Capítulo 025

Natalia no daba crédito a lo que acababa de escuchar.

¿Realmente esa mujer pensaba despedir al personal por el simple hecho de haberle permitido preparar un desayuno?

¿Estaba así de demente?

—No, de ninguna manera —se levantó también de la mesa, dispuesta a mostrar autoridad. Para bien o para mal, ella también era la señora de esa casa, era la esposa de Fabián.

—Acabo de dar una orden y ni tú ni nadie la contradecirá —habló la mujer con los puños apretados y con una gruesa vena atravesando su frente.

Esa era la primera vez que Natalia la miraba de esa forma: tan inhumana, tan horripilante, como un ser desalmado en cuerpo de mujer. Un demonio.

—Temo tener que contradecirla, señora. Pero de aquí nadie se irá —le refutó firme. No permitiría que una persona fuera despedida por su culpa, mucho menos por un motivo tan estúpido como ese.

—¡¿Y tú, quién te crees que eres?!

Diana acababa de levantarse también, dispuesta a darle todo el apoyo necesario a su desnaturalizada madre.

—Soy la señora
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