—Quiero que Noah, mi esposo, sea el presidente de la firma —dijo totalmente segura. El abogado Montero la miró y estuvo de acuerdo en acatar las órdenes de su cliente.
Noah se sintió halagado por la confianza de su esposa, pero también se sintió culpable por los sentimientos que aún tenía por Clara. Intentó concentrarse en su trabajo y en su matrimonio, pero no pudo evitar pensar en Clara y en los momentos que habían compartido juntos. Clara, por otro lado, se sintió destrozada al enterarse de que Noah sería el presidente de la firma. Sabía que tendría que verlo todos los días y que sería un recordatorio constante de lo que había perdido. Intentó distraerse con el trabajo y con otras actividades, pero no pudo evitar pensar en Noah y en el amor que aún sentía por él. Un día, mientras trabajaba en su oficina, Clara recibió una invitación para una cena de negocios. Al principio dudó en asistir, pero luego pensó que sería una buena oportunidad para distraerse y conocer gente nueva. Se arregló con un vestido elegante y se dirigió al lugar de la cena. Cuando llegó, se sorprendió al ver a Noah allí. Él la miró con una mezcla de sorpresa y deseo en sus ojos. Clara sintió cómo su cuerpo respondía a su presencia y se sintió tentada a acercarse a él. Pero luego recordó que él era el esposo de su gemela y que no podía hacer nada al respecto. Noah, por otro lado, no pudo resistirse a la tentación y se acercó a Clara. —Hola, Clara. ¿Qué haces aquí?—, preguntó con una sonrisa en sus labios. Clara sintió cómo su corazón se aceleraba al escuchar su voz y se sintió tentada a besarlo. Pero luego recordó que él era el esposo de su gemela y que no podía hacer nada al respecto. —Solo vine a cenar —respondió con una sonrisa forzada. Noah la miró a los ojos y sintió cómo su cuerpo respondía a su presencia. Sabía que no podía hacer nada al respecto, pero no pudo evitar sentir deseo por ella. —Bueno, entonces disfruta de la cena —dijo Noah con una sonrisa en sus labios antes de alejarse de ella y volver a sentarse en la misma mesa en la que ella fue invitada a cenar. Clara se sentía incómoda, pero trató de disimularlo con una sonrisa forzada. El señor Conrad, uno de los amigos de su padre, la saludó con amabilidad y le indicó su lugar en la mesa. Noah no dejaba de verla atentamente, algo en la actitud del socio de su suegro le estaba molestando seriamente. —Señorita Miller, me alegra que haya aceptado mi invitación —dijo el señor Carretti mientras Clara se sentaba en la silla que él mismo le había ofrecido como todo un caballero. —Muchas gracias por la invitación, señor Conrad — respondió Clara con educación. —Buenas noches, pido disculpas por la tardanza —dijo Cara desde la espalda de Clara. Era obvio que la cena no la iba a disfrutar nada. —Oh, Clara... Veo que también te han invitado a ti —dijo Cara en doble sentido, ocultando su malestar ante los anfitriones, mientras que saludaba a su gemela con desprecio. —Así es —dijo Clara dejando en claro que nada de lo que dijera su gemela la haría intimidar. —Señor Darien, ¿esperamos a alguien más? —preguntó Cara. Los ojos de Noah seguían en Clara, nada de lo que hiciera su esposa en la mesa hacía que él la dejara de ver. —Noah, amor, ¿está todo bien? —preguntó Cara para sacarlo de aquella concentración de ver a su gemela. —Sí, sí, todo está bien, cariño —respondió Noah tratando de molestar aún más a Clara. —Me alegra saber que mi sobrino haya decidido casarse después de todo —dijo Darien Conrad, el anfitrión de la cena. —¿Sobrino? —dijeron ambas hermanas al mismo tiempo. La noticia de saber que el segundo accionista mayoritario de la empresa era familiar les había tomado con incertidumbre pero a la vez asombro. Noah, no pudo evitar sentir una extraña sensación en el estómago al escuchar las palabras de su tío. ¿Qué pasaría si Clara descubría su verdadera identidad? ¿Cómo reaccionaría ella al saber que él era el primo del responsable de haberla confundido con su gemela y haberla llevado a la cama? Él sabía que debía decirle la verdad, pero opto callarlo. Mientras la cena continuaba en espera, Clara no podía dejar de sentir la mirada de Noah sobre ella. Su presencia la inquietaba, pero al mismo tiempo la excitaba. Ella recordaba cada detalle de la noche que habían pasado juntos, cada caricia, cada beso, cada susurro. No podía negar que aún sentía algo por él, a pesar de todo lo que había sucedido. Noah, por su parte, no podía dejar de pensar en Clara. La había visto entrar al restaurante con ese vestido rojo que resaltaba sus curvas y había sentido un deseo irrefrenable por ella. Sabía que no debía estar pensando en eso, que ahora era un hombre casado, pero no podía evitarlo. Clara lo había hechizado desde la primera vez que la vio, y ahora que la tenía tan cerca, no podía resistirse a su encanto. La cena continuó con una conversación animada entre los comensales, pero la tensión entre Clara y Noah era palpable. Ambos sabían que debían mantenerse alejados el uno del otro, pero la atracción que sentían era demasiado fuerte. —Buenas noches. Una disculpa por haber tardado, es que el tráfico estaba de lo peor —dijo un hombre con una voz grave detrás de ambas mujeres. Por alguna razón, Clara abrió los ojos en asombro al escuchar aquella voz, al igual que su gemela. Heinst caminaba para acercarse a la silla cerca de su padre y entre su primo recién casado. Pero al momento de ver a las damas que estaban acompañando a su padre, Heinst no podía dejar de ver a ambas. Eran exactamente iguales, como gotas de agua. Noah, al ver la actitud de su esposa, toma la mano de ella para que ella no se desplomara ante el hombre con quien su hermana había tenido una noche de aventura. —¿Por qué él está aquí? —preguntó Cara mientras se acercaba a su esposo mientras disimulaba que le daba besos en el cuello. —Nada de que sea de tu incumbencia, cariño —la actitud de Noah con su esposa había cambiado de manera drástica. Noah estaba siendo testigo del encuentro de Heinst con la que alguna vez fue su prometida. La ira, el dolor y las ganas de estamparlo con la silla no disminuían. Sabía que sería difícil el encuentro entre él, Clara y su primo. Pero debía conservar la calma. Heinst se sentó en su lugar, sin dejar de observar a Clara. Su belleza era impresionante, y su cuerpo era aún más atractivo de lo que recordaba. Sus curvas se marcaban a través del vestido que llevaba puesto, y sus labios rojos lo tentaban a besarla allí mismo. Pero sabía que no podía hacerlo, no después de todo lo que había pasado. —Buenas noches, Clara —dijo Heinst con una sonrisa en los labios, tratando de disimular su nerviosismo. —Buenas noches, Heinst —respondió Clara con una voz fría y distante, sin dejar de mirarlo a los ojos. La cena continuó, pero la tensión entre Heinst y Clara era palpable. Noah no dejaba de observar a su exprometida, quien parecía cada vez más incómoda con la presencia de Heinst. Cara, por otro lado, disfrutaba de la situación, saboreando cada momento de incomodidad de su hermana. —¿Cómo has estado, Clara? Mi padre no ha dejado de alavarte en cada encuentro —preguntó Heinst, tratando de hacer conversación. —Bien, gracias. Me alaga saber que el señor Conrab es mi admirador —respondió Clara, sin dar más detalles. —Felicidades, Noah. me han dicho que te habias casado y que tu esposa era muy bella... Pero se quedaron chico ante la descripción —dijo Heinst, antes de tomar un sorbo de su vino. La cena continuó, pero la tensión entre Heinst y Clara seguía en aumento. Noah podía ver cómo Clara temblaba ligeramente cada vez que Heinst la miraba, y cómo sus mejillas se sonrojaban ligeramente. Sabía que aún había algo entre ellos, algo que no había terminado. —¿Bailas, Clara? —preguntó Heinst de repente, levantándose de su silla. Clara lo miró sorprendida, pero luego asintió con la cabeza. Heinst le extendió la mano, y ella la tomó con duda. Juntos se dirigieron a la pista de baile de aquel restaurante, mientras Noah y Cara los observaban con atención. Heinst la tomó por la cintura, y Clara puso sus manos sobre sus hombros. El contacto entre ellos era eléctrico, y ambos podían sentir la tensión sexual que había entre ellos. Heinst comenzó a moverse al ritmo de la música, y Clara lo siguió, perdiéndose en el baile. —Nunca imaginé que tú eras aquella mujer —susurró Heinst al oído de Clara, mientras la acercaba aún más a él. Ella podía sentir su aliento cálido en su cuello, y su cuerpo respondió involuntariamente, acercándose aún más al de él. —Solo olvida esa noche, gracias a ella todo a mi alrededor se destruyó —dijo Clara con pesar, pero Heinst no parecía dispuesto a dejarla ir. No podía hacerlo. al tenerla nuevamente cerca, no pudo dejar de sentir que la mujer que tenia en frente había cambiado tanto, ya no era aquella mujer apasionada con quien había pasado la noche.—No puedo olvidarlo —respondió él, mientras su mano bajaba lentamente por la espalda de Clara, acariciando suavemente su piel expuesta —Esa noche fue inolvidable.Clara sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, y se mordió el labio inferior mientras miraba a Heinst a los ojos. Sabía que no debía estar haciendo esto, pero no podía resistirse al deseo que sentía por él.—Noah y Cara nos están mirando —dijo ella en un susurro, tratando de recuperar la cordura.—No me importan ellos —respondió Heinst, mientras su mano se deslizaba por la cintura de Clara, acercándola aún más a él —Solo quiero estar contigo.Clara sintió cómo su respiración se aceleraba, y su cuerpo anhelaba el contacto de Heinst. Pero sabía que no podía dejarse llevar por el deseo, no después de todo lo que había pasado.—No puedo —dijo ella, alejándose de él con dificultad —Lo siento, pero no puedo.Heinst la miró con decepción, pero no insistió. Sabía que Clara tenía razón, y que no podían arriesgarse a ser descubiertos.
Justo cuando Noah estaba por poseerla por completo, las manos de Clara detienen sus acciones, ella estaba teniendo la respiración agitada. Alejó a Noah de ella para que saliera de aquella oficina apresuradamente. Debía huir de aquel momento arriesgado donde estaba a punto de perder la cordura para entregarse a él.Llegó en la azotea de la empresa para sostener con fuerza la barandilla de aquel lugar, mientras que la sostenía con fuerza, ella estaba llorando amargamente.—¿Hasta cuándo debo aguantar? Porque el maldito destino se empeña en destrozar todo lo que deseo —decía con ira pero con lágrimas en su rostro, mientras que chocaba sus manos contra la barandilla de metal que evitaba que ella cayera de aquella altura.—Sabes, pensé que tú serías diferente a las demás mujeres que sólo piensan en jugar con los hombres —dijo Heinst quien se encontraba a una distancia. Clara se giró hacia él de manera rápida. Y ahí estaba parado observándola con unos ojos negros llenos de ira.—¿Qué haces
—¿Una mujer como yo? Ni me conoces para sacar una conclusión estúpida como esa sobre mí —dijo ella, sus miradas estaban fijas en uno al otro, la respiración agitada de ella chocaba con la de él, el aliento a menta de él se impregnaba en ella.—¡Suéltame! —ordenó ella con una voz casi quebrada. Heinst la seguía observando con una sonrisa forzada, él seguía sosteniéndola con una fuerza que no producía dolor sino una molestia sobre Clara.—¿Qué haré contigo? —dijo Heinst, envolviendo a Clara en una sensación de soledad y temor. Ella debería olvidarse de mantener su trabajo en aquella empresa y seguir adelante, pero los miedos, el dolor y sobre todo el amor que una vez sintió por Noah no la dejaban seguir adelante.—Pues no hagas nada. Solo sigue con tu vida y olvida de mí ¿Quieres? —dijo ella acudiendo su brazo para lograr alejarse de Heinst. Mientras se alejaba casi corriendo, Heinst alzó su voz para que ella lo escuchara.—¡Serás mía, Clara! ¡Solo mía! —gritó Heinst para verla cruzar a
Desde muy dentro de Clara, sabía que aquel deseo no debía seguir, un juego tan peligroso que temía que se convirtiera en su adicción. Ella rompió aquel momento de deseo entre ella y Heinst para levantarse del sofá, y tratar de subir el cierre de su vestido nuevamente.—No podemos... no puedo hacerlo —dijo ella tratando de salir de aquel momento embarazoso. Heinst siguió en la posición en la que se encontraba, para luego verla al rostro. Se incorporó del sofá para acercarse a ella y rodearla. Con la misma delicadeza con la que él deslizó el cierre para abajo, ahora lo estaba alzando. Su respiración chocaba con el cuello de ella. Clara cerró sus ojos en ese momento, tratando de ignorar lo que aquel suspiro causaba en ella.—¿No puedes o no quieres sentirlo? —preguntó él con una voz gruesa. Clara no dijo nada, solo arrugó su vestido con sus manos tratando de reprimir sus emociones.—Vete, Clara... esta vez te dejaré ir. Pero no habrá otra oportunidad como esta en el futuro —amenazó Heins
Clara no podía negar que Cristóbal había cambiado mucho, su cuerpo ahora era fuerte y musculoso, su mirada era intensa y profunda, y su sonrisa era cálida y acogedora. Clara sintió una extraña sensación en su estómago al verlo, una sensación que no había sentido en mucho tiempo.Esa noche, Clara se encontraba en su habitación, tratando de conciliar el sueño, pero su mente no paraba de pensar en Noah. Sus pensamientos se volvieron más intensos y eróticos, imaginándose a Noah acariciando su cuerpo, besando sus labios, haciéndola sentir placer. Clara se estremeció al sentir la humedad en su entrepierna, sintió un deseo intenso por Noah un deseo que no podía controlar.Al día siguiente, Clara se encontró con Cristóbal en la cocina, él estaba preparando el desayuno, y ella no podía dejar de observarlo. Su cuerpo se movía con gracia y seguridad, y Clara sintió un deseo de reír, por los bailes que él estaba haciendo mientras cocinaba. Cristóbal la miró, y sus ojos se encontraron, Clara sin
La encontró allí, con una barriga prominente y una sonrisa en el rostro. Heinst se sintió confundido al verla así, pero no iba a desistir en su empeño.Desde el auto que él había alquilado, estaba observando a Clara, estaba embarazada. Los pensamientos de Heinst solo estaban confundidos, él pesaba si ella había estado con otro hombre aparte de él.—Lucas... ¿tienes informe de cuántos meses se encuentra ella? —preguntó Heinst sin apartar la mirada de ella.—No, amigo. No he tenido ese informe. ¿Quieres que vaya por ella? —preguntó Lucas. El silencio de parte de Heinst solo preocupaba a Lucas.—No, no es necesario. Por ahora, llévame a un hotel —dijo Heinst mientras Lucas encendía el auto para llevar a su jefe a un hotel. El camino a un hotel era de manera incómoda, el silencio de Heinst solo inquietaba a Lucas.Al llegar al hotel, Heinst se dirigió directamente a su habitación. Necesitaba pensar con claridad. No podía creer que Clara estuviera embarazada. ¿De quién sería el bebé? ¿Era
—Estás en Nueva Italia, en mi casa —respondió Heinst, con una sonrisa en el rostro.—¿Por qué me trajiste aquí? —preguntó Clara, sintiendo una mezcla de miedo y enojo.—Porque quiero que estés conmigo y que seas mi esposa —dijo Heinst, tomando la mano de Clara.—No puedo hacer eso, Heinst. Tengo mi propia vida y mi propio hijo en camino —dijo Clara, retirando su mano de la de él.—Lo sé, y por eso quiero cuidar de ti y de nuestro hijo —dijo Heinst, acariciando el vientre de Clara.Ella lo miró con sorpresa. ¿Cómo era posible que supiera que el bebé era suyo?—¿Cómo lo sabes? —preguntó Clara, confundida.—Porque te conozco, Clara. Sé que no mentirías sobre algo tan importante. Y si lo hicieras no sabrías hacerlo de todos modos —dijo Heinst, con una sonrisa en el rostro.Clara no sabía qué decir. Se sentía atrapada entre su deseo de huir y su atracción por Heinst. Pero sabía que no podía ceder a sus demandas, no después de todo lo que había pasado.—Lo siento, Heinst. No puedo casarme c
Cara lo miró con odio, sabía que Heinst estaba jugando con ella, pero no podía evitar sentir celos al ver a Clara sentada junto a él.—Yo amo a mi esposo, y él me ama a mí —respondió Cara con una voz seca, mientras llevaba su mirada en Noah.Heinst sonrió ante la respuesta de Cara, y luego dirigió su mirada hacia Noah.—¿Estás seguro de eso, Miller? —preguntó Heinst con una voz maliciosa.Noah lo miró con desafío, sabía que Heinst estaba tratando de provocarlo, pero no podía evitar sentir celos al ver a Clara sentada junto a él.—Sí, estoy seguro —respondió Noah con una voz firme. Dejando en claro que aquella seguridad era más por Clara su ex prometida que por su esposa.Heinst sonrió ante la respuesta de Noah, y luego se levantó de la mesa.—Bueno, creo que es hora de que nos retiremos. Tengo mucho trabajo que hacer mañana —dijo Heinst con una sonrisa maliciosa.Clara se levantó de la mesa, sintiendo una extraña sensación en el estómago al ver a Heinst alejarse. Noah y Cara se despid