Ben entró a su oficina, aún seguía enojado, el olor a café se acentuaba con el aire acondicionado.
—¡Carajos! —dijo, sujetando la solapa de la chaqueta.—Cálmate por Dios, parece que fuese el único traje que usas.—No, no es el único, pero sabes que me gusta estar bien presentable todo el tiempo. Es lo único que le debo a Erika. —resopló— Veinte años de matrimonio y lo único para que sirvió mi ex esposa fue para enseñarme de moda y elegancia.—¿Para que otra cosa puede servir una esposa diseñadora de ropa masculina? —Davis, dijo con sarcasmo.—Sí, no tienes que recordarme que fue mi peor decisión.—No dije eso. De ser la peor no habrían estado juntos por veinte años, ni tenido una hermosa familia. Te dio tres hermosos hijos.—Sí, por supuesto. ¿Qué más se puede pedir? Andrew, diseñador de trajes para mujeres, como su madre; Jaspe, sin una profesión honesta, blogueando en las redes, viajando por el mundo y gastando la plata que por tanto tiempo me ha costado ganar y Michael, un sin oficio que apenas viene a ayudarme de vez en cuando a la oficina.—Exageras, Michael no solo es tu hijo mayor, sino que es un buen chico. Y Andrew y Jaspe apenas cumplieron la mayoría de edad el mes pasado.—No me lo recuerdes. Gracias a esa fiesta, finalmente descubrí la traición de Erika.—Imagino lo difícil que fue para ti saberlo.—Más que dolor, fue reconfortante. Creo que nunca la amé. Sólo me casé con ella porque estaba embarazada de Michael. —dijo con hostilidad— Vamos hay que recibir a los nuevos pasantes. —se puso de pie para salir de la oficina.—Sí, esperemos que estos sean por lo menos más eficientes que los del semestre pasado.—Esperemos —respondió Ben, colocando un poco de perfume en su blazer.Caminaron por el pasillo hasta la sala principal. Eliza se encontró con ellos:—Ya venía a buscarlos, los asistentes están esperando en la sala de juntas.—Pues que esperen —respondió con sarcasmo Ben— A fin de cuentas, deben aprender quien es el jefe. —Los tres rieron a carcajadas.Los chicos entrecruzaron miradas al escuchar los pasos y las risas. Sara se endereza en su asiento y se prepara para ponerse de pie. Eliza cede el paso a los dos caballeros. Davis entra sonreído, Ben por el contrario suele ser más serio. Pero su rostro se transformó cuando reconoció a la chica de grandes ojos verdes y cabello castaño.—¿Qué? ¿Tú, otra vez? —dijo en tono despectivo. Sara sintió un nudo en la garganta, mientras su corazón latía apunto de salir por su boca.Davis lo sujetó del brazo y susurró "Cálmate", mientras los ojos azules de Ben parecían arder.—Disculpe Sr Collins ¿Ocurre algo? —intervino Eliza.Ben apretó con fuerza los puños para no actuar impulsivamente frente al resto de los jóvenes.—Encárgate tú, Davis. —dijo, soltándose del agarre de su amigo y saliendo de la sala.—Buenos días, excuso a mi socio, está algo irritado. Por favor siéntense.Sara como pudo se sentó, las piernas le temblaban. ¿Era posible que eso le estuviese pasando? Aquel no era el comienzo más alentador para una chica como ella, quien necesitaba cumplir con sus pasantías y encontrar lo antes posible un empleo, debía ayudar a su madre con las cuentas.Davis se presentó ante ellos, explicó el organigrama con el apoyo de su asistente en el video beam. Sara estaba desconcentrada, apenas pensaba en lo que pasaría con ella al salir de aquella oficina, quizás la suspenderían y tendría que esperar por otra vacante en alguna otra empresa. Tiempo, más tiempo. Era justamente lo que ella no podía darse el lujo de perder.—Señorita Clark ¿me escuchó? —preguntó por segunda vez, Davis.—Disculpe, disculpe no entendí. —dijo desconcertada, masajeando sus manos, una contra la otra.—Le dije que para iniciar esta semana, usted trabajará conmigo, mientras la ubico en algún otro departamento. ¿Entendió? —ella asintió, Davis continuó con las asignaciones del resto de los asistentes.— La Srta Campbel estará asignada al departamento del Sr Collins. El Sr Barker, con mi asistente Eliza —Frank movió la cabeza de lado a lado, Richard parecía un pájaro de mal agüero para él. —La Srta Lee, irá al departamento de Marketing con el Ing. Mendiola, y usted Sr Cox, estará en el departamento legal con la Lcda Miller. —señaló con el apuntador láser el organigrama— Ahora dejo a cargo a la Srta Eliza Ferrer para que les muestre las instalaciones de la empresa. —miró a Sara fijamente— Usted venga conmigo Srta Clark.Sara no podía contener los nervios, sus piernas temblaban de manera incontrolable. Aún así caminó detrás de su jefe, por ahora, temporal.—¿Está nerviosa? —le preguntó Davis.—No señor —respondió ella.—Pues lo que pasó en la cafetería y ahora esto, no debe ser fácil para usted.—Le juro que no fue intencional. —dijo, ansiosa.—Lo sé —le dio un guiño.— Ben es un poco extremista con algunas cosas, pero no suele ser tan obstinado como lo viste hoy.Entraron a la lujosa oficina de Davis. Sara no pudo evitar sorprenderse con lo imponente de aquel lugar.—Wow! Es increíble todo esto —escaneó con su mirada todo el lugar.—¿Te gusta? —preguntó él.—Sí, disculpe si fui impertinente al expresarme de esa manera.—No te preocupes, eres de las pocas personas que expresa lo que realmente piensa y siente, de forma tan genuina. Bueno, eso lo puede asegurar mejor mi socio. —Sara bajó la mirada avergonzada. Su madre siempre le había insistido en que debía ser más comedida en sus comentarios.—Lo siento, yo no quise responder de esa manera. —se excusó por segunda vez.—No te preocupes, a veces uno necesita que alguien nos regrese a tierra. La verdad es que Ben, también es muy impulsivo. ¡Yo diría que son tal para cual! —Suspiró— Ahora señorita, necesito que usted se encargue de ordenar algunos documentos que la pasante anterior dejó a medias.—Sí, Sr Anderson. En seguida —colocó su bolso en el escritorio designado para ella.Como solía hacerlo con un entusiasmo y eficacia, Sara se dispuso a cumplir con su trabajo, mientras Davis la observaba sonreído. Una hora después, ya había ordenado el archivo de documentos en físico y en otra media hora el archivo digital.—Listo Sr Anderson. Todo está ordenado. ¿Alguna otra cosa que necesite? —preguntó.—Por ahora descansa. A las 11:30 salen a la hora de almuerzo. Y 12:30 deberían estar de vuelta. Faltan algunos minutos para ello.—¡Gracias señor! —regresó a su escritorio. Aunque trataba de no pensar en lo ocurrido, aún seguía preocupada por lo que había pasado con el CEO de la empresa. No lograba sacarlo de su mente.A la hora pautada, todos los jefes salieron a su almuerzo, Sara pudo ver cuando David salió acompañado del insoportable CEO y de un hombre más joven. Ella caminó distraída revisando los mensajes de su madre deseándole "el mejor de los días".—¡Sí, por supuesto! —murmuró entre los dientes. Cuando levantó el rostro, tropezó de frente con Ann quien venía saliendo de la oficina de Ben Colling con una caja de papeles.—¡Disculpa! —dijo nerviosa— ¿Vas a almorzar? —le preguntó a su amiga.—No, no tengo tiempo. Debo terminar de organizar esto. Parece que aquí no hubiese estado una asistente por lo menos hace una década —respondió secando su rostro.—Si quieres, te ayudo. Salí tan rápido esta mañana que olvidé mi almuerzo sobre la mesa, tampoco saldré a almorzar. —¿De verdad, me ayudarías? —preguntó entusiasmada.—Claro, para que somos las amigas. —sonrió Sara.Ann se quedó muda, en cierto forma sentía que había sido injusta con su amiga. Durante las horas de trabajo, no hizo otra cosa
Davis regresó de su almuerzo, cuando entró a su oficina, Sara estaba terminando de limpiar su herida.—¿Srta Clark, qué le ocurrió? —No fue nada, una pequeña herida.—¿Está segura? —se acercó para verificar que no era de gravedad.—Sí, no se preocupe todo está bien. —se levantó del sofá y caminó hasta su escritorio.—¿Puede caminar sin problema? —insistió visiblemente preocupado.—Sí, no fue nada. ¡De verdad!—Bien, ¿podría ir a la oficina de mi asistente personal y pedirle estos documentos? —le entregó un papel con los números de registros que necesitaba.—En seguida se los traigo. —caminó con un poco de incomodidad, la herida comenzaba a palpitarle como un corazón. Salió al pasillo, el papel que llevaba en la mano se le cayó cuando intentó cerrar la puerta de la oficina de su jefe, pensó dos veces como agacharse sin lastimarse. Por lo que se sujetó de la pared y elevó la pierna herida hacia atrás para inclinarse. Cuando levantó la vista se encontró de frente con un apuest
“Como las ciudades en guerra, todas la mujeres tienen un blanco indefenso. Cuando se les descubre, la plaza se rinde inmediatamente”El Marqués de SadeSara fue hasta su habitación, se lanzó de espaldas sobre su cama, no podía entender por qué su madre estaba dispuesta a olvidarse de su padre. Él era un hombre maravilloso, ella lo recuerda de aquel modo, cariñoso, atento y muy preocupado por su madre y por ella. ¿Cómo podía su madre no recordarlo también?Habían pasado cinco años de aquel terrible momento cuando su madre salió del dormitorio matrimonial, ella estaba recostada de la baranda de la escalera y al ver el rostro de su madre, supo de inmediato que algo terrible había ocurrido, Amanda le anunció aquella nefasta noticia:—Mi amor, no pudieron hacer nada, Anthony murió. Las lágrimas se asoman en su rostro como en aquel momento, le dolía su ausencia, no ver su sonrisa amable, no sentir su abrazo y su apoyo. No era que Sara no amara a su madre, pero ella era distinta a su
Ben llegó a su mansión, luego de aquel día lleno de inconvenientes y problemas. Primero, el choque con aquella chica en el café, luego el inconveniente con Davis y tercero, las llamadas de su ex a quien no se digno a responderle. Subió hasta su habitación, se quitó la chaqueta y la dejó sobre la cama, aún sentía el olor a café en su ropa, por más que intentó quitar aquel aroma con gel y perfume, no lograba eliminarlo así como tampoco lograba eliminar de su mente, a la culpable de aquel aroma. Sonríe con satisfacción al recordar el cuerpo tembloroso y los labios húmedos de la nueva pasante cuando la tomó de ambos brazos. Aunque estaba enojado con ella, no podía negar que le gustaba la idea de sentir el control sobre ella.Ben siempre ha sido un hombre obsesionado por controlar todo a su alrededor, sólo que la vida se ha encargado de hacerle ver que eso es imposible. Su matrimonio perfecto se derrumbó cuando descubrió que su mujer lo había traicionado con su propio chofer. Mientras
Una hora más tarde y luego de convencer a Erika de que no podía quedarse en aquel lugar, Ben y Erika regresaron a la mansión. —No quiero ir a casa y estar sola —comentó entre lágrimas. —Puedes, si quieres quedarte en casa. No tengo problema con ello.—Gracias Ben, por lo menos sé que mis hijos estarán allí. —Michael, sí. Andrew, no lo veo desde hace días, desde que tuviste la genial idea de que cada uno de ellos se independizara, sólo sé de él cuando tiene algún inconveniente de dinero —espetó.—No pretenderás culparme de lo que le ocurrió a nuestra hija. —No dije eso, pero si estuvieran en casa, todo sería diferente. Por lo menos debiste esperar a que estuvieran un poco más de conciencia. —No eras tú quien tuvo que lidiar con ellos. Para ti fue más fácil huir a tu oficina. Vives culpándome de mi traición, pero no ves las razones por las que me cansé de estar esperar por ti. Ben tuvo que apretar con fuerza sus puños y sus mandíbulas para no continuar con aquella discusió
Sara se puso de pie y fue hasta el baño, necesitaba calmar aquel fuego que crecía dentro de ella como lava ardiente, brotando del Vesubio. Al sentir el agua fría de la regadera, volvió a la realidad. Minutos después se alistó para ir y tomar el tren subterráneo, el tiempo le sobraba, el mismo tiempo que el día anterior convirtió su mañana en un caos. Se maquilla levemente, un poco de blush on, labial tipo gloss y perfume. Quería verse bonita esa mañana, quería parecer la chica de siempre cuidadosa y prolija en su vestimenta. Tomó su bolso, metió la vianda que su madre preparó con comida para ella y salió hasta el subterráneo. Al llegar, no tardó ni cinco minutos en embarcar, se sentía segura y empoderada esa mañana. Todo estaba ocurriendo como ella lo deseaba. Finalmente bajó en la estación que le correspondía y caminó hacia la empresa, se detuvo por un café en el restaurante, quizás su insoportable jefe estaría allí, incluso pensó “le brindaré el café”. Mas, al entrar repasó
—Mamá —Andrew se refugia en los brazos de su madre, mientras Ben es asediado por los reporteros y camarógrafos.— Sabía que algo le había ocurrido a mi hermana, lo sentí mamá, sentí una opresión en mi pecho, mamá. No puedo creer que esté... —la madre lo interrumpe, no quiere imaginar ni por un instante que su hija pueda...—No Andrew, ella va a estar bien. A mi hija no le va a pasar nada. Tu hermana logrará salir de esto. —lo cobija entre sus brazos.—Sr Collins es cierto que la situación de su hija es bastante grave —pregunta la reportera. Una mirada fulminante del CEO, deja a la mujer un tanto desconcertada. —¡Lárguense ahora mismo de aquí! —grita con indignación.— Todos ustedes son una basura, sólo les importa mantener a su ausencia satisfecha con noticias amarillistas. No les importa la salud de mi hija, ¡váyanse ahora mismo o los saco yo mismo a patadas! —gruñó.Andrew intenta calmar a su padre e interceder frente a los camarografos y blogueros que no paran de fotografiar y g
Amanda entró en su habitación, segundos después escuchó la puerta abrirse, miró la hora en su reloj, debía ser su hija. —Mamá, ya llegué. —Sara dijo desde afuera.—Dios te bendiga hija —Amanda le respondió en voz alta y terminó de desvestirse, tomó la toalla y entró al baño. Sara, en tanto, fue hasta la cocina, bebió un vaso con agua y se quedó pensando en el auto parado frente al edificio. ¿Era mera casualidad o su jefe conocía a alguien en ese edificio? Necesitaba saber qué hacía Ben Collins allí. Fue hasta su habitación también para asearse y descansar un poco. Aún tenía trabajo por hacer, debía realizar el informe diario de actividades y enviarlo a su profesor de pasantías. En tanto, Amanda se ducha y piensa en el apuesto Ben Collins, era realmente un hombre de esos que atrae con sólo su presencia, alto, rubio, de facciones perfectas, musculoso, mirada penetrante y voz seductora. —Wow! Qué hombre —murmuró. Pero lo que más lo atraía de él, era la manera de cuidar de su h