Durante su hora de almuerzo, Sara revisó su móvil y pudo escuchar co detenimiento uno a uno los mensajes de su madre, no podía creer lo que estaba oyendo. Su amiga Ann había sido atacada por unos hombres y a pocos metros de su casa. Comenzó a llamar a Amanda, quien apenas acababa de despertar y se encontraba en la ducha.Al no recibir respuesta de su madre, Sara deja su almuerzo a un lado y se dirige a contarle lo ocurrido a su jefe. Él no está en la oficina. La joven comienza a desesperarse con la situación, necesita saber sobre su amiga y calmarse, no en vano se sentía responsable de lo que había pasado con su amiga. Los remordimientos avanzaron tan rápido que fue inevitable sentirse culpable, culpable por no haber ido detrás de ella, culpable por no haberla detenido, culpable por haberla rechazado. Sara aguarda ansiosa el regreso de Ben, finalmente escucha los pasos aproximarse y su corazón late apresuradamente. El CEO mira de reojos hacia la oficina y Sara aguarda unos seg
La situación con Ann, permite que Sara continúe sustituyéndola durante esos días. Eliza se ocupa de trabajar con Davis como usualmente lo hacía antes de la llegada de los nuevos pasantes.La proximidad entre Sara y Ben, es cada vez mayor, un roce, una mirada, una excusa para que cualquiera de ellos cruce la puerta y se aproxime al otro. Ben está gratamente sorprendido por la eficiencia y rapidez con la que Sara cumple cada una de las tareas que él le pide hacer. La admiración por ella crece cada vez más; por lo que sentirse atraido por la pasante, resulta inevitable. Y cuando es el destino, quien juega sus cartas, todo sucede como por arte de magia. Esa mañana Ben recibe la confirmación de la cena que había propuesto la semana anterior a unos inversionistas franceses que deseaban invertir en Virtual Reality. Para ello, era indispensable la presencia de su asistente, al no estar Ann, Sara debía ocupar su lugar. —Srta Clark, acabo de recibir la confirmación para la cena de esta n
Sara disfruta de la compañía de Ben, verlo sonreír es algo para ella encantador. Parecía tan diferente al hombre de aquel primer encuentro, tosco, arrogante y déspota, ahora siente ternura por él, eso y un inmenso deseo de hacer realidad aquel sueño que no sale de su mente. —Esto es increíble Sara, esos dos empresarios son considerados los hombres más difíciles de convencer, y mira, todo pareció suceder tan fácil. —Ben le comenta entusiasmado, el tono de su voz es alegre y lleno de emoción. Ella le devuelve una sonrisa.“Sara” piensa ella y es inevitable que la chica de ojos verdes y cabello oscuro, no se emocione al oir su nombre en labios de su jefe. Ya no es la Srta Clark para él. ¿Se atrevería a cruzar aquel límite? Ella mira sus labios húmedos, cada vez que la bebida los humedece, Sara quiere sentir esa humedad en los suyos, en su piel, en su sexo. Ben, observa como ella evade su mirada y aquel brillo especial en sus ojos, es una señal para él imaginar que ella al igual que
Ben conduce hasta un prestigioso hotel, pide la elegante suite y sube acompañado de Sara, cuyo corazón no deja de latir con fuerza al verse al lado de aquel hombre tan atractivo, elegante y seductoramente apetecible. El pelirrubio abre la puerta, hace una reverencia y ella entra, él la sigue con la mirada, observando la estrechez de su cintura, la redondez de sus glúteos y su espalda delicada, salpicada por alguno que otro lugar que parecen estratégicamente colocados en la blanca espalda de Sara.Ella se queda maravillada con aquel lugar, sus ojos recorren el lugar sin pestañear, cada detalle de la habitación era más impactante que el anterior. —Wow! Es increíble este lugar. —él sonríe al verla tan sorprendida con todo aquello. Ella camina hasta el balcón cuya vista es perfecta para admirar las calles solitarias y nocturnas de Londres. Ben se acercó por detrás de ella, rodeó con uno de sus brazos la estrecha cintura y apoyó sus labios sobre sus hombros desnudos, mientras olfate
“Cómo camina una mujer que recién ha hecho el amor, en qué piensa...”Victor Valera MoraEsa noche estuvo llena de deseo contenido, de ganas de contenerse el uno en el otro, con sus sexos entrelazados, conectados. Ben parecia no querer salir de su ajustada vagina, y Sara, Sara tampoco deseaba separarse de su jefe; la pelicastaña deseaba quedarse, su cuerpo, su piel le suplicaban quedarse, seguir amándolo, sintiéndolo em lo profundo de su ser, sucumbir una y otra vez entre sus labios y sus manos, arder en infierno que emergía de sus adentros. Ben acaricia, la cintura curvilínea y estrecha de su amante, ella siente sus dedos deslizarse suavemente, encendiendo cada centímetro de su piel por dónde pasa, deseo voraz que crece al tenerlo tan cerca, tan real. El sueño se había cumplido cubriendo todas las expectativas de Sara, realmente era un perfecto amante, delicado, sutil pero apasionado. Nuevamente, sienten el deseo a flor de piel, ella besa sus pectorales y recorre con la punt
Sara se desviste, observa en el espejo su nueva versión, la versión mujer. Acaricia sus senos, el contorno de su cintura, su vientre y su sexo. Exhala un suspiro, luego se tiende sobre su cama, es tan pequeña, comprada con la King size donde pasó toda la noche dando vueltas, enrollada entre las sábanas y el cuerpo de Ben, sonríe al recordar la anatomía perfecta de su amante, y el enorme roble que emerge de su pelvis. Había cosas que aprender y mejorar. No era una experta en el arte del sexo, pero cree que hizo un buen trabajo esa noche. La forma en que Sara hace todas las cosas, la pasión y el deseo que pone en ellas, son parte de su manera de ser y de la ayuda de los astros, eso es indudable.De pronto, siente el ruido en su estómago, está hambrienta. Pero de sólo pensar en ver a los ojos a su madre nuevamente, le hace desistir. Recuerda la enorme mentira que le ha dicho a Amanda, ¿Debía hablar con Ann y ponerla sobre aviso? Decirle que respaldara aquella mentira, implicaba no sól
Sara despierta antes del mediodía, sale hasta la cocina y se encuentra con Amanda, quien está terminando de preparar la mesa para almorzar e ir a la mansión Collins. —¡Qué bueno que despertaste! Pensé que tendría que almorzar sola. —Sí, la verdad muero de hambre —Amanda sonríe. —Te ves diferente hoy —Sara traga en seco. —Estoy igual que siempre mamá. Llevamos días sin vernos. —Quizás sea eso, sólo que hay un brillo especial en tu mirada —dice mientras coloca el plato con pasta frente a su hija.—¡Carbonara! Mi favorita. —Sí, la hice pensando en ti. —si sienta junto a su hija. —¿Cómo va tu trabajo? —se adelanta Sara a preguntar para evitar las preguntas y los comentarios incómodos de su madre. —Bien, la paciente ha ido mejorando poco a poco. ¿Te comenté que quedó ciega? —No, no hemos hablado sobre ello. —Sí, es una chica muy linda, tiene tu misma edad, es hija de un prestigioso empresario, viven en una hermosa mansión. Con decirte que el cuarto de la Srta Collins
Ben logró ver a Amelia, no pudo dejar de sentirse devastado. Su ex suegra siempre fue amable, respetuosa y afectuosa con él y con sus hijos. —No puedo creer que Amelia esté... —hace una pausa. —Calla, Ben. No lo menciones. No sé qué voy a hacer si mi madre muere. —Erika se rompe en llanto. —Tienes que tranquilizarte —El pelirrubio la cubre con sus brazos y trata de consolarla. —¿Cómo se lo diré a mis hijos? —Erika, no pienses en eso ahora, sólo ve a verla. Le hará bien saber que estás a su lado. —No quiero Ben, no soporto verla así —se refugia en el pecho de su ex marido. Erika no desaprovecha ese momento para conmover a su ex e intentar a toda costa una reconciliación. Justo en ese momento, el móvil de Ben, comienza a vibrar, él lo saca de su bolsillo, ve que se trata de Sara, aunque quiere contestar, la mirada esculcadora de Erika lo detiene.—¿Quién es? —le pregunta— ¿No vas a contestar? —No, le hablaré luego, es Davis. —le miente ante aquella incómoda situación.—