—Debes divorciarte, Jade —fue la solución dada por su madre. —Mamá, no es tan sencillo —se alejó hacia la ventana, sintiéndose un poco más tranquila luego de haber confesado toda la verdad a su progenitora. De repente sentía que podía respirar con mayor normalidad y esto era debido a que se había quitado el peso de la mentira de encima—. Debes comprender que, aunque no me case amando a Adriel, tengo intención de hacer que este matrimonio funcione. —Pero, hija, es evidente que ese joven no puede hacerte feliz —le dijo lo que era obvio desde su perspectiva. Natalia conocía a Adriel desde que era tan solo un bebé. En su niñez le pareció un chico muy dulce, pero a medida que transcurría el tiempo, se fue dando cuenta de que su actitud se fue transformando en algo preocupante de ver. —Ana Paula, es posible que tu hijo esté desarrollando rasgos psicopáticos sub clínicos —le comentó un día. En esa ocasión, Ana Paula simplemente se había negado a ver las señales presentes en su hijo, al
Cuando Jade abrió los ojos, no podía creer lo que estaba viendo. Su esposo se encontraba frente a ella, sosteniendo entre sus dedos un mechón de su cabello. Se enderezó rápidamente en la cama, impactada por lo que estaba presenciando y no pudo evitar alejarse del tacto del hombre como si este le quemara. Adriel, comprendiendo su rechazo, se separó de la cama y se apartó varios pasos para no incomodarla. —¿Por qué estás aquí? —insistió la chica al ver que no explicaba la razón de su presencia. No se suponía que el hecho de que un esposo visitara la habitación de su esposa por la noche debería de verse como algo anormal, pero en este caso, lo era, puesto que ellos no sabían lo que era compartir una habitación juntos. Y aunque estaban casados en teoría, seguían sin comportarse como un matrimonio. —¿Y entonces? —presionó un poco más al ver que el silencio era lo único que obtenía como respuesta. —Eres mi esposa, Jade, solamente quería verte —contestó sin más, algo simple y bastan
—¿Tú me has amado siempre? —preguntó Jade con un ligero tartamudeo. Simplemente, no podía creerlo, le resultaba impactante escuchar que Adriel admitiera sus sentimientos abiertamente. ¿Cuándo sucedió esto exactamente y por qué no se percató antes?—Así es —aceptó el hombre con firmeza en su voz—. Te amé desde niño, te amé también de adolescente y te amo ahora que soy un hombre. Te he amado siempre, Jade, y no creo que eso pueda cambiar jamás. —Adriel…A Jade le resultó imposible mantener sus emociones bajo control cuando presenciaba una declaración tan hermosa de su parte. La verdad era que no había esperado este desenlace, pero ahora que sabía que su esposo la amaba, su deseo de hacer que este matrimonio funcionara se incrementó mucho más. —Pero sé que tú no me amas, así que…—Adriel, yo… quiero amarte —sus palabras salieron rápidas y atropelladas, pero realmente deseaba corresponder a los sentimientos de su esposo—. Puede que esto no haya comenzado de la mejor manera, pero estoy
El autocontrol y la cordura de Adriel acababan de salir disparadas por la ventana de la habitación en el mismo instante en que Jade Arison había decidido dar pie a aquel movimiento atrevido y osado.Los ojos del hombre no podían despegarse de la deliciosa visión frente a él. Los senos de su esposa eran una obra de arte, tenían la redondez exacta, con una apariencia llena y voluminosa.—¿Quieres tocarlos? —preguntó en otro gesto cargado de atrevimiento.Adriel se descubrió a sí mismo asintiendo y entonces sus pies tomaron vida propia y acortaron la distancia que los separaba. No sabía de dónde había surgido aquella urgencia desmedida que lo embargaba, pero sentía que ya no podía respirar con normalidad si no amasaba entre sus manos una de sus tetas.Pudo ver cómo la chica contenía el aliento cuando se encontraron uno frente al otro.No había dejado de repetirse que Jade no lo amaba y que no debía de presionarla a hacer algo de lo que seguramente se arrepentiría más tarde, pero justo ah
Cuando Jade abrió los ojos a la mañana siguiente, se encontró acostada encima de su esposo. Ambos estaban abrazados, con sus cuerpos entrelazados, como dos amantes que habían compartido la mejor de las noches.De repente, sintió vergüenza de su desnudez y al rememorar todo lo sucedido entre ambos, pero, luego, recordó que aquello era lo más normal del mundo, lo que debió de suceder desde un inicio en su matrimonio, así que mantuvo la calma y sonrió anchamente.Su esposo acarició su espalda con lentitud y pudo sentir cómo su miembro comenzaba a hincharse de nuevo. Jade sintió un rubor extenderse por sus mejillas, pero era tarde para alejarse. Adriel, en un movimiento rápido y felino, la lanzó de espaldas a la cama y se posicionó encima de ella, tomando el control de sus manos y colocándolas por sobre su cabeza, mientras sus labios buscaban los suyos con dominio y urgencia.Aún se sentía muy adolorida después de haber perdido su virginidad en una noche pasional e intensa, pero decir que
Jade se hallaba de pie en el recibidor de la mansión Meier, un lugar que había visitado innumerablemente a lo largo de su niñez. Se trataba de una casa bonita y elegante, la cual cargaba misterios y un amor que se había fraguado a fuego lento en una de las habitaciones de la misma. Porque sí, así era como el amor de Adriel había crecido con el pasar de los años sin que ella pudiera darse cuenta. La chica no pudo evitar negar con la cabeza ante el pensamiento. No había acudido a ese lugar para pensar en su esposo ni en su amor oculto durante tanto tiempo; había acudido a esa casa porque quería ver a su cuñada, Gala. —¿Se encuentra la señorita Gala? —preguntó amablemente al mayordomo.—Señora Meier —saludo el hombre con una inclinación de cabeza, la cual estaba llena de respeto. El respeto propio que debería recibir una mujer en su posición, puesto que, era la esposa del heredero de dicha familia—, me temo que la señorita Gala se encuentra indispuesta en este momento, pero le notifica
—Cariño, ¿cuándo volveremos a verte? —la tristeza en la voz de la mujer no pudo ser ocultada.—Pronto. Ya sabes cómo es esto, Natalia —explicó el hombre con fastidio, aparentemente aburrido de dar siempre las mismas explicaciones—. Son negocios. Debo ir y venir para asegurarme de que todo marche bien. Pero no te preocupes, estaré en casa en un mes, ¿está bien?Una caricia llegó a la mejilla derecha de la joven y rápidamente se dejó envolver como un gatito perezoso, ronroneando ante su delicado gesto. —Los niños y yo te extrañaremos mucho —su mirada estaba llena de devoción, mientras veía al hombre que amaba a punto de partir. —Y yo los extrañaré a ellos. Ambos padres se giraron para divisar el trío de camas. Sus pequeños dormían plácidamente, ajenos a la realidad de que su padre estaba a punto de irse nuevamente.—Ellos sufren mucho siempre que te vas —comentó Natalia, testigo principal de la desilusión que embargaba a sus pequeños cada vez que tenían que despertarse para encontrar
Aleja había sido su principal cómplice en todo esto. La sostuvo de la mano y le dio palabras de aliento en el momento en que sintió que no podía más. Ahora era esa misma mujer, quien cuidaba de sus hijos, mientras ella, con un vestido negro, se dirigía al lugar donde sería llevada a cabo aquella boda. Natalia sentía que se ahogaba con cada paso que daba, el aire parecía no circular bien a sus pulmones, pero sabía que, esto era un mal necesario. Si ella sufría, lo justo era que Roberto Buendía sufriera también. Al llegar a la iglesia no pudo hacer otra cosa que maravillarse. Era justo como siempre había soñado casarse, la diferencia era que tanto lujo y opulencia iban dirigidos a alguien más. Aun así, no pudo evitar admirar la arquitectura gótica de la catedral, el arco de flores que adornaba ambos lados de la entrada. Rosas blancas y peonias se entrelazaban con cintas doradas. Una alfombra roja se extendía desde la entrada hasta el altar y pudo imaginar a la hermosa novia siend