Aquella noche, Massimo entró a la habitación de hospital en donde su esposa estaba descansando. Aurora, le sonrió a Massimo.—Massimo…todo, está bien. — le dijo la hermosa pelirroja a su esposo.Massimo sonrió y asintió.—Lo sé, mi amor… — dijo Massimo sentándose a su lado para tomar su mano. Aurora, se sintió reconfortada y se recargó junto a él. — ¿Sabes que tendremos un niño? — le preguntó a su esposa.Los ojos de Aurora brillaron intensos, y luego, sus ojos verdes se le llenaron de lágrimas de alegría.—Tendremos, ¿Un hermoso niño? — cuestionó ella realmente dichosa.Massimo le asintió. —Si, mi hermoso petirrojo…seremos padres de un niño. — respondió.Aurora, emocionada y feliz, se abrazó de su esposo sentada en su cama. Massimo acaricio el hermoso cabello de fuego de su esposa, y dejó un beso casto en su frente.—Aurora, creo que ya es tiempo de conozcas a alguien importante. — dijo Massimo a su esposa, y luego, acercándose a la puerta de la habitación, la abrió permitiendo que A
Tres meses habían pasado.Aurora, lucia ya muy embarazada, y Massimo les había anunciado a todos sus parientes que pronto nacería su hijo, por supuesto, eso no gustó a Enzo Bensiali, quien se vio forzado a desistir de todo intento de hacerse con la fortuna de su primo…aunque no sin prometer que aquello, no se quedaría así. El, había decidido ser sincero con Aurora, y le había confesado todo, incluido el testamento y condición impuesta por su padre. Sorprendentemente, ella ya lo sabía, puesto que fue la persona que cuidó de Mauro Bensiali en sus últimos momentos.Aurora había cambiado mucho, ahora era una distinguida dama de sociedad, que era bien recibida en todos los círculos, aunque, ella sabía, que aquello no eran más que hipocresías de la gente adinerada. Las fotos que habían circulado de Massimo con Juliana Hancock, habían desaparecido de todas partes sin dejar rastro, y casi al mismo tiempo en que los Hancock abandonaron la ciudad. Para la gran sorpresa de muchos, se había anunc
En el hospital de Palermo, Aurora recargaba su mano en el cristal de aquella incubadora, en donde su pequeño Mauro se debatía entre la vida y la muerte debido a su prematura llegada al mundo hacía ya cuatro días. Lágrimas se derramaron desde sus ojos verdes, mientras miraba como su hijo luchaba por sobrevivir…aquello, no era justo.Sintiendo como tanto la condesa Virgilia de Capua, Virma, y Martha, la esposa de su padre, le hablaban, la pelirroja salió de su estupor doloroso, y derramó más lagrimas aun mientras elevaba una oración más para pedir por su amado hijito.—Tienes que ir a descansar, Aurora, recién acabas de parir, ya verás que todo saldrá bien, mi niña, el pequeño Mauro va a sobrevivir. — dijo Martha intentando consolar a Aurora.La hermosa pelirroja lucia ojerosa y demacrada; apenas había podido levantarse de la cama, y había caminado a duras penas a las incubadoras sin querer ya regresar a tomar un descanso, para permanecer junto a su hijo.—Tu madre tiene razón, Aurora,
Después de lo que le parecieron horas interminables, Massimo, finalmente, aterrizo en Palermo, y de inmediato ordenó que lo llevaran al hospital, luego de más de doce horas sin saber nada de Aurora y de su hijo. Lagrimas se le derramaban desde los ojos de zafiro, y sufriendo, su corazón le dio un vuelco en su sitio, al divisar el hospital…una vez allí, corrió tan rápido como le permitieron sus fuerzas a pesar de los regaños de los médicos y enfermeras, hasta llegar a la habitación de su esposa.—¡Aurora! — gritó angustiado, y lo que vio, lo dejo paralizado en el marco de la puerta.—Shh…vas a despertarlo. — dijo Aurora arrullando en sus brazos a su hermoso hijo.Massimo se recargó un momento en la pared, sintiendo como el alma le regresaba al cuerpo, después de ver como su hermosa esposa, sostenía a su bebé recién nacido y lo arrullaba con amor.—El… ¿El esta? — cuestionó el rubio magante con voz trémula.Aurora le sonrió.—El esta bien, completamente fuera de peligro…ven a mirarlo…es
—Ella es una chica hermosa…y la quiero para mí. — decía el adolescente Massimo Bensiali mirando por el ventanal de su estudio a Aurora Bianco.Aquella jovencita limpiaba la maleza de los jardines junto a su padre, y su bonito rostro estaba manchado con barro. Sus cabellos eran rojos como el fuego que llevaba por dentro, y sus ojos eran de un verde esmeralda que siempre miraban a Massimo con desprecio desde que eran solo unos niños y por razones desconocidas. Tocándose la mejilla golpeada, Massimo Bensiali sonrió. Esa chica, nuevamente, acababa de rechazarlo.—Ella es solo la hija de un par de viejos sirvientes y es dos años más joven que usted, no está a la altura del heredero Bensiali. Su deber es casarse con una mujer de su mismo rango y posición, y ya se hablado de ello; la señorita Juliana Hancock será su prometida; Juliana ha nacido en la cuna de una poderosa familia estadounidense que traerá mayor prestigio aun a los Bensiali, así que cuando tenga edad suficiente… ——Cuando tenga
—Lo lamento, señor Bensiali, pero no tengo nada que celebrar con usted. Con su permiso. — respondió Aurora a Massimo, cuando esté la tomó abruptamente de la mano.—¿Quién es el? — cuestionó Massimo mirando a aquel joven de cabellos negros y ojos grises que lo miró a cambio extrañado.Aurora, con discreción y esperando que nadie hubiese notado aquella conducta tan cuestionable de Massimo, le sonrió y se acercó a él.—Eso no es de su incumbencia, señor. Me retiro, y le pido sea lo que el señor Mauro esperaba que fuera, mantenga la compostura propia del heredero Bensiali. No debe olvidar que yo solamente soy la hija de los sirvientes, como bien usted me lo recordó cuando éramos niños, así que no pierda la calma por causa de una mujer insignificante. — respondió Aurora sagaz, dejando a Massimo con una expresión de enojo marcada en su rostro.—¿Vas a dejarme aquí viviendo mi luto en soledad?, ¿Cuánto tiempo más vas a estar enojada por eso? Pasó hace tantos años que ya no tiene la mayor impo
—Tu madre tiene cáncer…y no tenemos dinero para costear el tratamiento. — dijo el padre de Aurora con seriedad.Aurora sintió como todo su mundo se desmoronaba a pedazos, ¿Qué era lo que iban a hacer?, sus padres se abrazaban dejando ver su evidente sufrimiento, y ella se sintió impotente y frustrada al no contar con dinero suficiente para apoyarlos…pero no se rendiría.—Yo buscare un empleo más, dejare el departamento para no pagar esa renta y regresaré a su casa, mamá tiene que dejar de trabajar en la mansión Bensiali para que pueda descansar, no sé cómo es que lo haré, pero les juro que conseguiré el dinero para pagar los tratamientos. Los apoyare como sea para que mi mamá pueda sanar. — dijo Aurora llevándose una mano al pecho.Armani y Giorgia Bianco, se miraron el uno al otro, y luego miraron a la pelirroja, una sonrisa se había dibujado en sus rostros.—¿En verdad estas dispuesta a hacer lo que sea para apoyarnos? — cuestionó Giorgia mirando fijamente a su hija.Aurora asintió.
—Esta es mi propuesta señor Massimo, tome a mi hija como pago por darnos el dinero necesario para el tratamiento de mi mujer y un poco más para llevar una vida holgada y tranquila y poder jubilarnos, si lo acepta, Aurora será completamente suya, siendo el hombre más poderoso de Italia, nadie va a cuestionarlo, y usted decidirá qué es lo que hace con ella, si la toma como esposa, o la convierte en su amante. — decía Armani Bianco con seriedad y firmeza.Massimo se sintió francamente impactado y sorprendido por aquella oferta que estaba recibiendo. Aquella propuesta le servía en bandeja de plata justamente lo que él había deseado desde que era un niño; tener a Aurora para sí mismo, era todo cuanto realmente quería. Sonriendo, el rubio no se permitió cuestionar la calidad moral ni las intenciones de los viejos Bianco, ni tampoco se permitió que alguna espina de naciente moralidad le lastimara el corazón. Era un hombre de negocios después de todo, él quería algo y se lo estaban ofreciendo