—No puedo olvidarlo —respondió él, mientras su mano bajaba lentamente por la espalda de Clara, acariciando suavemente su piel expuesta —Esa noche fue inolvidable.
Clara sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, y se mordió el labio inferior mientras miraba a Heinst a los ojos. Sabía que no debía estar haciendo esto, pero no podía resistirse al deseo que sentía por él.
—Noah y Cara nos están mirando —dijo ella en un susurro, tratando de recuperar la cordura.
—No me importan ellos —respondió Heinst, mientras su mano se deslizaba por la cintura de Clara, acercándola aún más a él —Solo quiero estar contigo.
Clara sintió cómo su respiración se aceleraba, y su cuerpo anhelaba el contacto de Heinst. Pero sabía que no podía dejarse llevar por el deseo, no después de todo lo que había pasado.
—No puedo —dijo ella, alejándose de él con dificultad —Lo siento, pero no puedo.
Heinst la miró con decepción, pero no insistió. Sabía que Clara tenía razón, y que no podían arriesgarse a ser descubiertos.
—Padre ¿quién es la mujer con quien hoy baile en la pista? —pregunto Heinst, tratando de saber más sobre Clara.
—Ella fue la prometida de Noah, luego no sé qué paso pero resulto que Noah se casó con su gemela —Dijo el señor Conrad.
Heinst se sentía frustrado y enojado por la situación. No podía creer que Clara, la mujer con la que había compartido una noche de pasión, estuviera comprometida con otro hombre. Para él, era una traición imperdonable. Pero a pesar de su enojo, no podía negar la atracción que sentía hacia ella.
Decidió investigar más a fondo la vida de Clara, para entender por qué había actuado de esa manera. Quería saber todo sobre ella, cada detalle de su vida y de la gente que la rodeaba. Y para eso, contaba con la ayuda de Lucas, su mano derecha y confidente.
—Hola, Lucas. Necesito toda la información que puedas conseguir sobre Clara Miller —ordenó Heinst por medio de un mensaje de texto.
Lucas era un joven eficiente y leal, que había pasado más tiempo con Heinst que con su propio padre. Sabía cómo conseguir la información que su jefe necesitaba, y no dudó en ponerse manos a la obra.
Mientras esperaba la información, Heinst se sumergió en un baño relajante. Le encantaba el agua caliente y la sensación de flotar en la tina. Cerró los ojos y se hundió en el agua, aguantando la respiración durante unos segundos antes de emerger de nuevo. Se sentía poseído por el agua, como si ésta tuviera un poder sobrenatural sobre él.
Cuando finalmente salió del baño, se dirigió a su habitación y se acostó en la cama. El sonido de su celular lo sacó de su ensoñación. Era Lucas, quien había conseguido la información que Heinst necesitaba.
—Clara Miller era prometida de Noah Cortes, el hijo del accionista de la empresa donde trabaja tu padre —leía el mensaje de Lucas.
—Pero eso no es todo. También he descubierto que Clara tiene una gemela, Cara, que está celosa de ella, pero corrió un rumor de que Clara Miller paso la noche con un desconocido, algunos decía que solo fue un plan de ella para terminar la relación con Noah —dijo Lucas para luego terminar la conversación.
Heinst se sintió intrigado por la información. Ahora entendía por qué Clara había actuado de esa manera, y también veía una oportunidad de vengarse de ella y de Noah. Pero antes de tomar cualquier decisión, necesitaba más información.
—Gracias, Lucas. Necesito que sigas investigando a Clara y a su gemela. Quiero saber todo lo que hacen, con quién se relacionan y cuáles son sus puntos débiles —ordenó Heinst.
Lucas asintió y se puso manos a la obra. Heinst, por su parte, se sumergió de nuevo en el agua caliente de la tina, pensando en cómo utilizaría la información que había conseguido para conseguir todo lo que quería. Clara Miller no iba a ser una decepción, sino una pieza más en su juego de seducción y venganza.
Los días pasaron, y Clara se centraba en dejar todo listo para dejar su vida en aquella empresa. Estaba decidida en buscar otro futuro en el que ella pudiera seguir adelante. Sin embargo, todo parecía complicarse más.
—Noah, ¿qué haces aquí? —dijo ella al ver al nuevo director ejecutivo cerrando la puerta de su oficina.
Noah no podía seguir ignorando que ella estaba allí en la misma empresa trabajando tan cerca de él.
—Necesitamos hablar... No puedo seguir adelante no sin antes aclarar contigo muchas cosas —dijo Noah. Ignorando que estaba arriesgando mucho al hacer lo que estaba haciendo.
—No hay nada de qué hablar... además estoy muy ocupada —dijo ella tratando de mantener la calma.
—¿Por qué? —dijo Noah mientras la observaba desde donde se encontraba.
Aquella pregunta hizo que Clara dejara de escribir en el teclado de la computadora, sus ojos se clavaron en la pantalla de la computadora como si ella estuviera pensando qué decir.
—¿Por qué? ¿Es en serio? Creo que ambos tuvimos nuestra elección. Tú ahora estás casado con mi hermana y yo... yo seguiré con mi vida —dijo ella tratando de hacer entender a Noah que ya nada sería como antes. Clara caminó hacia la puerta para salir de allí. Pero sus pasos se detuvieron al momento en que Noah la detuvo tomando sus manos. Ambos estaban sufriendo mucho, pero también sabían que ya eran extraños.
—Por favor, no lo hagas. Solo déjame ir... —dijo Clara, pero sus palabras se borrarían al momento en que Noah la estaba besando. No podía dejarla ir. Era como si su vida dependiera de sus besos. Él la guio hacia las paredes de su oficina para acorralarla entre su cuerpo y la pared que ahora eran testigos de la pasión que había entre ellos.
Los labios de Noah recorrieron el cuello de Clara, haciéndola gemir de placer. Sus manos acariciaban su cuerpo, sintiendo cada curva y cada línea de su figura. Clara respondió a sus caricias con pasión, dejándose llevar por el momento.
Noah la levantó en brazos y la llevó hasta su escritorio, donde la recostó suavemente. Sus manos comenzaron a desabrochar su blusa, mientras sus labios seguían recorriendo su cuerpo. Clara se dejó llevar por la pasión, sintiendo cómo su cuerpo ardía en deseo.
Los gemidos de placer de Clara se mezclaban con los jadeos de Noah, mientras sus cuerpos se movían al ritmo de la pasión. Clara sintió cómo Noah al besarla la penetraba la piel, haciéndola gemir de placer, era como si él la estaba marcando para toda la vida. Sus cuerpos se movían en perfecta sincronía, mientras el placer los invadía por completo. Los besos eran intenso.
Justo cuando Noah estaba por poseerla por completo, las manos de Clara detienen sus acciones, ella estaba teniendo la respiración agitada. Alejó a Noah de ella para que saliera de aquella oficina apresuradamente. Debía huir de aquel momento arriesgado donde estaba a punto de perder la cordura para entregarse a él.Llegó en la azotea de la empresa para sostener con fuerza la barandilla de aquel lugar, mientras que la sostenía con fuerza, ella estaba llorando amargamente.—¿Hasta cuándo debo aguantar? Porque el maldito destino se empeña en destrozar todo lo que deseo —decía con ira pero con lágrimas en su rostro, mientras que chocaba sus manos contra la barandilla de metal que evitaba que ella cayera de aquella altura.—Sabes, pensé que tú serías diferente a las demás mujeres que sólo piensan en jugar con los hombres —dijo Heinst quien se encontraba a una distancia. Clara se giró hacia él de manera rápida. Y ahí estaba parado observándola con unos ojos negros llenos de ira.—¿Qué haces
—¿Una mujer como yo? Ni me conoces para sacar una conclusión estúpida como esa sobre mí —dijo ella, sus miradas estaban fijas en uno al otro, la respiración agitada de ella chocaba con la de él, el aliento a menta de él se impregnaba en ella.—¡Suéltame! —ordenó ella con una voz casi quebrada. Heinst la seguía observando con una sonrisa forzada, él seguía sosteniéndola con una fuerza que no producía dolor sino una molestia sobre Clara.—¿Qué haré contigo? —dijo Heinst, envolviendo a Clara en una sensación de soledad y temor. Ella debería olvidarse de mantener su trabajo en aquella empresa y seguir adelante, pero los miedos, el dolor y sobre todo el amor que una vez sintió por Noah no la dejaban seguir adelante.—Pues no hagas nada. Solo sigue con tu vida y olvida de mí ¿Quieres? —dijo ella acudiendo su brazo para lograr alejarse de Heinst. Mientras se alejaba casi corriendo, Heinst alzó su voz para que ella lo escuchara.—¡Serás mía, Clara! ¡Solo mía! —gritó Heinst para verla cruzar a
Desde muy dentro de Clara, sabía que aquel deseo no debía seguir, un juego tan peligroso que temía que se convirtiera en su adicción. Ella rompió aquel momento de deseo entre ella y Heinst para levantarse del sofá, y tratar de subir el cierre de su vestido nuevamente.—No podemos... no puedo hacerlo —dijo ella tratando de salir de aquel momento embarazoso. Heinst siguió en la posición en la que se encontraba, para luego verla al rostro. Se incorporó del sofá para acercarse a ella y rodearla. Con la misma delicadeza con la que él deslizó el cierre para abajo, ahora lo estaba alzando. Su respiración chocaba con el cuello de ella. Clara cerró sus ojos en ese momento, tratando de ignorar lo que aquel suspiro causaba en ella.—¿No puedes o no quieres sentirlo? —preguntó él con una voz gruesa. Clara no dijo nada, solo arrugó su vestido con sus manos tratando de reprimir sus emociones.—Vete, Clara... esta vez te dejaré ir. Pero no habrá otra oportunidad como esta en el futuro —amenazó Heins
Clara no podía negar que Cristóbal había cambiado mucho, su cuerpo ahora era fuerte y musculoso, su mirada era intensa y profunda, y su sonrisa era cálida y acogedora. Clara sintió una extraña sensación en su estómago al verlo, una sensación que no había sentido en mucho tiempo.Esa noche, Clara se encontraba en su habitación, tratando de conciliar el sueño, pero su mente no paraba de pensar en Noah. Sus pensamientos se volvieron más intensos y eróticos, imaginándose a Noah acariciando su cuerpo, besando sus labios, haciéndola sentir placer. Clara se estremeció al sentir la humedad en su entrepierna, sintió un deseo intenso por Noah un deseo que no podía controlar.Al día siguiente, Clara se encontró con Cristóbal en la cocina, él estaba preparando el desayuno, y ella no podía dejar de observarlo. Su cuerpo se movía con gracia y seguridad, y Clara sintió un deseo de reír, por los bailes que él estaba haciendo mientras cocinaba. Cristóbal la miró, y sus ojos se encontraron, Clara sin
La encontró allí, con una barriga prominente y una sonrisa en el rostro. Heinst se sintió confundido al verla así, pero no iba a desistir en su empeño.Desde el auto que él había alquilado, estaba observando a Clara, estaba embarazada. Los pensamientos de Heinst solo estaban confundidos, él pesaba si ella había estado con otro hombre aparte de él.—Lucas... ¿tienes informe de cuántos meses se encuentra ella? —preguntó Heinst sin apartar la mirada de ella.—No, amigo. No he tenido ese informe. ¿Quieres que vaya por ella? —preguntó Lucas. El silencio de parte de Heinst solo preocupaba a Lucas.—No, no es necesario. Por ahora, llévame a un hotel —dijo Heinst mientras Lucas encendía el auto para llevar a su jefe a un hotel. El camino a un hotel era de manera incómoda, el silencio de Heinst solo inquietaba a Lucas.Al llegar al hotel, Heinst se dirigió directamente a su habitación. Necesitaba pensar con claridad. No podía creer que Clara estuviera embarazada. ¿De quién sería el bebé? ¿Era
—Estás en Nueva Italia, en mi casa —respondió Heinst, con una sonrisa en el rostro.—¿Por qué me trajiste aquí? —preguntó Clara, sintiendo una mezcla de miedo y enojo.—Porque quiero que estés conmigo y que seas mi esposa —dijo Heinst, tomando la mano de Clara.—No puedo hacer eso, Heinst. Tengo mi propia vida y mi propio hijo en camino —dijo Clara, retirando su mano de la de él.—Lo sé, y por eso quiero cuidar de ti y de nuestro hijo —dijo Heinst, acariciando el vientre de Clara.Ella lo miró con sorpresa. ¿Cómo era posible que supiera que el bebé era suyo?—¿Cómo lo sabes? —preguntó Clara, confundida.—Porque te conozco, Clara. Sé que no mentirías sobre algo tan importante. Y si lo hicieras no sabrías hacerlo de todos modos —dijo Heinst, con una sonrisa en el rostro.Clara no sabía qué decir. Se sentía atrapada entre su deseo de huir y su atracción por Heinst. Pero sabía que no podía ceder a sus demandas, no después de todo lo que había pasado.—Lo siento, Heinst. No puedo casarme c
Cara lo miró con odio, sabía que Heinst estaba jugando con ella, pero no podía evitar sentir celos al ver a Clara sentada junto a él.—Yo amo a mi esposo, y él me ama a mí —respondió Cara con una voz seca, mientras llevaba su mirada en Noah.Heinst sonrió ante la respuesta de Cara, y luego dirigió su mirada hacia Noah.—¿Estás seguro de eso, Miller? —preguntó Heinst con una voz maliciosa.Noah lo miró con desafío, sabía que Heinst estaba tratando de provocarlo, pero no podía evitar sentir celos al ver a Clara sentada junto a él.—Sí, estoy seguro —respondió Noah con una voz firme. Dejando en claro que aquella seguridad era más por Clara su ex prometida que por su esposa.Heinst sonrió ante la respuesta de Noah, y luego se levantó de la mesa.—Bueno, creo que es hora de que nos retiremos. Tengo mucho trabajo que hacer mañana —dijo Heinst con una sonrisa maliciosa.Clara se levantó de la mesa, sintiendo una extraña sensación en el estómago al ver a Heinst alejarse. Noah y Cara se despid
Mientras se preparaba para la fiesta, Clara no podía dejar de pensar en Noah y en cómo su vida había tomado un giro tan inesperado. Aunque sabía que no podía cambiar el pasado, no podía evitar sentir un profundo arrepentimiento por haber dejado que Heinst entrara en su vida. Ahora, estaba atrapada en una red de mentiras y engaños, sin saber cómo salir de ella.Cuando finalmente bajó las escaleras para unirse a la fiesta, Clara sintió cómo todas las miradas se posaban en ella. Sabía que todos estaban esperando el anuncio de su compromiso con Heinst, pero ella aún no estaba lista para rendirse. Con una sonrisa forzada en el rostro, se dirigió hacia el grupo de invitados, tratando de mantener la calma.—Clara, te ves hermosa esta noche —dijo Cara, acercándose a ella con una sonrisa maliciosa.—Gracias, Cara —dijo Clara, tratando de no dejar que su voz temblara.—Bueno, creo que es hora de hacer el anuncio —dijo Heinst, subiendo al escenario.Clara sintió cómo su corazón se aceleraba mien