La semana transcurrió rápidamente. Sara estaba conforme con su nueva experiencia en Arabian Company; Amira Salim sentía mucha simpatía por la pelicastaña, incluso le ofreció la oportunidad de trabajar para ella luego de culminar sus estudios. Algo finalmente parecía mejorar en la vida de Sara. No había vuelto a saber de Ben y tal vez era lo mejor para ambos. La tristeza la visitaba sobre todo durante las noches cuando ella intentaba descansar.¿Cómo podía olvidarse de todo lo que pasó entre ellos? ¿Las noches intensas de pasión? Cada uno de sus encuentros siempre era distinto, algo nuevo aparecía, una nueva caricia, alguna posición, un estímulo diferente, siempre resultaba excitante estar con Ben. Lo extrañaba y necesitaba más que nunca. ¿Volvería a verlo en algún momento? ¡Dios! Sara se negaba a que aquella historia de amor tuviese un final triste.Además de todo los conflictos emocionales que la chica estaba sintiendo, debia sumar a ello, la preocupación por su padre. Quería ir a
Reza el dicho que lo que hagas a otro te lo haces a ti mismo, sea bueno o malo regresará a ti. A pesar de que Erika se sentía victoriosa, había logrado deshacerse de Sara, Davis tendría que vender su parte de la empresa tarde o temprano y ella seguía disfrutando de sus encuentros sexuales con Joseph, la rubia había olvidado un nimio detalle. Pero la vida se encargaría de recordárselo muy pronto.Amanda llegó a la clínica, mientras Sara y Davis se quedaron en el apartamento preparando la cena. —¡Amanda! —la llamó el laboratorista de la clínica. Ella se detuvo y el hombre se acercó a ella.— Te tengo buenas noticias, llegaron los resultados de tu hija, ya sabemos cual fue el medicamento que ingirió. Presentaba una cantidad exagerada de Benzodiacepinas en su organismo, por lo que no pudo ingerirla ella misma. Alguien debió dárselas. Amanda se quedó perpleja con aquella información. —¿Me envías a mi correo una copia del resultado? —Claro, ya te lo paso. Para una madre como ella
—¡Oh por Dios! Realmente no pensé que fuese capaz de hacerle daño a Sara —exclamó Amanda, mientras Davis relataba lo que Frank Cox le había contado.—Ni yo mismo que llevo veinte años conociéndola me imaginé que fuese tan obsesiva. Cuando la conocí era extrovertida, pero eso no significaba que fuese mala, por eso se la presenté a Ben. Sara estaba sorprendida ante aquel plan escabroso que Erika había planeado en su contra; ante el deseo de tener todo lo que deseaba Erika era capaz de asesinar a alguien para obtenerlo. —No sé qué decir, papá. Todo esto me aturde y me llena de ansiedad. —Yo estoy aquí contigo, nada te va a pasar, mucho menos ahora que está detenida, Gianella se ocupará de que no salga de alií durante un buen tiempo. —¿Y Frank? ¿Qué va a pasar con él? —Tendrá que pagar también por lo que hizo, aunque tal vez mucho menos tiempo. Todo lo que hacemos, bueno o malo, tiene consecuencias y lamentablemente él tendrá que hacerse responsable por sus actos.Sara permane
Los días transcurrieron rápidamente, y poco a poco, todo comenzaba a mejorar para Sara, ella y sus padres estaban juntos. Mientras arreglaba su nuevo cuarto, su madre preparaba la cena. Era un suelo hecho realidad, ver a su madre feliz, tener una enorme casa sin tener que estar pendiente del pago de alquiler, faltaban apenas semanas para su graduación como asistente administrativo. Mas, su felicidad era incompleta, Ben ya no estaba a su lado. Se sentó en la cama, comenzó a doblar su ropa para guardarla. Encontró aquel primer conjunto de ropa íntima que estrenó en Grecia y con él llegaron a su mente todo y cada uno de los momentos vividos con su jefe. Extrañaba sus caricias, sus besos, sus labios y lengua recorriendo palmo a palmo su piel, su cuerpo, su sexo. Revivió aquel primer encuentro y fue inevitable sentir sus fluidos vaginales y las contracciones de sus paredes vaginales, latiendo al ritmo agitado de su respiración, se tendió en la cama y comenzó a acariciar su propio sexo, l
Luego del discurso, Sara se reúne con sus tres compañeros para celebrar su graduación. —¿A dónde iremos? —preguntó Ann— Debemos celebrar juntos, somos un equipo.—Claro, conozco un lugar increíble, es nuevo. Tengo un amigo muy amable que nos puede dejar pasar a la zona VIP. —propuso la chica asiática.—Sí, vamos —respondió Sara. Aunque intentaba disfrutar con sus amigas, la presencia de Ben aquella noche había despertado en ella aquel pasado reciente y volátil que encendía su ser y sus entrañas.—Iremos en el auto que me regaló mi padre —intervino Richard señalando el Aston Martin deportivo V6 color plata.—Wow! No sabía que tuvieras un padre rico, siempre creí que eras ¿pobre? —dijo Leah. —No me gusta andar pregonando por allí que soy el hijo del famoso Ronald Barker, el futbolista.—¡No te puedo creer! Es un hombre super apuesto y joven —exclamó Leah.—No es tan joven, tiene casi cuarenta años, y le fascinan las niñas como tú. —¿Por qué no lo invitas? Me encantará conoce
La mañana siguiente Sara despertó algo tarde, no había logrado conciliar el sueño rápido. Sólo ansiaba que los días pasaran rápidamente y ver a su amado CEO. Cuando tomó su móvil vio que faltaba poco para la hora de salir a la empresa; se levantó apresuradamente de la cama para alistarse, se asomó desde la ventana y vio que su padre ya se había ido al trabajo, le tocaría tomar un taxi para llegar a tiempo. Bajó las escaleras y fue hasta la cocina, Amanda estaba preparando las panquecas con miel preferidas de Sara. —Buenos días mamá —besó su mejilla. —Te quedaste dormida, ya tu padre se fue. Pero me dijo que podías llegar un poco tarde, así que te preparé unas paquetes con miel —Sara sonrió, pero al Amanda colocar el plato frente a ella, Sara sintió repentinamente náuseas, se cubrió la boca con la mano y fue hasta el baño. Amanda fue detrás de ella. Sara le cerró la puerta y comenzó a vomitar; vomitó hasta que sintió el sabor amargo de la bilis en su boca. —¿Que te sucede hija?
Ahora que la pequeña Sara había nacido, Ben se sentía feliz; aunque, habían algunas cosas que le preocupaban.—¿Qué haré cuando deba llevarla al colegio? Todos pensarán que soy su abuelo y no su papá. —dijo mientras mecía a la pequeña Sara entre sus brazos. Sara tuvo que apretar los labios para no dejar escapar una carcajada. —No te preocupes por ello. Estoy segura que nuestra hija se sentirá orgullosa de decir “es mi padre” igual que yo de decir ¡Es el amor de mi vida! —Ben sonrió. Realmente era una nueva oportunidad de vivir, a pesar de su miedo de volver a cometer errores. Ese sería el mayor de los retos que él debería enfrentar.A diferencia de sus otros hijos, de quien poco pudo disfrutar al estar todo el tiempo trabajando, Ben, ahora sabía que no todo era lujos en la vida, que su ausencia, el no haber estado junto a ellos, los obligó a crecer con miedos e inseguridades.—Creo que ya se durmió —dijo él mostrándole a la niña, Sara asintió.—Ven, dámela. —extendió sus brazos
—Creo que es hora de dar el siguiente paso —dijo Ben, mientras Sara recuperaba el aliento luego de aquel desenfrenado encuentro en la tina, mientras Amanda cuidaba de la pequeña. —¿Cuál pasó? —preguntó ella exhausta. —Casarnos mi amor, quiero que seas mi esposa. —Para Sara aquello fue realmente una sorpresa, no pensó que Ben le haría aquella propuesta.— ¿aceptas? —Sí, sí, sí —respondió emocionada, mientras rodeaba su cuello con sus brazos dejando que sus senos turgentes se amoldaran a los pectorales firmes de Ben. Los preparativos de la boda quedaron a cargo de Jade, quien a pesar de todo, deseaba ver a su padre feliz. Su madre había cometido un grave error y deseándolo o no, debía pagar muy duro por ello. Algunos errores se pagan muy caro. Ann y Eliza serían las madrinas de la boda por parte de Sara y Michael y Andrew, los padrinos por parte de Ben. Richard, quien luego de graduarse como asistente administrativo comenzó a trabajar como asistente de una prestigiosa empresa d