Sara entró al ascensor y apenas al cerrarse la puerta las lágrimas se desbordaron sobre sus mejillas.—¿Quién se creía Ben Collins para tratarla de esa manera? Aunque tuviese todo el dinero del mundo, aunque fuese el dueño de la empresa y en consecuencia su jefe, no era quien para humillada cada vez que se le venía en ganas. En tanto, Ben entra a su oficina, le da algunas instrucciones a Ann y se dirige a la oficina de Davis. Al verlo, su colega se pone de pie para recibirlo con un abrazo.—¿Cómo has estado? ¿Cómo está Jaspe? —Hola Davis —se separa de él.— Hoy bastante mejor, por eso vine un rato para ver como va todo. —Normal, todo normal. ¿Por qué lo dices? —Acabo de ver a dos de las nuevas pasantes saliendo antes del horario que le corresponde —espetó. —No le veo el inconveniente, Sara trabajó todo esta semana muy fuerte y con respecto a tu asistente, tú no estabas, por ello le pedí que se fueran.—No creo que sea lo correcto, Davis. No puedes estar promoviendo esse ti
—Es allí —señaló el antiguo edificio con su mano.—¿Allí? —preguntó él. —¡Sí! —confirmó ella. Ben detuvo el auto, la lluvia continuaba cada vez más fuerte por lo que él le dejó bajar y cubrirse con su saco. —Ve, no te preocupes. Luego lo mando a la tintorería. —Sara bajó del coche y se encaminó a la entrada del edificio, mientras Ben contemplaba su esbelta figura, sus firmes pantorrillas y su trasero. Sara entró al edificio, comenzó a subir las escaleras y se encontró de frente con su madre quién se disponía a salir para la clínica. —¡Hija! Vienes empapada. —Hola, mamá. —besó su mejilla.— Está lloviendo fuerte. —Miró su reloj de pulsera —¿No es muy temprano para salir a tu trabajo? —Sí, un poco, pero prefiero llegar antes y no llegar retrasada a mi guardia.—Te ves muy linda hoy, mamá. —¡Gracias! —Amanda sonrió, era la primera vez después de mucho tiempo que su hija, le daba un piropo.— Cuídate mucho. Nos vemos mañana temprano. Amanda terminó de bajar. Sara llevaba t
La noche comenzó con mucho ajetreo; a diferencia de los días anteriores esa noche estuvo muy movida, posiblemente era producto del inicio del fin de semana. Los pacientes llegaban a la clínica con heridas de accidentes, armas de fuego o presentando cuadros virales, situaciones que requerían obligatoriamente de la atención de Amanda. Ella permaneció ansiosa, en espera de encontrarse con Ben. Sin embargo, apenas logró verlo de lejos, mientras ella iba al área de emergencia o entre carreras, cuando iba de una habitación a otra. Finalmente, cuando tuvo un breve respiro, quiso acercarse al multimillonario, fue a la sala de espera de la UCI, mas él estaba acompañado de uno de sus hijos y su flamante esposa. Dio media vuelta y se dirigió hasta la habitación de descanso un tanto frustrada por ello. Después de allí, no volvió a verlo. Esa mañana antes de Amanda entregar su guardia, el médico ordenó que Jaspe fuese llevada a su habitación, estaba reaccionando y había salido de peligro, eso
Amanda llegó a su casa, totalmente devastada fue directamente a su habitación y lloró desconsoladamente. Se había hecho falsas ilusiones como toda una adolescente, pensó que Ben era diferente al resto de los hombres y que por fin tendría la oportunidad de tener a alguien a su lado. Ciertamente Amanda, nunca fue feliz al lado de Anthony, nunca logró olvidar a aquel hombre de su pasado, pero por primera vez, había revivido en ella, el deseo de sentirse mujer y dejar a un lado el rol de madre. Mas, todo fue una ilusión óptica, un espejismo, un holograma de su triste realidad.Sara en cambio, seguía flotando en una nube, ansiando ver a su jefe. ¿Mas, por cuanto tiempo estaría en lo alto, sin caer? Justo mientras ella desayunaba, abrió sus redes. No era fanática como el resto de sus amigas, pero su instinto la impulsó a hacerlo, vio la noticia de la recuperación de la hija de su jefe “Jaspe Collins, reaccinó” “La familia Collins unida más que nunca” el titular acompañada de las imágenes f
Inicia la semana, Sara sale del apartamento, baja las escaleras y se encuentra con Amanda, quien viene entrando al edificio con el manojo de sobres que acaba de tomar del buzón; aún así parece de muy buen ánimo. —Dios te cuide, hija. —Gracias mamá. Nos vemos al regresar. —la besa en la mejilla. —A partir de hoy, comienzo a cuidar a una paciente. Trabajaré en el turno de la tarde. —Sara la mira con asombro. —¿Trabajar más? Es demasiado ¿no crees? —A veces hay que hacer algunos sacrificios, mira todas las cuentas que hay que pagar este mes. —le dice, formando un abanico con aquellos sobres. Sara se siente un poco avergonzada con su madre, le gustaría poder ayudarla más, pero aún no recibe pago de su primer mes.—Espero poder ayudarte pronto, mamá —No es necesario, Sara. Lo que trabajas es para ti. —No es justo, debo ayudarte con los gastos. —responde a su madre y esta sonríe, sabe que su hija es una buena chica.—Cuidate mucho, no quiero retrasarte y además debo descan
Sara se mantuvo alerta durante todo el día. Necesitaba entregarle aquella pieza del lujoso traje a su dueño; la cual, parecía haberse convertido en una especie de souvenir entre ellos. Cada vez que Sara lograba salir de su oficina, veía a Ben ocupado; apenas él levantaba el rostro para verla, también estaba un tanto ansioso esa mañana. Durante la hora de almorzar, Sara se reunió como de costumbre con Ann. —¡Por fin llegas! —exclamó Ann. —Sí, estaba un poco ocupada. —respondió tomando asiento un tanto perturbada.—Bien, dejémonos de charla y almorcemos, apenas tenemos media hora para volver a la oficina. —Sí, lo sé. Siento haberme retrasado. Debiste comenzar sin mí. —dijo, mientras sacaba del pequeño bolso térmico, la bandeja con su almuerzo. —Hey! ¿Qué te sucede? No lo dije con intención de recriminarte. Sabes que siempre espero por ti o tú por mí. ¿Por qué sería diferente esta vez? —preguntó con recelo.—Disculpa Ann, no quise decir eso. —¿Dime qué es lo que te tien
Sara entró a su apartamento y por primera vez en mucho tiempo, no encontró a su madre en casa, eso la hizo sentirse un tanto rara. Poco a poco la rutina de su vida estaba teniendo cambios inesperados para ella. Agotada del trajín en la empresa esa mañana, fue hasta su habitación, se desvistió y entró a la ducha, necesitaba liberarse de la tensión emocional que se reflejaba en sus hombros y su cuello. Nada mejor que una ducha tibia para ello.Minutos después salió del baño, envuelta en una toalla, vio el bolso y recordó que aún estaba dentro la chaqueta de su jefe, la sacó y la tendió sobre la cama, luego se recostó, deslizó sus manos sobre esta y percibió el aroma de aquel perfume único que como un gatillo mental disparaba emociones intensas en la joven. De inmediato vino a su mente la imagen de Ben y la advertencia de Davis. Sara deseaba tanto sentir las manos del CEO sobre su cuerpo como aquel primer instante en el café o en su oficina. ¿Cómo podía sentir tantas cosas por alguien
Sara respiró profundamente, intentando relajarse antes de abrir la puerta, al hacerlo, se encontró con Ann.—¡Hola! —dijo con la respiración entrecortada— ¿Y eso? —Hola, vine a verte, como me comentaste que tu mamá empezó a trabajar por más tiempo, decidí hacerte una visita y traje algunas cosas para comer, mientras conversamos. —OK, entra. La verdad que cuando llegue a casa, me sentí muy sola. Estaba acostumbrada a encontrarla aquí a esa hora.—¿Podemos ver alguna película y pedir pizza? —la chica propuso con entusiasmo.—Sí, estaría genial. —sonrió forzadamente. Sara había estado evitando encuentros a solas con Ann, aún recuerda la última vez que se vieron en el loft donde vivía su amiga y donde ocurrió algo inesperado, su amiga intentó besarla. Aunque luego se excusó diciendo que habían sido los tragos demás, entre ellas se creó un pequeño abismo. —Vamos a tu habitación —Sara lo dudó por un instante, pero entonces recordó la chaqueta de Ben, sobre su cama.—¡No! podemos v