—Creo que es hora de dar el siguiente paso —dijo Ben, mientras Sara recuperaba el aliento luego de aquel desenfrenado encuentro en la tina, mientras Amanda cuidaba de la pequeña. —¿Cuál pasó? —preguntó ella exhausta. —Casarnos mi amor, quiero que seas mi esposa. —Para Sara aquello fue realmente una sorpresa, no pensó que Ben le haría aquella propuesta.— ¿aceptas? —Sí, sí, sí —respondió emocionada, mientras rodeaba su cuello con sus brazos dejando que sus senos turgentes se amoldaran a los pectorales firmes de Ben. Los preparativos de la boda quedaron a cargo de Jade, quien a pesar de todo, deseaba ver a su padre feliz. Su madre había cometido un grave error y deseándolo o no, debía pagar muy duro por ello. Algunos errores se pagan muy caro. Ann y Eliza serían las madrinas de la boda por parte de Sara y Michael y Andrew, los padrinos por parte de Ben. Richard, quien luego de graduarse como asistente administrativo comenzó a trabajar como asistente de una prestigiosa empresa d
Sara se levantó rápidamente de la silla, se acercó al mostrador, pago con algunas monedas su café y se encaminó hacia la puerta, faltaban algunos minutos para cumplirse la hora de entrada a la empresa donde iniciaría sus pasantías como asistente administrativo. Con una de sus manos intentó abrir la puerta lentamente, sujetando en la otra el vaso de café y tratando de no derramar su contenido. De pronto, sin darse cuenta, tropezó y vertió su café sobre el elegante y costoso traje del apuesto hombre que venía entrando al mismo tiempo que ella salía. —¡Oh por Dios! —dijo con la boca abierta al ver lo que acababa de ocurrir— Disculpe señor por favor —se excusó la joven apenada por lo sucedido. Mas, la reacción de aquel hombre fue inesperada y sorpresiva para ella.—Es usted una tarada. Mire lo que acaba de hacer —la tomó del brazo con fuerza y la estremeció. —Le pido disculpas, no fue mi intención. —contestó un tanto nerviosa al ver la actitud violenta de aquel desconocido.—¡Cálmat
Ben entró a su oficina, aún seguía enojado, el olor a café se acentuaba con el aire acondicionado.—¡Carajos! —dijo, sujetando la solapa de la chaqueta. —Cálmate por Dios, parece que fuese el único traje que usas. —No, no es el único, pero sabes que me gusta estar bien presentable todo el tiempo. Es lo único que le debo a Erika. —resopló— Veinte años de matrimonio y lo único para que sirvió mi ex esposa fue para enseñarme de moda y elegancia.—¿Para que otra cosa puede servir una esposa diseñadora de ropa masculina? —Davis, dijo con sarcasmo. —Sí, no tienes que recordarme que fue mi peor decisión.—No dije eso. De ser la peor no habrían estado juntos por veinte años, ni tenido una hermosa familia. Te dio tres hermosos hijos.—Sí, por supuesto. ¿Qué más se puede pedir? Andrew, diseñador de trajes para mujeres, como su madre; Jaspe, sin una profesión honesta, blogueando en las redes, viajando por el mundo y gastando la plata que por tanto tiempo me ha costado ganar y Michael,
A la hora pautada, todos los jefes salieron a su almuerzo, Sara pudo ver cuando David salió acompañado del insoportable CEO y de un hombre más joven. Ella caminó distraída revisando los mensajes de su madre deseándole "el mejor de los días".—¡Sí, por supuesto! —murmuró entre los dientes. Cuando levantó el rostro, tropezó de frente con Ann quien venía saliendo de la oficina de Ben Colling con una caja de papeles.—¡Disculpa! —dijo nerviosa— ¿Vas a almorzar? —le preguntó a su amiga.—No, no tengo tiempo. Debo terminar de organizar esto. Parece que aquí no hubiese estado una asistente por lo menos hace una década —respondió secando su rostro.—Si quieres, te ayudo. Salí tan rápido esta mañana que olvidé mi almuerzo sobre la mesa, tampoco saldré a almorzar. —¿De verdad, me ayudarías? —preguntó entusiasmada.—Claro, para que somos las amigas. —sonrió Sara.Ann se quedó muda, en cierto forma sentía que había sido injusta con su amiga. Durante las horas de trabajo, no hizo otra cosa
Davis regresó de su almuerzo, cuando entró a su oficina, Sara estaba terminando de limpiar su herida.—¿Srta Clark, qué le ocurrió? —No fue nada, una pequeña herida.—¿Está segura? —se acercó para verificar que no era de gravedad.—Sí, no se preocupe todo está bien. —se levantó del sofá y caminó hasta su escritorio.—¿Puede caminar sin problema? —insistió visiblemente preocupado.—Sí, no fue nada. ¡De verdad!—Bien, ¿podría ir a la oficina de mi asistente personal y pedirle estos documentos? —le entregó un papel con los números de registros que necesitaba.—En seguida se los traigo. —caminó con un poco de incomodidad, la herida comenzaba a palpitarle como un corazón. Salió al pasillo, el papel que llevaba en la mano se le cayó cuando intentó cerrar la puerta de la oficina de su jefe, pensó dos veces como agacharse sin lastimarse. Por lo que se sujetó de la pared y elevó la pierna herida hacia atrás para inclinarse. Cuando levantó la vista se encontró de frente con un apuest
“Como las ciudades en guerra, todas la mujeres tienen un blanco indefenso. Cuando se les descubre, la plaza se rinde inmediatamente”El Marqués de SadeSara fue hasta su habitación, se lanzó de espaldas sobre su cama, no podía entender por qué su madre estaba dispuesta a olvidarse de su padre. Él era un hombre maravilloso, ella lo recuerda de aquel modo, cariñoso, atento y muy preocupado por su madre y por ella. ¿Cómo podía su madre no recordarlo también?Habían pasado cinco años de aquel terrible momento cuando su madre salió del dormitorio matrimonial, ella estaba recostada de la baranda de la escalera y al ver el rostro de su madre, supo de inmediato que algo terrible había ocurrido, Amanda le anunció aquella nefasta noticia:—Mi amor, no pudieron hacer nada, Anthony murió. Las lágrimas se asoman en su rostro como en aquel momento, le dolía su ausencia, no ver su sonrisa amable, no sentir su abrazo y su apoyo. No era que Sara no amara a su madre, pero ella era distinta a su
Ben llegó a su mansión, luego de aquel día lleno de inconvenientes y problemas. Primero, el choque con aquella chica en el café, luego el inconveniente con Davis y tercero, las llamadas de su ex a quien no se digno a responderle. Subió hasta su habitación, se quitó la chaqueta y la dejó sobre la cama, aún sentía el olor a café en su ropa, por más que intentó quitar aquel aroma con gel y perfume, no lograba eliminarlo así como tampoco lograba eliminar de su mente, a la culpable de aquel aroma. Sonríe con satisfacción al recordar el cuerpo tembloroso y los labios húmedos de la nueva pasante cuando la tomó de ambos brazos. Aunque estaba enojado con ella, no podía negar que le gustaba la idea de sentir el control sobre ella.Ben siempre ha sido un hombre obsesionado por controlar todo a su alrededor, sólo que la vida se ha encargado de hacerle ver que eso es imposible. Su matrimonio perfecto se derrumbó cuando descubrió que su mujer lo había traicionado con su propio chofer. Mientras
Una hora más tarde y luego de convencer a Erika de que no podía quedarse en aquel lugar, Ben y Erika regresaron a la mansión. —No quiero ir a casa y estar sola —comentó entre lágrimas. —Puedes, si quieres quedarte en casa. No tengo problema con ello.—Gracias Ben, por lo menos sé que mis hijos estarán allí. —Michael, sí. Andrew, no lo veo desde hace días, desde que tuviste la genial idea de que cada uno de ellos se independizara, sólo sé de él cuando tiene algún inconveniente de dinero —espetó.—No pretenderás culparme de lo que le ocurrió a nuestra hija. —No dije eso, pero si estuvieran en casa, todo sería diferente. Por lo menos debiste esperar a que estuvieran un poco más de conciencia. —No eras tú quien tuvo que lidiar con ellos. Para ti fue más fácil huir a tu oficina. Vives culpándome de mi traición, pero no ves las razones por las que me cansé de estar esperar por ti. Ben tuvo que apretar con fuerza sus puños y sus mandíbulas para no continuar con aquella discusió