Resulta que la pizzería Niss es muy famosa en la ciudad y justo cuando entramos, estaba llena completamente de jóvenes que hablaban en las mesas bromeando, coqueteando o simplemente hablando y comiendo.
Cuando llegamos los cuatro, nos sentamos en un sofá que recién había desocupado una pareja, pero el puesto era como para seis así que Silas se sentó junto a mí y al frente Will y Camille. Al momento llegó la camarera que reconoció a Camille saludándola efusivamente con un abrazo y después con un beso en la mejilla a Will.
- Violet, te presento a mi hermana. Alia y su... lo que sea, Silas – comentó un poco tensa mi hermana señalándolos con la mano.
La muchacha con uniforme rojo y delantal blanco se giró a vernos y esbozó una sonrisa en nuestra dirección - ¡Hola! Alia, he escuchado de
Al entrar a la pizzería, visualicé a lo lejos a Silas y Will que se estaban matando con la mirada y con una sonrisa Camille y yo hicimos acto de presencia. - ¡Regresamos! – exclamó emocionada. Me zafé de ella y me quedé junto a su lado mientras miraba que Silas tenía la mandíbula tensa y parecía estar muy enojado. Al verme, su mirada se suavizó y me esbozó una sonrisa suspirando. - Tardaron un poco – comentó Silas levantándose hasta llegar a mí – dime de por Dios que nos iremos de aquí – murmuró en mi oído haciendo que esbozara una sonrisa. Toqué su pecho – Espera, que Camille quiere decir algo... - murmuré mientras Camille se zafó de mí y Silas tomó mis manos asintiendo. - Está
Había confiado en él. Estuve a solas con él en muchas ocasiones, siempre ocultándome ese secreto tan grande. Ocultándome quien era y mientras los días pasaban, cada cosa tomaba su lugar hasta que pude resolver una parte del rompecabezas. No tenía ganas de salir, ni de hablar. Solo bajaba a medio comer, pero todo lo que comía terminaba directo en el retrete. El solo ver la comida, me recordaba a Silas. Al hecho de que hasta Will no hubiera sido el único al que asesinó a sangre fría. Había muchas posibilidades de que una cifra que desconocía estuviera manchando sus manos. Las mismas que tomé y amaba. Me había enamorado de un asesino. De alguien que es capaz de todo. Durante la siguiente semana, todos los días venia. Intentaba hablar
Alia Mi cumpleaños había pasado, y ni siquiera ánimos de festejarlo tuve. Solo quería dormir y llorar, no entendía que tanto impacto en mi vida tuvo Silas, para que estuviera en tan grande depresión. Creía en algunas ocasiones que no era tanto en el impacto que él hubiera causado en mí, sino que había confiado en él. Y solo me había mentido una y otra vez y una de las cosas que me es difícil de perdonar en la vida, es la mentira. Viví por muchos años sabiendo que mis padres me mentían cuando en cada aniversario de Gus decían que estaban bien, pero sabía que no era así. Lo sabía cuándo mis amigas del instituto se fueron solo porque dijeron que ya no era la misma. En parte tenían razón, ya no era la misma. Ahora estaba ciega y por eso se fueron.
Esbocé una sonrisa y salí acompañada de Sam y Camille, ambas en pijama. En la nota traía no solo una dirección, también una hora. 02:15 am No lograba entender la razón por la que me citaba a esa hora de la madrugada, pero tampoco quería pensar demasiado. Me había cansado de hacerlo. Me sentía agotada mentalmente por tantas preguntas que llegaban a cada segundo, por miles de situaciones que imaginaba, pero jamás sabría la verdadera razón, la pregunta clave y la situación perfecta en mi mente si siquiera hablar primero con Silas, tenía que hacerlo y quería hacerlo, aunque fuera sin saber que diríamos, que pasará o que sucederá después de eso. Tomé el autobús hasta la última parada, nunca había visitado aquel lugar y los nervios a ca
Seguía confiando en Silas, nunca había dejado de hacerlo y lo supe en el momento en que lo vi salir de ese auto y empujé a Asher corriendo hacia él. Ahora sabía que era más fuerte de lo que jamás creí, siempre me consideré una chica débil que se dejaba llevar por el mundo, pero ya no debería seguir siendo así. Cuando empecé a ver de nuevo, quise ver primero a mis padres para agradecerles por todo. Por nada. Y por lo que inconscientemente sabía que venía y aproveché para agradecérselos. Después fue Camille, mi pequeña e inocente hermana. La niña que escuché crecer por siete años, hasta convertirse en una mujer. Una mujer excepcional, que me enseñó muchas cosas que creí jamás viviría, pero los viví gracias a esa niña de ojos azabache y sonrisa radiante. El turno después fue de Sam. Jamás olvidaré la forma en que me vio cuando se fijó qu
Mafia Una palabra que tiene un significado tan... global y profundo. Silas... mafia. Mafioso. Su familia pertenece a la mafia. No supe que decir, solo lo miraba fijamente mientras mi mente divagaba entre miles de millones de preguntas, entre teorías y recuerdos. Hasta que todo encajó. La forma en que habló con el policía después de matar a Will, la familiaridad que tenían. El arma que tenía Will, con algo escrito y la forma en que actuó después Silas de leerlo. El primer día que nos conocimos, la forma en que decidido dijo que podría matarlo. Creí que había sido solo para asustarlo, no fue por eso, lo decía muy en serio y después cuando me dijo en la habitación que no eran amigo
El destino es algo tan impredecible, que cuando crees tener la mejor suerte del mundo, la cara de la moneda se gira, trayéndote desgracia y soledad. O hay veces lo opuesto a ello. Vives en la desgracia, en la oscuridad y de la nada algo hace clic, haciendo que todo en tu vida, en tu mundo... cambie. Se transforme y te demuestra el destino una vez mas que es algo tan voluble, que no sabes en unos segundos que sucederá, si tu suerte cambiara. O seguirá. No sabes nada. Por ello, ante ello, solo queda una cosa por hacer. Disfrutar y rezar porque tu destino no cambie y si lo hace, cuando vuelva a girar a tu favor sea aún más maravilloso que la primera vez. Aunque nada se compara con la primera vez. ****
- ¿Por qué eres así? – pregunté mirándolo fijamente. Asher soltó una carcajada amarga y tomó mi mentón con sus dedos, haciendo que Silas luchara por detenerlo, pero este siguió hasta que su roce llego a mis labios. Respiré entrecortadamente mirándolo fijamente. - Algún día lo sabrás – soltó sonriente al ver mi nerviosismo – me he enterado de algo sorprendente – afirmó sacando de la cinturilla de su pantalón un cuaderno decorado en tonos pastel con mi nombre en madera sobre la cubierta. Tragué saliva viéndolo con miedo. Mi diario. Escribo en él desde que tengo memoria y cuando quedé ciega lo seguí, pero en Braille y ahora que había recuperado la visión, decidí escribir de nuevo de forma normal.
Último capítulo