Amanda miró su reloj por tercera vez, estaba dispuesta a salir de la habitación, era el segundo llamado que le hacían para presentarse en el área de emergencia. Ben apresuró el paso cuando oyó en el altavoz el nombre de Amanda: “Enfermera, Amanda Clark por favor dirigirse al área de emergencia” Ben no se percató de aquel detalle, sólo se apresuró a subir rápidamente las escaleras hasta llegar a la habitación de su hija.—Disculpe por la tardanza, Amanda. —Por fin llega, Sr Collins. Ya he sido llamada en dos oportunidades, esto puede ocasionarme inconvenientes en mi trabajo. —Lo siento, lo siento. —Ben se disculpó, pero Amanda le dio la espalda y se dirigió al área de emergencia. Ben se sintió un tanto apenado por su irresponsabilidad, pero cuando estaba con Sara, todo era diferente para él, su mundo giraba sólo en torno a ellos dos. Sonrió al recordar los momentos de pasión y lujuria vividos minutos atrás.Se recostó en el sofá y se quedó profundamente dormido. Amanda regr
Davis no puede creer que después de haber visto días atrás a Amanda, haya vuelto a encontrarla. Pensó en algún momento que se había confundido con aquella mujer, pero no, efectivamente era ella, la mujer que nunca logró olvidar, aquella de la cual se enamoró perdidamente pero a quien no supo valorar. —Te presento a Amanda, ella es la enfermera de Jaspe. Y él es Davis Anderson, mi socio. —Amanda se negó a estrechar su mano— ¿Se conocen? —preguntó Ben con curiosidad. —No, no. —respondieron al unísono; Amanda terminó estrechando la mano de Davis y la larga brecha de todos aquellos años sin verse, se deshizo al instante. Davis se sentó, parecía ausente a lo que estaba pasando. Amanda, en cambio sentía sus piernas y manos temblando.—¿Los bombones son para mí? —bromeó Erika. —N-no, no son para Jaspe. —tartamudeó él—¿Trajiste mis favoritos, tío Dave? —preguntó emocionada. —Si te siguen gustando los de avellana cubiertos con chocolate, sí. —le entregó la caja y Jaspe comenzó a d
El auto se detuvo, Amanda bajó y entró al edificio. Mientras subía las escaleras se quedó pensativa, Davis seguía siendo un hombre muy atractivo, la madurez le sentaba muy bien. Suspiró antes de sacar las llaves de su bolso y entrar a su apartamento; cuando se disponía a introducir la llave, Sara le abrió la puerta. —¡Hija! —Amanda la miró sosprendida y Sara la abrazó emocionada.—Que bonita estás, mamá. ¿El que te trajo era tu jefe? — Amanda se quedó callada.—No, no. Era un taxista. Solo eso. —respondió con voz trémula.—Cuéntame, cómo estuvo todo. —El entusiasmo de Sara era evidente. —Bien, hija. ¿Podemos hablar luego? Estoy exhausta. —Está bien, mamá. ¿Pido algo para cenar juntas?.—Ya cene, lo siento. No pensé que estarías esperando por mí. —No te preocupes, mamá. Ve y descansa. Sara notó a su madre un poco triste, no era común verla de esa manera ¿Qué le podía estar pasando?Amanda se encerró en su habitación, se miró al espejo. No se veía tan mal después de todo.
Davis revisó los datos de cada uno de los pasantes antes de pasar la nómina de su primer pago dentro de la empresa. Inesperadamente encontró algo que lo dejó sorprendido, Sara vivía en el mismo edificio que Amanda; con un poco de suerte y astucia podría obtener más información. Ahora que sabía que Amanda estaba soltera, surgió una nueva esperanza en su corazón, quizás podría reconquistar su amor nuevamente.—Srta Campbel podría decirle a la Srta Clark que venga a mi oficina.—Sí, señor. En seguida la busco. Ann fue hasta la oficina de Sara y le dio el mensaje.—Sara, el Sr Anderson quiere verte —la pelicastaña sintió que su corazón latía con rapidez.Saber que Davis quería verla, la llena de angustia, su última conversación fue algo incómoda, por lo que los nervios la invadieron. Tocó la puerta de la oficina, entró y se aproximó a Davis, frotando sus manos una contra la otra.—Siéntese Sara. —la chica se sentó— Srta Campbel me trae un café, por favor. —En seguida señor. —An
—Te tengo una invitación para el fin de semana. —¿Sí? ¿A donde me llevarás? —Es una sorpresa. —dijo sin despegar sus labios de su cuello. —Me encantan las sorpresas. —susurró ella a su oído. —Necesito que avises a tus padres que estarás fuera un par de días. —separó su rostro y la miró con seriedad. —¿Un par de días? —preguntó ella. —Sí, ¿podrás? —ella sonrió sin decirle nada. Sara miró su reloj, era hora de almorzar y había quedado de reunirse con Ann; luego de aquella salida, su amistad había resurgido más fuerte. Además debía pedirle apoyo para aquel paseo, no quería correr el riesgo de que su madre pudiera enterrarse. Para dos amantes que se desean tanto como ellos, nada es imposible. Sara aprovechó que su madre estaría trabajando doble turno ese sábado, por lo que ese mismo jueves le platicó que estaría de paseo con Ann. Amanda estaba tan dispersa que no mostró interés en aquel viaje; sólo le preocupaba que Davis volviera a aparecer. Sabía el edificio en el cual vivía, aun
Finalmente y luego de tres horas de vuelo, la avioneta aterrizó en el aeropuerto de Thira. Desde allí fueron trasladados hasta el lujoso hotel Grace Santorini, uno de los más lujosos de la ciudad ya que ofrece la vista panorámica al mar Egeo, además de estar ubicado en Imerogivil, una ciudad pintoresca y muy hermosa. Subieron hasta la elegante suite real que Ben reservó para aquella cita romántica y única. Sara no dejaba de sorprenderse con todo lo que veía. De chica, admiró mucho las historias mitológicas que su padre le contaba. Estar allí, era ver su sueño de infancia convertido en realidad. Fue inevitable que sus ojos se llenaran de lágrimas y su corazón latiera emocionado.—Hey, no te traje aquí para que lloraras. ¿No te parece hermoso este lugar? —Sí, claro que lo es. Lloro de emoción, aunque ni lo creas siempre quise conocer Grecia, son tantas las cosas de esa cultura y mitología que admiro que ni puedo creer que me hayas traído aquí. —Ben la cubrió con sus brazos.—Dij
Durante algunos minutos, la pareja de amantes permaneció en la misma posición, abrazados el uno contra el otro, recuperándose de aquel excitante y lujurioso acto; ninguno de los dos se atrevía a moverse, ni deseaba romper aquel momento maravilloso que seguramente sería inolvidable para el resto de sus días.Ben había planificado aquel viaje para estar con Sara y disfrutar de su amor a solas, como una pareja de recién casados. Los sentimientos del pelirrubio por la chica crecían constantemente y ella de igual manera era presa del encantamiento mágico de los primeros meses de relación. Así tuvieron por algunos minutos, en silencio. Ella se apartó ligeramente de él.—Voy a darme un baño. —Ben sonrió y ella se encaminó hacia el lujoso baño de la suite. Ben miró sus redondas nalgas, hechas para el amor pasional. Nada más con verla, ya estaba encendido. Ella se metió en la bañera de hidromasaje cuya vista era espléndida, desde allí podía divisar el mar Egeo, aquello era todo un
La noche del sábado no sólo fue perfecta para los amantes, también para Ann y Gabriel, que en su segundo encuentro logran conectar sus emociones y dejarse llevar por ellas.—¿Te gustó la película? —preguntó él, mientras la acompaña hasta la entrada de su loft.—Sí, un poco romántica pero creo que fue emocionante.—No pareces ser muy romántica.—Soy un tanto más realista. Creo que la mayoría de las personas buscan estar con alguien para no sentirse solos. —¡Y tú no opinas igual, imagino!—La vida me ha enseñado a ser más racional que emocional.Ambos se miran, se quedan en silencio. Un silencio que habla por sí solo. Gabriel había quedado flechado por Ann desde la primera noche en que la vio. Ella, a pesar de disfrutar de su compañía y bromas, no quería aceptar que también le atraía y que poco a poco se estaba convirtiendo en alguien importante en su vida.—¿Quieres pasar? —preguntó ella para romper aquel silencio. —¿Quieres que lo haga? —Claro, aún es temprano. Es sábado