Ben logró ver a Amelia, no pudo dejar de sentirse devastado. Su ex suegra siempre fue amable, respetuosa y afectuosa con él y con sus hijos. —No puedo creer que Amelia esté... —hace una pausa. —Calla, Ben. No lo menciones. No sé qué voy a hacer si mi madre muere. —Erika se rompe en llanto. —Tienes que tranquilizarte —El pelirrubio la cubre con sus brazos y trata de consolarla. —¿Cómo se lo diré a mis hijos? —Erika, no pienses en eso ahora, sólo ve a verla. Le hará bien saber que estás a su lado. —No quiero Ben, no soporto verla así —se refugia en el pecho de su ex marido. Erika no desaprovecha ese momento para conmover a su ex e intentar a toda costa una reconciliación. Justo en ese momento, el móvil de Ben, comienza a vibrar, él lo saca de su bolsillo, ve que se trata de Sara, aunque quiere contestar, la mirada esculcadora de Erika lo detiene.—¿Quién es? —le pregunta— ¿No vas a contestar? —No, le hablaré luego, es Davis. —le miente ante aquella incómoda situación.—
Sara y Ben entran abrazados a la habitación del motel, aunque no es nada comparado con la suite del lujoso hotel, también está muy bien decorada. Ben pide una botella de vino, y un servicio de bocadillos para picar. Ella se pasea por la habitación con la mirada, va hasta el baño y observa la decoración un tanto sugerente de aquel lugar, la pared divisoria que separa ambos espacios, es totalmente de vidrio por lo que supone que al estar alguno de los dos basándose, el otro podrá observarlo. El morbo que despierta aquella imagen, enciende aún más a Sara. Ben descorcha la botella, sirve las copas de vino, le entrega una Sara y brinda:—Por este segundo encuentro. ¡Salud! —El sonido de ambas copas suenan como una campanada de antesala a lo que se aproxima. Ella bebe seductoramente la copa y él la observa con detenimiento. El CEO la toma por la cintura y al contacto de su piel siente una gran excitación que despierta en él, un deseo incontrolable, Sara deja la copa sobre la cómoda y
Después de aquel inconveniente entre Amanda y su hija, la mujer no para de llorar, aquellas palabras le parecen tan injustas y sólo ahora comprende porque Sara fue así con ella durante todos esos años. Al principio creyó que se debía al dolor que sufrió por la muerte de Anthony, pero ahora entiende claramente las razones. Las palabras de su ex marido habían sembrado la duda y el rencor en Sara hacia su propia madre. Si tan sólo lo hubiese sabido, le habría aclarado muchas cosas. Pero por ahora, no quiere hablar con ella, sólo desahogar aquel dolor. La vida no había sido del todo fácil para Amanda, cuando se enamoró por primera vez, sufrió mucho porque aquel hombre que la deslumbró con su personalidad caballerosa y sensible, le había abandonado cuando menos ella lo esperaba. Diecinueve años atrás...Amanda acababa de iniciar sus pasantías en la clínica, era una joven hermosa, inteligente y responsable en su trabajo. Una tarde, en su primera guardia nocturna, llegó una mujer joven
—¡Lunes! Por fin es lunes —despertó Sara, con una sonrisa en su rostro. No fue necesaria la alarma de su móvil para que ella se levantara antes de la hora programada. Es uno de esos días donde sólo deseas, disfrutar al máximo cada segundo. Sara se metió a la ducha, preparó el café, se maquilló y vistió como nunca antes, se veía como toda una mujer, la chica extrovertida y juvenil, se había transformado en mujer. Sara llegó muy temprano a la oficina, se llevó su primera sorpresa cuando vio que Ann se había incorporado esa misma mañana, eso significaba que ella debería trabajar nuevamente a cargo del CFO. Sin embargo, cuando Ben llegó, lo primero que hizo en la reunión de socios, fue anunciar algunos cambios.—La Srta Clark, estará a mi cargo esta semana. Estuvo trabajando conmigo algunos asuntos y no puedo retrasarlos. —argumentó aquella decisión, a medias.Davis quedó un tanto sorprendido, Ben no era de tomar decisiones sin consultarle, algo no le estaba cuadrando. —Bien, co
Durante toda la guardia nocturna y esa mañana del lunes para Amanda fue imposible descansar, no sólo no pudo pegar un ojo; sino que no paraba de pensar en lo ocurrido con Sara, mucho menos ahora que su pasado aparecía para atormentarla de nuevo. Bajó del taxi y se aproximó a la entrada de la mansión, justo cuando se dispuso a tocar el timbre la puerta se abrió y frente a ella estaba Erika.—Llega un poco tarde, ¿no le parece? —le dijo en tono áspero a la enfermera.—Sí, sólo unos minutos, había un poco de tráfico. —Amanda se excusó— Pero si debo recuperarlos, me quedaré esos diez minutos después de mi hora de salida. —agregó.—Claro, a la hora que mi marido llega de la empresa, ¿no? Muy conveniente para usted. —le contestó en tono sarcástico.—No entiendo a qué se refiere, ni tampoco el tono en que me habla, Sra Collins.—Exactamente, enfermerita, Sra Collins, la esposa legal de Ben Collins. No crea que no he notado como le coquetea a mi marido.—Se equivoca Sra Erika, yo no t
Cuando Ann entró a la oficina, Ben tuvo tiempo para apartarse de Sara sin que la pasante lo notará, o eso creyó él.—Disculpe Sr Collins, vengo por una información que solicita el Sr Anderson. —Por supuesto, Srta Campbel —miró a Sara y le ordenó— termine lo antes posible y puede retirarse Srta Clark. —Sí señor Collins.Ann se acercó a Sara, chica de rizos estaba algo seria, su rostro mostraba el enojo por lo que acababa de percibir.—Mi jefe requiere los documentos en físico de los últimos presupuestos que trabajó contigo. —Sara en tanto, se veía nerviosa e incómoda. Había estado mintiéndole a su única amiga e involucrándola en las mentiras que decía para su madre. —En seguida los busco. —se levantó del asiento, se acercó al archivo y comenzó a buscar las carpetas para su amiga.— Ten, son éstas dos. —Gracias, Sara. —dijo y sin más, salió de la oficina. Mientras regresaba a su oficina, Ann sintió rabia y a la vez, deseos de llorar. No sólo estaba enojada por la forma en
Cuando Sara colocó el pie dentro del tercer vagón del subterráneo, fue cuando recordó que no había esperado a Ann. —¡Mierda! Olvidé esperar a Ann. —masculló en voz baja.Había salido tan emocionada y concentrada en su encuentro con Ben esa noche, que olvidó por completo avisarle a su amiga. Tomó su móvil y comenzó a llamarla para disculparse, pero Ann nunca contestó su llamada. Seguramente estaba enojada con ella por no haberla esperado, pero ¿Cómo se le puede pedir a una mente enfocada en su felicidad y a un corazón que no deja de latir emocionado por todas las cosas que está viviendo que se mantenga pendiente del resto del mundo, cuando realmente lo único que quiere es, ser y sentir? Era ilógico hacerlo, para Sara sólo importaba su felicidad al lado de Ben, era como si nada tuviera cabida entre ellos, excepto lo que ambos sentían el uno por el otro, ese deseo de entrega mutua, de placer y satisfacción que los envolvía y que ella jamás pensó que sentiría por ningún hombre. F
Ben usa todas sus estrategias de seducción para estimular a Sara. Cuando no son sus labios y lengua, son sus manos, sus dientes, su respiración, sus palabras susurrando al oido palabras excitantes o sus jadeos cuando la ve contonearse tras cada roce. Sensaciones qu llenan a la pelicastaña de un placer único y maravilloso.El CEO pide una botella de Champagne para beber, brindan y beben un par de copas, él desea algo más fuerte que provoque en Sara deshinibición y libertad de ser y sentir. Mas, no es necesario aquella bebida para que el lado perverso de Sara despierte de su letargo, como dicen por allí, toda mujer es tan perversa como es provocada a serlo. Las manos y caricias del pelirrubio tocan, rozan y enciende la piel de la chica, la hace girar de frente a él y suelta el sujetador y ve como sus senos turgentes quedan al aire, ella aguarda para que él los tome y devore, pero él no lo hace, ella queda un poco desconcertada y lo peor de todo es que eso la excita, tanto a ella como