7. Entre el Deseo y el Dolor

Justo cuando Noah estaba por poseerla por completo, las manos de Clara detienen sus acciones, ella estaba teniendo la respiración agitada. Alejó a Noah de ella para que saliera de aquella oficina apresuradamente. Debía huir de aquel momento arriesgado donde estaba a punto de perder la cordura para entregarse a él.

Llegó en la azotea de la empresa para sostener con fuerza la barandilla de aquel lugar, mientras que la sostenía con fuerza, ella estaba llorando amargamente.

—¿Hasta cuándo debo aguantar? Porque el maldito destino se empeña en destrozar todo lo que deseo —decía con ira pero con lágrimas en su rostro, mientras que chocaba sus manos contra la barandilla de metal que evitaba que ella cayera de aquella altura.

—Sabes, pensé que tú serías diferente a las demás mujeres que sólo piensan en jugar con los hombres —dijo Heinst quien se encontraba a una distancia. Clara se giró hacia él de manera rápida. Y ahí estaba parado observándola con unos ojos negros llenos de ira.

—¿Qué haces aquí ? —preguntó ella mientras que se secaba su rostro las lágrimas que empañaban su bello rostro.

—Desde hoy ocuparé el lugar de mi padre como accionista de la empresa —dijo mientras se acercaba a ella peligrosamente.

—No entiendo algo ¿Por qué te entregaste a mí si estabas por casarte con mi primo? ¿No contenta ahora estás dispuesta a seducir al esposo de tu hermana? —dijo Heinst, Clara intentó golpearlo por sus ofensas. Pero Heinst sostuvo sus manos para atraerla hacia él.

—No te atrevas a juzgarme, no sabes lo que he pasado —dijo Clara con ira.

—Lo sé, lo sé muy bien. Pero eso no es excusa para jugar con los sentimientos de los demás  —dijo Heinst mientras la acorralaba contra la barandilla.

—Yo no estoy jugando con nadie —dijo Clara mientras intentaba zafarse de él.

—¿Entonces por qué no puedes resistirte a Noah? ¿Por qué no puedes dejar de pensar en él? —dijo Heinst mientras acariciaba su mejilla.

—Déjame en paz —dijo Clara mientras lo empujaba.

Pero Heinst no se detuvo, la tomó por la cintura y la besó con pasión. Clara intentó resistirse, pero su cuerpo traicionaba sus deseos. No podía negar que Heinst también le atraía, que su cuerpo anhelaba sus caricias.

Noah llegó a la azotea mientras era testigo de cómo Clara estaba besando apasionadamente a Heinst. Cerró los puños con fuerza, sintiendo cómo la ira y los celos se apoderaban de él. Caminó hacia ellos y los separó bruscamente.

—Déjala. Ella es mía —dijo con ira Noah, olvidando por completo que ahora era esposo de Cara.

Heinst lo miró desafiante, sin apartar la vista de Clara.

—¿Tuya? ¿Estás seguro de ello? —dijo mientras secaba la sangre de sus labios por el golpe que Noah le había propinado.

Noah estaba a punto de lanzarse sobre él, pero Clara se interpuso en el medio de los dos.

—Noah, por favor no lo hagas —suplicó ella, con lágrimas en los ojos.

Noah había dirigido su mirada hacia los ojos de Clara, sintiendo cómo su corazón se aceleraba al verla tan vulnerable.

—Clara, ¿qué estás haciendo con él? —había preguntado, con voz temblorosa. Clara, acercándose a él, acarició su rostro.

—Lo siento, Noah. Yo no lo sé. Tú y yo sabemos que esto no puede ser, pero no puedo dejar que entres en mi vida —dijo Clara.

Noah, al sentir el contacto de Clara, notó cómo su cuerpo respondía. La tomó por la cintura y la acercó a él, intentando besarla de nuevo. Heinst, lleno de ira y celos, los observaba desde lejos. No podía permitir que Noah se llevara a Clara, así que se acercó sigilosamente y tomó a Clara por la cintura, separándola de Noah.

—Ella es mía —había dicho con voz firme, mientras la mantenía a su lado, sosteniendo de su mano.  Noah, consumido por los celos, lo miró con ira.

—No te lo permitiré —dijo, mientras se lanzaba sobre él. Los dos hombres comenzaron a pelear, mientras Clara los observaba con lágrimas en los ojos. No podía creer que todo hubiera terminado así, con los dos hombres peleando por ella.

A una distancia, Cara, la joven esposa de Noah, era testigo de aquella pelea por su gemela, Clara. Apretó sus puños tratando de contener la rabia de ver a su esposo Noah pelear por su hermana. Finalmente, Cara intervino rápidamente para separar a los dos y evitar que siguieran haciendo del refocilo.

—Vayámonos de aquí —dijo ella, mientras besaba con ternura a Noah en sus labios. Clara, con los ojos llenos de tristeza, dijo.

—Tiene razón tu esposa Noah. Debes irte con ella  —Noah la miró con dolor, sintiendo cómo su corazón se rompía en mil pedazos.

—Lo sé —dijo, mientras dejaba que Cara estrechara sus dedos con los de él para luego alejarse de aquel lugar y de ella. Clara lo observó mientras se alejaba, sintiendo cómo las lágrimas caían por sus mejillas.

Clara se acercó a Heinst y lo ayudó a levantarse.

—Lo siento —dijo ella. Heinst la miró a los ojos, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza.

—No te preocupes, Clara —dijo Heinst.

—Pero deberías olvidarte de él. Supongo que eso no será problema después de haber dormido con un completo desconocido —dijo Heinst, fijando sus ojos en los de ella. Clara lo miró con asombro, sintiendo cómo su corazón latía al mismo ritmo que el de él. Sabía que había encontrado alguien que le inspiraba miedo. Haría lo que fuera necesario para estar lejos de aquel hombre. No importaba si él fue el primer hombre que la sumergió en una verdadera llamarada de pasión. Solo eso era él para ella. Un Desconocido.

—Tienes razón. He dormido con un extraño... Por eso es mejor olvidar eso. Tú sigue tu vida y yo la mía —dijo ella. Heinst soltó una risa incrédulo al oír las palabras de Clara. Los dedos largos y finos la sujetaron para evitar que ella se alejara de él. No la dejaría irse tan fácil, su orgullo herido lo había traicionado por completo.

—¿Conque estás aquí por él? Pues no te dejaré que te salgas con la tuya... No sabes cuántas veces me he topado con mujeres como tú que solo esperan una oportunidad de arruinar el matrimonio de otra persona —dijo Heinst con ira, la atrajo más hacia él para que las manos de Clara se sostuvieran contra los pechos duros de Heinst.

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