticos, su aroma embriagador, su porte… imponente. Hay algo en esa mirada que no se siente nuevo. Como si esos ojos ya me hubieran mirado antes.

"¡Oh, Dios! Creo que estoy teniendo un orgasmo visual. ¿Eso existe? Si no, lo acabo de inventar."

—Señorita, disculpe. Venía distraído —dice él. Su voz hace que mi tanga se empape.

“Debo dejar de andar con Jup”, me reprocho, dándome una bofetada mental.

Antes de que note mi rostro encendido y mi expresión de loba en celo, respiro hondo, tomo impulso y me levanto del suelo, adentrándome en el primer consultorio que veo.

Necesito enfriar mi cuerpo. Casi me lo comø con la mirada.

"¡Ann, reacciona! ¡Esa no eres tú! Parecías una zorra a punto de saltarle encima."

Cierro la puerta rápidamente, recargándome sobre ella.

—¿Señorita, se le ofrece algo? —pregunta la enfermera que está en el consultorio.

Recobro un poco el aliento y respondo:

—Discúlpeme por irrumpir así —digo, tratando de disimular—. Pensé que este era el consultorio de la doctora Vanegas.

—El consultorio de la doctora queda en el siguiente piso —ella, muy amable, me da las indicaciones.

Pero aún no me siento lista para salir. Me aterra encontrarlo de nuevo.

—¿Me podría regalar un vaso de agua? No sé si por el afán, me siento algo mareada.

—Por supuesto —me lo alcanza con una sonrisa.

"Annie, además de ser una gallina, eres una mentirosa. Te vas directito al infierno", me reprocho mentalmente.

Respiro.

Debo concentrarme en lo que vine a hacer.

—¿Y si lo vuelves a encontrar? —me pregunto entre dientes sintiendo mi cuerpo vibrar

—¿Y si tu destino tiene nombre, ojos azules… y una sonrisa capaz de volverte una tarada? —sigo con mi interrogatorio hablando sola como una maldita loca.

—Me lanzaré como una maldit4 perra en celø.

Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App