Desde muy dentro de Clara, sabía que aquel deseo no debía seguir, un juego tan peligroso que temía que se convirtiera en su adicción. Ella rompió aquel momento de deseo entre ella y Heinst para levantarse del sofá, y tratar de subir el cierre de su vestido nuevamente.—No podemos... no puedo hacerlo —dijo ella tratando de salir de aquel momento embarazoso. Heinst siguió en la posición en la que se encontraba, para luego verla al rostro. Se incorporó del sofá para acercarse a ella y rodearla. Con la misma delicadeza con la que él deslizó el cierre para abajo, ahora lo estaba alzando. Su respiración chocaba con el cuello de ella. Clara cerró sus ojos en ese momento, tratando de ignorar lo que aquel suspiro causaba en ella.—¿No puedes o no quieres sentirlo? —preguntó él con una voz gruesa. Clara no dijo nada, solo arrugó su vestido con sus manos tratando de reprimir sus emociones.—Vete, Clara... esta vez te dejaré ir. Pero no habrá otra oportunidad como esta en el futuro —amenazó Heins
Clara no podía negar que Cristóbal había cambiado mucho, su cuerpo ahora era fuerte y musculoso, su mirada era intensa y profunda, y su sonrisa era cálida y acogedora. Clara sintió una extraña sensación en su estómago al verlo, una sensación que no había sentido en mucho tiempo.Esa noche, Clara se encontraba en su habitación, tratando de conciliar el sueño, pero su mente no paraba de pensar en Noah. Sus pensamientos se volvieron más intensos y eróticos, imaginándose a Noah acariciando su cuerpo, besando sus labios, haciéndola sentir placer. Clara se estremeció al sentir la humedad en su entrepierna, sintió un deseo intenso por Noah un deseo que no podía controlar.Al día siguiente, Clara se encontró con Cristóbal en la cocina, él estaba preparando el desayuno, y ella no podía dejar de observarlo. Su cuerpo se movía con gracia y seguridad, y Clara sintió un deseo de reír, por los bailes que él estaba haciendo mientras cocinaba. Cristóbal la miró, y sus ojos se encontraron, Clara sin
La encontró allí, con una barriga prominente y una sonrisa en el rostro. Heinst se sintió confundido al verla así, pero no iba a desistir en su empeño.Desde el auto que él había alquilado, estaba observando a Clara, estaba embarazada. Los pensamientos de Heinst solo estaban confundidos, él pesaba si ella había estado con otro hombre aparte de él.—Lucas... ¿tienes informe de cuántos meses se encuentra ella? —preguntó Heinst sin apartar la mirada de ella.—No, amigo. No he tenido ese informe. ¿Quieres que vaya por ella? —preguntó Lucas. El silencio de parte de Heinst solo preocupaba a Lucas.—No, no es necesario. Por ahora, llévame a un hotel —dijo Heinst mientras Lucas encendía el auto para llevar a su jefe a un hotel. El camino a un hotel era de manera incómoda, el silencio de Heinst solo inquietaba a Lucas.Al llegar al hotel, Heinst se dirigió directamente a su habitación. Necesitaba pensar con claridad. No podía creer que Clara estuviera embarazada. ¿De quién sería el bebé? ¿Era
—Estás en Nueva Italia, en mi casa —respondió Heinst, con una sonrisa en el rostro.—¿Por qué me trajiste aquí? —preguntó Clara, sintiendo una mezcla de miedo y enojo.—Porque quiero que estés conmigo y que seas mi esposa —dijo Heinst, tomando la mano de Clara.—No puedo hacer eso, Heinst. Tengo mi propia vida y mi propio hijo en camino —dijo Clara, retirando su mano de la de él.—Lo sé, y por eso quiero cuidar de ti y de nuestro hijo —dijo Heinst, acariciando el vientre de Clara.Ella lo miró con sorpresa. ¿Cómo era posible que supiera que el bebé era suyo?—¿Cómo lo sabes? —preguntó Clara, confundida.—Porque te conozco, Clara. Sé que no mentirías sobre algo tan importante. Y si lo hicieras no sabrías hacerlo de todos modos —dijo Heinst, con una sonrisa en el rostro.Clara no sabía qué decir. Se sentía atrapada entre su deseo de huir y su atracción por Heinst. Pero sabía que no podía ceder a sus demandas, no después de todo lo que había pasado.—Lo siento, Heinst. No puedo casarme c
Cara lo miró con odio, sabía que Heinst estaba jugando con ella, pero no podía evitar sentir celos al ver a Clara sentada junto a él.—Yo amo a mi esposo, y él me ama a mí —respondió Cara con una voz seca, mientras llevaba su mirada en Noah.Heinst sonrió ante la respuesta de Cara, y luego dirigió su mirada hacia Noah.—¿Estás seguro de eso, Miller? —preguntó Heinst con una voz maliciosa.Noah lo miró con desafío, sabía que Heinst estaba tratando de provocarlo, pero no podía evitar sentir celos al ver a Clara sentada junto a él.—Sí, estoy seguro —respondió Noah con una voz firme. Dejando en claro que aquella seguridad era más por Clara su ex prometida que por su esposa.Heinst sonrió ante la respuesta de Noah, y luego se levantó de la mesa.—Bueno, creo que es hora de que nos retiremos. Tengo mucho trabajo que hacer mañana —dijo Heinst con una sonrisa maliciosa.Clara se levantó de la mesa, sintiendo una extraña sensación en el estómago al ver a Heinst alejarse. Noah y Cara se despid
Mientras se preparaba para la fiesta, Clara no podía dejar de pensar en Noah y en cómo su vida había tomado un giro tan inesperado. Aunque sabía que no podía cambiar el pasado, no podía evitar sentir un profundo arrepentimiento por haber dejado que Heinst entrara en su vida. Ahora, estaba atrapada en una red de mentiras y engaños, sin saber cómo salir de ella.Cuando finalmente bajó las escaleras para unirse a la fiesta, Clara sintió cómo todas las miradas se posaban en ella. Sabía que todos estaban esperando el anuncio de su compromiso con Heinst, pero ella aún no estaba lista para rendirse. Con una sonrisa forzada en el rostro, se dirigió hacia el grupo de invitados, tratando de mantener la calma.—Clara, te ves hermosa esta noche —dijo Cara, acercándose a ella con una sonrisa maliciosa.—Gracias, Cara —dijo Clara, tratando de no dejar que su voz temblara.—Bueno, creo que es hora de hacer el anuncio —dijo Heinst, subiendo al escenario.Clara sintió cómo su corazón se aceleraba mien
—Huye conmigo... Clara, te llevaré lejos de todo y en especial de él —dijo Noah, acercándose a ella con cuidado. Sus ojos se cristalizaron al momento de escuchar el riesgo en el que él estaba dispuesto a entrar. Pero Clara lo amaba realmente, y el hecho de pensar que él pudiera hacerle algo la aterraba.—Noah, no puedo... —comenzó a decir Clara, pero él la interrumpió.—Sí, puedes. No quiero verte así, Clara. No quiero verte sufrir. Sé que estás asustada, pero yo te protegeré. Te lo prometo —dijo Noah, tomando sus manos con suavidad.Clara lo miró a los ojos y supo que decir. No podía seguir viviendo en ese infierno, no podía seguir siendo propiedad de Heinst. Tenía que escapar, y Noah era su única esperanza.—Está bien, huyamos —dijo Clara, con determinación en su voz.Noah sonrió y la tomó de la mano, llevándola hacia la salida. Pero justo cuando estaban a punto de salir, Heinst apareció frente a ellos, con una sonrisa maliciosa en el rostro.—¿Adónde creen que van? —dijo Heinst, co
Heinst, mientras seguía tocando el vientre de Clara, una emoción lo acechaba. Podía ver el miedo en los ojos de Clara, pero aun así, no dejaría que la mujer elegante y apasionada que logró enamorarlo en una sola noche se sintiera sola. La habitación estaba iluminada por la tenue luz de la Luz del día, creando sombras danzantes en las paredes y añadiendo un aire de misterio y sensualidad al ambiente.Clara, con su piel suave y tersa, temblaba ligeramente bajo el toque de Heinst. Sus dedos recorrían cada centímetro de su vientre, como si estuvieran trazando un mapa de deseo y ternura. Cada caricia era una promesa, una declaración silenciosa de amor y protección. Heinst podía sentir la respiración de Clara acelerarse, su pecho subiendo y bajando en un ritmo que parecía sincronizarse con el latido de su propio corazón.La noche en que se conocieron había sido mágica. Clara, con su porte elegante y su mirada penetrante, había capturado la atención de Heinst desde el primer momento. Su conv