Todo pasó como una completa monotonía. Me había acostumbrado a la playa y la ciudad, a pesar de ser mi hogar, siempre había sido muy estresante para mí, sin embargo, el tiempo pasó y pronto llegamos a final de mes.
Solo me limitaba a estudiar y salir con Sam al centro comercial o a caminar y en las noches, escuchaba los audios de Silas, siendo un soplo de tranquilidad para mí.
Jamás había creído que las personas se podían hacer amigos de un día para otro, pero así me sentía con Silas. A pesar de que ahora solo escuchaba su voz en el audio y releía su nota, no volví a saber de él. De igual forma creo que hubiera sido difícil porque jamás le pregunté si estaba en la playa por vacaciones o donde viv&ia
- ¿Alia conoces a este desconocido? – preguntó Sam con asombro contenido en su voz. Tragué saliva y sin poder responder completamente a la pregunta, suspiré rendida y cuando intenté levantarme, se acercó a mí y reconocí su aroma tan particular. - ¿Silas? – pregunté esperanza mientras algo dentro de mí se llenaba de alegría contenida por casi un mes sin escuchar su voz, aparte del audio y poder tener su aroma cerca de mí. Tomó mi mano con delicadeza y lo siguiente que escuché fue que corrió la silla para sentarse junto a mí – Si, Alia. Soy Silas. Con esa sola frase, una sonrisa se hizo en mi rostro y me quede callada por varios segundos mientras trataba de organizar mi mente de cual pregunta hacer primero, ya que ella estaba dispar
- Alia – nombró mi padre sacándome de mi ensoñación, haciendo que regara el jugo sobre mí. De inmediato mis padres se lanzaron a uno quitarme el vaso y otro a limpiarme el jugo sobre mi camiseta, que se me pegó a la piel. Gruñí y negué – Voy a cambiarme – murmuré levantándome. - ¿Estás bien? – preguntó mi padre con un tono de preocupación a nivel máximo. Negué y sonreí para calmarlos, sin embargo, Camille se ofreció a llevarme a mi habitación y ayudarme con la blusa mojada. Al llegar a mi habitación Camille cerró la puerta mientras me sentaba en la cama y ella hurgaba entre mi armario y después me dio una blusa cuando yo ya me había quitado la mía. - ¿Por qué estás tan distraída
Al día siguiente, como era viernes, no tenía que ir a estudiar, tenía los viernes libres de la universidad así que pasé todo el día en pijama, adelantando trabajos. Terminando algunos otros y cuando llegó el medio día, bajé hacia la cocina escuchando la voz de dos personas hablando en ella. Una de ella era la de mi madre, pero la otra no la reconocí. Me era familiar de algún lugar, pero no podía recordar de donde exactamente. Finalmente decidí entrar en vez de escuchar la conversación y más bien ser partícipe de ella. - Buenos días – murmuré sentándome en una banca frente a la isla. Mi madre y la persona con la que hablaba se quedaron callados y sentí su mirada sobre mí y más exactamente mis ojos. - ¿Tus gafas donde están cariño?
Sin previo aviso, ya estaba entre los brazos de Silas, quien dio varias vueltas riendo mientras me abrazada. Sonreí ante la emoción tan diferente que sentí en el momento que hizo aquello que cuando me dejó en el suelo, completamente abatida tanto por su reacción como por lo que sentí internamente cuando lo hizo, que no tuve palabras para hablar, ni siquiera aire para poder respirar hasta que el decidió hablar con la voz entrecortada por la emoción. - Es la mejor noticia del mundo, eso quiere decir que podrás tener una vida normal – comentó volviéndome a abrazar. Me alejé un poco de él y negué – No quiero una vida normal – musité. - ¿No es lo que anhelas? Volví a negar – Algunas
Mi madre me guío hacia el consultorio del doctor Adam mientras mi padre me escoltaba y Camille estaba al otro lado, con su mano en mi hombro mientras yo sostenía con esa mano mi bastón. Suspiré cuando nos detuvimos e imaginé una puerta blanca con un número o una placa con el nombre del doctor, pero no sabría hasta que no lo viera con mis propios ojos. Con nerviosismo, golpeó mi madre varias veces y sentí que mi corazón se detuvo en el momento que escuché la puerta abrirse y sentir el aroma del doctor frente a mí. Humedecí mis labios – Buenos días, doctor Adam. Extendí mi mano que tenía tomada con la de mi madre y él la estrecho amablemente haciéndonos pasar a los cuatro. Tomé una fuerte bocanada de aire cuando me senté y el doctor
Los días pasaron y el domingo 17 de septiembre, se acercaba más mientras mis nervios no solo míos, sino también de las personas a mí alrededor, crecían. No me sentía sola, ni tampoco en medio de la oscuridad desamparada, sabía que a pesar de no poder ver nada estaban las personas indicadas en mi vida y lo agradecía porque a pesar de no poder ver, me encargué de escoger las personas adecuadas para que en este momento tan importante de mi vida me acompañen y padezcan mi dolor entre todos. La primera semana de septiembre pasó y seguía estudiando, aun mi madre insistía en que dejara de estudiar porque para la operación llegaría muy estresada pero no quería quedarme en casa todo el tiempo pensando en cómo sería la operación o divagar sobre mis salidas cada vez más frecuentes con Silas. Me sentía a gusto junto a él, y su compañía también me
El domingo siguiente Silas vino a recogerme porque quería presentarme a sus padres. De alguna forma eso me ponía nerviosa, aunque sabía que me presentaría como una amiga, como nada más. Pero de igual forma eso me ponía con los pelos de punta. Mi madre al enterarse en esa mañana desaprobó mi atuendo común y corriente ya que decía que Silas se mostraba que era de una familia de estatus y que yo no podría ir como si fuera una pordiosera. La verdad quería ir natural, como soy siempre, pero Camille y mi mamá me insistieron en que me arreglara mejor, así que me siento como un conejillo de indias mientras Camille me maquilla y mi madre busca algo en mi armario. Sam llamó también y le dije que no podría salir con ella debido a que no me dejarían salir de casa hasta no estar "presentable" o lo que presentable signifique para mi hermana y mi ma
Silas Al dejar a Alia en su casa, conduje a casa lo más rápido posible, saltándome todos los semáforos en el camino sin importarme nada. Solo llegar a casa. Específicamente les había dicho a mis padres días antes de traerla que es una chica especial, no es común y corriente a las demás. Alia es ese tipo de chica que te refresca el alma, que siempre está ahí para darte una sonrisa hermosa que te iluminara el día. Ella siempre tiene algo que decir, una palabra, un roce, un sentimiento que se siente en el aire. Cualquier cosa se siente cuando está alguien junto a ella. La busqué después de perder contacto con ella en la playa y la busqué sin parar, por días. Hasta que lo logré. La encontré tan serena, riendo