—Lo lamento, señor Bensiali, pero no tengo nada que celebrar con usted. Con su permiso. — respondió Aurora a Massimo, cuando esté la tomó abruptamente de la mano.
—¿Quién es el? — cuestionó Massimo mirando a aquel joven de cabellos negros y ojos grises que lo miró a cambio extrañado.
Aurora, con discreción y esperando que nadie hubiese notado aquella conducta tan cuestionable de Massimo, le sonrió y se acercó a él.
—Eso no es de su incumbencia, señor. Me retiro, y le pido sea lo que el señor Mauro esperaba que fuera, mantenga la compostura propia del heredero Bensiali. No debe olvidar que yo solamente soy la hija de los sirvientes, como bien usted me lo recordó cuando éramos niños, así que no pierda la calma por causa de una mujer insignificante. — respondió Aurora sagaz, dejando a Massimo con una expresión de enojo marcada en su rostro.
—¿Vas a dejarme aquí viviendo mi luto en soledad?, ¿Cuánto tiempo más vas a estar enojada por eso? Pasó hace tantos años que ya no tiene la mayor importancia. ¿No estás de acuerdo? — cuestionó Massimo, celoso de mirar como aquel joven tocaba los hombros de la pelirroja…hombros que él nunca había podido tocar tan libremente.
Aurora miró el féretro de su señor y mentor.
—Usted ha dicho que no está triste, por lo que no requiere consuelo alguno. Es inadecuado que le pida a una simple hija de sirvientes el brindar por su padre con usted, señor Bensiali, por lo cual, y conociendo bien cuál es mi lugar, me retiro, usted debe de brindar con las personas allegadas a usted y su padre, con su permiso. — respondió la pelirroja.
Las personas alrededor comenzaban a murmurar por lo bajo, resaltando la insolencia de la hija de los criados. Molesta de ser señalada, la pelirroja mantuvo su compostura y recato. Ciertamente, aun y cuando Massimo era tan solo un caprichoso, su padre era la única familia que le quedaba en el mundo, y ahora estaba completamente solo. Sintiendo un genuino pesar debido a ello, la pelirroja se acercó al rubio y lo envolvió en un cálido y sincero abrazo, en nombre de la amistad que alguna vez habían compartido.
—Realmente lamento su perdida, señor, y de todo corazón deseo que pueda salir adelante pronto. — dijo Aurora quien caminó a la salida, sin dignarse a mirar a nadie más que a aquel caprichoso hombre.
Aurora no había olvidado aquella humillación que le hizo pasar de niños, meditó Massimo, pero aun así había hecho sus sentimientos hacia el de lado para darle ese abrazo sincero. Mirando a todos los presentes, se sintió rodeado de máscaras, y dando una mirada fulminante a aquel joven que abrazó por el hombro a la Bianco, Massimo apretó los puños. Sea lo que fuera de la pelirroja ese hombre, no le permitiría arrebatarle lo único que siempre había querido, y se negó a pensar en nada más que eso.
Fuera de mansión Bensiali, Aurora suspiró. Su reencuentro con Massimo había sido sofocante, tal y como había esperado que fuera.
—¿Quién era ese hombre? — cuestionó Leandro con curiosidad.
—El es Massimo Bensiali, el nuevo dueño de estas tierras y de la mitad de Italia…y mi viejo enemigo de la infancia. Vámonos de aquí, vendremos por mis padres más tarde para hablar con ellos de lo que querían hablar. — respondió Aurora.
Mirando por la ventana a Aurora marcharse junto a ese hombre en un viejo auto, Massimo sonrió. En esta ocasión no la iba a dejar salirse con la suya, y la tendría para sí mismo a cualquier precio.
—Quiero que investigues a Aurora Bianco, quiero saber todo lo que ha hecho en estos cinco años. — ordenó el rubio a uno de sus hombres.
Acercándose al féretro de su padre, miró el rostro de este. Todo lo que a los Bensiali les pertenecía, ahora era completamente suyo…y estaba dispuesto a usar su poder para conseguir exactamente lo que quería…y eso incluía a Aurora Bianco.
Una mujer de cabellos castaños observó con seriedad al nuevo heredero de la poderosa familia italiana, los rumores eran verdad…Massimo Bensiali, parecía ser un hombre bastante caprichoso, y con cosas de baja clase. Eso no era conveniente, meditó, y saliendo de aquel lugar, decidió volver a su país. Aun no era momento para enfrentar al hombre que debiera haber sido su prometido.
Todas las personas se acercaban a Massimo para adularlo y darle el pésame, pero el hombre de cabellos rubios sabía bien que todo aquello no era nada más que una mentira; rostros disfrazados de una falsa pena, y cada uno de ellos esperando a morder un trozo del enorme hueso que su padre había dejado en sus manos. Molesto, el rubio se retiró a sus habitaciones, no soportando la hipocresía que respiraba en aquel lugar. Tan solo Aurora Bianco era honesta, y sin importar lo mucho que ella lo despreciara, su pésame había sido el único sincero.
Bebiendo un poco de aquel Champagne, los padres de Aurora habían observado con suma atención toda aquella escena, y mirándose el uno al otro, no se dijeron nada. Massimo Bensiali había tenido aquella obsesión por su única hija desde que eran tan solo unos niños; habían llevado una buena amistad hasta aquel incidente que lo arruinó todo.
—Tenemos que decirle a Aurora aquello…es la única manera en que lograremos salir adelante…pero tal vez, antes deberíamos hablar con el joven señor Bensiali. — dijo la madre de Aurora.
—No desesperes Giorgia. Aurora nos lo debe todo, y hablaremos con el señor Bensiali cuando llegue el momento. Esta noche se lo diremos todo a ella, y luego de ello, personalmente hablare con el joven amo. No perderemos nada y ganaremos mucho, puedo asegurarlo. — respondió el viejo hombre.
—Eso espero Armani…eso espero. — respondió Giorgia.
Cuando la noche había caído, en la televisión se anunciaba la muerte y los conmovedores funerales del ilustre señor Mauro Bensiali. Los ojos de toda Italia, se habían centrado en su joven heredero, Massimo Bensiali, quien ahora tomaría el liderazgo de su familia. Sus parientes de otras ramas, miraban con odio y desdén como aquel hombre lo tomaba todo, y la ciudad de Palermo completa, parecía haberse quedado en silencio.
En aquella vieja casa, Aurora, miraba a sus padres quienes a su vez le devolvían la mirada con seriedad. El momento se sentía tenso, y la hermosa pelirroja no sabia que era aquello tan importante que sus padres tenían para decirle.
—¿Qué es lo ocurre papá? — cuestionaba Aurora con un deje de desespero.
Ambos padres se miraron, y tomándose de las manos, miraron a su única hija.
—Tu madre tiene cáncer…y no tenemos dinero para costear el tratamiento. Creo siendo nuestra única hija, es tu responsabilidad ayudarnos a resolver esto. — dijo el padre de Aurora con seriedad y dando una mirada un tanto despectiva a su única hija.
Aurora sintió que su mundo entero se derrumbaba en ese momento, mientras miraba a sus padres abrazándose el uno al otro.
¿Qué iba a hacer ahora?
Se preguntó en silencio.
—Tu madre tiene cáncer…y no tenemos dinero para costear el tratamiento. — dijo el padre de Aurora con seriedad.Aurora sintió como todo su mundo se desmoronaba a pedazos, ¿Qué era lo que iban a hacer?, sus padres se abrazaban dejando ver su evidente sufrimiento, y ella se sintió impotente y frustrada al no contar con dinero suficiente para apoyarlos…pero no se rendiría.—Yo buscare un empleo más, dejare el departamento para no pagar esa renta y regresaré a su casa, mamá tiene que dejar de trabajar en la mansión Bensiali para que pueda descansar, no sé cómo es que lo haré, pero les juro que conseguiré el dinero para pagar los tratamientos. Los apoyare como sea para que mi mamá pueda sanar. — dijo Aurora llevándose una mano al pecho.Armani y Giorgia Bianco, se miraron el uno al otro, y luego miraron a la pelirroja, una sonrisa se había dibujado en sus rostros.—¿En verdad estas dispuesta a hacer lo que sea para apoyarnos? — cuestionó Giorgia mirando fijamente a su hija.Aurora asintió.
—Esta es mi propuesta señor Massimo, tome a mi hija como pago por darnos el dinero necesario para el tratamiento de mi mujer y un poco más para llevar una vida holgada y tranquila y poder jubilarnos, si lo acepta, Aurora será completamente suya, siendo el hombre más poderoso de Italia, nadie va a cuestionarlo, y usted decidirá qué es lo que hace con ella, si la toma como esposa, o la convierte en su amante. — decía Armani Bianco con seriedad y firmeza.Massimo se sintió francamente impactado y sorprendido por aquella oferta que estaba recibiendo. Aquella propuesta le servía en bandeja de plata justamente lo que él había deseado desde que era un niño; tener a Aurora para sí mismo, era todo cuanto realmente quería. Sonriendo, el rubio no se permitió cuestionar la calidad moral ni las intenciones de los viejos Bianco, ni tampoco se permitió que alguna espina de naciente moralidad le lastimara el corazón. Era un hombre de negocios después de todo, él quería algo y se lo estaban ofreciendo
—¿Qué es lo que está pasando? — cuestionó Aurora a Massimo cuando esté la tomo por el brazo.—Le he firmado un muy jugoso cheque a tus padres, mi pequeño petirrojo, tus padres te están esperando para aclarar esta situación…desde este momento, Aurora Bianco, eres de mi propiedad, y vivirás conmigo en la mansión Bensiali, nuestra boda se llevará a cabo en dos semanas…y no puedes hacer nada para impedirlo. — respondió Massimo, llenando de horror y confusión a Aurora.Aurora intento zafarse del agarre de Massimo, aquello que le decía no podía ser verdad. De ninguna manera podía ser verdad, se dijo a sí misma una y otra vez.—¿Este es uno de tus trucos maldita lombriz de tierra? Mis padres de ninguna manera me harían algo como eso. Tu estas sugiriendo que ellos acaban de venderme. — dijo la pelirroja negándose por completo a creer algo como aquello.Logrando someterla, Massimo forzó a Aurora a entrar en su lujoso auto.—Ya lo descubrirás por ti misma, pero no te he mentido, así que será me
—Tiene una figura muy esbelta y de bueno atributos, estoy segura de que lucirá preciosa en su vestido de novia. — decía la modista contratada por Massimo, mientras le tomaba las medidas para el vestido que usaría el día de su forzada boda.Sin responder palabra alguna, Aurora se negó a derramar lágrimas, aun y cuando se sentía completamente sola y devastada, y sentía aquella cintilla recorriendo su cuerpo calculando las medidas exactas para confeccionar un vestido que no tuvo la oportunidad de escoger ella misma; Massimo lo había escogido, y ella se había convertido en una preciosa muñeca a la que el magnate de cabellos rubios, tenía el derecho de vestir y usar como se le diera la gana hacerlo…después de todo, él la había comprado y se había convertido en su dueño.Aun así, Aurora no estaba dispuesta a dejarse servir en bandeja de plata y lista para ser simplemente devorada. Mirándose en el espejo, recordó lo mucho que a Massimo le desagradaban las perlas; le causaban cierta tripofobi
—Las expectativas del modelo L-star pro max, están por los cielos; las redes sociales han estallado después de que anuncio su lanzamiento sin decir las especificaciones, pero las otras compañías seguramente buscaran rivalizar con el nuevo celular en cuanto sea lanzado oficialmente, y es posible que sus propios lanzamientos si pueden llegar a competir seriamente contra B&H en el mercado. — decía uno de los socios de aquella empresa.Massimo aún se sentía perdido en sus pensamientos, aquel beso que le había robado a Aurora le había sabido a gloria…pero también a desprecio. Su hermosa prometida se había encerrado en su habitación y se había negado a comer o cenar con él, y no hubo poder alguno que la forzara a hacer lo contrario. Aurora era una mujer terca y de carácter firme…era por esa razón además de su hermosura, que se había enamorado de ella como un loco desde que eran niños.—¿Usted que opina al respecto señor Bensiali?, ha estado muy callado durante toda la junta sobre el nuevo c
—Lo siento Aurora, pero no regresaremos pronto, hemos llegado a Londres y tu madre comenzará con las quimioterapias. No estaremos disponibles niña, así que no marques mas y espera a que seamos nosotros quienes nos comuniquemos contigo. — decía el padre de Aurora al otro lado de la línea, mientras Aurora terminaba de vestirse.—Padre…no quiero estar aquí, no quiero casarme con Massimo Bensiali…hoy le tuve que decir a Leandro una gran mentira… — musitó Aurora entre lágrimas, sintiendo el corazón destrozado por lo que recién le había tenido que decir a Leandro.—¡Como puedes decir eso!, ¡Gracias al señor Bensiali es que tu madre se podrá salvar de esta enfermedad!, ¡Se una buena esposa y no reniegues nunca más de tu matrimonio con el señor Bensiali!, ¡No puedo creer que seas tan ingrata!, con ese Leandro jamás tendrías estatus ni dinero, y en cambio serás la esposa del hombre más poderoso de Italia, ¿Cómo es posible que te quejes de eso? Ni siquiera tendrás la necesidad de trabajar nunca
Aquella era una mañana fría del mes de octubre. Las hojas amarillas y rojizas en los altos arboles de los jardines en la mansión Bensiali, caían y se mecían en el viento asemejando una delicada danza de ballet. Aurora no había logrado dormir en toda la noche, presa de sus miedos y ansiedades. Mirando aquel hermoso anillo que le gritaba al mundo su compromiso con Massimo, se sintió nuevamente sola y confundida…sabía muy bien el valor sentimental que aquella joya representaba para su ahora prometido.“Este es el anillo de mi abuela Sophia, ella me lo dio para que un día se lo de a mi futura esposa…y un día te lo voy a dar a ti”Aquellas palabras que Massimo le había dicho antes de humillarla en aquella fiesta de su abuela paterna, casi las había olvidado por completo. Trayendo de vuelta aquellas viejas memorias de su niñez, Aurora recordó lo mucho que ella alguna vez amó a Massimo; él había sido un niño dulce y tierno, al que nunca hasta ese día, pareció importarle que ella fuera tan so
—Aurora ha solicitado unos días para arreglar asuntos familiares…dicen que su madre enfermó y se marchó de la ciudad sin previo aviso, vivo cerca del que era su departamento, y ahora ese lugar está vacío y con un letrero de “se renta”, al parecer ella se mudó a otro lugar recientemente, quizás por esos rumores de su madre… — decían un par de jóvenes estudiantes de la facultad de medicina.Leandro escuchaba atento cada charla que en la cafetería se daba acerca de Aurora; la pelirroja era una estudiante querida y popular, y a todos les parecían extrañas sus ausencias en el campus, incluso a los profesores. Terminando de comer su almuerzo, el pelinegro estudiante caminó de regreso al aula de anatomía, con una expresión de molestia marcada en el rostro. Aurora le había dicho que estaba comprometida con ese miserable Bensiali al que vio claramente como ella desprecio en los funerales del padre del sujeto.Algo no encajaba allí; conocía a Aurora desde hacía siete años cuando se conocieron e