Capítulo 122: Desesperación.

En el hospital de Palermo, Aurora recargaba su mano en el cristal de aquella incubadora, en donde su pequeño Mauro se debatía entre la vida y la muerte debido a su prematura llegada al mundo hacía ya cuatro días. Lágrimas se derramaron desde sus ojos verdes, mientras miraba como su hijo luchaba por sobrevivir…aquello, no era justo.

Sintiendo como tanto la condesa Virgilia de Capua, Virma, y Martha, la esposa de su padre, le hablaban, la pelirroja salió de su estupor doloroso, y derramó más lagrimas aun mientras elevaba una oración más para pedir por su amado hijito.

—Tienes que ir a descansar, Aurora, recién acabas de parir, ya verás que todo saldrá bien, mi niña, el pequeño Mauro va a sobrevivir. — dijo Martha intentando consolar a Aurora.

La hermosa pelirroja lucia ojerosa y demacrada; apenas había podido levantarse de la cama, y había caminado a duras penas a las incubadoras sin querer ya regresar a tomar un descanso, para permanecer junto a su hijo.

—Tu madre tiene razón, Aurora,
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