Era Max... aquel maldito llegó a salvarme de morir ahogado con alcohol y con mi propio vómito en mi tina. Me acompañó, me cuidó y hasta preparó de comer porque mi cuerpo pedía a gritos un poco de combustible para cobrar fuerzas y seguir matándome.
Cuando se le escapó que ella se casaría, la resignación con la que había dado por hecho que tenía que aceptar que todo terminó, despareció en un pestañeo.
¿Cómo era posible que ella estuviera con los preparativos de su boda, mientras yo me estaba pudriendo entre cuatro paredes, torturándome con su recuerdo y atestando a mis venas con alcohol?
De ningún modo la dejaría en paz... de ninguna manera dejaría pasar la oportunidad de preguntarle mínimamente, qué fue lo que pasó para que me abandonara de aquella forma.
Por eso, en cuanto supe donde
Apenas llegué al hotel, de inmediato empaqué las escasas cosas que había llevado en una mochila, con las manos temblorosas, el cuerpo frío por la soledad y el vacío latente en mi pecho, en mi interior.Le marqué a Liam para hacerle saber la decisión que finalmente tomé. Era lo mejor para mí, porque ya no soportaba respirar el mismo aire que todas las personas y cosas que me recordaban a ella.—Liam, he decidido que no voy a regresar a Londres y me gustaría que contrataras a alguien que haga de nexo conmigo desde allí, para que pueda seguir apoyando a mi madre en el manejo de la empresa —el efecto del alcohol fue menguando y la lucidez había vuelto por completo a mí. No era a ciegas que había tomado aquella postura. Hace tiempo estuvo en mis planes hacerlo, para aferrarme a su recuerdo al menos, pero ahora solo quería olvidarla.—¿Est&
Estaba tan aturdido y confundido, que agradecería al infinito si me borraba la memoria de una vez para no seguir sufriendo.Sacudiendo la cabeza, salí de aquella habitación para marcharme hacia la nueva vida que me esperaba.De camino al aeropuerto, le marqué a Ernesto para que estuviera pendiente de mi llegada y enviara a alguien a buscarme. Cuando preguntó por ella, la frágil tranquilidad que había adquirido, se fue a la mierda. Solo respondí que no quería hablar de ello y le exigí que no la volviera a nombrar. Ernesto, completamente mudo, suspiró del otro lado diciendo luego que estarían aguardando mi llegada.Al pisar aquella ciudad, miles de recuerdos me golpearon como la brisa fresca que chocaba con mi rostro. No sería fácil. No sería para nada sencillo intentar apartarla de mí, y más cuando todo aquello me recordaba a ella... de una maner
Al salir a la calle, caí en cuenta de que el hotel debía de estar a unas veinte manzanas de allí, por lo que deseché la idea de tomar un taxi para regresar.Mientras caminaba con millones de ideas en la cabeza, imaginando en cómo Ana habría pasado su cumpleaños, oí los gritos y llantos de un pequeño. De inmediato, busqué el origen del ruido y en un callejón, mis ojos se encontraron con una horrible imagen que me alteró por completo.Allí, un pequeño de seguramente no más de dos o tres años, luchaba contra un hombre que trataba de llevárselo hacia un rincón, con los pantalones a medio camino de las piernas. Fue tan repugnante ver aquello, que de inmediato el impulso y la furia me llevaron a correr y socorrerlo.Al llegar hasta el tipo, que olía hediondamente, apliqué todo lo que había aprendido en las clases que tomaba
Marcel estaba a punto de cumplir los nueve años y estábamos organizando una pequeña celebración, junto con las personas que trabajaban en el hotel. A pesar de que había dicho tener cinco, en el acta de nacimiento que me entregaron en los registros del orfanato, constaba que hacía seis meses había cumplido los seis años.Suspiré profundo cuando comprendí que el niño ni siquiera tenía noción alguna del tiempo, y me sentí peor, cuando me di cuenta de que había pasado tantas necesidades para tener la apariencia de un niño más pequeño.La fiesta fue amena. Vinieron los hijos de todos los empleados y estuvieron Ernesto con su familia, algunos de mis amigos del gimnasio y uno que otro compañero de escuela.Nuestra vida transcurría tranquila, y aunque sentía que me faltaba una parte fundamental que siempre lograba que s
Marqué de inmediato el número de Liam y al instante respondió.—Creo que me lees el pensamiento —saludó.—¿Cómo estás, Liam? ¿Tienes alguna novedad? —pregunté, mientras suspiraba, intentando no sonar demasiado ansioso y escuché como Liam hacia lo mismo del otro lado.—Entonces, ya lo sabes...—En realidad no lo sé... pero llamo para que me digas —modulé aquellas palabras que formaban una frase sin sentido alguno. La espera me mataba, quería tener noticias de ella. Se oyó un suave murmullo parecido al de una sonrisa triste en el tubo y mi corazón comenzó a latir frenéticamente.—Está muerto... —afirmó con seriedad y pesar—. Ayer en la mañana falleció de una enfermedad con la que llevaba luchando tres añ
Al llegar, Rosa ya había acostado a Marcel, por lo que me di una ducha rápida para ir directo a la cama, aunque sabía de sobra que me costaría conciliar el sueño.Al entrar a mi habitación, por primera vez desde que había pisado esa casa, sentí un inmenso vacío y un silencio imposible. Las paredes vacías, sin una sola fotografía suya como tenían las paredes de nuestra antigua casa. El baño que me di, me pareció demasiado frío por la falta de sus pequeñas manos que dibujaban caricias sobre mi piel al salir de la ducha, y que me ayudaban a tomar calor mientras me vestían.Me acerqué hasta la cama, recostándome como siempre lo hacía, pero esta vez, la soledad y un invierno crudo de melancolía, me asaltaron haciéndome sentir tan pequeño, tan solo y triste al divisar el lado vacío del lecho.Di muchas
—No… no puede ser... —murmuré atónito por la revelación que tenía delante de mis ojos—. Tiene que ser una confusión, una maldita broma de ese hombre. Ana no me haría eso, ella no me separaría de mi hijo —afirmé con vehemencia, tratando de convencerme de mis propias palabras.—No es ninguna broma, Diego. Ese niño es tu hijo y Lucas envió los informes médicos que comprueban tu paternidad. Sin embargo, si tienes tus dudas, podemos realizar un examen de ADN, aunque personalmente, estoy seguro de que lo sea. Las fechas coinciden y no me vas a negar que por la salvedad de sus ojos, el niño es muy parecido a ti cuando tenías su edad.—Pero... pero —no encontraba palabras para describir lo que estaba ocurriendo, lo que estaba sintiendo. Era asombroso y a la vez macabro.¡¿Cómo pudieron hacerme algo así ese
La terminé, con un nudo que lentamente se iba deshaciendo gracias a las lágrimas que recorrían mi rostro. No tenía palabras para todo lo que ese hombre revelaba.Era increíble, y... ¿loco? Prefirió morir que perderla.Pedirme que hiciera de cuenta que nada había cambiado, era estúpido. Pedirme que tuviera compasión con ella por los errores que él cometió... ni siquiera sabía qué sentido tenia aquello. Por algo escogió quedarse a su lado sin decirme nada, sin al menos explicarme lo que pasaba en aquel entonces. Imaginar que todo lo que decía aquella carta era verdad, solo dolería más si descubría que eran simples palabras, si averiguaba que solo lo escribió para que no me ensañara con ella.Respiré hondo, tratando de mantener mis neuronas en su sitio y mi ira encerrada. Explotar en aquellos momentos no era