CAPITULO 156

Cuando el llanto mermó, doblé despacio aquella carta y se la tendí a Jonás.

—Guárdala con las otras notas y todos los recuerdos que me dejó, Jonás. Recuerda que nadie debe saber sobre ello, mucho menos Diego. —Hice alusión a todas las cosas que conservaría de aquel hombre, pues así lo deseaba.

—No tienes por qué ocultarlo, pequeña. No tiene nada de malo que quieras conservar esas cosas.

—Lo sé, Jonás. No obstante, si has conocido un poco a Diego, sabes que jamás estará de acuerdo en que lo haga. Sigue dolido. Presiento que eso no se le pasará por más que pasen los años y Lucas ya no esté.

—¿Sabe que conservarás la casa de Santorini para Eros? —Negué—. Esto se pondrá interesante en unos años —Rio con ganas.

Asentí, dado que tenía razón.

—Es mejor así. Ya con los años veré cómo hacerlo cambiar de opinión. Viste cómo se puso cuando le mencionaste sobre la herencia de Eros.

—Sí, y lo entiendo, Ana. Sin embargo, debe apartar lo personal de los intereses de su hijo. Además, está el otro peq
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