CAPITULO 121

Los siguientes tres días no fueron distintos. Cuando Lucas la llamó, estuve a punto de mandarlo todo al diablo, tomar su maldito móvil para decirle de una puta vez que Ana y yo habíamos arreglado las cosas y que él salía sobrando.  Pero me contuve, me controlé todo lo que pude, repitiéndome mentalmente que en una maldita semana, toda esa farsa de relación que había surgido entre ellos, acabaría y por fin estaríamos juntos para siempre.

Al llegar a Londres, despedirnos con un intenso beso y un abrazo interminable que me pareció poco, me marché del aeropuerto porque estaba seguro de que la estarían esperando.

A medida que me alejaba, una extraña sensación de pérdida, habitó en mi pecho y el miedo a que nada saliera como esperaba, aumentaba con el correr las horas.  

Acordamos vernos al día siguiente, y las ansias car

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