Mientras tanto, Cara sonreía satisfecha, saboreando su victoria. Había logrado separar a Clara y Noah y ahora se casaría con el hombre que amaba. Pero lo que no sabía era que el destino aún tenía algunas sorpresas preparadas para ella y para todos los involucrados en aquella noche de traiciones y deseos prohibidos.
Noah había decidido su camino por medio de la venganza, los días pasaron y Noah Cortes el único hijo legítimo de la prestigiada familia y socio mayoritario de la firma cada noche estaba pasaba su tormentos y sufrimiento ahogando en un vaso de licor. Cara, como era de costumbre iba por él para sacarlo de allí, odiaba verlo de aquella manera. Sufriendo por Clara hasta perderse en la bebida. El día de la boda de Cara con Noah, había llegado, ella se encontraba en el cuarto de vestir de aquel lujuso hotel esperando el momento de que fuera la hora para salir con su vestido de novia y caminar hacia su felicidad. El salón estaba lleno, Hal y su segunda esposa, estaban esperando con una sonrisa de felicidad el momento en que su hija Cara Miller entrara en el salón al compás de la música prenupcial. La corbata de Noah estaba torcida. Levanto las manos por enésima vez y ajusto la seda hasta que colgó en línea recta por la mitad de su pecho. Sus planas brillaban de sudor, pero no era nada comparado con el sudor debajo de traje perfectamente confeccionado que llevaba. Casarse Casarse sin amor, y morir cada segundo por la hermana de la que ahora sería su esposa, sin duda estaba metido en una m****a profunda. Los sonidos anunciaba la presencia de la novia, Noah, sentía que ya no había vuelta atrás. Respiraciones irregulares entraban y salían de sus pulmones, mientras veía acercarse Cara de la mano de su padre. Estaba imaginando que la mujer que avanzaba era su Clara, su único amor que había roto su corazón por su traición en pedacitos. Mientras que se llevaba el matrimonio de Cara con Noah Cortes, Clara estaba llorando desconsoladamente, saber que había perdido al hombre que amaba por una vil trampa preparado por su hermana la estaba destrozando, acostada en su cama ella tomaba con fuerza la almohada para gritar, mientras que lloraba. Era la Unica manera que tenía para sacarse de encima aquel dolor, desahogarse era lo único que podía hacer. La noche iba avanzando mientras que los protagonistas estaban enfrentando las consecuencias de su actos. Cara estaba sentada en la cama de aquel hotel esperando por su esposo. Había preparado todo lo que necesitaba para pasar con Noah la primera noche de bodas. Dos horas sin rastro alguno de su esposo, tomó con su mano el encaje de novia que tenía por su cabello para quitárselo y lanzarlo a un costado, la había dejado plantada. Eso la enfurecía por completo. Se cambio de ropa, para salir de aquella habitación en busca de su esposo. Ella tenía una leve seguridad de donde encontrarlo. Sumergido en la bebida. Cuando llegó al bar de aquel hotel vio a su esposo dormido sobre la barra de aquel bar completamente Ebrio. Con una determinación y orgullo, Cara toma de los brazos de su esposo para llevarlo al habitacion. Aunque pesaba mucho, aún así lo llevaría al cuarto. Mientras que Cara estaba intentando de ocultar que su matrimonio no es lo que otros pensaba, los padres de Cara y Clara estaban manejando la oscura carretera. —Espero que ambos sean felices — dijo Martina la segunda esposa de señor Hall Miller. —Lo serán, mujer... Lo serán — respondió Hall tratando de convencerse de ello. Había tomado un poco en la boda de su hija, pero la lluvia no aportaba seguridad. Las horas de lluvia se intensificaron mientras Hall manejaba por aquella carretera. Un destello de luz logra despostarlo para quedar atrapado entre dos autos. El primer auto que venía hacia ellos logró chocarlo para arrástralo por la carretera y caer en un precipicio. La vida de ambos había sucumbido por aquel accidente. Clara estaba sosteniendo una taza de café para que él mismo cayera en el suelo y se partiera por la mitad, una sensación que no podía explicarlo le había acechado por completo. El sonido del timbre de su celular logra sacarla de su pensamientos, toma la llamada para atender. —Hola ¿Quién habla? — pregunto ella con la voz quebrada. La voz del otro lado de la línea solo aumentaba el suspenso como el misterio. —Puede presentarse en el hospital para reconocimiento de los cuerpos —dijo la mujer que estaba dando quizás la peor noticia para ella. Clara sabía que debía ir, no importaba si estuviera sus hermana, ella debía estar presente como hija del Señor Miller. Se cambió y subió a su auto para encenderla manejó toda la carretera bajo una intensa lluvia, pero debía llegar al hospital regional de Villa Florida. Horas después Clara ya estaba llegando al lugar donde debía presentarse. Un oficial forense la estaba esperando con una notificación que ella debía firmar. Clara firmó la notificación y se preparó mentalmente para lo que venía después. Sus ojos se cristalizaron, sus manos heladas por la emoción y tristeza que la acechaba, su corazón se desechó totalmente. Cuando entró en aquella habitación con la luz tenue y de ambiente frío, sus lágrimas ya estaban rodando por sus mejillas. Se acercó a uno de los cuerpos, y el hombre que la estaba viendo esperó el momento en que ella le diera la señal para levantar las sábanas blancas que cubrían el rostro de la persona sin vida en frente de ella. —¿Está lista señorita? —Preguntó el médico forense y el policía que se encontraba allí presente. Ella levantó la mirada hacia ellos para darles señales de que sí lo estaba. El médico levantó la sábana y vio ella que se trataba de su madre, estaba pálida. —Es mi madre —dijo con la voz quebrada. Lo mismo hizo con su padre, ella tomó sus manos lastimadas para inclinarse hacia él y lamentarse por todo. —Oh, padre. Perdóname... te fuiste enojado, decepcionado de mí —dijo ella mientras que sus lágrimas caían sobre las sábanas de aquel cuarto donde yacía muerto su padre. Cuando Clara salió de aquella habitación, Cara estaba llegando con su esposo. Todo indicaba que Noah había amanecido con la misma ropa de bodas. Ella al igual que Clara debía entrar para hacer el reconocimiento. Noah, estaba mirando fijamente mientras que ocultaba sus ganas de ir a abrazarla, besarla. Jamás pensó Noah que sería tan difícil de ocultar aquel sentimiento por ella. Noah no pudo evitar sentir un dolor en el pecho al ver a Clara tan triste y destrozada. Quería consolarla, decirle que todo iba a estar bien, pero sabía que no podía. Ya no era suyo, ahora pertenecía a Cara. Pero aún así, no podía dejar de pensar en ella, en sus besos, en sus caricias. Recordaba aquella noche en que la había traicionado con su gemela, y se sentía culpable por ello. Pero también recordaba la pasión que había sentido en sus brazos, la forma en que se habían entregado el uno al otro. Mientras tanto, Clara se sentía vacía y sola. Había perdido a sus padres, a Noah y a su empresa. Todo lo que había trabajado tanto tiempo para construir se había derrumbado en cuestión de días. Pero aún así, no podía dejar de pensar en Noah, en el amor que todavía sentía por él. Sabía que no podía estar con él, pero tampoco podía olvidarlo. Se sentía atrapada en un limbo, sin saber qué hacer o a dónde ir. Solo quería llorar, llorar hasta no poder más, hasta que todo el dolor y la tristeza se fueran de su cuerpo. Pero sabía que eso era imposible, que el dolor y la tristeza la acompañarían por mucho tiempo. Noah abrazó a Cara, su esposa, mientras que observaba a Clara. ¿Qué más podía hacer? Solo verla con los mismos sufrimientos que él sentía. —¿Por qué estás aquí? —preguntó Cara. Su presencia la molestaba. Clara, sin mirarla, se secó con sus manos su mejilla para girar hacia ella y verla atentamente. —¿Por qué crees? Es obvio, vine a cumplir con mi obligación... por cierto, felicidades por su unión —dijo Clara para que su gemela sintiera una satisfacción al saber que le había quitado algo que ella amaba. A Noah. Noah sintió como una provocación de su parte, también no esperó mucho para responderle. —Gracias, Clara. Espero que tú también encuentres la felicidad —dijo Noah mientras abrazaba a su esposa y dejaba un beso elegante en sus labios, tal como lo haría él en los labios de Clara. Clara miró nerviosamente a Noah, sus palabras estaban dando justo en aquella herida. Ella asintió y se giró para alejarse del lugar. Al día siguiente, las hermanas Miller despidieron a su padre como debían, ambas llevaban un dolor amargo en su interior. Ante todos, la indicada de llevar adelante la firma más prestigiosa debía ser Clara, pero en el testamento de su padre había asentado que ese lugar debía ser ocupado por Cara y como vicepresidente a Noah Cortes. La noticia de que Cara no se sentía apta para llevar a cargo la presidencia, dejó que su esposo lo hiciera por ella.—Quiero que Noah, mi esposo, sea el presidente de la firma —dijo totalmente segura. El abogado Montero la miró y estuvo de acuerdo en acatar las órdenes de su cliente.Noah se sintió halagado por la confianza de su esposa, pero también se sintió culpable por los sentimientos que aún tenía por Clara. Intentó concentrarse en su trabajo y en su matrimonio, pero no pudo evitar pensar en Clara y en los momentos que habían compartido juntos.Clara, por otro lado, se sintió destrozada al enterarse de que Noah sería el presidente de la firma. Sabía que tendría que verlo todos los días y que sería un recordatorio constante de lo que había perdido. Intentó distraerse con el trabajo y con otras actividades, pero no pudo evitar pensar en Noah y en el amor que aún sentía por él.Un día, mientras trabajaba en su oficina, Clara recibió una invitación para una cena de negocios. Al principio dudó en asistir, pero luego pensó que sería una buena oportunidad para distraerse y conocer gente nueva. Se arr
—No puedo olvidarlo —respondió él, mientras su mano bajaba lentamente por la espalda de Clara, acariciando suavemente su piel expuesta —Esa noche fue inolvidable.Clara sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, y se mordió el labio inferior mientras miraba a Heinst a los ojos. Sabía que no debía estar haciendo esto, pero no podía resistirse al deseo que sentía por él.—Noah y Cara nos están mirando —dijo ella en un susurro, tratando de recuperar la cordura.—No me importan ellos —respondió Heinst, mientras su mano se deslizaba por la cintura de Clara, acercándola aún más a él —Solo quiero estar contigo.Clara sintió cómo su respiración se aceleraba, y su cuerpo anhelaba el contacto de Heinst. Pero sabía que no podía dejarse llevar por el deseo, no después de todo lo que había pasado.—No puedo —dijo ella, alejándose de él con dificultad —Lo siento, pero no puedo.Heinst la miró con decepción, pero no insistió. Sabía que Clara tenía razón, y que no podían arriesgarse a ser descubiertos.
Justo cuando Noah estaba por poseerla por completo, las manos de Clara detienen sus acciones, ella estaba teniendo la respiración agitada. Alejó a Noah de ella para que saliera de aquella oficina apresuradamente. Debía huir de aquel momento arriesgado donde estaba a punto de perder la cordura para entregarse a él.Llegó en la azotea de la empresa para sostener con fuerza la barandilla de aquel lugar, mientras que la sostenía con fuerza, ella estaba llorando amargamente.—¿Hasta cuándo debo aguantar? Porque el maldito destino se empeña en destrozar todo lo que deseo —decía con ira pero con lágrimas en su rostro, mientras que chocaba sus manos contra la barandilla de metal que evitaba que ella cayera de aquella altura.—Sabes, pensé que tú serías diferente a las demás mujeres que sólo piensan en jugar con los hombres —dijo Heinst quien se encontraba a una distancia. Clara se giró hacia él de manera rápida. Y ahí estaba parado observándola con unos ojos negros llenos de ira.—¿Qué haces
—¿Una mujer como yo? Ni me conoces para sacar una conclusión estúpida como esa sobre mí —dijo ella, sus miradas estaban fijas en uno al otro, la respiración agitada de ella chocaba con la de él, el aliento a menta de él se impregnaba en ella.—¡Suéltame! —ordenó ella con una voz casi quebrada. Heinst la seguía observando con una sonrisa forzada, él seguía sosteniéndola con una fuerza que no producía dolor sino una molestia sobre Clara.—¿Qué haré contigo? —dijo Heinst, envolviendo a Clara en una sensación de soledad y temor. Ella debería olvidarse de mantener su trabajo en aquella empresa y seguir adelante, pero los miedos, el dolor y sobre todo el amor que una vez sintió por Noah no la dejaban seguir adelante.—Pues no hagas nada. Solo sigue con tu vida y olvida de mí ¿Quieres? —dijo ella acudiendo su brazo para lograr alejarse de Heinst. Mientras se alejaba casi corriendo, Heinst alzó su voz para que ella lo escuchara.—¡Serás mía, Clara! ¡Solo mía! —gritó Heinst para verla cruzar a
Desde muy dentro de Clara, sabía que aquel deseo no debía seguir, un juego tan peligroso que temía que se convirtiera en su adicción. Ella rompió aquel momento de deseo entre ella y Heinst para levantarse del sofá, y tratar de subir el cierre de su vestido nuevamente.—No podemos... no puedo hacerlo —dijo ella tratando de salir de aquel momento embarazoso. Heinst siguió en la posición en la que se encontraba, para luego verla al rostro. Se incorporó del sofá para acercarse a ella y rodearla. Con la misma delicadeza con la que él deslizó el cierre para abajo, ahora lo estaba alzando. Su respiración chocaba con el cuello de ella. Clara cerró sus ojos en ese momento, tratando de ignorar lo que aquel suspiro causaba en ella.—¿No puedes o no quieres sentirlo? —preguntó él con una voz gruesa. Clara no dijo nada, solo arrugó su vestido con sus manos tratando de reprimir sus emociones.—Vete, Clara... esta vez te dejaré ir. Pero no habrá otra oportunidad como esta en el futuro —amenazó Heins
Clara no podía negar que Cristóbal había cambiado mucho, su cuerpo ahora era fuerte y musculoso, su mirada era intensa y profunda, y su sonrisa era cálida y acogedora. Clara sintió una extraña sensación en su estómago al verlo, una sensación que no había sentido en mucho tiempo.Esa noche, Clara se encontraba en su habitación, tratando de conciliar el sueño, pero su mente no paraba de pensar en Noah. Sus pensamientos se volvieron más intensos y eróticos, imaginándose a Noah acariciando su cuerpo, besando sus labios, haciéndola sentir placer. Clara se estremeció al sentir la humedad en su entrepierna, sintió un deseo intenso por Noah un deseo que no podía controlar.Al día siguiente, Clara se encontró con Cristóbal en la cocina, él estaba preparando el desayuno, y ella no podía dejar de observarlo. Su cuerpo se movía con gracia y seguridad, y Clara sintió un deseo de reír, por los bailes que él estaba haciendo mientras cocinaba. Cristóbal la miró, y sus ojos se encontraron, Clara sin
La encontró allí, con una barriga prominente y una sonrisa en el rostro. Heinst se sintió confundido al verla así, pero no iba a desistir en su empeño.Desde el auto que él había alquilado, estaba observando a Clara, estaba embarazada. Los pensamientos de Heinst solo estaban confundidos, él pesaba si ella había estado con otro hombre aparte de él.—Lucas... ¿tienes informe de cuántos meses se encuentra ella? —preguntó Heinst sin apartar la mirada de ella.—No, amigo. No he tenido ese informe. ¿Quieres que vaya por ella? —preguntó Lucas. El silencio de parte de Heinst solo preocupaba a Lucas.—No, no es necesario. Por ahora, llévame a un hotel —dijo Heinst mientras Lucas encendía el auto para llevar a su jefe a un hotel. El camino a un hotel era de manera incómoda, el silencio de Heinst solo inquietaba a Lucas.Al llegar al hotel, Heinst se dirigió directamente a su habitación. Necesitaba pensar con claridad. No podía creer que Clara estuviera embarazada. ¿De quién sería el bebé? ¿Era
—Estás en Nueva Italia, en mi casa —respondió Heinst, con una sonrisa en el rostro.—¿Por qué me trajiste aquí? —preguntó Clara, sintiendo una mezcla de miedo y enojo.—Porque quiero que estés conmigo y que seas mi esposa —dijo Heinst, tomando la mano de Clara.—No puedo hacer eso, Heinst. Tengo mi propia vida y mi propio hijo en camino —dijo Clara, retirando su mano de la de él.—Lo sé, y por eso quiero cuidar de ti y de nuestro hijo —dijo Heinst, acariciando el vientre de Clara.Ella lo miró con sorpresa. ¿Cómo era posible que supiera que el bebé era suyo?—¿Cómo lo sabes? —preguntó Clara, confundida.—Porque te conozco, Clara. Sé que no mentirías sobre algo tan importante. Y si lo hicieras no sabrías hacerlo de todos modos —dijo Heinst, con una sonrisa en el rostro.Clara no sabía qué decir. Se sentía atrapada entre su deseo de huir y su atracción por Heinst. Pero sabía que no podía ceder a sus demandas, no después de todo lo que había pasado.—Lo siento, Heinst. No puedo casarme c