—Esta es mi propuesta señor Massimo, tome a mi hija como pago por darnos el dinero necesario para el tratamiento de mi mujer y un poco más para llevar una vida holgada y tranquila y poder jubilarnos, si lo acepta, Aurora será completamente suya, siendo el hombre más poderoso de Italia, nadie va a cuestionarlo, y usted decidirá qué es lo que hace con ella, si la toma como esposa, o la convierte en su amante. — decía Armani Bianco con seriedad y firmeza.
Massimo se sintió francamente impactado y sorprendido por aquella oferta que estaba recibiendo. Aquella propuesta le servía en bandeja de plata justamente lo que él había deseado desde que era un niño; tener a Aurora para sí mismo, era todo cuanto realmente quería. Sonriendo, el rubio no se permitió cuestionar la calidad moral ni las intenciones de los viejos Bianco, ni tampoco se permitió que alguna espina de naciente moralidad le lastimara el corazón. Era un hombre de negocios después de todo, él quería algo y se lo estaban ofreciendo; un mero negocio de compra-venta que le iba a dar justamente lo que deseaba. Mirando al matrimonio Bianco, les sonrió.
—Díganme exactamente la cantidad que necesitan, y negociemos, tenemos un trato. — respondió Massimo con determinación.
Una vez que los Bianco se habían marchado con aquel cheque en sus manos, Massimo sonrió. Todo lo que más quería ahora le pertenecía y aun y cuando Aurora se opusiera, ella no sería capaz de negarse al saber que su madre llevaría el tratamiento, y no expondría a sus padres a la cárcel por haberla vendido; esa era la desventaja de tener un corazón bondadoso. Su padre había dejado su última voluntad en claro; necesitaba una esposa, mas no había especificado a nadie, y la tendría en dos semanas. Sabía bien que los buitres Bensiali de rama inferior, no dejarían pasar la oportunidad para intentar arrebatarle lo que su bisabuelo, su abuelo, y su padre, con tanto esfuerzo y sacrificio habían levantado. Se casaría con Aurora y tendrían un hijo o una hija antes de que los dos años de la muerte de su padre se cumplieran.
Escuchando golpes en su puerta, le indico a Giuseppe entrar pues ya lo estaba esperando.
—¿Me mandó llamar señor? — cuestionó el anciano.
—Si, Giuseppe. Fuiste el hombre en quien más confío mi padre, y ahora serás en quien más confié yo, así que quiero que contactes al mejor organizador de bodas de Italia, pues planeo casarme dentro de dos semanas y quiero que mi boda sea tan grande que ninguna otra se le iguale. — ordenó Massimo.
Sorprendido, Giuseppe se quedó sin palabras, y se preguntó a si mismo si aquel cambio repentino había tenido algo que ver con la reciente visita de los señores Bianco al joven amo.
—Perdone la pregunta mi señor, pero, ¿Quién es la futura esposa? — cuestionó el anciano.
Massimo sonrió.
—¿Quién más va a ser si no Aurora Bianco? Date prisa que el tiempo es oro, y no quiero ningún fallo. — ordenó el rubio.
Giuseppe guardó silencio. ¿Qué era lo que había pasado? Se cuestionó nuevamente.
En la universidad, Aurora miraba lo que el profesor escribía en la pizarra, pero sus pensamientos estaban aun atrapados en lo que sus padres le habían dicho. Su madre tenía cáncer en la matriz, pero se lo habían detectado justo a tiempo para con tratamiento lograr salvar su vida. Sus padres jamás habían sido los más amables o cariñosos, pero los amaba y estaba dispuesta a lo que sea para apoyarlos, no importaba si tenía que trabajar turnos dobles o tener más de tres empleos…ella haría lo que fuera necesario hacer para ayudarlos.
Cuando las clases habían terminado, la hermosa pelirroja tomaba sus libros sintiendo un dolor de cabeza punzándole las sienes. Tocándoselas, las sintió levemente inflamas. No había dormido nada pensando en sus padres, en el cáncer y en que tenía que concentrarse para los exámenes próximos.
—Hey, tienes que dejar de sobre pensar, sé que estas preocupada por lo de tu madre, pero encontraremos una solución juntos, hay asociaciones que se dedican a ayudar a personas con bajos recursos para afrontar los gastos, no desesperes, te acompañare a todos ellos. — dijo Leandro intentando animar a Aurora.
Aurora sonrió. — Es cierto, con tanto en la cabeza me había olvidado por completo de esa opción. — respondió la pelirroja.
—Bueno, tan solo tenemos que llevar la hoja con los estudios de tu madre para demostrar que está enferma, lo demás tiene que ser más sencillo, ¿Te mostraron los resultados de la biopsia? — cuestionó Leandro.
Aurora negó.
—No me la mostraron, seguramente con el impacto que era darme la noticia lo olvidaron, y yo también olvidé pedirles que me la mostraran, iré a verlos por la noche para dormir con ellos, aprovecharé la oportunidad para pedírselas. — respondió la joven.
—Bien, esta dicho, por ahora vayamos a comer algo delicioso, supe que abrieron un nuevo buffet de pizza en el SunMall de Oriente, así que vayamos a probar, yo invito. — dijo Leandro intentando animar a la chica de la que estaba profundamente enamorado desde el primer semestre.
Aurora sonrió y asintió, su querido Leandro siempre lograba hacerla sentir mejor…y esperaba que iniciaran una relación de pareja cuando lograran graduarse, tal y como lo habían prometido hacia un par de años atrás.
—Eso me encantará. — respondió la pelirroja.
Fuera del campus, Massimo esperaba junto a un par de sus hombres ya conociendo bien el horario que tenía Aurora; no debía tardar en salir. Escuchando su inconfundible risa, sus ojos azules vieron con gran enojo y desagrado, como su bello petirrojo salía del campus junto a Leandro Fiore colgada de su brazo y entre risas alegres. Furioso, el rubio dio una indicación a sus hombres.
Mirando hacia el frente, Aurora se sorprendió al mirar a Massimo Bensiali esperando fuera, cuando repentinamente fue tomaba del brazo por un hombre con aspecto de guardaespaldas.
—¡¿Qué significa esto?! — cuestionó Leandro mirando como Aurora era arrastrada hacia donde estaba aquel hombre al que reconoció como el niño rico de los funerales, mientras él era retenido por el otro sujeto guardaespaldas.
Sin entender que pasaba, Aurora intentaba zafarse del agarre que la mantenía prisionera.
—¿Qué es lo que está pasando? — cuestionó Aurora a Massimo cuando esté la tomo por el brazo.
—Le he firmado un muy jugoso cheque a tus padres, mi pequeño petirrojo, ellos te están esperando para aclarar esta situación…desde este momento, Aurora Bianco, eres de mi propiedad, y vivirás conmigo en la mansión Bensiali, nuestra boda se llevará a cabo en dos semanas…y no puedes hacer nada para impedirlo. — respondió Massimo, llenando de horror y confusión a Aurora.
—¿Qué es lo que está pasando? — cuestionó Aurora a Massimo cuando esté la tomo por el brazo.—Le he firmado un muy jugoso cheque a tus padres, mi pequeño petirrojo, tus padres te están esperando para aclarar esta situación…desde este momento, Aurora Bianco, eres de mi propiedad, y vivirás conmigo en la mansión Bensiali, nuestra boda se llevará a cabo en dos semanas…y no puedes hacer nada para impedirlo. — respondió Massimo, llenando de horror y confusión a Aurora.Aurora intento zafarse del agarre de Massimo, aquello que le decía no podía ser verdad. De ninguna manera podía ser verdad, se dijo a sí misma una y otra vez.—¿Este es uno de tus trucos maldita lombriz de tierra? Mis padres de ninguna manera me harían algo como eso. Tu estas sugiriendo que ellos acaban de venderme. — dijo la pelirroja negándose por completo a creer algo como aquello.Logrando someterla, Massimo forzó a Aurora a entrar en su lujoso auto.—Ya lo descubrirás por ti misma, pero no te he mentido, así que será me
—Tiene una figura muy esbelta y de bueno atributos, estoy segura de que lucirá preciosa en su vestido de novia. — decía la modista contratada por Massimo, mientras le tomaba las medidas para el vestido que usaría el día de su forzada boda.Sin responder palabra alguna, Aurora se negó a derramar lágrimas, aun y cuando se sentía completamente sola y devastada, y sentía aquella cintilla recorriendo su cuerpo calculando las medidas exactas para confeccionar un vestido que no tuvo la oportunidad de escoger ella misma; Massimo lo había escogido, y ella se había convertido en una preciosa muñeca a la que el magnate de cabellos rubios, tenía el derecho de vestir y usar como se le diera la gana hacerlo…después de todo, él la había comprado y se había convertido en su dueño.Aun así, Aurora no estaba dispuesta a dejarse servir en bandeja de plata y lista para ser simplemente devorada. Mirándose en el espejo, recordó lo mucho que a Massimo le desagradaban las perlas; le causaban cierta tripofobi
—Las expectativas del modelo L-star pro max, están por los cielos; las redes sociales han estallado después de que anuncio su lanzamiento sin decir las especificaciones, pero las otras compañías seguramente buscaran rivalizar con el nuevo celular en cuanto sea lanzado oficialmente, y es posible que sus propios lanzamientos si pueden llegar a competir seriamente contra B&H en el mercado. — decía uno de los socios de aquella empresa.Massimo aún se sentía perdido en sus pensamientos, aquel beso que le había robado a Aurora le había sabido a gloria…pero también a desprecio. Su hermosa prometida se había encerrado en su habitación y se había negado a comer o cenar con él, y no hubo poder alguno que la forzara a hacer lo contrario. Aurora era una mujer terca y de carácter firme…era por esa razón además de su hermosura, que se había enamorado de ella como un loco desde que eran niños.—¿Usted que opina al respecto señor Bensiali?, ha estado muy callado durante toda la junta sobre el nuevo c
—Lo siento Aurora, pero no regresaremos pronto, hemos llegado a Londres y tu madre comenzará con las quimioterapias. No estaremos disponibles niña, así que no marques mas y espera a que seamos nosotros quienes nos comuniquemos contigo. — decía el padre de Aurora al otro lado de la línea, mientras Aurora terminaba de vestirse.—Padre…no quiero estar aquí, no quiero casarme con Massimo Bensiali…hoy le tuve que decir a Leandro una gran mentira… — musitó Aurora entre lágrimas, sintiendo el corazón destrozado por lo que recién le había tenido que decir a Leandro.—¡Como puedes decir eso!, ¡Gracias al señor Bensiali es que tu madre se podrá salvar de esta enfermedad!, ¡Se una buena esposa y no reniegues nunca más de tu matrimonio con el señor Bensiali!, ¡No puedo creer que seas tan ingrata!, con ese Leandro jamás tendrías estatus ni dinero, y en cambio serás la esposa del hombre más poderoso de Italia, ¿Cómo es posible que te quejes de eso? Ni siquiera tendrás la necesidad de trabajar nunca
Aquella era una mañana fría del mes de octubre. Las hojas amarillas y rojizas en los altos arboles de los jardines en la mansión Bensiali, caían y se mecían en el viento asemejando una delicada danza de ballet. Aurora no había logrado dormir en toda la noche, presa de sus miedos y ansiedades. Mirando aquel hermoso anillo que le gritaba al mundo su compromiso con Massimo, se sintió nuevamente sola y confundida…sabía muy bien el valor sentimental que aquella joya representaba para su ahora prometido.“Este es el anillo de mi abuela Sophia, ella me lo dio para que un día se lo de a mi futura esposa…y un día te lo voy a dar a ti”Aquellas palabras que Massimo le había dicho antes de humillarla en aquella fiesta de su abuela paterna, casi las había olvidado por completo. Trayendo de vuelta aquellas viejas memorias de su niñez, Aurora recordó lo mucho que ella alguna vez amó a Massimo; él había sido un niño dulce y tierno, al que nunca hasta ese día, pareció importarle que ella fuera tan so
—Aurora ha solicitado unos días para arreglar asuntos familiares…dicen que su madre enfermó y se marchó de la ciudad sin previo aviso, vivo cerca del que era su departamento, y ahora ese lugar está vacío y con un letrero de “se renta”, al parecer ella se mudó a otro lugar recientemente, quizás por esos rumores de su madre… — decían un par de jóvenes estudiantes de la facultad de medicina.Leandro escuchaba atento cada charla que en la cafetería se daba acerca de Aurora; la pelirroja era una estudiante querida y popular, y a todos les parecían extrañas sus ausencias en el campus, incluso a los profesores. Terminando de comer su almuerzo, el pelinegro estudiante caminó de regreso al aula de anatomía, con una expresión de molestia marcada en el rostro. Aurora le había dicho que estaba comprometida con ese miserable Bensiali al que vio claramente como ella desprecio en los funerales del padre del sujeto.Algo no encajaba allí; conocía a Aurora desde hacía siete años cuando se conocieron e
En New York, Estados Unidos.—Es una mujer pelirroja de apellido Bianco, pero por más que he buscado en todas partes, no he encontrado nada con respecto a su familia, o que circulo social pertenece, pero haré lo posible por tener la información para ti, hermana. — decía Julio Hancock.Juliana observaba los informes sobre la estrategia de marketing que se manejaría para el prelanzamiento del nuevo modelo de celular de B&H, aquella, era una estrategia realmente brillante y sin duda alguna Massimo Bensiali era todo un hombre de negocios.—Bien, averígualo todo, cuanto antes sepamos quien es esa mujer, más pronto podremos actuar. Mi padre ya está enterado del compromiso de Massimo Bensiali y no le ha caído muy en gracia tal y como era de esperarse. Esa mujer sea quien sea, no puede casarse con ese hombre que está destinado a ser mío. Los Hancock y los Bensiali deben unirse en un matrimonio, no hay otra opción. — respondió la mujer de cabellos castaños a su primo, para luego terminar aquell
—Buenos días señor Bensiali, es un gusto tener la oportunidad de saludarlo tan temprano en la sala de juntas. — saludaba Julio Hancock con hipocresía a Massimo.—Buenos días joven Hancock, solo vine a dejar algunas cosas, hoy no asistiré personalmente a la junta matutina, mi asistente tomará nota de lo importante. — respondió Massimo dejando una caja blanca en las manos de su secretario.Mirando aquella caja, Julio suponía que dentro de ella se encontraban las invitaciones de la boda del magnate Bensiali para los socios y personal de rango.—Veo que se casará muy pronto…debe de estar bastante ocupado con los preparativos de su boda, y debe de saber que los Hancock estamos felices por usted, ya sabe, no siempre se tiene la oportunidad de casarse con quien realmente se ama, sin importar de que tipo de cuna provenga. Que pase usted muy buenos días. — respondió Julio para luego salir de aquella sala de juntas.Massimo sonrió. Por supuesto, los Hancock no se iban a quedar con los brazos cr