—Ella es una chica hermosa…y la quiero para mí. — decía el adolescente Massimo Bensiali mirando por el ventanal de su estudio a Aurora Bianco.
Aquella jovencita limpiaba la maleza de los jardines junto a su padre, y su bonito rostro estaba manchado con barro. Sus cabellos eran rojos como el fuego que llevaba por dentro, y sus ojos eran de un verde esmeralda que siempre miraban a Massimo con desprecio desde que eran solo unos niños y por razones desconocidas. Tocándose la mejilla golpeada, Massimo Bensiali sonrió. Esa chica, nuevamente, acababa de rechazarlo.
—Ella es solo la hija de un par de viejos sirvientes y es dos años más joven que usted, no está a la altura del heredero Bensiali. Su deber es casarse con una mujer de su mismo rango y posición, y ya se hablado de ello; la señorita Juliana Hancock será su prometida; Juliana ha nacido en la cuna de una poderosa familia estadounidense que traerá mayor prestigio aun a los Bensiali, así que cuando tenga edad suficiente… —
—Cuando tenga edad suficiente será a Aurora a quien convierta en mi esposa, maestro Giuseppe. Ella es la única que quiero conmigo, y no me importa si ella me odia, algún día será mía. Puedes decirle a mi padre que rechazo el compromiso con esa Juliana a quien ni siquiera conozco, he tomado mi decisión y no está a discusión, soy el único heredero de la familia Bensiali, y haré lo que me plazca. — dijo interrumpiendo el muy joven heredero, a su mentor y maestro.
El viejo profesor se quitó sus lentes para limpiarlos.
—La joven Aurora Bianco es solo la hija de una sirvienta, su matrimonio con ella tan solo estará lleno de desgracias, su padre no va a permitirlo. Además, ella lo odia, mi joven señor, esa fiera pelirroja jamás se someterá a usted. — respondió Giuseppe.
Massimo sonrió.
—Ya veremos quien somete a quien. A ese petirrojo, lo pondré dentro de una hermosa jaula de oro y rubies, esa es mi promesa. — aseguró Massimo de tan solo dieciséis años, con el orgullo de un hombre adulto.
Diez años habían pasado desde aquella promesa que había hecho a su anciano mentor, y tan solo siete desde que se había marchado a estudiar su especialidad para tomar el cargo como el nuevo líder de la poderosa familia Bensiali. Llevando puesto un elegante y costoso traje a medida en color negro, Massimo sonrió al pensar que la muerte de su padre lo llevaba de regreso a la mansión que lo vio crecer, y como el único dueño de todo lo que a su familia pertenecía.
Con una expresión cínica y orgullosa, Massimo tan solo tenía en mente a una sola persona; la única por la cual había hecho una promesa, y quien seguramente ya se había convertido en toda una mujer en su ausencia.
Aurora Bianco. La única mujer que se le había ido de las manos, y la única a la que realmente quería tener para sí mismo.
—Ya verás, Aurora…veras el hombre en el que me he convertido. — musitó Massimo para sí mismo, observando el cielo celeste desde aquel avión privado en el que viajaba de regreso a Italia desde Londres.
En un viejo departamento en Palermo, Italia, una hermosa joven se vestía de negro. La muerte del señor Bensiali había sido repentina, y siendo el patrón de sus padres y el amable señor que le había ayudado a conseguir una beca para sus estudios universitarios, sentía el deber de ir a su última despedida.
Tomando su bolso, Aurora Bianco apretó un poco sus labios. En los funerales, por supuesto, estaría él. Frunciendo el entrecejo con molestia, la pelirroja recordó a Massimo Bensiali, el único hijo del señor Mauro, y el hombre más desagradable que había conocido. Tenía más de cinco años sin verlo, siete años en los que había estado en paz. Massimo había viajado al extranjero para especializarse en administración de empresas y liderazgo empresarial; nada sorprendente al saberse el único heredero del imperio Bensiali. Ella, por otro lado, estudiaba el último semestre de medicina, y todo en su vida transcurría con calma…esperaba que la llegada de ese niño bonito no arruinara eso.
—¿Estás segura que es apropiado que vaya contigo? — le cuestiono un joven de cabellos negros y ojos grises, que la miraba con profunda pena al saber lo mucho que la pelirroja apreciaba a aquel importante hombre que había fallecido.
Mirando a su amigo y compañero de la universidad, Aurora sonrió…no quería estar sola en donde estaría Massimo Bensiali.
—No te preocupes por eso…Leandro. — respondió.
Recogiendo a sus padres en su vieja casita a las afueras, Aurora condujo en silencio hasta la mansión Bensiali, su madre y padre estaban llorando; le tenían un gran aprecio y lealtad a su amo y señor, y se sentía mal por ellos.
—Aurora…cuando los funerales del señor Bensiali terminen, hay algo que tenemos que hablar contigo…mas te vale escucharnos con atención. — dijo la madre secándose las lágrimas mientras le hablaba con severidad tal y como siempre hacía, y dando luego una mirada a su esposo.
Aurora se sorprendió de aquellas palabras, pero guardó silencio. Sus padres jamás habían sido amorosos con ella en realidad; nunca habían tenido palabras cariñosas o besos mimosos que la hicieran sentirse segura y querida, sin embargo, aun así los amaba, y les debía la vida, con ese pensamiento era que la pelirroja siempre soportaba sus constantes desplantes y la falta de afecto.
Un elegante Lamborghini se estacionaba, y Massimo bajaba de el con la arrogancia que había tenido siempre. La mansión Bensiali lucia tan bella como siempre había sido, con sus jardines antiguos y la misma servidumbre que lo vio crecer desde su infancia.
—Bienvenido, señor Bensiali. —
Los sirvientes y la ama de llaves Bianco junto a su esposo, lo recibían como era de esperarse; todos bajaban su cabeza ante el pues con la muerte de su padre, era el nuevo amo y señor de aquellas bastas tierras. Buscando con la mirada a aquella mujer a la que jamás logró sacar de sus pensamientos ni siquiera en otros cuerpos, se sintió decepcionado al no verla esperándolo como todos los demás; Aurora siempre había sido una mujer terca y orgullosa.
Entrando a la mansión, Massimo caminó al salón de reuniones, en donde se estaban llevando a cabo los funerales de su padre. Todas las personas se levantaron para recibir al único hijo de Mauro Bensiali, y su heredero. Aurora, levantándose de su asiento, siguió mirando hacia aquel féretro donde descansaba el amable señor, sin dignarse a mirar al recién llegado. Viejos amigos de su padre y socios de negocios, se acercaban a Massimo para darle el pésame por su reciente perdida, sin embargo, la mirada zafiro de aquel arrogante hombre, tan solo se enfocaba en aquella mujer de cabellos rojos, que al igual que había sido siempre, lo estaba ignorando monumentalmente.
Caminando hacia Aurora, Massimo sonrió cínicamente al apreciar sus pronunciadas curvas que se esforzaba por mantener ocultas bajo aquel vestido negro. Su larga cabellera de fuego le había crecido hasta por debajo de los muslos, y su piel blanca asemejaba a la porcelana…se había puesto mucho más hermosa desde su partida. Durante sus años lejos de Palermo, tan solo en aquella mujer había pensado, en mil formas de doblegar su orgullo y su moral para tenerla consigo. Acercándose arrogante, detuvo sus pasos…finalmente estaba frente a ella después de tantos años.
—Tanto tiempo sin verte, Aurora. — dijo Massimo.
Aurora, forzadamente, miró a aquel caprichoso hombre frente a ella. Massimo Bensiali había crecido hasta ser al menos cabeza y media más alto que ella, sus cabellos rubios los llevaba peinados hacia atrás como solía hacerlo desde niño, y sus ojos azules que asemejaban al zafiro, la miraban con aquella arrogancia de siempre. El apuesto hijo y heredero de Mauro Bensiali, finalmente se dignaba a hacer su aparición…y sin embargo no se había acercado al féretro de su amable padre.
—Bensiali. Lamento mucho tu perdida, sin embargo, todos aquí creíamos que tu primer saludo seria para el hombre que descansa en su féretro. — dijo Aurora con voz afilada.
Massimo sonrió, ya esperaba un comentario filoso de parte de aquella pelirroja que solo tenía desprecios para él. Amaba a su padre, por supuesto, pero su pensamiento por la vida y la muerte eran mucho más relajados que los de todos.
—Bueno…el muerto, muerto esta, y no hay nada que yo pueda hacer para remediarlo. Mi padre fue un hombre honorable, pero no lamentare que haya partido a reunirse con mi madre como era su más grande deseo, más bien, quiero invitarlos a todos a celebrar su partida al reino de los cielos, pues en su respetable nombre, el no deseaba ver caras tristes cuando este día llegara. — respondió Massimo dando la orden a la servidumbre de servir champagne, y mirando a Aurora, le sonrió de nuevo. —Ahora, Aurora, brinda conmigo por nuestro reencuentro…brinda por lo que el futuro nos depara a ambos. — invitó el rubio ofreciendo una copa a la pelirroja.
Aurora miró con desprecio a Massimo. Aquel arrogante hombre, no había cambiado en nada.
—Aurora, ya he estacionado tu auto cerca, estaré listo cuando quieras que nos vayamos. — dijo Leandro tocando suavemente a Aurora por los hombros ante la mirada sorprendida de Massimo.
—Lo lamento, señor Bensiali, pero no tengo nada que celebrar con usted. Con su permiso. — respondió Aurora a Massimo, cuando esté la tomó abruptamente de la mano.
—Lo lamento, señor Bensiali, pero no tengo nada que celebrar con usted. Con su permiso. — respondió Aurora a Massimo, cuando esté la tomó abruptamente de la mano.—¿Quién es el? — cuestionó Massimo mirando a aquel joven de cabellos negros y ojos grises que lo miró a cambio extrañado.Aurora, con discreción y esperando que nadie hubiese notado aquella conducta tan cuestionable de Massimo, le sonrió y se acercó a él.—Eso no es de su incumbencia, señor. Me retiro, y le pido sea lo que el señor Mauro esperaba que fuera, mantenga la compostura propia del heredero Bensiali. No debe olvidar que yo solamente soy la hija de los sirvientes, como bien usted me lo recordó cuando éramos niños, así que no pierda la calma por causa de una mujer insignificante. — respondió Aurora sagaz, dejando a Massimo con una expresión de enojo marcada en su rostro.—¿Vas a dejarme aquí viviendo mi luto en soledad?, ¿Cuánto tiempo más vas a estar enojada por eso? Pasó hace tantos años que ya no tiene la mayor impo
—Tu madre tiene cáncer…y no tenemos dinero para costear el tratamiento. — dijo el padre de Aurora con seriedad.Aurora sintió como todo su mundo se desmoronaba a pedazos, ¿Qué era lo que iban a hacer?, sus padres se abrazaban dejando ver su evidente sufrimiento, y ella se sintió impotente y frustrada al no contar con dinero suficiente para apoyarlos…pero no se rendiría.—Yo buscare un empleo más, dejare el departamento para no pagar esa renta y regresaré a su casa, mamá tiene que dejar de trabajar en la mansión Bensiali para que pueda descansar, no sé cómo es que lo haré, pero les juro que conseguiré el dinero para pagar los tratamientos. Los apoyare como sea para que mi mamá pueda sanar. — dijo Aurora llevándose una mano al pecho.Armani y Giorgia Bianco, se miraron el uno al otro, y luego miraron a la pelirroja, una sonrisa se había dibujado en sus rostros.—¿En verdad estas dispuesta a hacer lo que sea para apoyarnos? — cuestionó Giorgia mirando fijamente a su hija.Aurora asintió.
—Esta es mi propuesta señor Massimo, tome a mi hija como pago por darnos el dinero necesario para el tratamiento de mi mujer y un poco más para llevar una vida holgada y tranquila y poder jubilarnos, si lo acepta, Aurora será completamente suya, siendo el hombre más poderoso de Italia, nadie va a cuestionarlo, y usted decidirá qué es lo que hace con ella, si la toma como esposa, o la convierte en su amante. — decía Armani Bianco con seriedad y firmeza.Massimo se sintió francamente impactado y sorprendido por aquella oferta que estaba recibiendo. Aquella propuesta le servía en bandeja de plata justamente lo que él había deseado desde que era un niño; tener a Aurora para sí mismo, era todo cuanto realmente quería. Sonriendo, el rubio no se permitió cuestionar la calidad moral ni las intenciones de los viejos Bianco, ni tampoco se permitió que alguna espina de naciente moralidad le lastimara el corazón. Era un hombre de negocios después de todo, él quería algo y se lo estaban ofreciendo
—¿Qué es lo que está pasando? — cuestionó Aurora a Massimo cuando esté la tomo por el brazo.—Le he firmado un muy jugoso cheque a tus padres, mi pequeño petirrojo, tus padres te están esperando para aclarar esta situación…desde este momento, Aurora Bianco, eres de mi propiedad, y vivirás conmigo en la mansión Bensiali, nuestra boda se llevará a cabo en dos semanas…y no puedes hacer nada para impedirlo. — respondió Massimo, llenando de horror y confusión a Aurora.Aurora intento zafarse del agarre de Massimo, aquello que le decía no podía ser verdad. De ninguna manera podía ser verdad, se dijo a sí misma una y otra vez.—¿Este es uno de tus trucos maldita lombriz de tierra? Mis padres de ninguna manera me harían algo como eso. Tu estas sugiriendo que ellos acaban de venderme. — dijo la pelirroja negándose por completo a creer algo como aquello.Logrando someterla, Massimo forzó a Aurora a entrar en su lujoso auto.—Ya lo descubrirás por ti misma, pero no te he mentido, así que será me
—Tiene una figura muy esbelta y de bueno atributos, estoy segura de que lucirá preciosa en su vestido de novia. — decía la modista contratada por Massimo, mientras le tomaba las medidas para el vestido que usaría el día de su forzada boda.Sin responder palabra alguna, Aurora se negó a derramar lágrimas, aun y cuando se sentía completamente sola y devastada, y sentía aquella cintilla recorriendo su cuerpo calculando las medidas exactas para confeccionar un vestido que no tuvo la oportunidad de escoger ella misma; Massimo lo había escogido, y ella se había convertido en una preciosa muñeca a la que el magnate de cabellos rubios, tenía el derecho de vestir y usar como se le diera la gana hacerlo…después de todo, él la había comprado y se había convertido en su dueño.Aun así, Aurora no estaba dispuesta a dejarse servir en bandeja de plata y lista para ser simplemente devorada. Mirándose en el espejo, recordó lo mucho que a Massimo le desagradaban las perlas; le causaban cierta tripofobi
—Las expectativas del modelo L-star pro max, están por los cielos; las redes sociales han estallado después de que anuncio su lanzamiento sin decir las especificaciones, pero las otras compañías seguramente buscaran rivalizar con el nuevo celular en cuanto sea lanzado oficialmente, y es posible que sus propios lanzamientos si pueden llegar a competir seriamente contra B&H en el mercado. — decía uno de los socios de aquella empresa.Massimo aún se sentía perdido en sus pensamientos, aquel beso que le había robado a Aurora le había sabido a gloria…pero también a desprecio. Su hermosa prometida se había encerrado en su habitación y se había negado a comer o cenar con él, y no hubo poder alguno que la forzara a hacer lo contrario. Aurora era una mujer terca y de carácter firme…era por esa razón además de su hermosura, que se había enamorado de ella como un loco desde que eran niños.—¿Usted que opina al respecto señor Bensiali?, ha estado muy callado durante toda la junta sobre el nuevo c
—Lo siento Aurora, pero no regresaremos pronto, hemos llegado a Londres y tu madre comenzará con las quimioterapias. No estaremos disponibles niña, así que no marques mas y espera a que seamos nosotros quienes nos comuniquemos contigo. — decía el padre de Aurora al otro lado de la línea, mientras Aurora terminaba de vestirse.—Padre…no quiero estar aquí, no quiero casarme con Massimo Bensiali…hoy le tuve que decir a Leandro una gran mentira… — musitó Aurora entre lágrimas, sintiendo el corazón destrozado por lo que recién le había tenido que decir a Leandro.—¡Como puedes decir eso!, ¡Gracias al señor Bensiali es que tu madre se podrá salvar de esta enfermedad!, ¡Se una buena esposa y no reniegues nunca más de tu matrimonio con el señor Bensiali!, ¡No puedo creer que seas tan ingrata!, con ese Leandro jamás tendrías estatus ni dinero, y en cambio serás la esposa del hombre más poderoso de Italia, ¿Cómo es posible que te quejes de eso? Ni siquiera tendrás la necesidad de trabajar nunca
Aquella era una mañana fría del mes de octubre. Las hojas amarillas y rojizas en los altos arboles de los jardines en la mansión Bensiali, caían y se mecían en el viento asemejando una delicada danza de ballet. Aurora no había logrado dormir en toda la noche, presa de sus miedos y ansiedades. Mirando aquel hermoso anillo que le gritaba al mundo su compromiso con Massimo, se sintió nuevamente sola y confundida…sabía muy bien el valor sentimental que aquella joya representaba para su ahora prometido.“Este es el anillo de mi abuela Sophia, ella me lo dio para que un día se lo de a mi futura esposa…y un día te lo voy a dar a ti”Aquellas palabras que Massimo le había dicho antes de humillarla en aquella fiesta de su abuela paterna, casi las había olvidado por completo. Trayendo de vuelta aquellas viejas memorias de su niñez, Aurora recordó lo mucho que ella alguna vez amó a Massimo; él había sido un niño dulce y tierno, al que nunca hasta ese día, pareció importarle que ella fuera tan so