5. Conflictos Del Corazón

—Quiero que Noah, mi esposo, sea el presidente de la firma —dijo totalmente segura. El abogado Montero la miró y estuvo de acuerdo en acatar las órdenes de su cliente.

Noah se sintió halagado por la confianza de su esposa, pero también se sintió culpable por los sentimientos que aún tenía por Clara. Intentó concentrarse en su trabajo y en su matrimonio, pero no pudo evitar pensar en Clara y en los momentos que habían compartido juntos.

Clara, por otro lado, se sintió destrozada al enterarse de que Noah sería el presidente de la firma. Sabía que tendría que verlo todos los días y que sería un recordatorio constante de lo que había perdido. Intentó distraerse con el trabajo y con otras actividades, pero no pudo evitar pensar en Noah y en el amor que aún sentía por él.

Un día, mientras trabajaba en su oficina, Clara recibió una invitación para una cena de negocios. Al principio dudó en asistir, pero luego pensó que sería una buena oportunidad para distraerse y conocer gente nueva. Se arregló con un vestido elegante y se dirigió al lugar de la cena.

Cuando llegó, se sorprendió al ver a Noah allí. Él la miró con una mezcla de sorpresa y deseo en sus ojos. Clara sintió cómo su cuerpo respondía a su presencia y se sintió tentada a acercarse a él. Pero luego recordó que él era el esposo de su gemela y que no podía hacer nada al respecto.

Noah, por otro lado, no pudo resistirse a la tentación y se acercó a Clara.

—Hola, Clara. ¿Qué haces aquí?—, preguntó con una sonrisa en sus labios. Clara sintió cómo su corazón se aceleraba al escuchar su voz y se sintió tentada a besarlo. Pero luego recordó que él era el esposo de su gemela y que no podía hacer nada al respecto.

—Solo vine a cenar —respondió con una sonrisa forzada.

Noah la miró a los ojos y sintió cómo su cuerpo respondía a su presencia. Sabía que no podía hacer nada al respecto, pero no pudo evitar sentir deseo por ella.

—Bueno, entonces disfruta de la cena —dijo Noah con una sonrisa en sus labios antes de alejarse de ella y volver a sentarse en la misma mesa en la que ella fue invitada a cenar.

Clara se sentía incómoda, pero trató de disimularlo con una sonrisa forzada. El señor Conrad, uno de los amigos de su padre, la saludó con amabilidad y le indicó su lugar en la mesa. Noah no dejaba de verla atentamente, algo en la actitud del socio de su suegro le estaba molestando seriamente.

—Señorita Miller, me alegra que haya aceptado mi invitación —dijo el señor Carretti mientras Clara se sentaba en la silla que él mismo le había ofrecido como todo un caballero.

—Muchas gracias por la invitación, señor Conrad — respondió Clara con educación.

—Buenas noches, pido disculpas por la tardanza —dijo Cara desde la espalda de Clara. Era obvio que la cena no la iba a disfrutar nada.

—Oh, Clara... Veo que también te han invitado a ti —dijo Cara en doble sentido, ocultando su malestar ante los anfitriones, mientras que saludaba a su gemela con desprecio.

—Así es —dijo Clara dejando en claro que nada de lo que dijera su gemela la haría intimidar.

—Señor Darien, ¿esperamos a alguien más? —preguntó Cara. Los ojos de Noah seguían en Clara, nada de lo que hiciera su esposa en la mesa hacía que él la dejara de ver.

—Noah, amor, ¿está todo bien? —preguntó Cara para sacarlo de aquella concentración de ver a su gemela.

—Sí, sí, todo está bien, cariño —respondió Noah tratando de molestar aún más a Clara.

—Me alegra saber que mi sobrino haya decidido casarse después de todo —dijo Darien Conrad, el anfitrión de la cena.

—¿Sobrino? —dijeron ambas hermanas al mismo tiempo. La noticia de saber que el segundo accionista mayoritario de la empresa era familiar les había tomado con incertidumbre pero a la vez asombro.

Noah, no pudo evitar sentir una extraña sensación en el estómago al escuchar las palabras de su tío. ¿Qué pasaría si Clara descubría su verdadera identidad? ¿Cómo reaccionaría ella al saber que él era el primo del responsable de haberla confundido con su gemela y haberla llevado a la cama? Él sabía que debía decirle la verdad, pero opto callarlo.

Mientras la cena continuaba en espera, Clara no podía dejar de sentir la mirada de Noah sobre ella. Su presencia la inquietaba, pero al mismo tiempo la excitaba. Ella recordaba cada detalle de la noche que habían pasado juntos, cada caricia, cada beso, cada susurro. No podía negar que aún sentía algo por él, a pesar de todo lo que había sucedido.

Noah, por su parte, no podía dejar de pensar en Clara. La había visto entrar al restaurante con ese vestido rojo que resaltaba sus curvas y había sentido un deseo irrefrenable por ella. Sabía que no debía estar pensando en eso, que ahora era un hombre casado, pero no podía evitarlo. Clara lo había hechizado desde la primera vez que la vio, y ahora que la tenía tan cerca, no podía resistirse a su encanto.

La cena continuó con una conversación animada entre los comensales, pero la tensión entre Clara y Noah era palpable. Ambos sabían que debían mantenerse alejados el uno del otro, pero la atracción que sentían era demasiado fuerte.

—Buenas noches. Una disculpa por haber tardado, es que el tráfico estaba de lo peor —dijo un hombre con una voz grave detrás de ambas mujeres. Por alguna razón, Clara abrió los ojos en asombro al escuchar aquella voz, al igual que su gemela.

Heinst caminaba para acercarse a la silla cerca de su padre y entre su primo recién casado. Pero al momento de ver a las damas que estaban acompañando a su padre, Heinst no podía dejar de ver a ambas. Eran exactamente iguales, como gotas de agua. Noah, al ver la actitud de su esposa, toma la mano de ella para que ella no se desplomara ante el hombre con quien su hermana había tenido una noche de aventura.

—¿Por qué él está aquí? —preguntó Cara mientras se acercaba a su esposo mientras disimulaba que le daba besos en el cuello.

—Nada de que sea de tu incumbencia, cariño —la actitud de Noah con su esposa había cambiado de manera drástica. Noah estaba siendo testigo del encuentro de Heinst con la que alguna vez fue su prometida. La ira, el dolor y las ganas de estamparlo con la silla no disminuían. Sabía que sería difícil el encuentro entre él, Clara y su primo. Pero debía conservar la calma.

Heinst se sentó en su lugar, sin dejar de observar a Clara. Su belleza era impresionante, y su cuerpo era aún más atractivo de lo que recordaba. Sus curvas se marcaban a través del vestido que llevaba puesto, y sus labios rojos lo tentaban a besarla allí mismo. Pero sabía que no podía hacerlo, no después de todo lo que había pasado.

—Buenas noches, Clara —dijo Heinst con una sonrisa en los labios, tratando de disimular su nerviosismo.

—Buenas noches, Heinst —respondió Clara con una voz fría y distante, sin dejar de mirarlo a los ojos.

La cena continuó, pero la tensión entre Heinst y Clara era palpable. Noah no dejaba de observar a su exprometida, quien parecía cada vez más incómoda con la presencia de Heinst. Cara, por otro lado, disfrutaba de la situación, saboreando cada momento de incomodidad de su hermana.

—¿Cómo has estado, Clara? Mi padre no ha dejado de alavarte en cada encuentro —preguntó Heinst, tratando de hacer conversación.

—Bien, gracias. Me alaga saber que el señor Conrab es mi admirador —respondió Clara, sin dar más detalles.

—Felicidades, Noah. me han dicho que te habias casado y que tu esposa era muy bella... Pero se quedaron chico ante la descripción —dijo Heinst, antes de tomar un sorbo de su vino.

La cena continuó, pero la tensión entre Heinst y Clara seguía en aumento. Noah podía ver cómo Clara temblaba ligeramente cada vez que Heinst la miraba, y cómo sus mejillas se sonrojaban ligeramente. Sabía que aún había algo entre ellos, algo que no había terminado.

—¿Bailas, Clara? —preguntó Heinst de repente, levantándose de su silla.

Clara lo miró sorprendida, pero luego asintió con la cabeza. Heinst le extendió la mano, y ella la tomó con duda. Juntos se dirigieron a la pista de baile de aquel restaurante, mientras Noah y Cara los observaban con atención.

Heinst la tomó por la cintura, y Clara puso sus manos sobre sus hombros. El contacto entre ellos era eléctrico, y ambos podían sentir la tensión sexual que había entre ellos. Heinst comenzó a moverse al ritmo de la música, y Clara lo siguió, perdiéndose en el baile.

—Nunca imaginé que tú eras aquella mujer —susurró Heinst al oído de Clara, mientras la acercaba aún más a él. Ella podía sentir su aliento cálido en su cuello, y su cuerpo respondió involuntariamente, acercándose aún más al de él.

—Solo olvida esa noche, gracias a ella todo a mi alrededor se destruyó —dijo Clara con pesar, pero Heinst no parecía dispuesto a dejarla ir. No podía hacerlo.  al tenerla nuevamente cerca, no pudo dejar de sentir que la mujer que tenia en frente había cambiado tanto, ya no era aquella mujer apasionada con quien había pasado la noche.

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