Ben llegó a su mansión, luego de aquel día lleno de inconvenientes y problemas. Primero, el choque con aquella chica en el café, luego el inconveniente con Davis y tercero, las llamadas de su ex a quien no se digno a responderle. Subió hasta su habitación, se quitó la chaqueta y la dejó sobre la cama, aún sentía el olor a café en su ropa, por más que intentó quitar aquel aroma con gel y perfume, no lograba eliminarlo así como tampoco lograba eliminar de su mente, a la culpable de aquel aroma. Sonríe con satisfacción al recordar el cuerpo tembloroso y los labios húmedos de la nueva pasante cuando la tomó de ambos brazos. Aunque estaba enojado con ella, no podía negar que le gustaba la idea de sentir el control sobre ella.Ben siempre ha sido un hombre obsesionado por controlar todo a su alrededor, sólo que la vida se ha encargado de hacerle ver que eso es imposible. Su matrimonio perfecto se derrumbó cuando descubrió que su mujer lo había traicionado con su propio chofer. Mientras
Una hora más tarde y luego de convencer a Erika de que no podía quedarse en aquel lugar, Ben y Erika regresaron a la mansión. —No quiero ir a casa y estar sola —comentó entre lágrimas. —Puedes, si quieres quedarte en casa. No tengo problema con ello.—Gracias Ben, por lo menos sé que mis hijos estarán allí. —Michael, sí. Andrew, no lo veo desde hace días, desde que tuviste la genial idea de que cada uno de ellos se independizara, sólo sé de él cuando tiene algún inconveniente de dinero —espetó.—No pretenderás culparme de lo que le ocurrió a nuestra hija. —No dije eso, pero si estuvieran en casa, todo sería diferente. Por lo menos debiste esperar a que estuvieran un poco más de conciencia. —No eras tú quien tuvo que lidiar con ellos. Para ti fue más fácil huir a tu oficina. Vives culpándome de mi traición, pero no ves las razones por las que me cansé de estar esperar por ti. Ben tuvo que apretar con fuerza sus puños y sus mandíbulas para no continuar con aquella discusió
Sara se puso de pie y fue hasta el baño, necesitaba calmar aquel fuego que crecía dentro de ella como lava ardiente, brotando del Vesubio. Al sentir el agua fría de la regadera, volvió a la realidad. Minutos después se alistó para ir y tomar el tren subterráneo, el tiempo le sobraba, el mismo tiempo que el día anterior convirtió su mañana en un caos. Se maquilla levemente, un poco de blush on, labial tipo gloss y perfume. Quería verse bonita esa mañana, quería parecer la chica de siempre cuidadosa y prolija en su vestimenta. Tomó su bolso, metió la vianda que su madre preparó con comida para ella y salió hasta el subterráneo. Al llegar, no tardó ni cinco minutos en embarcar, se sentía segura y empoderada esa mañana. Todo estaba ocurriendo como ella lo deseaba. Finalmente bajó en la estación que le correspondía y caminó hacia la empresa, se detuvo por un café en el restaurante, quizás su insoportable jefe estaría allí, incluso pensó “le brindaré el café”. Mas, al entrar repasó
—Mamá —Andrew se refugia en los brazos de su madre, mientras Ben es asediado por los reporteros y camarógrafos.— Sabía que algo le había ocurrido a mi hermana, lo sentí mamá, sentí una opresión en mi pecho, mamá. No puedo creer que esté... —la madre lo interrumpe, no quiere imaginar ni por un instante que su hija pueda...—No Andrew, ella va a estar bien. A mi hija no le va a pasar nada. Tu hermana logrará salir de esto. —lo cobija entre sus brazos.—Sr Collins es cierto que la situación de su hija es bastante grave —pregunta la reportera. Una mirada fulminante del CEO, deja a la mujer un tanto desconcertada. —¡Lárguense ahora mismo de aquí! —grita con indignación.— Todos ustedes son una basura, sólo les importa mantener a su ausencia satisfecha con noticias amarillistas. No les importa la salud de mi hija, ¡váyanse ahora mismo o los saco yo mismo a patadas! —gruñó.Andrew intenta calmar a su padre e interceder frente a los camarografos y blogueros que no paran de fotografiar y g
Amanda entró en su habitación, segundos después escuchó la puerta abrirse, miró la hora en su reloj, debía ser su hija. —Mamá, ya llegué. —Sara dijo desde afuera.—Dios te bendiga hija —Amanda le respondió en voz alta y terminó de desvestirse, tomó la toalla y entró al baño. Sara, en tanto, fue hasta la cocina, bebió un vaso con agua y se quedó pensando en el auto parado frente al edificio. ¿Era mera casualidad o su jefe conocía a alguien en ese edificio? Necesitaba saber qué hacía Ben Collins allí. Fue hasta su habitación también para asearse y descansar un poco. Aún tenía trabajo por hacer, debía realizar el informe diario de actividades y enviarlo a su profesor de pasantías. En tanto, Amanda se ducha y piensa en el apuesto Ben Collins, era realmente un hombre de esos que atrae con sólo su presencia, alto, rubio, de facciones perfectas, musculoso, mirada penetrante y voz seductora. —Wow! Qué hombre —murmuró. Pero lo que más lo atraía de él, era la manera de cuidar de su h
La semana transcurrió rápidamente. Sara continuaba cumpliendo con su trabajo y cada vez más ansiosa de ver entrar por aquella puerta a Ben Collins. No había un momento del día en que no recordara su encuentro con él en la cafetería o en su oficina cuando quebró la estatuilla, mucho más luego de aquel sueño tan intenso que logró hacerla mojar sus bragas. Aquel sueño húmedo seguía fijo en su cabeza. ¿Sería igual en realidad? ¿Se sentiría de aquella misma forma el recorrido de sus manos sobre su piel incendiando cada centímetro de su piel? ¿Y su lengua en su vagina? Dios se estaba volviendo loco de ganas por comprobarlo. Esa noche, aprovechando que su madre estaba trabajando continuó leyendo el libro que Ann le envió. Comenzó a explorar su cuerpo,acarició sus pezones y deslizó una de sus manos sobre su abdomen y vientre hasta llegar a su sexo. Con un poco más de habilidad, separó sus labios con sus dedos índice y medio colocados en forma de U inversa tensando hacia arriba la piel qu
Sara entró al ascensor y apenas al cerrarse la puerta las lágrimas se desbordaron sobre sus mejillas.—¿Quién se creía Ben Collins para tratarla de esa manera? Aunque tuviese todo el dinero del mundo, aunque fuese el dueño de la empresa y en consecuencia su jefe, no era quien para humillada cada vez que se le venía en ganas. En tanto, Ben entra a su oficina, le da algunas instrucciones a Ann y se dirige a la oficina de Davis. Al verlo, su colega se pone de pie para recibirlo con un abrazo.—¿Cómo has estado? ¿Cómo está Jaspe? —Hola Davis —se separa de él.— Hoy bastante mejor, por eso vine un rato para ver como va todo. —Normal, todo normal. ¿Por qué lo dices? —Acabo de ver a dos de las nuevas pasantes saliendo antes del horario que le corresponde —espetó. —No le veo el inconveniente, Sara trabajó todo esta semana muy fuerte y con respecto a tu asistente, tú no estabas, por ello le pedí que se fueran.—No creo que sea lo correcto, Davis. No puedes estar promoviendo esse ti
—Es allí —señaló el antiguo edificio con su mano.—¿Allí? —preguntó él. —¡Sí! —confirmó ella. Ben detuvo el auto, la lluvia continuaba cada vez más fuerte por lo que él le dejó bajar y cubrirse con su saco. —Ve, no te preocupes. Luego lo mando a la tintorería. —Sara bajó del coche y se encaminó a la entrada del edificio, mientras Ben contemplaba su esbelta figura, sus firmes pantorrillas y su trasero. Sara entró al edificio, comenzó a subir las escaleras y se encontró de frente con su madre quién se disponía a salir para la clínica. —¡Hija! Vienes empapada. —Hola, mamá. —besó su mejilla.— Está lloviendo fuerte. —Miró su reloj de pulsera —¿No es muy temprano para salir a tu trabajo? —Sí, un poco, pero prefiero llegar antes y no llegar retrasada a mi guardia.—Te ves muy linda hoy, mamá. —¡Gracias! —Amanda sonrió, era la primera vez después de mucho tiempo que su hija, le daba un piropo.— Cuídate mucho. Nos vemos mañana temprano. Amanda terminó de bajar. Sara llevaba t