Recuerden dejar sus opiniones y si les gusta la historia pueden dejar una buena reseña en el inicio.
—¿Tú me has amado siempre? —preguntó Jade con un ligero tartamudeo. Simplemente, no podía creerlo, le resultaba impactante escuchar que Adriel admitiera sus sentimientos abiertamente. ¿Cuándo sucedió esto exactamente y por qué no se percató antes?—Así es —aceptó el hombre con firmeza en su voz—. Te amé desde niño, te amé también de adolescente y te amo ahora que soy un hombre. Te he amado siempre, Jade, y no creo que eso pueda cambiar jamás. —Adriel…A Jade le resultó imposible mantener sus emociones bajo control cuando presenciaba una declaración tan hermosa de su parte. La verdad era que no había esperado este desenlace, pero ahora que sabía que su esposo la amaba, su deseo de hacer que este matrimonio funcionara se incrementó mucho más. —Pero sé que tú no me amas, así que…—Adriel, yo… quiero amarte —sus palabras salieron rápidas y atropelladas, pero realmente deseaba corresponder a los sentimientos de su esposo—. Puede que esto no haya comenzado de la mejor manera, pero estoy
El autocontrol y la cordura de Adriel acababan de salir disparadas por la ventana de la habitación en el mismo instante en que Jade Arison había decidido dar pie a aquel movimiento atrevido y osado.Los ojos del hombre no podían despegarse de la deliciosa visión frente a él. Los senos de su esposa eran una obra de arte, tenían la redondez exacta, con una apariencia llena y voluminosa.—¿Quieres tocarlos? —preguntó en otro gesto cargado de atrevimiento.Adriel se descubrió a sí mismo asintiendo y entonces sus pies tomaron vida propia y acortaron la distancia que los separaba. No sabía de dónde había surgido aquella urgencia desmedida que lo embargaba, pero sentía que ya no podía respirar con normalidad si no amasaba entre sus manos una de sus tetas.Pudo ver cómo la chica contenía el aliento cuando se encontraron uno frente al otro.No había dejado de repetirse que Jade no lo amaba y que no debía de presionarla a hacer algo de lo que seguramente se arrepentiría más tarde, pero justo aho
Cuando Jade abrió los ojos a la mañana siguiente, se encontró acostada encima de su esposo. Ambos estaban abrazados, con sus cuerpos entrelazados, como dos amantes que habían compartido la mejor de las noches.De repente, sintió vergüenza de su desnudez y al rememorar todo lo sucedido entre ambos, pero, luego, recordó que aquello era lo más normal del mundo, lo que debió de suceder desde un inicio en su matrimonio, así que mantuvo la calma y sonrió anchamente.Su esposo acarició su espalda con lentitud y pudo sentir cómo su miembro comenzaba a hincharse de nuevo. Jade sintió un rubor extenderse por sus mejillas, pero era tarde para alejarse. Adriel, en un movimiento rápido y felino, la lanzó de espaldas a la cama y se posicionó encima de ella, tomando el control de sus manos y colocándolas por sobre su cabeza, mientras sus labios buscaban los suyos con dominio y urgencia.Aún se sentía muy adolorida después de haber perdido su virginidad en una noche pasional e intensa, pero decir que
Jade se hallaba de pie en el recibidor de la mansión Meier, un lugar que había visitado innumerablemente a lo largo de su niñez. Se trataba de una casa bonita y elegante, la cual cargaba misterios y un amor que se había fraguado a fuego lento en una de las habitaciones de la misma. Porque sí, así era como el amor de Adriel había crecido con el pasar de los años sin que ella pudiera darse cuenta. La chica no pudo evitar negar con la cabeza ante el pensamiento. No había acudido a ese lugar para pensar en su esposo ni en su amor oculto durante tanto tiempo; había acudido a esa casa porque quería ver a su cuñada, Gala. —¿Se encuentra la señorita Gala? —preguntó amablemente al mayordomo.—Señora Meier —saludo el hombre con una inclinación de cabeza, la cual estaba llena de respeto. El respeto propio que debería recibir una mujer en su posición, puesto que, era la esposa del heredero de dicha familia—, me temo que la señorita Gala se encuentra indispuesta en este momento, pero le notifica
Los ojos de Jade se abrieron de par en par, buscando desesperadamente una señal de que aquello era una broma de mal gusto. De que realmente la dulce Gala no le estaba gritando a la cara palabras cargadas de resentimiento. Pero su arrebato seguía resonando en su cabeza, claro y contundente. Era una verdad callada por mucho tiempo, era el sufrimiento de su amiga y no podía minimizarlo ni ignorarlo. Por el contrario, debía de atenderlo.—Gala, no sabía que…—No, por supuesto que no sabías nada, Jade —se burló cínicamente, como si no fuera más que una chiquilla estúpida, incapaz de percatarse de los sentimientos de los demás—. Tampoco esperaría que lo supieras, cuando no eres más que una niñita que no hace otra cosa que pensar en sí misma. —No digas eso, Gala —susurró bajito, dolida, al encontrarse siendo el objeto de su furia. De una furia que llevaba congelada demasiado tiempo, guardada por años y que, justo ahora, salía convertida en todo un volcán al que no le importaba lo que se lle
En ese último mes, la rutina de Jade había sido bastante sencilla: asistir a la universidad, hacer ejercicio en casa con su amiga Gala y, en ese día, cumplir con la segunda visita del mes programada a sus padres.—¿Y cómo va tu matrimonio? —preguntó su madre, mirándola por encima de su taza de té.Ambas estaban sentadas en el jardín en una mesa redonda, una frente a la otra, disfrutando del lugar propicio para compartir confidencias y disfrutar de la tranquilidad de la naturaleza que las rodeaba.—Va todo bien, mamá —confesó y no mentía. Eso era completamente cierto.La joven no pudo evitar que una sonrisa cargada de recuerdos la invadiera de forma inesperada. Un rubor se extendió por sus mejillas hasta su cuello cuando recordó su rutina nocturna de ese último mes.Adriel había dejado de llegar tarde para estar presente en todas sus noches, cenaban juntos, se bañaban juntos y, hacían el amor como un par de animales.Jade no pudo evitar que su cerebro repitiera las vívidas imágenes de
—Hola, chicos —saludó Jade entrando a la oficina de sus hermanos. Se trataba de una oficina compartida. El escritorio era curvo con tres puestos, cada uno con su propio computador y artículos. Sin embargo, al entrar, descubrió una escena que distaba mucho de lo profesional del sitio. Los tres genios de la empresa Arison, estaban haciendo bolitas de papel y lanzándoselas los unos a los otros, como si fueran unos chiquillos de preescolar que nunca hubieran madurado.Así eran los chicos: alegres y juguetones.O al menos la mayoría del tiempo. Porque sí, tenían su momento de excesiva seriedad, pero aquellos instantes eran muy inusuales de presenciar.—¿Y a qué se debe el honor de que nuestra pequeña princesita haya decidido visitarnos? —fue Mateo, con su tono siempre jocoso, quien interrumpió el silencio.—No hay un motivo en específico. Solamente quería visitar a mis hermanos y ver cómo estaban las cosas por aquí —ingresó con lentitud a la oficina, aun a sabiendas de que estaba mintiend
—¿Dónde estuviste hoy?La pregunta de su esposo, sacó a Jade de sus más profundas cavilaciones. De alguna forma, seguía repitiendo en su mente los acontecimientos del día: la conversación con su madre, la visita a sus hermanos, su tarde de ejercicios con Gala.Así que le dio a Adriel un resumen general de todo lo sucedido.Su esposo la escuchó en silencio, como solía hacerlo, y luego hizo breves comentarios al respecto que incluían un: “no pueden obligarlos si no quieren”, “lo mejor será dejar que el tiempo lo decida”.Debía admitir que la mayoría del tiempo, Adriel era muy acertado en sus opiniones, por eso, siempre le había gustado compartir con él sus más íntimas experiencias.Él era bueno e inteligente.Y, en ese último mes, también había demostrado que era el mejor esposo de todos.—¿Y cómo estuvo tu día?Le resultó inevitable no estirar su mano para que estuviera al alcance de su marido. Le gustaba mucho cuando Adriel tomaba su mano y la acariciaba con dulzura para luego darle u