Capítulo 3: Propuesta en bandeja de plata.

—Tu madre tiene cáncer…y no tenemos dinero para costear el tratamiento. — dijo el padre de Aurora con seriedad.

Aurora sintió como todo su mundo se desmoronaba a pedazos, ¿Qué era lo que iban a hacer?, sus padres se abrazaban dejando ver su evidente sufrimiento, y ella se sintió impotente y frustrada al no contar con dinero suficiente para apoyarlos…pero no se rendiría.

—Yo buscare un empleo más, dejare el departamento para no pagar esa renta y regresaré a su casa, mamá tiene que dejar de trabajar en la mansión Bensiali para que pueda descansar, no sé cómo es que lo haré, pero les juro que conseguiré el dinero para pagar los tratamientos. Los apoyare como sea para que mi mamá pueda sanar. — dijo Aurora llevándose una mano al pecho.

Armani y Giorgia Bianco, se miraron el uno al otro, y luego miraron a la pelirroja, una sonrisa se había dibujado en sus rostros.

—¿En verdad estas dispuesta a hacer lo que sea para apoyarnos? — cuestionó Giorgia mirando fijamente a su hija.

Aurora asintió. — Haré lo que sea por ustedes. — respondió la pelirroja con determinación.

En la mansión Bensiali.

Massimo revisaba con suma atención aquel pequeño expediente que su detective privado había traído consigo. Letra por letra, palabra tras palabra y página tras página, el apuesto hombre de cabellos rubios y ojos azules leía el informe que sobre Aurora Bianco le habían proporcionado; esperaba encontrar algo que le resultara de mucha utilidad para acercarse a ella, pues no estaba dispuesto a ceder en sus deseos.

Leyendo con atención, Massimo no pudo evitar sentirle realmente sorprendido; Aurora estaba estudiando su último semestre en la facultad de medicina en la universidad de Palermo, tenía un promedio impecable y había logrado entrar por recomendación de su padre, Mauro Bensiali, quien además le había ayudado a conseguir una beca del cien por ciento que la pelirroja había sabido aprovechar al máximo; se esperaba que Aurora se graduara con honores y los profesores la tenían en una muy alta estima, además, hacia un voluntariado en el asilo de ancianos de la ciudad los jueves, y uno en el orfanato los fines de semana; era una figura amada y respetada en su comunidad y en sus tiempos libres trabajaba en línea vendiendo perfumes y productos de catálogos. Todo aquello era digno de admirar al entender que solo era la hija de un par de sirvientes.

Sobre el hombre que la había estado acompañando no había claridad en el tipo de relación que tenían; su nombre era Leandro Fiore, clase media alta, que era compañero de Aurora desde el primer semestre; eso significaba que ya se conocían desde al menos hacia siete años…el mismo tiempo que el llevaba fuera del país. No iba a negárselo a él ni a nadie; estaba celoso, tan celoso que quería ir personalmente a buscar a ese joven hombre para hacerle saber que Aurora no sería para nadie más que no fuese el. Aurora era una mujer de carácter fuerte, firme y moralista; una bella rosa incorruptible que se alzaba perfecta entre todas las demás en su jardín. 

Escuchando dos golpes en la puerta del estudio que ahora le pertenecía, ordenó que entrasen y se sorprendió de mirar a su viejo mentor frente a él.

—Han pasado siete años joven amo, lamento mucho la pérdida de su padre, y también lamento no haber llegado a tiempo para sus funerales. — dijo el anciano Giuseppe.

—No te preocupes maestro, mi padre no quiso nada ostentoso, y me dejo por escrito su petición de depositar sus cenizas junto a las de mi madre, así que ya lo he hecho sin cámaras ni miradas curiosas de por medio. ¿Qué es lo que trae por aquí? — cuestionó Massimo.

—Vine también a petición de su padre; me dejo por escrito su última voluntad, en la cual le pide encarecidamente que encuentre una esposa a la brevedad posible para continuar con el legado familiar; si usted no procrea un heredero o una heredera antes de que se cumplan dos años desde su partida, la familia Bensiali de las ramas menores tendrá derecho de hacer un reclamo por la herencia al momento del fallecimiento de usted, mi joven amo. Permítame volver a sugerirle el aceptar el compromiso con la señorita Juliana Hancock, ella aún permanece soltera y tiene su misma edad, y está de más mencionar su impecable linaje y poderío empresarial; me parece una prometida adecuada a usted, y seguramente le dará hijos de inmediato. — dijo el viejo Giuseppe con la esperanza de que Massimo aceptara.

Mirándolo aquella carta de voluntad que había dejado su padre, Massimo la miró con indiferencia.

—No voy a unirme a esa mujer, no la he visto ni una sola vez desde que la mencionaste hace ya diez años, y creí haber dejado mi voluntad en claro. — dijo Massimo con molestia.

—La señorita Bianco es una joven muy prometedora, no voy a negarle eso, mi señor, pero sigue siendo la hija de un par de sirvientes, nadie aceptará que usted se case con ella, además, la joven está saliendo con alguien más, todos la vieron en los funerales de su padre acompañada de ese buen mozo, así que… —

—¡No me importa si ese tipo está saliendo con ella o no!, he decidido desde que era un niño que Aurora seria mi esposa, y así lo será, así que no vuelvas a sugerirme que me case con nadie más, porque no lo haré, ¿Queda claro maestro Giuseppe? — gritó Massimo interrumpiendo a su mentor.

Giuseppe suspiró.

—Como el agua, mi señor. — respondió el anciano.

Al día siguiente, Massimo revisaba sus deberes como el nuevo líder de los Bensiali, cuando nuevamente escucho un par de golpes en su puerta. Fastidiado, pensó que sería Giuseppe para nuevamente insistirle sobre esa mujer estadounidense.

—Adelante. — ordenó el apuesto rubio.

Sorprendido, Massimo vio como el matrimonio Bianco entraba y se paraba frente a él. El semblante de ambos señores era sombrío.

—Señor Massimo, le agradecemos mucho por recibirnos, queremos hablar con usted de asunto familiar delicado…y traemos para usted una propuesta que seguramente va a interesarle. — dijo Armani Bianco con seriedad.

Extrañado, Massimo les indico sentarse a ambos, aunque no lograba entender que era lo que un par de sirvientes en sus cincuentas podrían ofrecerle al magnate multimillonario más poderoso de toda Italia.

—Díganme que es lo que se les ofrece. — demandó el rubio.

Giorgia Bianco comenzó a sollozar mientras era abrazada por su esposo.

—Mi esposa tiene cáncer, los estudios dicen que aún estamos a tiempo de salvar su vida, pero nuestro seguro no cubre el costo total de todos los tratamientos, así que pensamos en una solución que nos traerá beneficios a todos. — dijo Armani.

Alzando una ceja, Massimo se sorprendió aún más.

—¿Cuál es su propuesta y porque asegura tan libremente que nos traerá un beneficio a todos? Se que mi padre fue generoso con ustedes, pero no tengo una obligación legal de pagar el tratamiento completo de su esposa, señor Bianco, así que a menos de que me explique qué es lo que está planeando, le sugiero que hable con mi abogado para ver cómo es que los podemos ayudar en su situación. — respondió Massimo.

Armani asintió. Por supuesto, el señor Massimo no era tan generoso como lo sería su padre, por ello, utilizarían lo único que tenían como moneda de cambio.

—Se que usted desea tener a nuestra hija, aunque sea tan solo una noche. Aurora se ha convertido en una joven hermosa, pero a pesar de ello, le doy mi palabra de que ella sigue siendo pura. Esta es mi propuesta señor Massimo, tome a mi hija como pago por darnos el dinero necesario para el tratamiento de mi mujer y un poco más para llevar una vida holgada y tranquila y poder jubilarnos, si lo acepta, Aurora será completamente suya, siendo el hombre más poderoso de Italia, nadie va a cuestionarlo, y usted decidirá qué es lo que hace con ella, si la toma como esposa, o la convierte en su amante. — dijo Armani con seriedad.

Massimo se sorprendió de aquellas palabras, los padres de Aurora, acababan de darle lo que más deseaba en una bandeja de plata.

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