2. El Festejo

Clara Miller asumió como directora ejecutiva de la firma especializada en inversiones a largo plazo "Miller Legacy Capital" Todo parecía indicar que ella y su familia tenían todo lo que podían desear, dinero, poder, amor y felicidad.

Era viernes, y Clara estaba reunida con sus compañeros de trabajo, celebrando el haber trabajado duro para cerrar un acuerdo con empresarios que habían apostado por su firma. Clara, a pesar de ser una mujer elegante y bella, se sumergía en su trabajo, lista para llevar en alto el apellido Miller. A una distancia de ella se encontraba su gemela, Cara. Ambas eran idénticas, pero con sentimientos muy opuestos. Clara siempre veía la vida con alegría y esperanza, siempre ofreciendo una cálida amistad a quienes se cruzaban en su camino. Sin embargo, Cara era todo lo contrario a Clara, era callada, egoísta, y hasta se podía decir malvada.

Para Cara, la vida era un juego, una vida sin aventuras era aburrida. Pero muy, muy en el fondo de su corazón, ella amaba a un hombre, pero jamás había mencionado siquiera el nombre de ese afortunado para ella, aunque en realidad era una completa desgracia.

Nadie sospechaba que esa noche marcaría la vida y el destino de Clara.

—¿Deberíamos ir a bailar? Esto es muy aburrido... sentarnos aquí hablar de vidas ajenas es una completa pérdida de tiempo —dijo Cara. Los ojos de los demás estaban puestos en ella. El silencio de los demás era incómodo.

—Cara, sabes que lo mío no es bailar, ni beber tanto— dijo Clara.

—Es más, ya es muy tarde y debo volver a mi casa —dijo Clara levantándose de su silla, mientras observaba su reloj de cuero importado. Las manos de Cara la sujetaron con fuerza mientras la volvía a sentar.

—Oye, Cara, ¿qué haces? —dijo Clara asombrada por la actitud de su gemela.

—Clara, me la debes... ¿recuerdas? Me lo prometiste. No puedes simplemente hacerte la idea y no ir a festejar conmigo —dijo Cara inclinando su cabeza hacia su hermana quien la estaba observando.

—Está bien, lo haré. Pero primero déjame avisarle a Noah que llegaré tarde —dijo Clara mientras intentaba escribir un mensaje de texto en su celular. Cara sabía que el novio de su hermana era un hombre seguro de sí mismo.

Cara había salido con su propósito, el de llevar a su hermana a un club nocturno, donde pasarían la noche bebiendo y bailando con desconocidos. ¿Qué podría pasar por una noche de baile?

Cuando llegaron al club nocturno, Cara llevó a su hermana y a sus compañeros a un rincón en el segundo piso, un sector reservado para aquellos que podían pagar por su tranquilidad y algunos privilegios.

Clara se presentó en el lugar con la misma ropa que había acudido a la reunión de aquella tarde, un vestido largo hasta los tobillos, con un tajo en uno de los costados que dejaba ver la hermosa pierna que tenía ella. En la parte de arriba llevaba una chaqueta de cuero de color negro que hacía juego con el vestido y el cinturón con plumas de avestruz. Aquella vestimenta era totalmente seductora, y las miradas de los que se encontraban en el lugar no dejaban de mirarla. Cara, por su parte, llevaba un vestido un poco más corto, este era más llamativo que el que tenía su hermana, pero no le aportaba la elegancia que las prendas de su hermana.

Esa noche, había pasado bebiendo y riendo en compañía de su gemela Clara, nada parecía estar fuera de lugar. Aunque ella y su gemela no tenían un acercamiento como lo harían otras gemelas, esa noche parecía que iba a ser diferente.

Un hombre con un atuendo formal se encontraba bebiendo, tanto que pensó que la noche se acabaría, pero los ojos de Cara se encontraban en él. Ella lo dejó salir del lugar para seguirlo. Cuando estaba por entrar en el baño de hombres, Cara lo empujó en el interior para besarlo de una manera totalmente demente. Los que los vieran juntos en ese momento dirían que este hombre y la mujer eran amantes desde hacía muchos años.

—Toma, nos encontraremos en este punto... No me falles —dijo ella poniendo en el bolsillo de aquel hombre la tarjeta de la habitación que ella había reservado con anterioridad. El hombre, quien parecía sumergido en el efecto del alcohol, no se olvidaría de la propuesta indecente de una mujer desconocida. Estaba seguro de que iría a su encuentro.

Las horas pasaban, y Cara junto a Clara estaban bebiendo como jamás habían hecho. Clara sabía que beber demasiado era un gran y grave error. Cuando ella se dio cuenta, ya se encontraba totalmente borracha, incapaz de pararse y ni siquiera dar pasos precisos.

—Oye, Cara, ¿me ayudas? —dijo Clara intentando sostenerse por Cara.

—Vamos, déjame llevarte a mi habitación, en ese estado no podrás manejar —respondió Cara sosteniendo a su hermana para despacharse de los demás que aún se encontraban festejando.

Cara pasó la segunda tarjeta para meter a su hermana y llevarla en el sillón, aunque Clara estuviera con el efecto del alcohol, aún estaba despierta.

—Iré al baño... prepárame algo para tomar. Seguiré festejando —dijo Clara mientras se introducía en el baño.

—Clara iré al bar del hotel y traeré algo para beber. No tardaré mucho —dijo ella mientras se escabullía en busca de una botella más de bebida. Cuando Clara salió del departamento, vio como venía el hombre que ella había invitado a su habitación. De manera hábil ella logra esconderse detrás de unas paredes que llevaba a otro pasillo, una sonrisa se dibuja en los labios de ella. Imaginarse de que su hermana se llevaría un gran sorpresa lo satisfacía por completo.

El hombre misterioso pasó la tarjeta y se introdujo en el interior de aquella habitación, para luego cerrar la puerta con sus pies.

Heinst Conrad, se encontraba en la puerta de aquella habitación lujosa, precisamente una suite ejecutiva, se aflojó la corbata para sacarse de un estirón de su camisa, Clara quien salía del baño con ayuda de las paredes trataba de dar pasos. Heinst la observó atentamente preguntándose ¿cómo es que se cambió de ropa en ese estado?

Las mangas de su camisa blanca estaban subidas hasta los codos, revelando unos antebrazos musculosos cubiertos por unos tatuajes que parecían unas cadenas alrededor de un corazón con fuego.

Se acercó peligrosamente hacia Clara para tomarla de la cintura y hacerla girar, sus ojos se clavaron en los de Heinst sacándole el aliento. Cuando ella levantó la cabeza para hablar al hombre parado en frente de ella, simplemente no pudo. Clara Miller se estremeció.

La mirada de aquel hombre desconocido tenía algo que despertó en ella un escalofrío de deseo. Tal vez había pasado mucho tiempo en que ella no compartía una intimidad con Noah.

—Estás más hermosa que antes —dijo Heinst mientras la confundía con Cara. Pero Clara no podía escuchar una sola palabra, pero tampoco podía dejar de verlo directamente a los ojos, uno el cual parecía escanearla que parecía que él podía saber sus más íntimos secretos.

El ambiente se volvió tenso y cargado de deseo, Clara podía sentir el calor del cuerpo de Heinst a través de su ropa, su respiración se volvió más profunda y sus labios se secaron. Él la acercó aún más a su cuerpo, dejando que sus manos recorrieran su espalda, sintiendo cada curva de su cuerpo. Clara cerró los ojos y se dejó llevar por el momento, sintiendo cómo la pasión la invadía por completo.

Heinst la tomó de la mano y la llevó hacia la cama, donde la recostó suavemente sobre las sábanas de seda. Sus labios se encontraron en un beso apasionado, lleno de deseo y necesidad. Clara se perdió en ese beso, sintiendo cómo su cuerpo respondía a cada caricia y cada beso de Heinst. Él la hizo sentir como nunca antes lo había hecho, despertando en ella un deseo que había estado dormido por mucho tiempo.

Pero Clara puso sus manos en el duro pecho de Heinst, él como todo un caballero se alejó para verla al rostro, ella no le decía palabra alguna, pero se quedó mirándolo atentamente mientras que su mente le hacía ver lo que ella realmente deseaba ver. A Noah, era a él que veía en un rostro ajeno. Ella estiró la camisa de Heinst para acercarlo a sus labios, ella sin perder el control empezó a besarlo hasta que iba en aumento con necesidad. La noche se volvió una mezcla de susurros, caricias y besos, donde Clara y Heinst se entregaron el uno al otro en una noche de pasión y lujuria. Clara se dejó llevar por el momento, disfrutando de cada segundo de placer que Heinst le brindaba.

Al mismo tiempo que Clara caía en una verdadera trampa de parte de la persona que ella no imaginó que la traicionaría de esa manera. Una pequeña cámara estaba filmando cada detalle de aquella noche donde la pasión y el deseo llevaban a sus protagonistas a consumar sus actos sin pensar en el mañana.

Cara llegó al departamento de quien sería su cuñado, una doble traición se estaba por consumar al ver que Noah estaba bebiendo esperando a Clara.

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