Clara Miller asumió como directora ejecutiva de la firma especializada en inversiones a largo plazo "Miller Legacy Capital" Todo parecía indicar que ella y su familia tenían todo lo que podían desear, dinero, poder, amor y felicidad.
Era viernes, y Clara estaba reunida con sus compañeros de trabajo, celebrando el haber trabajado duro para cerrar un acuerdo con empresarios que habían apostado por su firma. Clara, a pesar de ser una mujer elegante y bella, se sumergía en su trabajo, lista para llevar en alto el apellido Miller. A una distancia de ella se encontraba su gemela, Cara. Ambas eran idénticas, pero con sentimientos muy opuestos. Clara siempre veía la vida con alegría y esperanza, siempre ofreciendo una cálida amistad a quienes se cruzaban en su camino. Sin embargo, Cara era todo lo contrario a Clara, era callada, egoísta, y hasta se podía decir malvada. Para Cara, la vida era un juego, una vida sin aventuras era aburrida. Pero muy, muy en el fondo de su corazón, ella amaba a un hombre, pero jamás había mencionado siquiera el nombre de ese afortunado para ella, aunque en realidad era una completa desgracia. Nadie sospechaba que esa noche marcaría la vida y el destino de Clara. —¿Deberíamos ir a bailar? Esto es muy aburrido... sentarnos aquí hablar de vidas ajenas es una completa pérdida de tiempo —dijo Cara. Los ojos de los demás estaban puestos en ella. El silencio de los demás era incómodo. —Cara, sabes que lo mío no es bailar, ni beber tanto— dijo Clara. —Es más, ya es muy tarde y debo volver a mi casa —dijo Clara levantándose de su silla, mientras observaba su reloj de cuero importado. Las manos de Cara la sujetaron con fuerza mientras la volvía a sentar. —Oye, Cara, ¿qué haces? —dijo Clara asombrada por la actitud de su gemela. —Clara, me la debes... ¿recuerdas? Me lo prometiste. No puedes simplemente hacerte la idea y no ir a festejar conmigo —dijo Cara inclinando su cabeza hacia su hermana quien la estaba observando. —Está bien, lo haré. Pero primero déjame avisarle a Noah que llegaré tarde —dijo Clara mientras intentaba escribir un mensaje de texto en su celular. Cara sabía que el novio de su hermana era un hombre seguro de sí mismo. Cara había salido con su propósito, el de llevar a su hermana a un club nocturno, donde pasarían la noche bebiendo y bailando con desconocidos. ¿Qué podría pasar por una noche de baile? Cuando llegaron al club nocturno, Cara llevó a su hermana y a sus compañeros a un rincón en el segundo piso, un sector reservado para aquellos que podían pagar por su tranquilidad y algunos privilegios. Clara se presentó en el lugar con la misma ropa que había acudido a la reunión de aquella tarde, un vestido largo hasta los tobillos, con un tajo en uno de los costados que dejaba ver la hermosa pierna que tenía ella. En la parte de arriba llevaba una chaqueta de cuero de color negro que hacía juego con el vestido y el cinturón con plumas de avestruz. Aquella vestimenta era totalmente seductora, y las miradas de los que se encontraban en el lugar no dejaban de mirarla. Cara, por su parte, llevaba un vestido un poco más corto, este era más llamativo que el que tenía su hermana, pero no le aportaba la elegancia que las prendas de su hermana. Esa noche, había pasado bebiendo y riendo en compañía de su gemela Clara, nada parecía estar fuera de lugar. Aunque ella y su gemela no tenían un acercamiento como lo harían otras gemelas, esa noche parecía que iba a ser diferente. Un hombre con un atuendo formal se encontraba bebiendo, tanto que pensó que la noche se acabaría, pero los ojos de Cara se encontraban en él. Ella lo dejó salir del lugar para seguirlo. Cuando estaba por entrar en el baño de hombres, Cara lo empujó en el interior para besarlo de una manera totalmente demente. Los que los vieran juntos en ese momento dirían que este hombre y la mujer eran amantes desde hacía muchos años. —Toma, nos encontraremos en este punto... No me falles —dijo ella poniendo en el bolsillo de aquel hombre la tarjeta de la habitación que ella había reservado con anterioridad. El hombre, quien parecía sumergido en el efecto del alcohol, no se olvidaría de la propuesta indecente de una mujer desconocida. Estaba seguro de que iría a su encuentro. Las horas pasaban, y Cara junto a Clara estaban bebiendo como jamás habían hecho. Clara sabía que beber demasiado era un gran y grave error. Cuando ella se dio cuenta, ya se encontraba totalmente borracha, incapaz de pararse y ni siquiera dar pasos precisos. —Oye, Cara, ¿me ayudas? —dijo Clara intentando sostenerse por Cara. —Vamos, déjame llevarte a mi habitación, en ese estado no podrás manejar —respondió Cara sosteniendo a su hermana para despacharse de los demás que aún se encontraban festejando. Cara pasó la segunda tarjeta para meter a su hermana y llevarla en el sillón, aunque Clara estuviera con el efecto del alcohol, aún estaba despierta. —Iré al baño... prepárame algo para tomar. Seguiré festejando —dijo Clara mientras se introducía en el baño. —Clara iré al bar del hotel y traeré algo para beber. No tardaré mucho —dijo ella mientras se escabullía en busca de una botella más de bebida. Cuando Clara salió del departamento, vio como venía el hombre que ella había invitado a su habitación. De manera hábil ella logra esconderse detrás de unas paredes que llevaba a otro pasillo, una sonrisa se dibuja en los labios de ella. Imaginarse de que su hermana se llevaría un gran sorpresa lo satisfacía por completo. El hombre misterioso pasó la tarjeta y se introdujo en el interior de aquella habitación, para luego cerrar la puerta con sus pies. Heinst Conrad, se encontraba en la puerta de aquella habitación lujosa, precisamente una suite ejecutiva, se aflojó la corbata para sacarse de un estirón de su camisa, Clara quien salía del baño con ayuda de las paredes trataba de dar pasos. Heinst la observó atentamente preguntándose ¿cómo es que se cambió de ropa en ese estado? Las mangas de su camisa blanca estaban subidas hasta los codos, revelando unos antebrazos musculosos cubiertos por unos tatuajes que parecían unas cadenas alrededor de un corazón con fuego. Se acercó peligrosamente hacia Clara para tomarla de la cintura y hacerla girar, sus ojos se clavaron en los de Heinst sacándole el aliento. Cuando ella levantó la cabeza para hablar al hombre parado en frente de ella, simplemente no pudo. Clara Miller se estremeció. La mirada de aquel hombre desconocido tenía algo que despertó en ella un escalofrío de deseo. Tal vez había pasado mucho tiempo en que ella no compartía una intimidad con Noah. —Estás más hermosa que antes —dijo Heinst mientras la confundía con Cara. Pero Clara no podía escuchar una sola palabra, pero tampoco podía dejar de verlo directamente a los ojos, uno el cual parecía escanearla que parecía que él podía saber sus más íntimos secretos. El ambiente se volvió tenso y cargado de deseo, Clara podía sentir el calor del cuerpo de Heinst a través de su ropa, su respiración se volvió más profunda y sus labios se secaron. Él la acercó aún más a su cuerpo, dejando que sus manos recorrieran su espalda, sintiendo cada curva de su cuerpo. Clara cerró los ojos y se dejó llevar por el momento, sintiendo cómo la pasión la invadía por completo. Heinst la tomó de la mano y la llevó hacia la cama, donde la recostó suavemente sobre las sábanas de seda. Sus labios se encontraron en un beso apasionado, lleno de deseo y necesidad. Clara se perdió en ese beso, sintiendo cómo su cuerpo respondía a cada caricia y cada beso de Heinst. Él la hizo sentir como nunca antes lo había hecho, despertando en ella un deseo que había estado dormido por mucho tiempo. Pero Clara puso sus manos en el duro pecho de Heinst, él como todo un caballero se alejó para verla al rostro, ella no le decía palabra alguna, pero se quedó mirándolo atentamente mientras que su mente le hacía ver lo que ella realmente deseaba ver. A Noah, era a él que veía en un rostro ajeno. Ella estiró la camisa de Heinst para acercarlo a sus labios, ella sin perder el control empezó a besarlo hasta que iba en aumento con necesidad. La noche se volvió una mezcla de susurros, caricias y besos, donde Clara y Heinst se entregaron el uno al otro en una noche de pasión y lujuria. Clara se dejó llevar por el momento, disfrutando de cada segundo de placer que Heinst le brindaba. Al mismo tiempo que Clara caía en una verdadera trampa de parte de la persona que ella no imaginó que la traicionaría de esa manera. Una pequeña cámara estaba filmando cada detalle de aquella noche donde la pasión y el deseo llevaban a sus protagonistas a consumar sus actos sin pensar en el mañana. Cara llegó al departamento de quien sería su cuñado, una doble traición se estaba por consumar al ver que Noah estaba bebiendo esperando a Clara.—Cara, ¿qué haces aquí? —dijo Noah mientras Cara entraba en su departamento sin pedir permiso.—Vaya, una bebida a tu altura —empezó a decir mientras tomaba un vaso para poner hielo en él para luego servirse un poco de la bebida fina que Noah estaba tomando. Se acercó a él para brindar con el vaso de Noah.—Cara, sabes que no es correcto que vengas cuando tu hermana no está —dijo Noah al sentir los brazos de Cara alrededor de su cuello.—Sabes, deja el formalismo a un lado... Siempre me has gustado y tú lo sabías. Además, sé que no puedes dejar de pensar en aquella noche en el hotel ¿te acuerdas?—, dijo ella intentando besarlo. Ella estaba segura de algo, que lo amaba, y que haría todo lo que estuviera a su alcance para borrar el amor de él por su hermana.—Esa noche fue un error, y lo sabes muy bien—, dijo Noah sacando los brazos de Cara de encima de él para que luego se alejara de ella.—Mira, mira cómo Clara está haciendo feliz... Dime, ¿aún piensas que te ama? —dijo tajante segura
Mientras tanto, Cara sonreía satisfecha, saboreando su victoria. Había logrado separar a Clara y Noah y ahora se casaría con el hombre que amaba. Pero lo que no sabía era que el destino aún tenía algunas sorpresas preparadas para ella y para todos los involucrados en aquella noche de traiciones y deseos prohibidos.Noah había decidido su camino por medio de la venganza, los días pasaron y Noah Cortes el único hijo legítimo de la prestigiada familia y socio mayoritario de la firma cada noche estaba pasaba su tormentos y sufrimiento ahogando en un vaso de licor. Cara, como era de costumbre iba por él para sacarlo de allí, odiaba verlo de aquella manera. Sufriendo por Clara hasta perderse en la bebida.El día de la boda de Cara con Noah, había llegado, ella se encontraba en el cuarto de vestir de aquel lujuso hotel esperando el momento de que fuera la hora para salir con su vestido de novia y caminar hacia su felicidad. El salón estaba lleno, Hal y su segunda esposa, estaban esperando c
—Quiero que Noah, mi esposo, sea el presidente de la firma —dijo totalmente segura. El abogado Montero la miró y estuvo de acuerdo en acatar las órdenes de su cliente.Noah se sintió halagado por la confianza de su esposa, pero también se sintió culpable por los sentimientos que aún tenía por Clara. Intentó concentrarse en su trabajo y en su matrimonio, pero no pudo evitar pensar en Clara y en los momentos que habían compartido juntos.Clara, por otro lado, se sintió destrozada al enterarse de que Noah sería el presidente de la firma. Sabía que tendría que verlo todos los días y que sería un recordatorio constante de lo que había perdido. Intentó distraerse con el trabajo y con otras actividades, pero no pudo evitar pensar en Noah y en el amor que aún sentía por él.Un día, mientras trabajaba en su oficina, Clara recibió una invitación para una cena de negocios. Al principio dudó en asistir, pero luego pensó que sería una buena oportunidad para distraerse y conocer gente nueva. Se arr
—No puedo olvidarlo —respondió él, mientras su mano bajaba lentamente por la espalda de Clara, acariciando suavemente su piel expuesta —Esa noche fue inolvidable.Clara sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, y se mordió el labio inferior mientras miraba a Heinst a los ojos. Sabía que no debía estar haciendo esto, pero no podía resistirse al deseo que sentía por él.—Noah y Cara nos están mirando —dijo ella en un susurro, tratando de recuperar la cordura.—No me importan ellos —respondió Heinst, mientras su mano se deslizaba por la cintura de Clara, acercándola aún más a él —Solo quiero estar contigo.Clara sintió cómo su respiración se aceleraba, y su cuerpo anhelaba el contacto de Heinst. Pero sabía que no podía dejarse llevar por el deseo, no después de todo lo que había pasado.—No puedo —dijo ella, alejándose de él con dificultad —Lo siento, pero no puedo.Heinst la miró con decepción, pero no insistió. Sabía que Clara tenía razón, y que no podían arriesgarse a ser descubiertos.
Justo cuando Noah estaba por poseerla por completo, las manos de Clara detienen sus acciones, ella estaba teniendo la respiración agitada. Alejó a Noah de ella para que saliera de aquella oficina apresuradamente. Debía huir de aquel momento arriesgado donde estaba a punto de perder la cordura para entregarse a él.Llegó en la azotea de la empresa para sostener con fuerza la barandilla de aquel lugar, mientras que la sostenía con fuerza, ella estaba llorando amargamente.—¿Hasta cuándo debo aguantar? Porque el maldito destino se empeña en destrozar todo lo que deseo —decía con ira pero con lágrimas en su rostro, mientras que chocaba sus manos contra la barandilla de metal que evitaba que ella cayera de aquella altura.—Sabes, pensé que tú serías diferente a las demás mujeres que sólo piensan en jugar con los hombres —dijo Heinst quien se encontraba a una distancia. Clara se giró hacia él de manera rápida. Y ahí estaba parado observándola con unos ojos negros llenos de ira.—¿Qué haces
—¿Una mujer como yo? Ni me conoces para sacar una conclusión estúpida como esa sobre mí —dijo ella, sus miradas estaban fijas en uno al otro, la respiración agitada de ella chocaba con la de él, el aliento a menta de él se impregnaba en ella.—¡Suéltame! —ordenó ella con una voz casi quebrada. Heinst la seguía observando con una sonrisa forzada, él seguía sosteniéndola con una fuerza que no producía dolor sino una molestia sobre Clara.—¿Qué haré contigo? —dijo Heinst, envolviendo a Clara en una sensación de soledad y temor. Ella debería olvidarse de mantener su trabajo en aquella empresa y seguir adelante, pero los miedos, el dolor y sobre todo el amor que una vez sintió por Noah no la dejaban seguir adelante.—Pues no hagas nada. Solo sigue con tu vida y olvida de mí ¿Quieres? —dijo ella acudiendo su brazo para lograr alejarse de Heinst. Mientras se alejaba casi corriendo, Heinst alzó su voz para que ella lo escuchara.—¡Serás mía, Clara! ¡Solo mía! —gritó Heinst para verla cruzar a
Desde muy dentro de Clara, sabía que aquel deseo no debía seguir, un juego tan peligroso que temía que se convirtiera en su adicción. Ella rompió aquel momento de deseo entre ella y Heinst para levantarse del sofá, y tratar de subir el cierre de su vestido nuevamente.—No podemos... no puedo hacerlo —dijo ella tratando de salir de aquel momento embarazoso. Heinst siguió en la posición en la que se encontraba, para luego verla al rostro. Se incorporó del sofá para acercarse a ella y rodearla. Con la misma delicadeza con la que él deslizó el cierre para abajo, ahora lo estaba alzando. Su respiración chocaba con el cuello de ella. Clara cerró sus ojos en ese momento, tratando de ignorar lo que aquel suspiro causaba en ella.—¿No puedes o no quieres sentirlo? —preguntó él con una voz gruesa. Clara no dijo nada, solo arrugó su vestido con sus manos tratando de reprimir sus emociones.—Vete, Clara... esta vez te dejaré ir. Pero no habrá otra oportunidad como esta en el futuro —amenazó Heins
Clara no podía negar que Cristóbal había cambiado mucho, su cuerpo ahora era fuerte y musculoso, su mirada era intensa y profunda, y su sonrisa era cálida y acogedora. Clara sintió una extraña sensación en su estómago al verlo, una sensación que no había sentido en mucho tiempo.Esa noche, Clara se encontraba en su habitación, tratando de conciliar el sueño, pero su mente no paraba de pensar en Noah. Sus pensamientos se volvieron más intensos y eróticos, imaginándose a Noah acariciando su cuerpo, besando sus labios, haciéndola sentir placer. Clara se estremeció al sentir la humedad en su entrepierna, sintió un deseo intenso por Noah un deseo que no podía controlar.Al día siguiente, Clara se encontró con Cristóbal en la cocina, él estaba preparando el desayuno, y ella no podía dejar de observarlo. Su cuerpo se movía con gracia y seguridad, y Clara sintió un deseo de reír, por los bailes que él estaba haciendo mientras cocinaba. Cristóbal la miró, y sus ojos se encontraron, Clara sin