Ben conduce hasta un prestigioso hotel, pide la elegante suite y sube acompañado de Sara, cuyo corazón no deja de latir con fuerza al verse al lado de aquel hombre tan atractivo, elegante y seductoramente apetecible. El pelirrubio abre la puerta, hace una reverencia y ella entra, él la sigue con la mirada, observando la estrechez de su cintura, la redondez de sus glúteos y su espalda delicada, salpicada por alguno que otro lugar que parecen estratégicamente colocados en la blanca espalda de Sara.Ella se queda maravillada con aquel lugar, sus ojos recorren el lugar sin pestañear, cada detalle de la habitación era más impactante que el anterior. —Wow! Es increíble este lugar. —él sonríe al verla tan sorprendida con todo aquello. Ella camina hasta el balcón cuya vista es perfecta para admirar las calles solitarias y nocturnas de Londres. Ben se acercó por detrás de ella, rodeó con uno de sus brazos la estrecha cintura y apoyó sus labios sobre sus hombros desnudos, mientras olfate
“Cómo camina una mujer que recién ha hecho el amor, en qué piensa...”Victor Valera MoraEsa noche estuvo llena de deseo contenido, de ganas de contenerse el uno en el otro, con sus sexos entrelazados, conectados. Ben parecia no querer salir de su ajustada vagina, y Sara, Sara tampoco deseaba separarse de su jefe; la pelicastaña deseaba quedarse, su cuerpo, su piel le suplicaban quedarse, seguir amándolo, sintiéndolo em lo profundo de su ser, sucumbir una y otra vez entre sus labios y sus manos, arder en infierno que emergía de sus adentros. Ben acaricia, la cintura curvilínea y estrecha de su amante, ella siente sus dedos deslizarse suavemente, encendiendo cada centímetro de su piel por dónde pasa, deseo voraz que crece al tenerlo tan cerca, tan real. El sueño se había cumplido cubriendo todas las expectativas de Sara, realmente era un perfecto amante, delicado, sutil pero apasionado. Nuevamente, sienten el deseo a flor de piel, ella besa sus pectorales y recorre con la punt
Sara se desviste, observa en el espejo su nueva versión, la versión mujer. Acaricia sus senos, el contorno de su cintura, su vientre y su sexo. Exhala un suspiro, luego se tiende sobre su cama, es tan pequeña, comprada con la King size donde pasó toda la noche dando vueltas, enrollada entre las sábanas y el cuerpo de Ben, sonríe al recordar la anatomía perfecta de su amante, y el enorme roble que emerge de su pelvis. Había cosas que aprender y mejorar. No era una experta en el arte del sexo, pero cree que hizo un buen trabajo esa noche. La forma en que Sara hace todas las cosas, la pasión y el deseo que pone en ellas, son parte de su manera de ser y de la ayuda de los astros, eso es indudable.De pronto, siente el ruido en su estómago, está hambrienta. Pero de sólo pensar en ver a los ojos a su madre nuevamente, le hace desistir. Recuerda la enorme mentira que le ha dicho a Amanda, ¿Debía hablar con Ann y ponerla sobre aviso? Decirle que respaldara aquella mentira, implicaba no sól
Sara despierta antes del mediodía, sale hasta la cocina y se encuentra con Amanda, quien está terminando de preparar la mesa para almorzar e ir a la mansión Collins. —¡Qué bueno que despertaste! Pensé que tendría que almorzar sola. —Sí, la verdad muero de hambre —Amanda sonríe. —Te ves diferente hoy —Sara traga en seco. —Estoy igual que siempre mamá. Llevamos días sin vernos. —Quizás sea eso, sólo que hay un brillo especial en tu mirada —dice mientras coloca el plato con pasta frente a su hija.—¡Carbonara! Mi favorita. —Sí, la hice pensando en ti. —si sienta junto a su hija. —¿Cómo va tu trabajo? —se adelanta Sara a preguntar para evitar las preguntas y los comentarios incómodos de su madre. —Bien, la paciente ha ido mejorando poco a poco. ¿Te comenté que quedó ciega? —No, no hemos hablado sobre ello. —Sí, es una chica muy linda, tiene tu misma edad, es hija de un prestigioso empresario, viven en una hermosa mansión. Con decirte que el cuarto de la Srta Collins
Ben logró ver a Amelia, no pudo dejar de sentirse devastado. Su ex suegra siempre fue amable, respetuosa y afectuosa con él y con sus hijos. —No puedo creer que Amelia esté... —hace una pausa. —Calla, Ben. No lo menciones. No sé qué voy a hacer si mi madre muere. —Erika se rompe en llanto. —Tienes que tranquilizarte —El pelirrubio la cubre con sus brazos y trata de consolarla. —¿Cómo se lo diré a mis hijos? —Erika, no pienses en eso ahora, sólo ve a verla. Le hará bien saber que estás a su lado. —No quiero Ben, no soporto verla así —se refugia en el pecho de su ex marido. Erika no desaprovecha ese momento para conmover a su ex e intentar a toda costa una reconciliación. Justo en ese momento, el móvil de Ben, comienza a vibrar, él lo saca de su bolsillo, ve que se trata de Sara, aunque quiere contestar, la mirada esculcadora de Erika lo detiene.—¿Quién es? —le pregunta— ¿No vas a contestar? —No, le hablaré luego, es Davis. —le miente ante aquella incómoda situación.—
Sara y Ben entran abrazados a la habitación del motel, aunque no es nada comparado con la suite del lujoso hotel, también está muy bien decorada. Ben pide una botella de vino, y un servicio de bocadillos para picar. Ella se pasea por la habitación con la mirada, va hasta el baño y observa la decoración un tanto sugerente de aquel lugar, la pared divisoria que separa ambos espacios, es totalmente de vidrio por lo que supone que al estar alguno de los dos basándose, el otro podrá observarlo. El morbo que despierta aquella imagen, enciende aún más a Sara. Ben descorcha la botella, sirve las copas de vino, le entrega una Sara y brinda:—Por este segundo encuentro. ¡Salud! —El sonido de ambas copas suenan como una campanada de antesala a lo que se aproxima. Ella bebe seductoramente la copa y él la observa con detenimiento. El CEO la toma por la cintura y al contacto de su piel siente una gran excitación que despierta en él, un deseo incontrolable, Sara deja la copa sobre la cómoda y
Después de aquel inconveniente entre Amanda y su hija, la mujer no para de llorar, aquellas palabras le parecen tan injustas y sólo ahora comprende porque Sara fue así con ella durante todos esos años. Al principio creyó que se debía al dolor que sufrió por la muerte de Anthony, pero ahora entiende claramente las razones. Las palabras de su ex marido habían sembrado la duda y el rencor en Sara hacia su propia madre. Si tan sólo lo hubiese sabido, le habría aclarado muchas cosas. Pero por ahora, no quiere hablar con ella, sólo desahogar aquel dolor. La vida no había sido del todo fácil para Amanda, cuando se enamoró por primera vez, sufrió mucho porque aquel hombre que la deslumbró con su personalidad caballerosa y sensible, le había abandonado cuando menos ella lo esperaba. Diecinueve años atrás...Amanda acababa de iniciar sus pasantías en la clínica, era una joven hermosa, inteligente y responsable en su trabajo. Una tarde, en su primera guardia nocturna, llegó una mujer joven
—¡Lunes! Por fin es lunes —despertó Sara, con una sonrisa en su rostro. No fue necesaria la alarma de su móvil para que ella se levantara antes de la hora programada. Es uno de esos días donde sólo deseas, disfrutar al máximo cada segundo. Sara se metió a la ducha, preparó el café, se maquilló y vistió como nunca antes, se veía como toda una mujer, la chica extrovertida y juvenil, se había transformado en mujer. Sara llegó muy temprano a la oficina, se llevó su primera sorpresa cuando vio que Ann se había incorporado esa misma mañana, eso significaba que ella debería trabajar nuevamente a cargo del CFO. Sin embargo, cuando Ben llegó, lo primero que hizo en la reunión de socios, fue anunciar algunos cambios.—La Srta Clark, estará a mi cargo esta semana. Estuvo trabajando conmigo algunos asuntos y no puedo retrasarlos. —argumentó aquella decisión, a medias.Davis quedó un tanto sorprendido, Ben no era de tomar decisiones sin consultarle, algo no le estaba cuadrando. —Bien, co