Cuando Ann entró a la oficina, Ben tuvo tiempo para apartarse de Sara sin que la pasante lo notará, o eso creyó él.—Disculpe Sr Collins, vengo por una información que solicita el Sr Anderson. —Por supuesto, Srta Campbel —miró a Sara y le ordenó— termine lo antes posible y puede retirarse Srta Clark. —Sí señor Collins.Ann se acercó a Sara, chica de rizos estaba algo seria, su rostro mostraba el enojo por lo que acababa de percibir.—Mi jefe requiere los documentos en físico de los últimos presupuestos que trabajó contigo. —Sara en tanto, se veía nerviosa e incómoda. Había estado mintiéndole a su única amiga e involucrándola en las mentiras que decía para su madre. —En seguida los busco. —se levantó del asiento, se acercó al archivo y comenzó a buscar las carpetas para su amiga.— Ten, son éstas dos. —Gracias, Sara. —dijo y sin más, salió de la oficina. Mientras regresaba a su oficina, Ann sintió rabia y a la vez, deseos de llorar. No sólo estaba enojada por la forma en
Cuando Sara colocó el pie dentro del tercer vagón del subterráneo, fue cuando recordó que no había esperado a Ann. —¡Mierda! Olvidé esperar a Ann. —masculló en voz baja.Había salido tan emocionada y concentrada en su encuentro con Ben esa noche, que olvidó por completo avisarle a su amiga. Tomó su móvil y comenzó a llamarla para disculparse, pero Ann nunca contestó su llamada. Seguramente estaba enojada con ella por no haberla esperado, pero ¿Cómo se le puede pedir a una mente enfocada en su felicidad y a un corazón que no deja de latir emocionado por todas las cosas que está viviendo que se mantenga pendiente del resto del mundo, cuando realmente lo único que quiere es, ser y sentir? Era ilógico hacerlo, para Sara sólo importaba su felicidad al lado de Ben, era como si nada tuviera cabida entre ellos, excepto lo que ambos sentían el uno por el otro, ese deseo de entrega mutua, de placer y satisfacción que los envolvía y que ella jamás pensó que sentiría por ningún hombre. F
Ben usa todas sus estrategias de seducción para estimular a Sara. Cuando no son sus labios y lengua, son sus manos, sus dientes, su respiración, sus palabras susurrando al oido palabras excitantes o sus jadeos cuando la ve contonearse tras cada roce. Sensaciones qu llenan a la pelicastaña de un placer único y maravilloso.El CEO pide una botella de Champagne para beber, brindan y beben un par de copas, él desea algo más fuerte que provoque en Sara deshinibición y libertad de ser y sentir. Mas, no es necesario aquella bebida para que el lado perverso de Sara despierte de su letargo, como dicen por allí, toda mujer es tan perversa como es provocada a serlo. Las manos y caricias del pelirrubio tocan, rozan y enciende la piel de la chica, la hace girar de frente a él y suelta el sujetador y ve como sus senos turgentes quedan al aire, ella aguarda para que él los tome y devore, pero él no lo hace, ella queda un poco desconcertada y lo peor de todo es que eso la excita, tanto a ella como
La semana transcurrió entre encuentros furtivos y besos a escondidas. Ben siente la adrenalina en su cuerpo cada vez que hace el amor con Sara dentro de su oficina o en su coche. Cada momento juntos, es un torbellino de pasión que los envuelve y los arrastra inevitablemente. Ben ha programado un viaje a Francia para llevar a su amante y disfrutar de un fin de semana sólo para ellos. Mas, ese viaje sólo podrá hacerlo luego de la operación de Jaspe, la cual debía ocurrir el lunes siguiente. —¿Podría hacerme una reservación para dentro de una semana? Sí, en la suite real del Hotel de la Paix Tour Eiffel. Gracias, feliz día para usted —exhala un suspiro y sonríe, tal cual un quinceañero enamorado.Michael, ya se había reintegrado a la empresa por lo que Leah no perdería la mínima oportunidad para seducirlo.—Jefecito, podría firmar aquí —coloca la mano sobre su hombro, se inclina dejando que sus pechos queden próximos al rostro del apuesto rubio. —Claro, por supuesto Srta Lee. —re
El domingo, ya pasada la tarde, finalmente Sara recibió el mensaje que tanto había esperado de Ben, aún se sentía desconcertada por la foto de él junto a su ex- esposa. Ben: “Buenas tardes mi amor, espero estés bien, algo ocupado pero sin dejar de pensarte ni un instante.Sara leyó el mensaje y a pesar de su enojo, sonrió con aquella última frase. Inmediatamente le respondió:Srta Clark: “Tampoco logro dejar de pensarte, eres el más recurrente de todos mis pensamientos y el que más disfruto tener”Ben: “Muero de ganas por verte” Srta Clark: “Ten por seguro que no más que yo, te necesito... dentro”Ben: “Harás que vaya ahora mismo a tu apartamento”Srta Clark: “Ven, te esperaré de brazos y piernas abiertas”Ben: “Srta Clark, usted me excita”Srta Clark: Entonces, lo logré, ¿vendrás a cumplir tu amenaza?Ben: “Nada me gustaría más, pero esta misma noche ingresan a mi hija”Srta Clark: “Te entiendo”Ben: “Prometo recuperar y pagarte estos tres días de ausencia con intereses
Jaspe estaba en su habitación, aguardando para ser llevada a quirófano; estaba muy nerviosa, la sola idea de que ese segundo intento para hacerla recuperar la vista fuese fallido, la llenaba de angustia. —Mamá, no quiero quedarme ciega. —dijo y abrazó a su madre.—Hija todo va a estar bien, serás operada por los mejores especialistas del país. No tienes porque estar preocupada. —No sé, mamá. Tengo mucho miedo. En ese momento, Amanda entró a la habitación y le pidió a la rubia que saliera.—Sra Collins, con su permiso, necesito que salga, debo terminar de preparar a la paciente. —la mirada de repulsión de Erika fue instantánea.—¿Quién se cree que es? —espetó la mujer. Amanda evitó responderle de la misma manera que ella lo haría, con prepotencia y arrogancia.—Es la enfermera de nuestra hija, Erika —la voz de Ben detrás de su espalda, la hizo girar. —Los dos deben retirarse, Sr Collins —aclaró la mujer y Ben asintió. Llevaba días notando a Amanda un tanto irritada al habl
—¿Eres Sara? —La rubia preguntó, mientras veía de pie a cabeza a la hermosa joven.—Sí, señora ¿En qué puedo servirle? —Erika, elevó su ceja izquierda y con actitud arrogante se aproximó a la pasante. —Creo que tú y yo tenemos pendiente una conversación.—¿Usted y yo? —preguntó Sara, confundida y nerviosa.—Sí. Cierra la puerta —La rubia le ordenó, la chica fue, cerró la puerta y regresó a su asiento.— No sé quién te piensas que eres, pero no voy a permitir que una chica insignificante y con poca clase como tú, pretenda venir a meterse en mi matrimonio —Sara la miró con aspaviento.—¿Qué? ¿Quién le dijo eso? —preguntó con voz trémula.—Quién me lo dijo no importa ahora, lo único que importa es que lo sé. Mi marido y yo, hemos tenido algunos inconvenientes como pareja, eso es algo que ocurre en toda relación, desacuerdos, dudas, celos. Lo cierto de todo esto es que a pesar de todo eso, llevamos veinte años casados, Ben me ama y yo a él.—Sra Collins, no tiene porque venir a con
—Ben creo que es mejor que te vayas.—¿Por qué Sara? Dime qué te ocurre. No atiendes mis llamadas. —la pelicastaña baja la mirada.— ¿Acaso ya no deseas nada conmigo? —la mira fijamente y como hipnotizados uno por el otro, Ben entra, ella cierra la puerta. —No está bien, lo que está pasando entre ambos, no debió pasar. —¿Qué dices? —él la toma de ambos brazos.— ¿Te arrepientes de lo nuestro? —ella no le responde con palabras, mas trata de vestirse de coraje.Ben la abraza, busca sus labios, pero ella no corresponde a aquel besos, por lo que él al ver su actitud, la toma de la cintura, la jala y la ciñe contra a su cuerpo. Con una de sus manos la sujeta de la nuca y vuelve a besarla mayor pasión e intensidad. Esta vez la voluntad de Sara desaparece y se entrega a aquel beso. Aunque su mente le dice que debe detenerse, su cuerpo como siempre la desobedece, es como si el CEO tuviera los códigos de acceso a su cuerpo con sólo tocarla.Las manos de Ben, se dirigen hacia sus caderas