Justo cuando Noah estaba por poseerla por completo, las manos de Clara detienen sus acciones, ella estaba teniendo la respiración agitada. Alejó a Noah de ella para que saliera de aquella oficina apresuradamente. Debía huir de aquel momento arriesgado donde estaba a punto de perder la cordura para entregarse a él.
Llegó en la azotea de la empresa para sostener con fuerza la barandilla de aquel lugar, mientras que la sostenía con fuerza, ella estaba llorando amargamente.
—¿Hasta cuándo debo aguantar? Porque el maldito destino se empeña en destrozar todo lo que deseo —decía con ira pero con lágrimas en su rostro, mientras que chocaba sus manos contra la barandilla de metal que evitaba que ella cayera de aquella altura.
—Sabes, pensé que tú serías diferente a las demás mujeres que sólo piensan en jugar con los hombres —dijo Heinst quien se encontraba a una distancia. Clara se giró hacia él de manera rápida. Y ahí estaba parado observándola con unos ojos negros llenos de ira.
—¿Qué haces aquí ? —preguntó ella mientras que se secaba su rostro las lágrimas que empañaban su bello rostro.
—Desde hoy ocuparé el lugar de mi padre como accionista de la empresa —dijo mientras se acercaba a ella peligrosamente.
—No entiendo algo ¿Por qué te entregaste a mí si estabas por casarte con mi primo? ¿No contenta ahora estás dispuesta a seducir al esposo de tu hermana? —dijo Heinst, Clara intentó golpearlo por sus ofensas. Pero Heinst sostuvo sus manos para atraerla hacia él.
—No te atrevas a juzgarme, no sabes lo que he pasado —dijo Clara con ira.
—Lo sé, lo sé muy bien. Pero eso no es excusa para jugar con los sentimientos de los demás —dijo Heinst mientras la acorralaba contra la barandilla.
—Yo no estoy jugando con nadie —dijo Clara mientras intentaba zafarse de él.
—¿Entonces por qué no puedes resistirte a Noah? ¿Por qué no puedes dejar de pensar en él? —dijo Heinst mientras acariciaba su mejilla.
—Déjame en paz —dijo Clara mientras lo empujaba.
Pero Heinst no se detuvo, la tomó por la cintura y la besó con pasión. Clara intentó resistirse, pero su cuerpo traicionaba sus deseos. No podía negar que Heinst también le atraía, que su cuerpo anhelaba sus caricias.
Noah llegó a la azotea mientras era testigo de cómo Clara estaba besando apasionadamente a Heinst. Cerró los puños con fuerza, sintiendo cómo la ira y los celos se apoderaban de él. Caminó hacia ellos y los separó bruscamente.
—Déjala. Ella es mía —dijo con ira Noah, olvidando por completo que ahora era esposo de Cara.
Heinst lo miró desafiante, sin apartar la vista de Clara.
—¿Tuya? ¿Estás seguro de ello? —dijo mientras secaba la sangre de sus labios por el golpe que Noah le había propinado.
Noah estaba a punto de lanzarse sobre él, pero Clara se interpuso en el medio de los dos.
—Noah, por favor no lo hagas —suplicó ella, con lágrimas en los ojos.
Noah había dirigido su mirada hacia los ojos de Clara, sintiendo cómo su corazón se aceleraba al verla tan vulnerable.
—Clara, ¿qué estás haciendo con él? —había preguntado, con voz temblorosa. Clara, acercándose a él, acarició su rostro.
—Lo siento, Noah. Yo no lo sé. Tú y yo sabemos que esto no puede ser, pero no puedo dejar que entres en mi vida —dijo Clara.
Noah, al sentir el contacto de Clara, notó cómo su cuerpo respondía. La tomó por la cintura y la acercó a él, intentando besarla de nuevo. Heinst, lleno de ira y celos, los observaba desde lejos. No podía permitir que Noah se llevara a Clara, así que se acercó sigilosamente y tomó a Clara por la cintura, separándola de Noah.
—Ella es mía —había dicho con voz firme, mientras la mantenía a su lado, sosteniendo de su mano. Noah, consumido por los celos, lo miró con ira.
—No te lo permitiré —dijo, mientras se lanzaba sobre él. Los dos hombres comenzaron a pelear, mientras Clara los observaba con lágrimas en los ojos. No podía creer que todo hubiera terminado así, con los dos hombres peleando por ella.
A una distancia, Cara, la joven esposa de Noah, era testigo de aquella pelea por su gemela, Clara. Apretó sus puños tratando de contener la rabia de ver a su esposo Noah pelear por su hermana. Finalmente, Cara intervino rápidamente para separar a los dos y evitar que siguieran haciendo del refocilo.
—Vayámonos de aquí —dijo ella, mientras besaba con ternura a Noah en sus labios. Clara, con los ojos llenos de tristeza, dijo.
—Tiene razón tu esposa Noah. Debes irte con ella —Noah la miró con dolor, sintiendo cómo su corazón se rompía en mil pedazos.
—Lo sé —dijo, mientras dejaba que Cara estrechara sus dedos con los de él para luego alejarse de aquel lugar y de ella. Clara lo observó mientras se alejaba, sintiendo cómo las lágrimas caían por sus mejillas.
Clara se acercó a Heinst y lo ayudó a levantarse.
—Lo siento —dijo ella. Heinst la miró a los ojos, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza.
—No te preocupes, Clara —dijo Heinst.
—Pero deberías olvidarte de él. Supongo que eso no será problema después de haber dormido con un completo desconocido —dijo Heinst, fijando sus ojos en los de ella. Clara lo miró con asombro, sintiendo cómo su corazón latía al mismo ritmo que el de él. Sabía que había encontrado alguien que le inspiraba miedo. Haría lo que fuera necesario para estar lejos de aquel hombre. No importaba si él fue el primer hombre que la sumergió en una verdadera llamarada de pasión. Solo eso era él para ella. Un Desconocido.
—Tienes razón. He dormido con un extraño... Por eso es mejor olvidar eso. Tú sigue tu vida y yo la mía —dijo ella. Heinst soltó una risa incrédulo al oír las palabras de Clara. Los dedos largos y finos la sujetaron para evitar que ella se alejara de él. No la dejaría irse tan fácil, su orgullo herido lo había traicionado por completo.
—¿Conque estás aquí por él? Pues no te dejaré que te salgas con la tuya... No sabes cuántas veces me he topado con mujeres como tú que solo esperan una oportunidad de arruinar el matrimonio de otra persona —dijo Heinst con ira, la atrajo más hacia él para que las manos de Clara se sostuvieran contra los pechos duros de Heinst.
—¿Una mujer como yo? Ni me conoces para sacar una conclusión estúpida como esa sobre mí —dijo ella, sus miradas estaban fijas en uno al otro, la respiración agitada de ella chocaba con la de él, el aliento a menta de él se impregnaba en ella.—¡Suéltame! —ordenó ella con una voz casi quebrada. Heinst la seguía observando con una sonrisa forzada, él seguía sosteniéndola con una fuerza que no producía dolor sino una molestia sobre Clara.—¿Qué haré contigo? —dijo Heinst, envolviendo a Clara en una sensación de soledad y temor. Ella debería olvidarse de mantener su trabajo en aquella empresa y seguir adelante, pero los miedos, el dolor y sobre todo el amor que una vez sintió por Noah no la dejaban seguir adelante.—Pues no hagas nada. Solo sigue con tu vida y olvida de mí ¿Quieres? —dijo ella acudiendo su brazo para lograr alejarse de Heinst. Mientras se alejaba casi corriendo, Heinst alzó su voz para que ella lo escuchara.—¡Serás mía, Clara! ¡Solo mía! —gritó Heinst para verla cruzar a
Desde muy dentro de Clara, sabía que aquel deseo no debía seguir, un juego tan peligroso que temía que se convirtiera en su adicción. Ella rompió aquel momento de deseo entre ella y Heinst para levantarse del sofá, y tratar de subir el cierre de su vestido nuevamente.—No podemos... no puedo hacerlo —dijo ella tratando de salir de aquel momento embarazoso. Heinst siguió en la posición en la que se encontraba, para luego verla al rostro. Se incorporó del sofá para acercarse a ella y rodearla. Con la misma delicadeza con la que él deslizó el cierre para abajo, ahora lo estaba alzando. Su respiración chocaba con el cuello de ella. Clara cerró sus ojos en ese momento, tratando de ignorar lo que aquel suspiro causaba en ella.—¿No puedes o no quieres sentirlo? —preguntó él con una voz gruesa. Clara no dijo nada, solo arrugó su vestido con sus manos tratando de reprimir sus emociones.—Vete, Clara... esta vez te dejaré ir. Pero no habrá otra oportunidad como esta en el futuro —amenazó Heins
Clara no podía negar que Cristóbal había cambiado mucho, su cuerpo ahora era fuerte y musculoso, su mirada era intensa y profunda, y su sonrisa era cálida y acogedora. Clara sintió una extraña sensación en su estómago al verlo, una sensación que no había sentido en mucho tiempo.Esa noche, Clara se encontraba en su habitación, tratando de conciliar el sueño, pero su mente no paraba de pensar en Noah. Sus pensamientos se volvieron más intensos y eróticos, imaginándose a Noah acariciando su cuerpo, besando sus labios, haciéndola sentir placer. Clara se estremeció al sentir la humedad en su entrepierna, sintió un deseo intenso por Noah un deseo que no podía controlar.Al día siguiente, Clara se encontró con Cristóbal en la cocina, él estaba preparando el desayuno, y ella no podía dejar de observarlo. Su cuerpo se movía con gracia y seguridad, y Clara sintió un deseo de reír, por los bailes que él estaba haciendo mientras cocinaba. Cristóbal la miró, y sus ojos se encontraron, Clara sin
La encontró allí, con una barriga prominente y una sonrisa en el rostro. Heinst se sintió confundido al verla así, pero no iba a desistir en su empeño.Desde el auto que él había alquilado, estaba observando a Clara, estaba embarazada. Los pensamientos de Heinst solo estaban confundidos, él pesaba si ella había estado con otro hombre aparte de él.—Lucas... ¿tienes informe de cuántos meses se encuentra ella? —preguntó Heinst sin apartar la mirada de ella.—No, amigo. No he tenido ese informe. ¿Quieres que vaya por ella? —preguntó Lucas. El silencio de parte de Heinst solo preocupaba a Lucas.—No, no es necesario. Por ahora, llévame a un hotel —dijo Heinst mientras Lucas encendía el auto para llevar a su jefe a un hotel. El camino a un hotel era de manera incómoda, el silencio de Heinst solo inquietaba a Lucas.Al llegar al hotel, Heinst se dirigió directamente a su habitación. Necesitaba pensar con claridad. No podía creer que Clara estuviera embarazada. ¿De quién sería el bebé? ¿Era
—Estás en Nueva Italia, en mi casa —respondió Heinst, con una sonrisa en el rostro.—¿Por qué me trajiste aquí? —preguntó Clara, sintiendo una mezcla de miedo y enojo.—Porque quiero que estés conmigo y que seas mi esposa —dijo Heinst, tomando la mano de Clara.—No puedo hacer eso, Heinst. Tengo mi propia vida y mi propio hijo en camino —dijo Clara, retirando su mano de la de él.—Lo sé, y por eso quiero cuidar de ti y de nuestro hijo —dijo Heinst, acariciando el vientre de Clara.Ella lo miró con sorpresa. ¿Cómo era posible que supiera que el bebé era suyo?—¿Cómo lo sabes? —preguntó Clara, confundida.—Porque te conozco, Clara. Sé que no mentirías sobre algo tan importante. Y si lo hicieras no sabrías hacerlo de todos modos —dijo Heinst, con una sonrisa en el rostro.Clara no sabía qué decir. Se sentía atrapada entre su deseo de huir y su atracción por Heinst. Pero sabía que no podía ceder a sus demandas, no después de todo lo que había pasado.—Lo siento, Heinst. No puedo casarme c
Cara lo miró con odio, sabía que Heinst estaba jugando con ella, pero no podía evitar sentir celos al ver a Clara sentada junto a él.—Yo amo a mi esposo, y él me ama a mí —respondió Cara con una voz seca, mientras llevaba su mirada en Noah.Heinst sonrió ante la respuesta de Cara, y luego dirigió su mirada hacia Noah.—¿Estás seguro de eso, Miller? —preguntó Heinst con una voz maliciosa.Noah lo miró con desafío, sabía que Heinst estaba tratando de provocarlo, pero no podía evitar sentir celos al ver a Clara sentada junto a él.—Sí, estoy seguro —respondió Noah con una voz firme. Dejando en claro que aquella seguridad era más por Clara su ex prometida que por su esposa.Heinst sonrió ante la respuesta de Noah, y luego se levantó de la mesa.—Bueno, creo que es hora de que nos retiremos. Tengo mucho trabajo que hacer mañana —dijo Heinst con una sonrisa maliciosa.Clara se levantó de la mesa, sintiendo una extraña sensación en el estómago al ver a Heinst alejarse. Noah y Cara se despid
Mientras se preparaba para la fiesta, Clara no podía dejar de pensar en Noah y en cómo su vida había tomado un giro tan inesperado. Aunque sabía que no podía cambiar el pasado, no podía evitar sentir un profundo arrepentimiento por haber dejado que Heinst entrara en su vida. Ahora, estaba atrapada en una red de mentiras y engaños, sin saber cómo salir de ella.Cuando finalmente bajó las escaleras para unirse a la fiesta, Clara sintió cómo todas las miradas se posaban en ella. Sabía que todos estaban esperando el anuncio de su compromiso con Heinst, pero ella aún no estaba lista para rendirse. Con una sonrisa forzada en el rostro, se dirigió hacia el grupo de invitados, tratando de mantener la calma.—Clara, te ves hermosa esta noche —dijo Cara, acercándose a ella con una sonrisa maliciosa.—Gracias, Cara —dijo Clara, tratando de no dejar que su voz temblara.—Bueno, creo que es hora de hacer el anuncio —dijo Heinst, subiendo al escenario.Clara sintió cómo su corazón se aceleraba mien
—Huye conmigo... Clara, te llevaré lejos de todo y en especial de él —dijo Noah, acercándose a ella con cuidado. Sus ojos se cristalizaron al momento de escuchar el riesgo en el que él estaba dispuesto a entrar. Pero Clara lo amaba realmente, y el hecho de pensar que él pudiera hacerle algo la aterraba.—Noah, no puedo... —comenzó a decir Clara, pero él la interrumpió.—Sí, puedes. No quiero verte así, Clara. No quiero verte sufrir. Sé que estás asustada, pero yo te protegeré. Te lo prometo —dijo Noah, tomando sus manos con suavidad.Clara lo miró a los ojos y supo que decir. No podía seguir viviendo en ese infierno, no podía seguir siendo propiedad de Heinst. Tenía que escapar, y Noah era su única esperanza.—Está bien, huyamos —dijo Clara, con determinación en su voz.Noah sonrió y la tomó de la mano, llevándola hacia la salida. Pero justo cuando estaban a punto de salir, Heinst apareció frente a ellos, con una sonrisa maliciosa en el rostro.—¿Adónde creen que van? —dijo Heinst, co