Me limité a comer mientras mi padre empezó a decir ideas que se le habían ocurrido sobre un nuevo proyecto literario, ya que es un escritor muy conocido a nivel nacional y mi madre lo apoyaba aun con la voz forzada, mostrando incomodidad debido a lo que dijo mi hermana. Por su parte, Camille se quedó callada toda la cena al igual que yo, hasta que escuché su móvil sonar y que corrió la silla saliendo a correr, escuchando después la puerta de entrada abrirse y cerrarse de un portazo oyéndose los pasos no solo de mi hermana, sino también de alguien acompañándola.
- Buenas noches – dijo una voz masculina que desconocí por completo.
Al momento sentí a mi padre tomar mi mano mientras me giré en dirección a la voz.
- Buenas noches – murmuramos mis padres y yo al unísono.
- Vale, papá, mamá, Alia. Les quiero presentar a Will – afirmó notándose en su voz demasiada emoción.
Esbocé una sonrisa – Hola, Will. Hemos escuchado hablar mucho de ti – fui la primera en hablar.
Después mi mamá lo saludó y a mi padre gruñir en desaprobación dándole un saludo forzado. Ante ello, apreté su mano indicándole que estuvo mal lo que hizo.
Camille soltó una risita – Vino a recogernos – comentó haciendo que enarcara las cejas.
- ¿Recogernos? – preguntó mi madre extrañada.
- ¿Vamos a algún lado, acaso? – preguntó mi padre, supongo mirando a mi madre.
Camille bufó en desaprobación – No vamos todos. Will va a llevarnos a Alia y a mí a una fiesta que está organizando Hanna en su casa – comentó con obviedad haciendo que abriera los ojos como platos asombrada.
- ¿Una fiesta? – pregunté en un susurro ante la loca idea de estar en una fiesta.
He ido a muy pocas en realidad, pero siempre son con mis amigas, nunca con mi hermana, de por si ella y yo no compartimos el mismo tipo de amigos, a pesar de que es dos años menor que yo y a recorrido más mundo que yo, por así decirlo.
- Sí, Alia. Iremos a una fiesta – comentó escuchándose sus pasos acercarse hacia mí.
Tragué saliva cuando tomó mi mano y me ayudó a levantar.
- Pero primero debemos arreglarnos – finalizó dejando a mis padres y a Will en el comedor mientras me guiaba a la segunda planta a nuestras habitaciones.
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Tomé una bocanada de aire y caminé junto a Camille que tenía su brazo enganchado al mío mientras saludaba a personas a las que su voz simplemente las desconocía completamente.
- Camille, esto es una mala idea. Nunca he estado en una fiesta que tu acostumbras a ir – murmuré dudosa escuchando que Camille se rio y me dejó en la mano un vaso de plástico.
- Tranquila, solo es una fiesta. No te pasará nada – comentó al tiempo que subíamos tres escalones de piedra y dimos otros cinco más hasta llegar a la puerta de entrada donde la música atronó mis oídos sin poder escuchar mis pensamientos.
Tragué saliva y entramos escuchando todo lo que sucedía a mí alrededor y Camille saludaba a más personas que aparte de que no podía reconocer su voz, no las podía ver y eso me desesperó aún más. Como pudimos, Camille me llevó a un sillón y me senté estando más cómoda y decidí tomar un sorbo del líquido en el vaso que me había dado Camille en la entrada, mientras sentí el sabor del vodka en mi paladar.
Tosí varias veces haciendo que Will se burlara de mí y Camille se levantara - Vamos, ¡adoro esta canción! – exclamó eufórica.
Will aceptó y sentí cuando se levantó y asustada busqué a tientas la mano de Camille. Al encontrarla la jalé hacia mí con la suficiente fuerza para que se agachara.
- Camille, volvamos a casa, no conozco este lugar... - empecé, pero me interrumpió zafándose de mi agarre.
- Por favor, Alia. Acabamos de llegar – refunfuñó como cuando tenía cinco años y sacaba el labio inferior mirándome con ojitos.
Negué levantándome – Bien, entonces quédate. Me iré yo - afirmé decidida tomando mi bastón y empezando a alejarme a tientas sintiendo los empujones de las personas.
Cuando estaba pasando junto a una mujer que reía fuertemente, un muchacho se cayó apenas rozándome la mano, pero haciendo que mi bastón cayera al suelo y escuché como se rompió al impactar debido al peso del muchacho.
Llevé mis manos a la boca escuchando como todos a mi alrededor se reían y vitoreaban, hasta que alguien frente a mi tomó mi mano y la alejé con brusquedad.
- Hola, cariño. Supongo que esto es tuyo – comentó dejando en mi mano un pedazo del bastón roto.
Contuve un sollozo y asustada me llevé la mano al bolso donde tenía mi móvil para llamar a mis padres, pero el mismo muchacho que dejó el bastón roto en mi mano, me rapó el móvil.
- Wow. ¿Qué tenemos aquí?... – preguntó escuchando que se empezaba a reír cuando debió intentar desbloquear mi móvil, pero no pudo - Eres ciega – se rio haciendo que los demás empezaran a cuchichear
- Yo... - dudé agachando la cabeza sintiéndome indefensa, sin fuerzas. Sin poder decir ni hacer nada porque la visión me falta y sin poder ver, estaba casi como tener los brazos cruzados y dejar que hicieran conmigo lo que quisieran. Así que decidí hacer lo más tonto en toda mi vida
- Dámelo... - ordené extendiendo la mano botando el bastón al piso –...por favor
A continuación, escuché una fuerte carcajada proveniente del muchacho que tomó mi mano y me puso la de una chica encima de la mía.
- Toma. Tu celular para ciegos – se burló haciendo que las personas alrededor de mí se burlaran haciéndome sentir cada minuto más pequeña e insignificante.
- ¡Esto no es mi móvil, es la mano de una chica! – grité con todas mis fuerzas quitando la mano de la mía agachándome para tomar mi bastón roto, o al menos la única parte que pude tomar antes de que una chica con el pie me empujara haciendo que cayera al piso.
Todo a mí alrededor estalló en una carcajada mientras las lágrimas se empezaban a hacer presentes mientras seguía igual. Viendo sola oscuridad tirada en el piso de una casa que no conozco, en medio de personas que no conozco y tampoco puedo ver. Lo que hizo que con rabia lanzara la parte del bastón que tenía en mi mano a la nada, a lo que escuché romperse algo a pocos pasos de mí y todos quedarse callados.
- ¿Pensabas pegarme? – Preguntó el muchacho, agachándose hasta que escuché su voz en mi oreja – suerte con eso... ciega – murmuró vocalizando cada palabra como si me estuviera pegando un puñal con cada una de las silabas que pronunció.
Desesperada, alcé la mano en un puño, pegándole a alguna parte de su cara pero lo siguiente que escuché fue que los demás decían "Ohh" vitoreando.
- Ahora sí que me las vas a pagar – finalizó el muchacho, tomándome del brazo levantándome con mucha fuerza que hizo que pegara un grito asustada y me quitara mis gafas botándolas al suelo, fijándose que tenía lágrimas en los ojos – te daré algo por lo que llorar – farfulló llevándome mientras trataba de buscar entre el aire algo que me sirviera para golpearlo o algo con lo que aferrarme mientras gritaba el nombre de Camille pero el sonido de mi voz era disipado con la música a todo volumen.
Después de dar los siete pasos más difíciles de mi vida, anegándome a seguir dando otro más, el muchacho me levantó pasando su brazo por debajo de mis rodillas y con el otro mi espalda. Solté un grito empezando a arañar lo que pudiera mientras empezaba a subir los escalones conmigo en brazos.
- ¡¡Camille!! – chillé desesperada con las mejillas mojadas tratando de pegarle a la nada mientras el muchacho solo se burlaba.
Cuando subió lo que me pareció el sexto escalón se detuvo tensándose su cuerpo completamente.
- Quítate – farfulló mientras negaba llorando.
- Seas quien seas, por favor...ayúdame – sollocé haciendo que el silencio entre el muchacho, alguien que le obstaculizaba el camino y yo se instalara.
- Déjala en paz – ordenó otra voz masculina que de inmediato denotó autoridad llena de confianza.
El muchacho se encogió de hombros alcanzándome a subir unos centímetros y volviéndome a bajar - ¿Qué si no quiero? ¿Me matarás? – se burló.
- Puede... - sopesó mientras me imaginé que ladeaba la cabeza cruzándose de brazos con una postura igual de confiada que su voz - ¿intentamos?
Alarmada me tensé golpeando los brazos del muchacho asustada mientras mi mente me ordenaba que me alejara todo lo posible de allí, pero simplemente no podía. Me tenía entre sus brazos, atrapada, y no sabía cómo defenderme.
- Lo lamento, niña – finalmente dijo el de voz autoritaria haciéndome que me detuviera a girarme a verlo en su dirección, pero no me dio tiempo decir algo cuando caímos el muchacho y yo al suelo, rodando por las escaleras hasta que caímos al suelo y yo quedé encima de él.
Asustada, me aparté de él gateando, escuchando los pasos del chico que debió pegarle un puño o empujarlo, tomarme del brazo delicadamente volviéndome a alzar como antes me tenía el otro y girarse hacia algo detrás de él.
- ¿Necesitas más pruebas de que sería capaz de matarte si te metes en mi camino? – preguntó mientras sentía su corazón latir desbocado en su pecho y que me sostenía fuertemente.
Se escuchó un silencio tan grande, que varios segundos después empezamos a subir los escalones y después giró a la izquierda y después escuché que empujó una puerta de una patada y cerró cuando entramos, de igual forma.
- ¿Te hiciste mucho daño? – preguntó dejándome delicadamente en una cama.
De inmediato gateé alejándome todo lo que pude de él hasta que sentí las almohadas y tomé una llevándola a mi regazo.
Tragué saliva negando - ¿Cómo sé que no eres amigo de los que se burlaban de mi hace un rato? – pregunté secándome las lágrimas con el dorso de la mano.
Lo siguiente que escuché fue su risa. Un sonido ronco un poco prolongado que salía de lo más profundo de su garganta y de su ser, casi como si le diera gracia la situación en la que estábamos.
- ¿Crees que si fuera amigo de ellos, te hubiera salvado? – preguntó hundiéndose un poco el lugar a mi derecha.
Tragué saliva – No confió en nadie aquí.
- Sin embargo, confiaste en mi – murmuró sintiendo su mirada sobre mí.
Negué – Ya dije, no confió en nadie que esté en este lugar – afirmé con la voz ronca.
- Wow, profundo... - enarqué las cejas confundida humedeciéndome los labios. Lo imaginé cruzándose de brazos a mi lado mirándome con decisión.
- ¿Por qué lo dices? – pregunté en un hilo de voz.
- Porque... - se acercó a mí, hasta que su voz la sentí a centímetros de mi rostro – tú también estas en este lugar, lo que quiere decir, que no confías ni siquiera en ti misma.
Tomé una bocanada de aire mordiéndome los labios soltando después una carcajada llena de lágrimas secas y la voz ronca - cuando eres como yo, aprendes a ni siquiera confiar en ti misma – afirmé aplacándose mi voz con el viento.
Después de que el chico misterioso me diera unas gafas que dijo era de aviador o algo así, me las puso y usó un palo de madera que había en la habitación para hacerme un bastón improvisado. Agradecí su molestia por ayudarme y me levanté sin saber qué hacer, ya que Camille debe estar con Will, quien sabe dónde y no conozco el camino a casa. Ni siquiera sé dónde estoy, así que, la situación se me complicó a lo que él chico cuando salió del baño de la habitación tomó mi mano con delicadeza llamando mi atención. - ¿Quieres que te lleve a tu casa? – se ofreció con total sinceridad. A lo que asentí dudando. - Primero tengo que encontrar a mi hermana - Bueno y ¿cómo se llama? – preguntó mientras empecé a dar pasos hacia la salida y él me
Entré detrás de Camille dejando la puerta abierta y los pasos de alguien acercándose me hicieron detenerme. - Alia, el chico que te trajo la otra noche dice que quiere hablar contigo – murmuró mamá tomándome del brazo llevándome a la sala donde al entrar escuché la conversación de mi padre con el chico sin nombre. - Es muy bueno el escritor, pero tiene una forma de expresarse muy cruda... casi como si no sintiera nada – comentó mi padre escuchando que su voz tenía un tono de interés y al mismo tiempo feliz de que podía hablar con otra persona que no sea yo sobre libros. - Apoyo su idea, pero señor, hay que tener en cuenta, que está contando su historia en la guerra. Obviamente tiene que ser crudo su relato, de esa forma llega más al corazón porque denota una gran enseñanza – escuché
Al día siguiente no volvió, ni tampoco el siguiente a ese. Súbitamente me había resignado a que no volvería a hablar con él y sentir su presencia, tampoco me afectaba tanto... sin embargo, la forma en que se fue. No fue la más adecuada. Se fue impotente, intentando ayudarme de alguna forma, pero no se puede hacer nada. Eso lo supe al momento en que me quitaron la banda de los ojos y solo vi oscuridad, aunque mi madre decía que tenía los ojos abiertos. Con el tiempo mis recuerdos de lugares y las personas más allegadas a mí, se avivaban aún más en mi mente imaginando sus acciones habituales cuando hablaba con ellos, eso me hizo también ser más llevadero mi problema. Después del accidente, no solo perdí la vista, también había perdido a mi hermano. Antiguamente, éramos tres. Él era el
De alguna forma, se me vino a la mente la idea de que es un mentiroso y ahora me dirá un nombre falso, sin embargo, algún día, me matará. Creo que al final se me prendió mucho las ideas de mi padre sobre los chicos, todos siendo mafiosos, ladrones, rompecorazones o simplemente malos y ante la idea de un chico sincero que quería estar conmigo se me hizo muy... diferente a lo que he escuchado de los chicos. Después de unos segundos, se aclaró la garganta. - Silas – musitó haciendo que esbozara una sonrisa. Jamás había escuchado a alguien llamarse así. Un nombre raro, para un hombre igualmente diferente a los demás. Imaginé que me observaba detenidamente por una reacción, pero solo sonreí y extendí la mano a donde escuché su voz. - U
Al día siguiente tomamos el vuelo a casa. Y pronto el fin de semana se desvaneció sin que Camille y yo lo notáramos, así que el día de entrar a clases llegó y estaba tan emocionada que desde que mi móvil me avisó que eran las cinco de la madrugada, no pude volver a dormir, así que deambulé por mi habitación hasta que volví a escuchar el sonido del mar y recordé a Silas. Mi madre había guardado el vestido en mi armario, donde encontró allí una carta en braille que decía que cuando volviera a ver, sería la primera prenda que usaría. No entendí el significado, pero mi madre dijo que era muy elegante para llevarlo a la universidad. Así que lo guardó y seguimos desempacando hasta que me quedé dormida y cuando desperté de la emoción, sabía que mi madre había dejado mi habitación ordenada. Finalmente, cuando mi madre entró por la puerta para
Todo pasó como una completa monotonía. Me había acostumbrado a la playa y la ciudad, a pesar de ser mi hogar, siempre había sido muy estresante para mí, sin embargo, el tiempo pasó y pronto llegamos a final de mes.Solo me limitaba a estudiar y salir con Sam al centro comercial o a caminar y en las noches, escuchaba los audios de Silas, siendo un soplo de tranquilidad para mí.Jamás había creído que las personas se podían hacer amigos de un día para otro, pero así me sentía con Silas. A pesar de que ahora solo escuchaba su voz en el audio y releía su nota, no volví a saber de él. De igual forma creo que hubiera sido difícil porque jamás le pregunté si estaba en la playa por vacaciones o donde viv&ia
- ¿Alia conoces a este desconocido? – preguntó Sam con asombro contenido en su voz. Tragué saliva y sin poder responder completamente a la pregunta, suspiré rendida y cuando intenté levantarme, se acercó a mí y reconocí su aroma tan particular. - ¿Silas? – pregunté esperanza mientras algo dentro de mí se llenaba de alegría contenida por casi un mes sin escuchar su voz, aparte del audio y poder tener su aroma cerca de mí. Tomó mi mano con delicadeza y lo siguiente que escuché fue que corrió la silla para sentarse junto a mí – Si, Alia. Soy Silas. Con esa sola frase, una sonrisa se hizo en mi rostro y me quede callada por varios segundos mientras trataba de organizar mi mente de cual pregunta hacer primero, ya que ella estaba dispar
- Alia – nombró mi padre sacándome de mi ensoñación, haciendo que regara el jugo sobre mí. De inmediato mis padres se lanzaron a uno quitarme el vaso y otro a limpiarme el jugo sobre mi camiseta, que se me pegó a la piel. Gruñí y negué – Voy a cambiarme – murmuré levantándome. - ¿Estás bien? – preguntó mi padre con un tono de preocupación a nivel máximo. Negué y sonreí para calmarlos, sin embargo, Camille se ofreció a llevarme a mi habitación y ayudarme con la blusa mojada. Al llegar a mi habitación Camille cerró la puerta mientras me sentaba en la cama y ella hurgaba entre mi armario y después me dio una blusa cuando yo ya me había quitado la mía. - ¿Por qué estás tan distraída