Cuando Madson Reese se vio obligada a casarse con un hombre que no la quería, sabía perfectamente que él no la trataría bien. Nunca fue una buena persona para ella. De hecho, Cesare Santorini era el tipo de hombre que no estaba hecho para ninguna mujer.Seguía vestida de novia cuando se sintió sola en aquella tediosa fiesta. Así que, arrastrando sus doloridos pies con un tacón muy alto, entró en la bien iluminada mansión. Estaba completamente vacía. Todos los invitados a la boda estaban disfrutando fuera, excepto ella. No había motivo para alegrarse. Por mucho que le gustara y por mucho que se casara por amor, no le parecía bien. Tener a alguien que no la quería no era lo ideal, y no era aceptable. Pero cuando su conservador padre se enteró de que se había entregado a él después de que Cesare Santorini irrumpiera en la escuela, saltando los muros para encontrarla, como el adolescente que estaba lejos de ser, quiso que se casaran. Tuvo que hacerse responsable de ella, y de que ya no er
– Se lo digo a todas, mi amor. Eso es lo que dicen los tíos cuando las quieren en sus camas. ¿Qué esperabas? No pensé que acabaría casándome. Apenas has dejado los pañales. Ni siquiera sabes hacer el amor.Su mirada confusa recorrió aquellos ojos claros y cristalinos. El hombre era realmente hermoso, pero nunca había sido bueno. Y cuando recordó las veces que se había saltado su internado, esperando a que cumpliera los dieciocho para desvirgarla, por fin recapacitó. Qué inocente había sido. Siempre había sido así. Un hombre de veintiocho años no haría eso por amor. ¿Por qué no lo había pensado antes? ¿Por qué nadie se lo había advertido? Y pensar que su padre la había puesto allí para que estuviera lejos de hombres como él.Respiró hondo. – Creía que te gustaba. – Ella llora fuerte, mostrando sus dientes perfectos en medio de sus hermosos labios rojos.– Y me gusta. – Se acerca más a ella. – Me encanta hacerte el amor y enseñarte. Pero seamos honestos. Un hombre necesita un poco de ac
Entonces Madson Reese apartó su mano, volviendo a agarrarla. Y lo sintió cuando esta vez le tiraron del pelo. Ya no era ella la que atacaba. Ella no empezó esta vez. Entonces, cuando la mujer intentó golpearla, agarrándola por el cuello, Madson Reese simplemente echó su cuerpo hacia atrás, desequilibrando a la mujer. Y se pudo oír el momento exacto en que su fino y caro vestido fue arrancado por completo, dejando sus piernas al descubierto. E incluso detrás de ese vestido de princesa rasgado, se podían ver sus curvas perfectas. Lo que algunos de los invitados no pudieron evitar notar. Pero a ella no le importaba en ese momento.Las dos mujeres cayeron en picado a una fuente de agua. Y la escena pareció tan patética en la mente de Madson que se sintió humillada en ese momento. Y si hubiera sabido qué ocurriría, no se habría lanzado tan bruscamente.– ¡Ya basta! – Gritó su padre con tal odio hacia toda la escena que ella nunca le había visto tan enfadado.–¡No! – Se rebeló por primera v
Cuando Cesare Santorini abrió su hermosa y gloriosa boca para decir algo ofensivo a su esposa, la puerta de la mansión se abrió agresivamente. Ambos miraron hacia la entrada, esperando lo peor. Pero sólo uno de ellos sintió realmente miedo.Madson Reese sintió que le temblaban las piernas y casi no pudo mantenerse en pie cuando vio a su padre entrar por la puerta abrazado a su hermana, que ahora estaba envuelta en su costosa chaqueta. La mujer se estremeció mientras se hacía la víctima, mirando a todo el mundo.Amiro Reese miró al hombre de la esquina de la pared, donde seguía empujando a su hija, pero eso no le estremeció. De hecho, nada lo estremecía con facilidad, a menos que alguien le hiciera algo a su hija favorita. Y este claramente no era Madson Reese. De hecho, por alguna razón, había albergado un sentimiento de odio hacia ella desde que era muy pequeña.– ¿Qué demonios está pasando aquí? – dijo el hombre, tocándose la cintura, donde había una pequeña pistola legalizada. Cesa
El hombre ríe a carcajadas, dejando que su risa invada la gran sala. Tanto que Madson Reese prácticamente saltó de miedo. Odiaba la forma en que su padre hacía eso. Siempre le pareció tan siniestro, e instantáneamente, recordó cómo solía golpearla con el cinturón después de risas como esa. – No puedes hablar en serio. Yo no le haría eso a Sara. Es un diamante y se merece mucho más que ser la amante de un hombre como tú.– La trataré como a mi esposa. – Dijo el hombre, dando otra calada a su puro.Mentalmente, Madson Reese clamaba para que su padre no aceptara aquel absurdo término. ¿Por qué iba a someterse a vivir así? Sería absurdo tener que vivir así. Y bajo ninguna circunstancia volvería a acostarse con él. – Padre, por favor... – su dulce voz llamó la atención de su hermana, que frunció el ceño como si fuera una afrenta. La mujer seguía temblando tumbada en el traje protector de su padre. Siempre había sido demasiado mimada. Siempre había tenido todo lo que había querido, y si a
– ¡Espera! – gritó em esse momento el hombre impenetrable. E incluso mientras Madson Reese seguía caminando, ella sintió que su mirada se clavaba em su piel mientras la miraba fijamente desde atrás. - ¡Tengo uma proposición!Se volvió hacia él com uma mirada escéptica. ¿Cómo podía tener todavía el valor de proponerle algo después de todo? Y se sintió aún más humillada.– No es suficiente, Cesare... ¿Qué más quieres hacerme?– Te daré tu libertad. – Observó cómo sus labios temblaban de uma forma tan hermosa que casi sintió ganas de besarla, pero sabía que después de lo que había visto, sería imposible.La mujer, delicada como la pluma blanca de um ganso, recorrió com la mirada al hombre como si le diera tanto asco que fuera a vomitar. – Eres increíble. Soy libre.– No lo eres, ¡y lo sabes! – Apagó el cigarro junto al sofá, donde había um cenicero que solía utilizar a última hora de la tarde, cuando se relajaba tras um largo viaje. – Tu padre nunca te dejará marchar. Necesita este trato
Cuando Madson Reese subió al segundo piso, se dio cuenta demasiado tarde de que ya no era su casa. No había sitio para ella. Y haciendo acopio de nuevo de toda su tristeza, se dirigió hacia la habitación que estaba reservada para algún futuro huésped. Tal vez al nuevo dueño de la casa no le gustara, pero ¿qué otra opción tenía? No tenía otro sitio donde dormir. Y definitivamente no volvería a la cama donde estaba su marido con la mujer a la que se negaba a llamar hermana.Abrió la puerta blanca y observó la decoración victoriana de la habitación. E incluso con todo el lujo de la habitación, seguía sintiéndose en un lugar oscuro y miserable. Como si ya no le perteneciera. Tal vez porque sabía que ya no era su hogar.Madson Reese se dirigió hacia el espejo, donde permaneció un rato mirándose. Y en ese momento, notó el caos en sus ojos conflictivos. Se sentía tan enfadada con aquel hombre que apenas podía darse cuenta del amor que sentía por él en aquel momento de su vida. Así que dejó e
– Tienes que ser una buena chica. La granja está bien ahora. Se han pagado las deudas y estoy segura de que con la nueva cosecha saldré de ese bache.– Lo hice por ti. Me sacrifiqué porque no quería verte en la calle. Pero que sepas esto, padre mío. Nunca te perdonaré por eso.– ¿Y por qué crees que me importa tu perdón? Prefiero venderme a vivir en la calle.– ¿Y has olvidado lo que es trabajar? – Madson Reese vuelve la cara hacia los árboles que se mecen con el viento y derraman hojas por todo el césped. – ¿A mi edad? – Deja escapar una risa solitaria, casi como una ironía apenas perceptible. – Eres muy soñador. Ese siempre ha sido tu problema. Igual que tu madre... – Se saca el cigarrillo del bolsillo y lo enciende con el mechero de la otra mano.– Estoy muy orgulloso de ello. – Levantó la cabeza, dejando al descubierto un cabello tan suave como la seda más fina.Se limitó a observarla. ¿Por qué es tan diferente de su hermana? La verdad es que su padre siempre la odió por ello. ¿L