Inicia la semana, Sara sale del apartamento, baja las escaleras y se encuentra con Amanda, quien viene entrando al edificio con el manojo de sobres que acaba de tomar del buzón; aún así parece de muy buen ánimo. —Dios te cuide, hija. —Gracias mamá. Nos vemos al regresar. —la besa en la mejilla. —A partir de hoy, comienzo a cuidar a una paciente. Trabajaré en el turno de la tarde. —Sara la mira con asombro. —¿Trabajar más? Es demasiado ¿no crees? —A veces hay que hacer algunos sacrificios, mira todas las cuentas que hay que pagar este mes. —le dice, formando un abanico con aquellos sobres. Sara se siente un poco avergonzada con su madre, le gustaría poder ayudarla más, pero aún no recibe pago de su primer mes.—Espero poder ayudarte pronto, mamá —No es necesario, Sara. Lo que trabajas es para ti. —No es justo, debo ayudarte con los gastos. —responde a su madre y esta sonríe, sabe que su hija es una buena chica.—Cuidate mucho, no quiero retrasarte y además debo descan
Sara se mantuvo alerta durante todo el día. Necesitaba entregarle aquella pieza del lujoso traje a su dueño; la cual, parecía haberse convertido en una especie de souvenir entre ellos. Cada vez que Sara lograba salir de su oficina, veía a Ben ocupado; apenas él levantaba el rostro para verla, también estaba un tanto ansioso esa mañana. Durante la hora de almorzar, Sara se reunió como de costumbre con Ann. —¡Por fin llegas! —exclamó Ann. —Sí, estaba un poco ocupada. —respondió tomando asiento un tanto perturbada.—Bien, dejémonos de charla y almorcemos, apenas tenemos media hora para volver a la oficina. —Sí, lo sé. Siento haberme retrasado. Debiste comenzar sin mí. —dijo, mientras sacaba del pequeño bolso térmico, la bandeja con su almuerzo. —Hey! ¿Qué te sucede? No lo dije con intención de recriminarte. Sabes que siempre espero por ti o tú por mí. ¿Por qué sería diferente esta vez? —preguntó con recelo.—Disculpa Ann, no quise decir eso. —¿Dime qué es lo que te tien
Sara entró a su apartamento y por primera vez en mucho tiempo, no encontró a su madre en casa, eso la hizo sentirse un tanto rara. Poco a poco la rutina de su vida estaba teniendo cambios inesperados para ella. Agotada del trajín en la empresa esa mañana, fue hasta su habitación, se desvistió y entró a la ducha, necesitaba liberarse de la tensión emocional que se reflejaba en sus hombros y su cuello. Nada mejor que una ducha tibia para ello.Minutos después salió del baño, envuelta en una toalla, vio el bolso y recordó que aún estaba dentro la chaqueta de su jefe, la sacó y la tendió sobre la cama, luego se recostó, deslizó sus manos sobre esta y percibió el aroma de aquel perfume único que como un gatillo mental disparaba emociones intensas en la joven. De inmediato vino a su mente la imagen de Ben y la advertencia de Davis. Sara deseaba tanto sentir las manos del CEO sobre su cuerpo como aquel primer instante en el café o en su oficina. ¿Cómo podía sentir tantas cosas por alguien
Sara respiró profundamente, intentando relajarse antes de abrir la puerta, al hacerlo, se encontró con Ann.—¡Hola! —dijo con la respiración entrecortada— ¿Y eso? —Hola, vine a verte, como me comentaste que tu mamá empezó a trabajar por más tiempo, decidí hacerte una visita y traje algunas cosas para comer, mientras conversamos. —OK, entra. La verdad que cuando llegue a casa, me sentí muy sola. Estaba acostumbrada a encontrarla aquí a esa hora.—¿Podemos ver alguna película y pedir pizza? —la chica propuso con entusiasmo.—Sí, estaría genial. —sonrió forzadamente. Sara había estado evitando encuentros a solas con Ann, aún recuerda la última vez que se vieron en el loft donde vivía su amiga y donde ocurrió algo inesperado, su amiga intentó besarla. Aunque luego se excusó diciendo que habían sido los tragos demás, entre ellas se creó un pequeño abismo. —Vamos a tu habitación —Sara lo dudó por un instante, pero entonces recordó la chaqueta de Ben, sobre su cama.—¡No! podemos v
—Ann ¿Qué te ocurrió? —pregunta perturbada, Amanda al encontrar a la mejor amiga de su hija, en la sala de emergencia.La chica al ver aquel rostro conocido, se quiebra y rompe en llanto.—Sra Amanda —tiende sus brazos, y Amanda la abraza, la chica se refugia en su pecho y llora desconsoladamente. —Cálmate por favor, Ann —le dice, acariciando su cabeza.— ¿Dime qué te ocurrió? ¿Por qué estás aquí? —preguntó confundida.Mas, la respuesta de Ann es innecesaria ya que la interrupción de los dos agentes policiales dentro de la extensa habitación, le dan una idea de lo que le pudo ocurrirle a la joven.—¿Srta Campbel podría reconocer a los hombres que la atacaron? —Pregunta la mujer rubia, vestida de oficial, ella niega entre sollozos.—No, no pude verlos. —¿Puede dejarnos a solas con la joven? —Le pide el oficial a Amanda.—Sí, oficial. Con su permiso. Vuelvo al rato, Ann. Trata de calmarte. —la chica asiente.Amanda sale de la habitación, va hasta la sala de descanso, busca en su
Durante su hora de almuerzo, Sara revisó su móvil y pudo escuchar co detenimiento uno a uno los mensajes de su madre, no podía creer lo que estaba oyendo. Su amiga Ann había sido atacada por unos hombres y a pocos metros de su casa. Comenzó a llamar a Amanda, quien apenas acababa de despertar y se encontraba en la ducha.Al no recibir respuesta de su madre, Sara deja su almuerzo a un lado y se dirige a contarle lo ocurrido a su jefe. Él no está en la oficina. La joven comienza a desesperarse con la situación, necesita saber sobre su amiga y calmarse, no en vano se sentía responsable de lo que había pasado con su amiga. Los remordimientos avanzaron tan rápido que fue inevitable sentirse culpable, culpable por no haber ido detrás de ella, culpable por no haberla detenido, culpable por haberla rechazado. Sara aguarda ansiosa el regreso de Ben, finalmente escucha los pasos aproximarse y su corazón late apresuradamente. El CEO mira de reojos hacia la oficina y Sara aguarda unos seg
La situación con Ann, permite que Sara continúe sustituyéndola durante esos días. Eliza se ocupa de trabajar con Davis como usualmente lo hacía antes de la llegada de los nuevos pasantes.La proximidad entre Sara y Ben, es cada vez mayor, un roce, una mirada, una excusa para que cualquiera de ellos cruce la puerta y se aproxime al otro. Ben está gratamente sorprendido por la eficiencia y rapidez con la que Sara cumple cada una de las tareas que él le pide hacer. La admiración por ella crece cada vez más; por lo que sentirse atraido por la pasante, resulta inevitable. Y cuando es el destino, quien juega sus cartas, todo sucede como por arte de magia. Esa mañana Ben recibe la confirmación de la cena que había propuesto la semana anterior a unos inversionistas franceses que deseaban invertir en Virtual Reality. Para ello, era indispensable la presencia de su asistente, al no estar Ann, Sara debía ocupar su lugar. —Srta Clark, acabo de recibir la confirmación para la cena de esta n
Sara disfruta de la compañía de Ben, verlo sonreír es algo para ella encantador. Parecía tan diferente al hombre de aquel primer encuentro, tosco, arrogante y déspota, ahora siente ternura por él, eso y un inmenso deseo de hacer realidad aquel sueño que no sale de su mente. —Esto es increíble Sara, esos dos empresarios son considerados los hombres más difíciles de convencer, y mira, todo pareció suceder tan fácil. —Ben le comenta entusiasmado, el tono de su voz es alegre y lleno de emoción. Ella le devuelve una sonrisa.“Sara” piensa ella y es inevitable que la chica de ojos verdes y cabello oscuro, no se emocione al oir su nombre en labios de su jefe. Ya no es la Srta Clark para él. ¿Se atrevería a cruzar aquel límite? Ella mira sus labios húmedos, cada vez que la bebida los humedece, Sara quiere sentir esa humedad en los suyos, en su piel, en su sexo. Ben, observa como ella evade su mirada y aquel brillo especial en sus ojos, es una señal para él imaginar que ella al igual que